CAMINANDO CON DIOS (Génesis 5:21-24)
“Vivió Enoc sesenta y
cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que
engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y
fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues,
Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios”.
Génesis 5:21-24
INTRODUCCIÓN
De acuerdo a la Biblia Enoc fue uno de los primeros habitantes que pobló esta
tierra, incluso antes del diluvio y el autor de la carta de Judas nos dice que
fue séptimo desde Adán: “De
éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán…”, (Judas 14), y es conocido por estos cortos
versículos de Génesis donde se nos dice que camino con Dios y desapareció,
porque se lo llevo. Esto nos hace reflexionar acerca de la importancia de
caminar verdaderamente con Dios, andando como es digno de todo cristiano. No
obstante, ¿qué significa caminar con Dios?, ¿cómo podemos estar seguros que
realmente estamos caminando con Dios? Contestemos todas
estas preguntas.
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I. ¿QUÉ SIGNIFICA CAMINAR CON DIOS?
Como cristianos debemos aprender a caminar con Dios, pero, ¿qué
significa caminar con Dios? En el pasaje de Génesis 5:21-24 aparece dos
veces la palabra caminar y esta proviene del hebreo jalák (הָלַךְ) y se refiere a alguien que transita o se guía por una senda que
conduce hacia un objetivo determinado. En este sentido uno puede entender este
versículo como alguien que no solo camina con Dios, sino también en
pos de Dios. No es lo mismo caminar con alguien y caminar siguiendo a
alguien. El autor a los Hebreos nos enseña de manera más detallada lo que
significa el camina con Dios: “Por la fe Enoc fue
traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y
antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios”, (Hebreos 11:5).
·
El caminar con Dios significa tener
un testimonio tal que agrada completamente a Dios. Como nacidos de nuevo e hijos de Dios debemos tener un caminar
direccionado por su Espíritu Santo, cuya meta principal es la patria celestial,
buscando en todo tiempo agradarle y completamente apartados de la inmundicia de
este mundo.
II. ¿ESTAMOS CAMINANDO CON DIOS?
“Vivió Enoc sesenta y
cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que
engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas…”
Ahora bien, todos debemos hacernos la pregunta: ¿estamos caminando con Dios?
Aunque la Biblia nos enseña que Enoc camino con Dios, no siempre fue así ya que
este caminar ocurrió hasta que Matusalén nació: Y
caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén. Por estas palabras uno puede suponer que antes del nacimiento de
Matusalén Enoc llevaba una vida que no agradaba completamente a Dios; sin
embargo, algo paso que después del nacimiento de su hijo su caminar fue
diferente.
·
Cada uno de nosotros debe evaluarse a
la luz de la palabra de Dios y verificar si realmente nos encontramos en este
camino de luz: "Examinaos a vosotros mismos si
estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros
mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?", (2 Corintios 13:5). Por eso el apóstol Pablo nos exhorta a andar como
es digno de la vocación a la cual Cristo nos ha llamado: “Yo
pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con
que fuisteis llamados”, (Efesios 4:1).
III. EVIDENCIAS DE CAMINAR CON DIOS
“Para que andéis como
es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y
creciendo en el conocimiento de Dios”.
Colosenses 1:10
Aquí
el apóstol Pablo nos enseña en que consiste el verdadero caminar con Dios.
·
Como cristianos debemos andar como es digno de
nuestro Señor Jesucristo, buscando agradarle en todo momento. En
primer lugar, Dios espera que llevemos una vida agradándole
en todo.
·
Todos debemos preguntarnos qué es lo
que al Señor le agrada. Pablo nos dice lo que le agrada a Dios es que nos
santifiquemos: “Por lo demás, hermanos, os rogamos y
exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros
cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más. Porque ya
sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios
es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de
vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de
concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni
engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya
os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación”, (1 Tesalonicenses 4:1-7).
·
El deseo de Dios es que busquemos
cada día la santificación de nuestra vida, desechando toda inmundicia y
buscando todo aquello que contribuya a nuestro crecimiento espiritual y
comunión con el Espíritu Santo, cuando lo hacemos de esta forma estamos
caminando con Dios. En segundo lugar, Jesús espera de nosotros un fruto
en toda buena obra.
·
La palabra fruto nos hace referencia
a algo agradable, productivo y delicioso. Así, todas nuestras obras deberían
reflejar estas características. Las buenas obras en nuestra vida han sido planeadas
por Dios para que las llevemos a cabo: “Porque somos hechura
suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas”, (Efesios 2:10).
·
Estas deben realizarse no porque vayamos
a ser salvos por ellas, sino como una evidencia de nuestra salvación: “Pero
alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y
yo te mostraré mi fe por mis obras”, (Santiago 2:18).
Además de esto, nuestras buenas obras glorificaran a Dios delante de los
hombres: “Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos”, (Mateo 5:16).
·
Caminar con Dios significa producir
todo fruto agradable delante de su presencia de tal forma que no puede existir
vida cristiana si no existen buenas obras que lo acompañen, no porque se es
salvo por medio de las obras, sino como una evidencia que somos salvos, aun
nuestro carácter debe reflejar el fruto del Espíritu Santo: "Mas
el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que
son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos", (Gálatas 5:22-23).
·
Finalmente, el caminar con
Dios implica crecer en el conocimiento de su persona: y
creciendo en el conocimiento de Dios. Esto se logra a
través del estudio de su palabra. Es la palabra de Dios la fuente de nuestro
alimento espiritual y como tal somos responsables de crecer en este
conocimiento cada día. La Biblia nos reprende si no nos ocupamos de estudiar su
palabra, tal y como el autor a los Hebreos lo hace: “Acerca
de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis
hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto
tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros
rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis
necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la
leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento
sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen
los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”, (Hebreos 5:11-14).
Es el conocimiento exacto en su palabra la que nos hace cristianos
maduros y espirituales, no como los corintios a los cuales amonesta Pablo
llamándolos carnales ya que por su inmadurez
habían disensiones y otros pecados entre ellos: “De
manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a
carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún
no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues
habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y
andáis como hombres?”, (1 Corintios 3:1-3).
·
Por tanto, nuestro proceso de madurez
y santificación está íntimamente relacionado con el conocimiento que tenemos de
la palabra de Dios y por ello el apóstol Pedro exhorta a buscar ambos
crecimientos: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”, (2 Pedro 3:18).
CONCLUSIÓN
Como Enoc debemos aprender a caminar con Dios y en la Biblia se nos pide
a todos los cristianos a andar como es digno del supremo llamamiento que hemos
recibido y según Pablo este caminar digno se expresa a través de:
1. Agradar a Dios en
todo tiempo a través de nuestra santificación.
2. Una vida acompañada
de buenos frutos que evidencien nuestra salvación.
3. Madurar a través
del conocimiento de la palabra de Dios.
TA
En la
Biblia se describen a varias personas diciendo que "caminaban con
Dios", empezando por Enoc en Génesis 5:24. También se
describe a Noé como "varón justo, era perfecto en sus generaciones; con
Dios caminó Noé" (Génesis 6:9). Miqueas 6:8 nos da una idea del deseo de Dios
para nosotros: "Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide
el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte
ante tu Dios".
·
Caminar con Dios no es una actividad reservada
a unos pocos elegidos. Dios desea que todos Sus hijos caminen con Él.
¿Qué sucede cuando caminamos con alguien? Imagina que tú y un
amigo cercano están disfrutando de un paseo por un sendero en el campo.
·
Se
encuentran muy cerca. Hablan, ríen, escuchan y comparten sus sentimientos. Tu
atención se centra en esa persona, excluyendo casi todo lo demás.
·
Te fijas
en la belleza que te rodea o en una eventual distracción, pero sólo para
decírselo a tu amigo. Ambos lo comparten. Están de acuerdo, y ambos disfrutan
de la tranquila compañía.
Caminar con Dios es así. Cuando entramos en una relación íntima con Dios por
medio de la fe en Su Hijo (Hebreos 10:22), Él se convierte en el mayor
deseo de nuestro corazón. Conocerlo, escuchar Su voz, compartir nuestros
sentimientos con Él, y buscar complacerlo, se convierte en nuestro objetivo
principal. Él se convierte en todo para nosotros. Estar con Él no es una
actividad reservada para el domingo por la mañana.
·
Vivimos para estar en comunión con Él. A. W.
Tozer afirma que la meta de todo cristiano debe ser "vivir en un estado de
adoración ininterrumpida".
·
Esto sólo es posible cuando caminamos con Dios.
De la misma manera que caminar con un amigo cercano requiere
decir "no" a muchas otras cosas, para caminar con Dios es necesario
dejar de lado cualquier cosa que pueda ser una distracción.
·
Si estuvieras en una caminata con un amigo,
pero trajeras una flauta y la tocaras todo el tiempo, la caminata no sería
satisfactoria para ninguno de los dos.
·
Muchas personas quieren caminar con Dios, pero
traen consigo hábitos como la flauta, pecados, entretenimientos mundanos, o
relaciones no saludables. Saben que estas cosas no son lo que Dios ha elegido
para ellos, pero fingen que todo está bien. La relación tampoco es
satisfactoria para ninguno de los dos.
·
Caminar con
Dios significa que tú y Dios están de acuerdo con respecto a tu vida. "¿Andarán
dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?" (Amós 3:3).
·
Caminar con Dios significa que has alineado tu
voluntad con la de Él y buscas cada día considerarte "crucificado con
Cristo" (Gálatas 2:20).
·
No tienes que ser perfecto, y ninguno de
nosotros lo es (Romanos 3:10).
·
Pero el
deseo de tu corazón es ser agradable a Dios, y estarás dispuesto a dejar que Su
Espíritu te conforme a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29).
Cuando la Biblia habla de "caminar", normalmente se
refiere a un estilo de vida.
·
También podemos andar por los caminos del mundo (2
Reyes 8:27; Efesios 2:2; Colosenses 3:7).
·
En el Nuevo Testamento, al caminar con Dios generalmente
se le llama "caminar en el Espíritu" (Gálatas 5:16; Romanos 8:4).
·
Caminar con Dios quiere decir que elegimos
glorificarlo de todas las maneras posibles, sin importar el costo personal. Y
hay un costo.
·
Caminar con Dios también significa que no podemos
tener como amigos a personas malas (Salmo 1:1-3).
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Elegimos el camino estrecho en lugar del camino
ancho que lleva a la destrucción (Mateo 7:13-14).
·
No
vivimos para complacer a nuestra carne pecaminosa (Romanos 13:14).
·
Buscamos
quitar de nuestras vidas todo lo que no mejora nuestro caminar con Él (Hebreos
12:2). Aplicamos literalmente 1 Corintios 10:31: "Si, pues, coméis o
bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios".
·
Los caminos de Dios se reflejan en nuestros
pensamientos, nuestras acciones, nuestras motivaciones y nuestras elecciones de
vida porque pasamos mucho tiempo con Él.
No es difícil identificar a las personas
que caminan con Dios.
·
Sus vidas contrastan con el mundo que les
rodea, que son como estrellas en un cielo nocturno (Filipenses 2:15).
·
Producen el fruto del Espíritu (Gálatas
5:22-23) y no el fruto del deseo de la carne (Gálatas 5:19-21).
·
En Hechos 4:13 Pedro y Juan habían sido
arrestados por predicar y fueron llevados ante las autoridades. "Entonces
viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y
del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús".
·
Cuando
caminamos con Dios cada día, el mundo no puede dejar de reconocer que, a pesar
de nuestras imperfecciones y falta de conocimiento en algunas áreas, hemos
estado con Jesús.
REQUISITOS PARA CAMINAR CON DIOS
Sin embargo, aquellos de nosotros que ya hemos depositado
nuestra fe en Jesucristo como nuestro Salvador, buscamos la ayuda de Dios, pues
deseamos vivir de tal manera que podamos honrarlo y obedecerlo. Para que
podamos caminar con Dios como Noé y Enoc lo hicieron, debemos cumplir los
siguientes requisitos:
Aceptar al Señor Jesucristo como Salvador personal. Este es el primer y más
importante requisito que debemos tener en cuenta, pues solo podemos venir a
Dios por medio de su Hijo (Jn 14.6).
Nuestro andar con Dios comienza una vez que hemos creído en Cristo y le hemos
recibido como nuestro Señor.
Escucharlo. El tiempo que pasamos a
solas con Él, mientras leemos y reflexionamos en su Palabra y oramos es
primordial. Esta es la manera en la que nos instruye y dirige a diario. Y cada
vez que sea necesario, podemos venir ante su presencia para pedirle la
sabiduría y dirección que nos haga falta.
Confiar en Él. En Proverbios 3.5, 6 se
nos dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia
prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Si no
confiamos en el Señor, no le seguiremos, sino que dependeremos de nuestro
propio entendimiento. Sobre todo, cuando sus caminos no parecen tener sentido,
de acuerdo a nuestra lógica humana. Debemos recordar que nunca podremos comprender
a cabalidad los caminos del Señor; pero podemos confiar en que siempre nos
guiará por la senda correcta.
Estar de acuerdo con Él. Si no estamos de
acuerdo con su dirección y pensamos que conocemos un mejor camino, nos
engañamos a nosotros mismos al creer que todo nos saldrá bien. En su Palabra,
Dios nos dice que debemos seguirlo y no dejarnos guiar por nuestro limitado
conocimiento. Solo el Señor es omnisciente, omnipotente y omnipresente. Debemos
someternos a su voluntad y no esperar que Él se someta a la nuestra.
Obedecerlo. Si afirmamos estar de
acuerdo con Dios y con su Palabra, pero no lo obedecemos, no caminamos con Él.
El Señor requiere que hagamos lo que nos pida, en el momento en el que nos lo
pida y de la manera en que lo disponga. Sin obediencia, no podemos ser
verdaderos seguidores de Cristo. Esto debe ser parte de nuestro estilo de vida.
Cada mañana debemos despertar con el deseo de someter nuestra voluntad ante la
suya, confiar en su dirección y seguir su liderazgo a cada paso que demos.
Ir en la misma
dirección que vaya Él. El Señor tiene un propósito específico para cada uno de
nosotros. Por eso debemos buscar su voluntad cada día y vivir comprometidos a
obedecer en lo que nos pida, por el poder de su Espíritu Santo, quien nos
dirige a tomar decisiones sabias. Aunque otros caminos pueden parecer más
cortos o rápidos, solo el camino de Dios es el correcto. Y, en ocasiones,
tendremos que poner a un lado nuestros deseos personales o alejarnos de otras
personas que transitan en dirección contraria.
Ir al mismo paso que Él vaya. Lo ideal es caminar
juntos, en la misma dirección y al mismo paso. En ocasiones, o nos retrasamos,
o nos impacientamos y deseamos adelantarnos a Dios, pues no queremos esperar.
Por eso es tan importante que la Biblia venga a ser parte de nuestro diario
vivir. La Palabra de Dios es el compás que nos muestra si avanzamos en la
dirección correcta y a la velocidad adecuada. Al leer la Biblia nos volvemos
más receptivos a la voz del Señor, para poder obedecerlo. Y, como es omnisciente
y conoce el futuro, podemos estar convencidos que su voluntad para nuestra vida
siempre es la mejor.
Amarlo. Si en verdad amamos a
Dios, haremos lo que nos pida, pues solo desearemos complacerlo y obedecerlo.
Nos mantendremos atentos para recibir su dirección y esperar en su voluntad.
Abandonar el pecado. Para caminar con Dios
necesitamos tener un corazón puro. Al pecar, debemos arrepentirnos de inmediato
y buscar al Señor para pedirle que nos indique cualquier otro pecado escondido
que pueda estar presente en nuestra vida. Solamente así podremos desechar el
pecado para vivir en santidad tomados de la mano de Dios, mientras nos
deleitamos en obedecerlo.
Perseverar en una vida
de santidad. Dios nos ha llamado a ser perfectos, sino a vivir sometidos y
comprometidos con su santa voluntad. Cuando perseveramos en la santidad,
podemos confesar y arrepentirnos de nuestros pecados inmediatamente, para ser
perdonados y purificados por el Señor (1 Jn 1.9).
REFLEXIÓN
·
Después de reflexionar en estos requisitos, ¿puede afirmar que
camina con Dios? ¿Cuáles están presentes en su vida? ¿En cuáles debe mejorar?
·
¿Qué puede hacer para caminar con Dios de una manera más
constante? ¿Qué es lo que le inspira a perseverar en su andar diario con el
Señor?
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