miércoles, 14 de febrero de 2024

CAMINANDO CON DIOS (Génesis 5:21-24)

  

CAMINANDO CON DIOS (Génesis 5:21-24)

 


“Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén.  Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas.  Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios”.

Génesis 5:21-24



INTRODUCCIÓN



            De acuerdo a la Biblia Enoc fue uno de los primeros habitantes que pobló esta tierra, incluso antes del diluvio y el autor de la carta de Judas nos dice que fue séptimo desde Adán: “De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán…”, (Judas 14), y es conocido por estos cortos versículos de Génesis donde se nos dice que camino con Dios y desapareció, porque se lo llevo. Esto nos hace reflexionar acerca de la importancia de caminar verdaderamente con Dios, andando como es digno de todo cristiano. No obstante, ¿qué significa caminar con Dios?, ¿cómo podemos estar seguros que realmente estamos caminando con Dios? Contestemos todas estas preguntas.



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                               I.            ¿QUÉ SIGNIFICA CAMINAR CON DIOS?

 

Como cristianos debemos aprender a caminar con Dios, pero, ¿qué significa caminar con Dios? En el pasaje de Génesis 5:21-24 aparece dos veces la palabra caminar y esta proviene del hebreo jalák (הָלַךְ) y se refiere a alguien que transita o se guía por una senda que conduce hacia un objetivo determinado. En este sentido uno puede entender este versículo como alguien que no solo camina con Dios, sino también en pos de Dios. No es lo mismo caminar con alguien y caminar siguiendo a alguien. El autor a los Hebreos nos enseña de manera más detallada lo que significa el camina con Dios: “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios, (Hebreos 11:5). 

·         El caminar con Dios significa tener un testimonio tal que agrada completamente a Dios. Como nacidos de nuevo e hijos de Dios debemos tener un caminar direccionado por su Espíritu Santo, cuya meta principal es la patria celestial, buscando en todo tiempo agradarle y completamente apartados de la inmundicia de este mundo.

 

                            II.            ¿ESTAMOS CAMINANDO CON DIOS?

 

“Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén.  Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas…”

 

            Ahora bien, todos debemos hacernos la pregunta: ¿estamos caminando con Dios? Aunque la Biblia nos enseña que Enoc camino con Dios, no siempre fue así ya que este caminar ocurrió hasta que Matusalén nació: Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén. Por estas palabras uno puede suponer que antes del nacimiento de Matusalén Enoc llevaba una vida que no agradaba completamente a Dios; sin embargo, algo paso que después del nacimiento de su hijo su caminar fue diferente.

·         Cada uno de nosotros debe evaluarse a la luz de la palabra de Dios y verificar si realmente nos encontramos en este camino de luz: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?", (2 Corintios 13:5). Por eso el apóstol Pablo nos exhorta a andar como es digno de la vocación a la cual Cristo nos ha llamado: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”, (Efesios 4:1).

 

                         III.            EVIDENCIAS DE CAMINAR CON DIOS

“Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”.

Colosenses 1:10


            Aquí el apóstol Pablo nos enseña en que consiste el verdadero caminar con Dios.

·          Como cristianos debemos andar como es digno de nuestro Señor Jesucristo, buscando agradarle en todo momento. En primer lugar, Dios espera que llevemos una vida agradándole en todo.

·         Todos debemos preguntarnos qué es lo que al Señor le agrada. Pablo nos dice lo que le agrada a Dios es que nos santifiquemos: “Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más. Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación”, (1 Tesalonicenses 4:1-7).

·         El deseo de Dios es que busquemos cada día la santificación de nuestra vida, desechando toda inmundicia y buscando todo aquello que contribuya a nuestro crecimiento espiritual y comunión con el Espíritu Santo, cuando lo hacemos de esta forma estamos caminando con Dios. En segundo lugar, Jesús espera de nosotros un fruto en toda buena obra. 

·         La palabra fruto nos hace referencia a algo agradable, productivo y delicioso. Así, todas nuestras obras deberían reflejar estas características. Las buenas obras en nuestra vida han sido planeadas por Dios para que las llevemos a cabo: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”, (Efesios 2:10).

·         Estas deben realizarse no porque vayamos a ser salvos por ellas, sino como una evidencia de nuestra salvación: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”, (Santiago 2:18). Además de esto, nuestras buenas obras glorificaran a Dios delante de los hombres: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”, (Mateo 5:16).

·         Caminar con Dios significa producir todo fruto agradable delante de su presencia de tal forma que no puede existir vida cristiana si no existen buenas obras que lo acompañen, no porque se es salvo por medio de las obras, sino como una evidencia que somos salvos, aun nuestro carácter debe reflejar el fruto del Espíritu Santo: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos", (Gálatas 5:22-23). 

·         Finalmente, el caminar con Dios implica crecer en el conocimiento de su personay creciendo en el conocimiento de Dios. Esto se logra a través del estudio de su palabra. Es la palabra de Dios la fuente de nuestro alimento espiritual y como tal somos responsables de crecer en este conocimiento cada día. La Biblia nos reprende si no nos ocupamos de estudiar su palabra, tal y como el autor a los Hebreos lo hace: “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”, (Hebreos 5:11-14).

 

Es el conocimiento exacto en su palabra la que nos hace cristianos maduros y espirituales, no como los corintios a los cuales amonesta Pablo llamándolos carnales ya que por su inmadurez habían disensiones y otros pecados entre ellos: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?”, (1 Corintios 3:1-3). 

·         Por tanto, nuestro proceso de madurez y santificación está íntimamente relacionado con el conocimiento que tenemos de la palabra de Dios y por ello el apóstol Pedro exhorta a buscar ambos crecimientos: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”, (2 Pedro 3:18).


CONCLUSIÓN

Como Enoc debemos aprender a caminar con Dios y en la Biblia se nos pide a todos los cristianos a andar como es digno del supremo llamamiento que hemos recibido y según Pablo este caminar digno se expresa a través de:

1.      Agradar a Dios en todo tiempo a través de nuestra santificación.

2.      Una vida acompañada de buenos frutos que evidencien nuestra salvación.

3.      Madurar a través del conocimiento de la palabra de Dios.

 

 

¿QUÉ SIGNIFICA CAMINAR CON DIOS?

                            

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En la Biblia se describen a varias personas diciendo que "caminaban con Dios", empezando por Enoc en Génesis 5:24. También se describe a Noé como "varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé" (Génesis 6:9). Miqueas 6:8 nos da una idea del deseo de Dios para nosotros: "Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios".

·         Caminar con Dios no es una actividad reservada a unos pocos elegidos. Dios desea que todos Sus hijos caminen con Él.

¿Qué sucede cuando caminamos con alguien? Imagina que tú y un amigo cercano están disfrutando de un paseo por un sendero en el campo.

·          Se encuentran muy cerca. Hablan, ríen, escuchan y comparten sus sentimientos. Tu atención se centra en esa persona, excluyendo casi todo lo demás.

·          Te fijas en la belleza que te rodea o en una eventual distracción, pero sólo para decírselo a tu amigo. Ambos lo comparten. Están de acuerdo, y ambos disfrutan de la tranquila compañía.


Caminar con Dios es así. Cuando entramos en una relación íntima con Dios por medio de la fe en Su Hijo (Hebreos 10:22), Él se convierte en el mayor deseo de nuestro corazón. Conocerlo, escuchar Su voz, compartir nuestros sentimientos con Él, y buscar complacerlo, se convierte en nuestro objetivo principal. Él se convierte en todo para nosotros. Estar con Él no es una actividad reservada para el domingo por la mañana.

·         Vivimos para estar en comunión con Él. A. W. Tozer afirma que la meta de todo cristiano debe ser "vivir en un estado de adoración ininterrumpida".

·         Esto sólo es posible cuando caminamos con Dios.

De la misma manera que caminar con un amigo cercano requiere decir "no" a muchas otras cosas, para caminar con Dios es necesario dejar de lado cualquier cosa que pueda ser una distracción.

·         Si estuvieras en una caminata con un amigo, pero trajeras una flauta y la tocaras todo el tiempo, la caminata no sería satisfactoria para ninguno de los dos.

·         Muchas personas quieren caminar con Dios, pero traen consigo hábitos como la flauta, pecados, entretenimientos mundanos, o relaciones no saludables. Saben que estas cosas no son lo que Dios ha elegido para ellos, pero fingen que todo está bien. La relación tampoco es satisfactoria para ninguno de los dos.

·          Caminar con Dios significa que tú y Dios están de acuerdo con respecto a tu vida. "¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?" (Amós 3:3).

·         Caminar con Dios significa que has alineado tu voluntad con la de Él y buscas cada día considerarte "crucificado con Cristo" (Gálatas 2:20).

·         No tienes que ser perfecto, y ninguno de nosotros lo es (Romanos 3:10).

·          Pero el deseo de tu corazón es ser agradable a Dios, y estarás dispuesto a dejar que Su Espíritu te conforme a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29).

Cuando la Biblia habla de "caminar", normalmente se refiere a un estilo de vida.

·         También podemos andar por los caminos del mundo (2 Reyes 8:27; Efesios 2:2; Colosenses 3:7).

·         En el Nuevo Testamento, al caminar con Dios generalmente se le llama "caminar en el Espíritu" (Gálatas 5:16; Romanos 8:4).

·         Caminar con Dios quiere decir que elegimos glorificarlo de todas las maneras posibles, sin importar el costo personal. Y hay un costo.

·         Caminar con Dios también significa que no podemos tener como amigos a personas malas (Salmo 1:1-3).

·         Elegimos el camino estrecho en lugar del camino ancho que lleva a la destrucción (Mateo 7:13-14).

·          No vivimos para complacer a nuestra carne pecaminosa (Romanos 13:14).

·          Buscamos quitar de nuestras vidas todo lo que no mejora nuestro caminar con Él (Hebreos 12:2). Aplicamos literalmente 1 Corintios 10:31: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios".

·         Los caminos de Dios se reflejan en nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestras motivaciones y nuestras elecciones de vida porque pasamos mucho tiempo con Él.

No es difícil identificar a las personas que caminan con Dios.

·         Sus vidas contrastan con el mundo que les rodea, que son como estrellas en un cielo nocturno (Filipenses 2:15).

·         Producen el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) y no el fruto del deseo de la carne (Gálatas 5:19-21).

·         En Hechos 4:13 Pedro y Juan habían sido arrestados por predicar y fueron llevados ante las autoridades. "Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús".

·          Cuando caminamos con Dios cada día, el mundo no puede dejar de reconocer que, a pesar de nuestras imperfecciones y falta de conocimiento en algunas áreas, hemos estado con Jesús.

 

REQUISITOS PARA CAMINAR CON DIOS

Sin embargo, aquellos de nosotros que ya hemos depositado nuestra fe en Jesucristo como nuestro Salvador, buscamos la ayuda de Dios, pues deseamos vivir de tal manera que podamos honrarlo y obedecerlo. Para que podamos caminar con Dios como Noé y Enoc lo hicieron, debemos cumplir los siguientes requisitos:


Aceptar al Señor Jesucristo como Salvador personal. Este es el primer y más importante requisito que debemos tener en cuenta, pues solo podemos venir a Dios por medio de su Hijo (Jn 14.6). Nuestro andar con Dios comienza una vez que hemos creído en Cristo y le hemos recibido como nuestro Señor.

Escucharlo. El tiempo que pasamos a solas con Él, mientras leemos y reflexionamos en su Palabra y oramos es primordial. Esta es la manera en la que nos instruye y dirige a diario. Y cada vez que sea necesario, podemos venir ante su presencia para pedirle la sabiduría y dirección que nos haga falta.

Confiar en Él. En Proverbios 3.5, 6 se nos dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Si no confiamos en el Señor, no le seguiremos, sino que dependeremos de nuestro propio entendimiento. Sobre todo, cuando sus caminos no parecen tener sentido, de acuerdo a nuestra lógica humana. Debemos recordar que nunca podremos comprender a cabalidad los caminos del Señor; pero podemos confiar en que siempre nos guiará por la senda correcta.

Estar de acuerdo con Él. Si no estamos de acuerdo con su dirección y pensamos que conocemos un mejor camino, nos engañamos a nosotros mismos al creer que todo nos saldrá bien. En su Palabra, Dios nos dice que debemos seguirlo y no dejarnos guiar por nuestro limitado conocimiento. Solo el Señor es omnisciente, omnipotente y omnipresente. Debemos someternos a su voluntad y no esperar que Él se someta a la nuestra.

Obedecerlo. Si afirmamos estar de acuerdo con Dios y con su Palabra, pero no lo obedecemos, no caminamos con Él. El Señor requiere que hagamos lo que nos pida, en el momento en el que nos lo pida y de la manera en que lo disponga. Sin obediencia, no podemos ser verdaderos seguidores de Cristo. Esto debe ser parte de nuestro estilo de vida. Cada mañana debemos despertar con el deseo de someter nuestra voluntad ante la suya, confiar en su dirección y seguir su liderazgo a cada paso que demos.

Ir en la misma dirección que vaya Él. El Señor tiene un propósito específico para cada uno de nosotros. Por eso debemos buscar su voluntad cada día y vivir comprometidos a obedecer en lo que nos pida, por el poder de su Espíritu Santo, quien nos dirige a tomar decisiones sabias. Aunque otros caminos pueden parecer más cortos o rápidos, solo el camino de Dios es el correcto. Y, en ocasiones, tendremos que poner a un lado nuestros deseos personales o alejarnos de otras personas que transitan en dirección contraria.
Ir al mismo paso que Él vaya. Lo ideal es caminar juntos, en la misma dirección y al mismo paso. En ocasiones, o nos retrasamos, o nos impacientamos y deseamos adelantarnos a Dios, pues no queremos esperar. Por eso es tan importante que la Biblia venga a ser parte de nuestro diario vivir. La Palabra de Dios es el compás que nos muestra si avanzamos en la dirección correcta y a la velocidad adecuada. Al leer la Biblia nos volvemos más receptivos a la voz del Señor, para poder obedecerlo. Y, como es omnisciente y conoce el futuro, podemos estar convencidos que su voluntad para nuestra vida siempre es la mejor.

Amarlo. Si en verdad amamos a Dios, haremos lo que nos pida, pues solo desearemos complacerlo y obedecerlo. Nos mantendremos atentos para recibir su dirección y esperar en su voluntad.

Abandonar el pecado. Para caminar con Dios necesitamos tener un corazón puro. Al pecar, debemos arrepentirnos de inmediato y buscar al Señor para pedirle que nos indique cualquier otro pecado escondido que pueda estar presente en nuestra vida. Solamente así podremos desechar el pecado para vivir en santidad tomados de la mano de Dios, mientras nos deleitamos en obedecerlo.

Perseverar en una vida de santidad. Dios nos ha llamado a ser perfectos, sino a vivir sometidos y comprometidos con su santa voluntad. Cuando perseveramos en la santidad, podemos confesar y arrepentirnos de nuestros pecados inmediatamente, para ser perdonados y purificados por el Señor (1 Jn 1.9).


REFLEXIÓN

·         Después de reflexionar en estos requisitos, ¿puede afirmar que camina con Dios? ¿Cuáles están presentes en su vida? ¿En cuáles debe mejorar?

·         ¿Qué puede hacer para caminar con Dios de una manera más constante? ¿Qué es lo que le inspira a perseverar en su andar diario con el Señor?

 


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