1. RUMBO A UNA IGLESIA MISIONERA
2. MANUAL DE FORMACIÓN MISIONERA
- Evangelismo circulos-concentricos
- Evangelismo Explosivo
- Mision Mundial (1991) 3 Tomos En 1 X El Tropical
- Mision Mundial 2 Tomo
- Mision Mundial 3 Tomo
- Reinhard Bonnke – Evangelismo con Fuego
William (Guillermo) Carey
1761–1834
“Padre de las misiones modernas”
William (Guillermo) Carey nació en la aldea de Paulerspury, Northamptonshire, Inglaterra, 17 agosto 1761. No debe caber duda que era un instrumento escogido para llevar a cabo muchas obras en el mundo. Lo que hizo llegó a ser conocido por muchos y conmovió a muchos de manera que ha sido llamado por muchos el “padre de las misiones modernas”.
Cuando se mira hacia el pasado es sorprendente encontrar historias de hombres valerosos, intrépidos y decididos a realizar grandes empresas. Historias en las cuales dichos hombres han dejado huellas tan importantes que aún perduran en nuestra época. Leer sobre estos varones y en especial si son siervos de Dios son alicientes que nos deben inspirar a realizar grandes cosas. Podríamos mencionar a muchos, pero en esta oportunidad nos referimos a un hombre por el cual las misiones tomaron nueva vida, considerado como “el padre de las misiones modernas”. Se trata de Guillermo Carey, quien en una oportunidad expreso en uno de sus sermones: “Espera grandes cosas de Dios. Procura grandes cosas para Dios [1] ” Con palabras tan directas, sinceras y desafiantes como estas quien no toma la decisión de servirle al Dios es porque no tiene un claro sentido de pertenencia por la gran comisión.
A continuación presentamos una breve descripción de la vida de Guillermo Carey resaltando aspectos como: Su vida personal, familiar, las labores que desempeño, en qué contexto lo hizo y finalmente se realiza un análisis con los errores que cometió y se presenta una comparación de éste con algunos personajes de la Biblia.
Vida personal y familiar. Nació el 17 de agosto de 1761 en Paulerspury, Inglaterra. Hijo de tejedor Ingles. Desde muy niño Guillermo tenía una mente muy abierta y creativa, procurando no dejarse limitar por las circunstancias. La tenacidad fue una de sus características predominantes desde la infancia. Era un excelente estudiante y asiduo lector. Tuvo un notorio interés por coleccionar insectos, plantas y flores, que a la postre se convirtieron en un espacio de diversión cuando estuvo en la India. Desde los dieciséis años se convirtió en zapatero y ejerció este oficio durante casi doce años. A la par que trabajaba como zapatero se dedicó a aprender varias lenguas y geografía universal, así como a conocer la Biblia. [2]
El abuelo y el padre del pequeño Guillermo eran, respectivamente, profesor y sacristán (Iglesia Anglicana) de la parroquia. De esa manera el hijo aprendió lo poco que el padre podía enseñarle. Pero no satisfecho con eso, Guillermo continuó sus estudios sin maestro. [3] Fue así que se capacitó en nuevo testamento y griego.
Pero, ¿quién es William Carey? ¿Cómo sucedió esto? Podemos observar como Dios en su providencia dispuso muchas cosas para que todo esto sucediera en el mundo, incluyendo el llamamiento de Carey a la salvación y la labor de dar a conocer el evangelio entre personas de lenguas que nunca oyeron el nombre de Jesús y no sabían nada de las Sagradas Escrituras, la Palabra de Dios.
Su hogar, su juventud y los tiempos en los cuales vivió (1761-1775)
william guillermo carey. Los padres de William Carey pertenecían a la Iglesia de Inglaterra, llamada también la Iglesia Anglicana. Su abuelo paterno, que William nunca conoció, fue el maestro de una escuela en la aldea, mantenida por filántropos. También era empleado por la Iglesia para atender a asuntos administrativos (como registrar los nacimientos y bautismos, mantener las minutas y otras cosas). Luego el padre de William ocupó las mismas posiciones.
En aquellos tiempos (desde los años de 1660 en adelante) sólo los de la Iglesia Anglicana podrían ser empleados del gobierno, oficiales en el ejército o marina y maestros de escuelas reconocidas por las autoridades (“acreditadas”). Los que no eran de esa iglesia no pudieron graduarse de las universidades, y tuvieron que registrar los edificios donde se reunían y limitar sus actividades públicas a esos edificios. O sea, había tolerancia de la religión de otros que no eran anglicanos (como presbiterianos, congregacionalistas, bautistas, cuáqueros y otros “no conformistas”, “disidentes”, o “independientes”), pero sus libertades o derechos civiles fueron restringidos y muchas veces fueron mirados con sospecho como potenciales enemigos del estado, revolucionarios, “terroristas”.
Por supuesto, William no tuvo que preocuparse con eso porque, aunque su familia era pobre, fue criado entre los privilegiados y absorbía el desdén de ellos hacia los “no conformistas”.
Con todo, si hubiera vivido unos años antes es muy posible que no hubiera recibido una educación formal. Debido al Señor y su gracia común y también a lo que el Señor hizo en conexión con lo que se llama el “Gran Despertamiento” o “Gran Avivamiento” había unas cuantas cosas buenas sucediendo en el país a pesar del trato de aquellos que no pertenecían a la Iglesia de Inglaterra.
Por ejemplo, la educación estaba llegando a los hijos de los pobres y William recibió 7 años de estudios con su propio padre, incluyendo los rudimentos de latín.
Además, otras cosas estaban sucediendo en Inglaterra que sirvieron para preparar el camino para lo que el Señor hizo por medio de Carey y sus compañeros y los que apoyaban su visión misionera. Por ejemplo, la expansión colonial había engrandecido el punto de vista internacional y responsabilidad, abriendo comercio y viajes. El capitán Cook estaba haciendo mapas del mar Pacífico y las islas y costas de los países; el mundo industrial (como las grandes empresas que tenían mucho control en la India) comenzó a oír las razones para abrir las puertas cerradas; y el conocimiento de pueblos del mundo que no tenían el evangelio tocó la conciencia de algunos ingleses y los impulsó hacia el camino de la labor misionera.
Entre otros factores que influyeron en esos tiempos el Sr. S P Carey también nota que, en las colonias de América del norte, los hijos de los padres puritanos estaban obteniendo nuevas libertades a costo de su sangre; en Inglaterra en parlamento y en la prensa el pueblo estaba ganando unas campañas para tener más libertades; los de las iglesias que no eran de la Iglesia de Inglaterra estaban protestando los estatutos que les negaron una ciudadanía igual a los de la iglesia “oficial”; Francia estaba en medio de una revolución para obtener más justicia; Bretaña estaba dándose cuenta de la vergüenza del comercio de los esclavos; se estaba despertando compasión hacia los locos y prisioneros; el gran avivamiento había demostrado el poder del evangelio predicado; los redimidos estaban alabando al Señor en poesía; el hipercalvinismo estaba cediendo a un evangelio ofrecido a todos; las iglesias estaban aprendiendo a cooperar; la oración colectiva fue estimada y practicada constantemente.
Carey vivió en la aldea de Paulerspury hasta terminar su educación a 14 años de edad. Le gustó la ciencia y libros sobre viajes de otros. Tuvo deleite especial en libros sobre “Colón” de manera que algunos de sus conocidos le llamaron “Columbus” (o sea, Colón). A los doce (12) años de edad memorizó 60 páginas de vocabulario en latín (Vocabulium Latiale por Thomas Dyche), el cual muestra su aptitud para los idiomas. Pero, no aprendió nada de griego en esos años.
Fue buen estudiante, pero sus intereses se extendieron más allá de los libros. Cerca a la aldea había campos y bosques. William prestó mucha atención a las plantas, aves y animales – un interés que nunca perdió.
Tenía un tío llamado Peter que había pasado unos años en Canadá y después de regresar a Inglaterra trabajó como jardinero. Varios opinan que mediante el contacto con ese tío y las conversaciones con él que los horizontes de la educación de Carey fueron grandemente expandidos. Su interés en las plantas y en el mundo fuera de Inglaterra se debía en parte a su contacto con ese tío.
Aunque los padres de Carey no fueron cristianos evangélicos, con todo Dios proveyó un ambiente serio en cuanto a la educación se refiere. Pero Carey no aprendió las verdades netamente evangélicas y de piedad, no tenía fe salvadora y en el principio de su tiempo fuera del hogar, sin las restricciones del mismo, juraba y mentía.
Aunque Carey carecía de unas cosas importantes en su crianza, nos da ganas de llorar al ver tantos niños hoy día que no tienen casi nada semejante a lo de Carey, sino que se están criando mayormente con el televisor y las locuras que se presentan. Aun peor, muchas veces están puestas en las escuelas públicas que, frecuentemente, son dominadas por los enemigos de Jesucristo y su pueblo fiel. Amor a las cosas creadas que nos rodean, amor a los libros y la educación son cada vez más desconocidos en el mundo moderno de los Estados Unidos, Puerto Rico y muchos otros sitios. ¡Cuán importante es la crianza de los niños!
Los años de aprendizaje, conversión, matrimonio y desarrollo en la fe (1775-1784)
A los catorce años de edad, como los padres de Carey no pensaron en darle más educación o no pudieron hacerlo, Carey quiso trabajar en jardinería, pero una enfermedad de su piel, que no le permitió trabajar en el sol, hizo necesario un cambio de planes. ¡Quién hubiera pensado que este joven que tuvo que cambiar la carrera deseada porque no pudo aguantar el sol de su país serviría al Señor por años y años el clima de la India! Todo ayuda a bien.
Se presentó una oportunidad de aprender como hacer zapatos en una aldea de Buckinghamshire (Piddington). Su padre pensó que había futuro en ese campo para su hijo y buscó la manera de proveer para que su hijo William pudiera aprender.
El dueño de ese negocio era un hombre severo, especialmente si estaba ebrio, pero Carey perseveró en su empleo como aprendiz. Dios hizo muchas cosas allí en su providencia. El otro aprendiz, John Warr, tres años mayor que Carey, había sido criado por padres en una iglesia no conformista. Al principio de su contacto como compañeros de cuarto y de trabajo Warr discutía asuntos religiosos con Carey y Carey se molestó y le menospreció, aunque confesó luego que lo que Warr dijo le inquietó. Pasado un tiempito el Señor obró en la vida de Warr para salvarle de veras y como creyente él buscó la salvación de su amo y de Carey, suplicando y persuadiendo y prestando libros, de tal manera que Carey comenzó a oír el evangelio. Al principio la forma de su religión fue una determinación, como dijo, de dejar de mentir, jurar y cometer otros pecados. A veces trató de orar cuando estaba solo. Asistió las reuniones de oración en la iglesia de Warr, pero en su religiosidad asistió 3 veces cada domingo la Iglesia anglicana de la parroquia. No obstante, no había visto todavía su verdadera pecaminosidad y la gracia de Dios en Cristo Jesús.
Finalmente, mediante un suceso en el cual Carey trató de robar un chelín, mintiendo, y fue descubierto, Dios le humilló al piso y tuvo misericordia de él, perdonándole y aun preservándole en su empleo, salvándole de vergüenza pública. De allí en adelante vio su falta de justicia propia, recibió la justicia de Cristo y vivió como un hijo de Dios, redimido, transformado y dedicado.
Junto con sus inquietudes y aun antes de convertirse había otra experiencia que vale la pena mencionar. Carey iba mirando un comentario sobre el Nuevo Testamento que pertenecía a su amo. (Parece que los libros del amo eran mejor que la vida de su dueño.) Carey encontró unas letras que no entendió. Las copió y las llevó a un amigo que había recibido una educación mejor que Carey. El amigo le informó que fueron letras griegas, y luego estudió con él y le buscó un libro de gramática y un libro de vocabulario griego. Carey los dominaron.
Pasado algún tiempo después de su nuevo nacimiento, Carey tomó la decisión de continuar con las iglesias no conformistas. Sucedió que oyó un sermón el 10 de febrero de 1779 que le persuadió que debe aceptar el reproche de las iglesias no conformistas (y él sabía muy bien lo que era). Aunque identificado con los no conformistas, Carey pasó por unos caminos difíciles antes de llegar a tener convicciones firmes y fuertes sobre las enseñanzas bíblicas y su fe.
En septiembre de ese año 1779 su amo murió y él fue recogido por un pariente de su amo en otra aldea cercana donde estaba la iglesia no conformista que asistía. Allí en ese pueblo Carey conoció a Thomas Scott (luego conocido por sus comentarios). Scott fue una influencia positiva en la vida de Carey. Pero Carey también conoció a otros que eran seguidores de las enseñanzas de William Law, autor de un libro famoso, A Serious Call to a Devout and Holy Life (Una llamada seria a una vida piadosa y santa). Los seguidores de Law eran místicos en el sentido peor de la palabra y Carey se confundió hasta que vio que solamente las Escrituras son la guia segura para todo lo que debemos pensar y hacer. Dios usó a Scott y a otros en esa etapa de la vida de Carey para salvarle de la confusión y darle una seguridad bíblica, como el libro del bautista Robert Hall, Help for Zion’s Travellers (Ayuda para los viajeros a Zión).
Al acercarse al fin de su tiempo de aprendizaje, en junio de 1781, a 20 años de edad, Carey se casó con una creyente, Dorothy, hija de un líder de la capilla no conformista, cuñada del dueño de la zapatería. Era buena mujer, aunque, como muchas mujeres de aquel entonces, ella nunca había aprendido como leer y escribir (Carey le enseñó luego). Carey estaba feliz en su hogar, trabajando, estudiando latín y griego (en el “Colegio Carey” como Scott llamó a su casa), cuidando a su hortaliza, adorando con los hermanos de la aldea. Nació una hija, llamada Ann.
El año siguiente Carey y su hija se enfermaron con una fiebre. La niña murió y Carey padeció como año y medio con esa fiebre, sufriendo, pero sin dejar de cumplir sus responsabilidades. Esa enfermedad le dejó calvo a 22 años de edad. Además su cuñado, el dueño de la zapatería murió y tocó a Carey ayudar con el cuidado de la viuda y sus 4 hijos. Los tiempos eran difíciles. Sufrió pobreza.
A pesar de la carga pesada y sus luchas doctrinales y espirituales, Carey siempre fue activa en el servicio del Señor. Adoraba regularmente en la iglesia no conformista de la aldea. De hecho, un mes antes de casarse, hizo pacto con otros para establecer formalmente la iglesia disidente de la aldea. Participó activamente en algunas conferencias celebradas por la noche en el día de reposo.
En 1782 pudo asistir a una reunión de una asociación de iglesias bautistas, celebrada en el pueblo de Olney. Fue desconocido, y no tenía comida, pero oyó a 3 sermones excelentes, uno de ellos predicado por Andrew Fuller, un hombre que luego figuró grandemente en la vida de Carey. Fue un momento inolvidable.
En junio de ese año, junto con otro hermano, comenzó a ayudar con la predicación, una semana sí, la otra no, en una iglesia bautista que no tenía pastor. Además, la gente no conformista de la aldea donde se crió oyeron de él y pidieron que predicara para ellos también. Aceptó ir una vez al mes. Así pudo visitar a sus padres y hermanas, a los cuales quiso ver convertidos y sirviendo en una iglesia de creyentes en vez de estar en la iglesia anglicana. Sus hermanas se acordaron de su celo y como “quiso derrumbar todos los altares de Baal a una vez”.
El grupo de no conformistas con los cuales Carey servía no requirieron que una persona como Carey se bautizara como creyente. En el año 1983 Carey oyó un sermón sobre el bautismo de los creyentes que le inquietó. Estudió el Nuevo Testamento cuidadosamente y llegó a la conclusión que el bautismo no es para los bebés sino una ordenanza dada por Dios para los concientes de su fe. Habló con el bautista calvinista John Ryland padre de Northampton sobre el asunto. El padre tenía 60 años de edad en aquel tiempo y refirió el caso a su hijo John Ryland, el cual bautizó a Carey en el rio Nen, el domingo 5 de octubre a las 6 de la mañana.
Más o menos en ese tiempo leyó las jornadas de Capitán Cook (conocido por el motín en su barco Bounty). La lectura de los apuntes de Cook despertó en su ser un fuerte deseó de llevar el evangelio a los paganos. Cook presentó las condiciones de las gentes del mar Pacífico, pero opinó que la religión no les llegaría porque “no serviría el propósito de la ambición pública ni la avaricia privada; y sin tales incentivos, puedo decir que nunca será intentado”. Carey pensó de manera diferente. A la vez que deseaba la salvación de los paganos de otros países, predicó el evangelio en su propio país y buscó la salvación de sus parientes.
El Señor llenó su vida con muchas experiencias formativas en los diez años de su vida después de su educación. Aprendió su oficio; tuvo su inicio en griego; descubrió sus pecados y su Salvador; aceptó el reproche de pertenecer a iglesias no conformistas; llegó a convicciones propias y bíblicas sobre su fe cristiana y sus doctrinas; conoció lo bueno de estar casado y tener un hogar; experimentó el gozo de ser padre y también la angustia de perder un hijo y la prueba de la pobreza. Trabajó en enseñar, dio testimonio cristiano, se unió a una iglesia, predicó su primer sermón, obedeció la ordenanza del bautismo, sintió profundamente la condición perdida de los paganos y llevó a sus hermanas al Señor y a su servicio hasta el fin de sus vidas.
Pastor en Inglaterra y misionero escogido (1785-1793)
Carey trabajaba en su oficio y estudiaba y predicaba. Llegó el día cuando los santos de la aldea de Earls Barton, los de la iglesia en la cual Carey predicaba cada 2 semanas, quisieron llamarle como su pastor. A la vez, consultaron con un pastor bautista llamado John Sutcliff de Olney (un pueblo en el cual John Newton había vivido y pastoreado por un tiempo). Sutcliff visitó al sitio, predicó a ellos y habló con Carey. Como Carey era miembro de una iglesia floja en algunos sentidos, Sutcliff le aconsejó que se uniera con una iglesia sólida para continuar su ministerio como parte de una iglesia bautista sana en la fe.
Carey oyó el consejo y se unió a la iglesia bautista en Olney con Sutcliff como su pastor, sin embargo, la primera vez que predicó delante de esa iglesia, en un edificio que podía acomodar a 700 personas, la predicación fue tan pobre que la iglesia no pudo ver los dones de un pastor. Pero, con el apoyo de ellos siguió predicando en Earls Barton y también en un pueblo llamado Moulton.
Carey se había mudado a Moulton en marzo de 1785 para abrir una escuela y seguir su oficio. Allí había una pobre iglesia bautista bien cerca de su casa. El edificio de ellos estaba muy deteriorado y también el ánimo y condición de los miembros. Carey predicó y ayudó a ellos en sus domingos libres y en otros tiempos. Había unas conversiones, se animaron de nuevo los pocos creyentes de manera que ellos también quisieron que fuera su pastor.
En el verano de 1786 Carey predicó otra vez en Olney y esa vez la iglesia estaba satisfecha y le comisionó a predicar a “dondequiera que Dios en su providencia le llamaría”, así reconociendo sus dones para predicar.
Con dos iglesias pidiendo su ayuda Carey consultó con Sutcliff. Decidió entonces aceptar la invitación de la iglesia de Moulton donde vivía. Fue ordenado al ministerio 1 agosto 1787. Había como 20 ministros presentes y John Sutcliff de Olney, Andrew Fuller de Kettering y John Ryland hijo de Northampton participaron de una manera especial.
Antes de su ordenación la iglesia de Moulton tuvo que hacer arreglos para reparar su lugar de reunión. Después de la ordenación Dios siguió derramando bendiciones sobre la predicación de Carey y la iglesia tuvo que reedificar y engrandecer su edificio, sin embargo eran tan pobres que no pudieron pagar a Carey suficiente para cuidar a su familia.
Durante ese tiempo Carey ganó dinero enseñando muchachos de la aldea y haciendo zapatos. Hizo un arreglo con Thomas Gotch, un diácono próspero de la iglesia en Kettering, quien compró cada dos semanas los zapatos hechos por él. Pero, después de un tiempo Fuller descubrió el celo y perseverancia de Carey en estudios lingüísticos y comentó sobre eso a Gotch, el cual dijo a Carey que olvidara de hacer zapatos y le pagaría para dedicarse a esos estudios.
Carey creció como predicador. Creció también en sus inquietudes sobre el deber que las iglesia tienen de proclamar del evangelio en toda parte del mundo. Leyó sobre las vidas de John Eliot (trabajó casi 60 años entre los indios de América del norte y tradujo la Biblia a uno de sus lenguas, el primer hombre que logró poner la Biblia en una lengua pagana). Leyó también la vida de David Brainerd. Estos hombres sirvieron de héroes y modelos. Y, por supuesto, habló de estas cosas a otros ministros, especialmente a sus 3 amigos.
Un día Carey estaba hablando con Thomas Potts un joven diácono de la iglesia bautista en Birmingham. Potts había viajado a América y hecho negocios con los indios en el área que hoy día es la ciudad de New Orleans. Al contar Potts a Carey de algunas de sus experiencias allí como cristiano entraron en una conversación sobre misiones y Carey expuso sus pensamientos. Potts le preguntó si no había pensado en escribir un librito sobre el asunto y Carey dijo que sí, pero que no tenía el dinero para publicarlo. Potts le dijo que le daría una cantidad suficiente para comenzar el proyecto. Ese librito no fue publicado hasta como 3 o 4 años después (en 1792), pero tuvo una influencia grande. Aun antes de la publicación Fuller lo había leído y probablemente Sutcliff y Ryland, porque ellos, junto con Potts le habían animado trabajar en ese asunto. Se llama “Una investigación sobre la obligación de los cristianos de usar medios para la conversión de los paganos”.
En mayo de 1789, tras una lucha interna y consultas con varios consejeros, William Carey aceptó la invitación de la iglesia bautista de Harvey Lane en la ciudad de Leicester. Esa iglesia tenía un edificio que pudo acomodar entre 200 y 300 personas, pero había pasado por divisiones y problemas en cantidad. Al principio todo fue bien. Aun engrandecieron el edificio para acomodar a los oyentes, pero problemas no sanados salieron otra vez y afectó la obra tanto que Carey propuso que la iglesia se deshiciera en septiembre de 1790 y comenzará de nuevo solamente con aquellos realmente comprometidos mediante un pacto solemne. Fue hecho, y algunos de los que se quedaron fuera en el proceso se convirtieron en enemigos, pero desde ese día el Señor comenzó a bendecir a la iglesia y Carey fue ordenado pastor de esa iglesia en la primavera de 1791. Otra vez sus tres amigos participaron en el servicio de ordenación y un gran predicador Samuel Pearce predicó un tremendo mensaje por la noche, “Gloriando en la cruz de Cristo”.
Aunque Carey recibía más como pastor en Leicester que en el lugar donde estaba, sin embargo no fue suficiente para cuidar a su familia y siguió manteniendo una escuela y haciendo zapatos también. Pero, estaba disciplinado y perseverante y nunca dejó de estudiar sistemáticamente por su propia cuenta: libros clásicos, ciencia, historia, la Biblia en Hebreo y Griego. Tenía amigos como el viejo Robert Hall que le aconsejaron y criticaron. Por ejemplo, Hall le dijo una que hacía falta de mas “ventanas” en sus sermones.
Carey predicó 7 veces cada 2 semanas en la iglesia Harvey Lane, pero no estaba contento de trabajar solamente en Leicester, sino salió y predicó en 5 aldeas cercanas poniendo el fundamento para el establecimiento de nuevas iglesias. En una aldea había muchas conversiones y más de 100 personas se reunirían para la predicación. En su primera carta de la India a esa iglesia él expresó su interés en esas aldeas y en lo que estaba pasando allí.
Todo esto nos muestra el corazón de Carey y como era el hombre escogido para servir al Señor en la India. Era de carácter probado y experiencia en el ministerio. Tenía compasión y había visto la bendición del Señor sobre sus labores en la predicación del evangelio a los pobres y otros. No vivía con sueños y nada más. Trabajaba arduamente como evangelista y pastor mientras que siguió estudiando y proveyendo para su familia haciendo trabajos extra.
Junto con todo eso, Carey quería ver al evangelio llegar a los paganos. Dios estaba obrando en otros también que buscaban su gloria esperando a avivamientos. Influenciado por los escritos de Jonathan Edwards, desde 1784 varias iglesias en la asociación bautista de Northamptonshire habían orado por avivamiento mundial. Algunos tenían sus corazones dispuestos hacia las misiones, pero nadie pensó que ellos pudieron hacer algo. Solo Carey tenía esa visión y esperanza y habló a sus amigos que le respetaban y le amaban, aunque no vieron ninguna posibilidad de hacer algo. Sin embargo, en 1791 le animaron que terminara y publicara su “Investigación… sobre el uso de medios” para que las iglesias pudieron estudiar el asunto y tomar una decisión sabia.
Finalmente en 1792 Carey vio a sus hermanos tomar unos pasos hacia la obediencia de la gran comisión. En mayo de ese año en la reunión de la asociación Carey predicó su sermón famoso sobre Isaías 54:2-3 con el bosquejo simple de dos puntos: Espera grandes cosas y ensaya grandes cosas (en inglés: Expect great things; attempt great things). Los pastores fueron conmovidos pero con todo estaban a punto de cerrar la reunión sin tomar ninguna decisión, cuando Carey suplicó a Fuller y Fuller persuadió al moderador que consideraran el asunto de formar una sociedad para misiones. Aprobaron que un plan fuera presentado en la próxima reunión en octubre. Carey estaba seguro que la sociedad sería formado y quiso ser el primer donante prometiendo dar lo que recibiera de la venta de su “Investigación…” a la sociedad.
Así sucedió. En octubre de 1792 nació la “Sociedad de bautistas particulares para la propagación del evangelio entre los paganos” (inglés: Particular Baptist Society for the Propagation of the Gospel among the Heathen). Los “miembros” hicieron promesas de contribuciones y lo que recibieron ese día y las notas de las promesas de 13 hombres fueron colocadas en una caja de tabaco vacía que pertenecía a Fuller. La caja fue decorada con un dibujo de la conversión de Saulo de Tarso en la tapa.
Habían hecho un comienzo. Ahora, ¿a quién enviar? Conocieron a un hombre, John Thomas, un médico, que había servido como “misionero” en Bengali en la India. Quiso volver y llevar con él un compañero. En enero de 1793 Thomas visitó a la Sociedad Bautista y después de oírle Carey que antes quería ir a Tahiti se ofreció como voluntario de acompañar a Thomas a la India. La Sociedad dio su apoyo y buscó la cooperación de otras iglesias e individuos. Thomas tenía unos contactos valiosos también. Decidieron salir en abril de ese año.
La esposa de Carey estaba encinta y faltaba poco. Esa noticia fue fuerte para ella y la iglesia de Harvey Lane lloró pensando en perder su pastor. Pero Harvey Lane se sometió al Señor y envió a Carey con su bendición. En la providencia del Señor, después de tiempos de prueba y angustia, Carey y Thomas no pudieron salir en abril. Finalmente salieron en junio de 1973 y Carey fue acompañado por su esposa y la hermana de ella y los cuatro hijos todavía vivos. Fue maravilloso como todo sucedió, pero la verdad es que muchos tenían su fe probada en el tiempo entre abril y junio, porque todo pareció como frustrado y perdido.
Aquí, podemos observar que el concepto de la obra misionera visualizado por Carey no era que el misionero recibiera ayuda económica constante, sino que fuera ayudado a mudarse, para quedarse y que buscaría como mantenerse a sí mismo en el campo misionero. Carey nunca volvió a Inglaterra. Una vez que su esposa estaba a su lado nunca pensó o planificó volver. Lo que sí pidió de sus amigos fue su apoyo en oraciones. Cinco hombres (Pearce, Fuller, Sutcliff, Ryland y Carey) hicieron un pacto de apoyo espiritual. La figura que Fuller usó fue: Carey bajaría a la mina pero los cuatro tuvieron que jurar que no soltarían las sogas mientras tuvieran vida. Todos cumplieron su pacto.
Los cuarenta años en India (1793-1834)
El viaje a la India fue realizado en un barco danés y tardaron 5 meses en llegar, pero al fin el barco entró en el puerto de Calcuta en el río Hugli. Los misioneros no pudieron usar ese nombre porque la compañía de Bretaña que controlaba esa parte de la India no permitía a misioneros. Además, salieron del barco usando un pequeño barco nativo para evitar que otros los vieran e hicieran preguntas.
Al principio vivieron en una casa en un sitio bajo control de los portugueses, así evadiendo la interferencia de los ingleses. Thomas comenzó a predicar a los bengalis inmediatamente.
Poco después, Thomas comenzó a trabajar como médico en Calcuta y Carey solicitó unas tierras de las autoridades para cultivar y mientras esperaba eso recibió ayuda de un usuro que le proveyó una casa gratis. Thomas le informó que el dinero que trajeron se había acabado y no había esperanza de más por meses. En esos días de gran pobreza la esposa de Carey y su hijo Felix padecieron de disentería y comenzaron los problemas mentales de la esposa de Carey que duraron hasta su muerte 13 años después. En diciembre de 1793 y enero de 1794 Carey se dio cuenta que sólo Dios pudo sostenerle. Los sufrimientos eran grandes.
En febrero tuvo la oportunidad de mudarse a un sitio donde había terrenos para trabajar y el Señor también proveyó un amigo en ese lugar, Charles Short. El clima era mejor y la esposa de Carey mejoró un poco allí. Carey tenía su propio maestro de Bengali que vivía con ellos. Trabajó en su “finca” allí y estudió el idioma hasta que recibió una carta de Thomas invitándole a un área llamada Malda donde Carey podría trabajar por un hombre cristiano como gerente de una plantación de índigo. Carey aceptó y en junio de 1794 comenzó sus trabajos en esa industria.
Dominó bien las responsabilidades. Escribió a la Sociedad Misionera en el 5 de agosto, como Culross explica, “Al aceptar la oferta y cambiarse para allá, Carey escribió a sus amigos en Inglaterra que no pediría más ayuda a la Sociedad, y que el sueldo destinado para él debía usarse de otro modo; sólo deseaba que le enviaran unos utensilios para la agricultura y un surtido anual de semillas, por el cual prometió remitir con regularidad el dinero. Al mismo tiempo les aseguró que seria su gozo mantener con ellos la misma relación como si necesitara su ayuda y que esperaba tener la misma correspondencia con ellos como antes.”
En aquel entonces algunos criticaron a Carey porque pensaron que estaba demasiado envuelto en los negocios de este mundo. Pero progresó en sus estudios y comenzó a predicar en bengali. Los que estaban preocupados jamás se imaginaron lo que estaba delante. Carey estaba fiel en poco, siguiendo al Señor. Luego pudiera se fiel en mucho.
Siempre pasó por sufrimientos. Su 2do hijo Peter murió de fiebre. Su esposa se enfermó de nuevo temprano en el año 1795 y de allí en adelante nunca estaba bien de mente. (Carey la cuidó aunque ella se puso tan mala que eventualmente le agredió. A la larga Algunos amigos le aconsejaron que le pusiera en una institución, pero sabiendo como cuidaban a la gente en esos lugares, Carey nunca aceptó ese consejo pero hizo provisión en su casa hasta que ella murió en 1808.)
En octubre de 1796 el primer recluto misionero sorprendió a Carey entrando su casa una tarde. Su nombre fue John Fountain; su presencia animó a Carey. En 1798 el dueño de la plantación, Sr Udny, compró una prensa para Carey y Fountain. Luego de esta bendición Carey recibió una carta de William Ward, creyente que sabía como imprimir libros. La Sociedad iba a enviarle para ayudar a Carey, junto con algunos otros misioneros. Esa carta llegó en mayo de 1799, pero a la vez en ese mismo mes el dueño de la plantación, debido a inundaciones, sequías y otros problemas, vio la necesidad de cerrar sus operaciones y dio aviso que lo haría al fin del año 1899.
Carey había servido en la India por casi seis años, sin ver a un indio convertido de veras y ahora estaba enfrentando desempleo y un grupo de misioneros venían de camino. Carey hizo arreglos de trabajar en otro lugar y gastó en los arreglos. Pero cuando los misioneros llegaron a Serampore que perteneció a los daneses los ingleses no los permitieron entrar en territorio controlado por ellos y aun trataron de obligar a los daneses que los entregara para deportarlos. Pero los daneses dijeron que no. Carey abandonó el lugar donde estaba, perdiendo el tiempo y dinero invertido, pero no dudando de su deber. Llevaron la prensa a Serampore y allí un nuevo capítulo comenzó en la obra misionera en la India.
El famoso trio de Carey, Marshman y Ward mantuvieron contacto con la Sociedad y sus cartas e informes fueron publicados hasta que el mundo pudo ver que poca gente por medio de fe y oración pudieron esperar grandes cosas y esforzarse para hacer grandes cosas. Por eso, Carey se llama el “padre de las misiones modernas”, un título que jamás buscó, esperó o se hubiera imaginado. El sabía muy bien de las labores de otros y fue animado por esas labores. Pero los logros de traducciones de las Escrituras, las conversiones que eventualmente vieron, fueron como llamamientos a otros para servir al Señor alrededor del mundo. Carey oró que la Sociedad Bautista pudiera enviar misioneros a Africa y a muchos otros lugares, y la exhortó que lo hiciera.
En Serampore, Carey rehusó hacerse jefe y los cinco misioneros (Carey, Fountain, Brunsdon, Marshman y Ward). Hicieron un acuerdo. Uso la descripción de Culross para explicar:
La idea morava algo modificada, o, como ellos habrían dicho, la idea de la iglesia de Pentecostés, fue adoptada por ellos. Se resolvieron constituir una sola familia. Había de haber un caudal común en que habían de ingresar las ganancias de todos (sean cuales fueren los medios de adquirirlas), una mesa común, y un hogar común, siendo dada a cada uno una pequeña suma separada como dinero de bolsa. Todo lo que sobraba había de dedicarse al sostenimiento de las viudas y huérfanos y a la propagación del evangelio, bajo la dirección de los hermanos así unidos. Los misioneros habían de considerarse como iguales, y habían de predicar y dirigir los cultos por turnos. Cada uno había de ser responsable por turnos de un mes de los arreglos y gastos domésticos. Carey fue nombrado tesorero y guardián de la caja de medicinas, y Fountain era el bibliotecario. El espíritu en que empezaba se ve en la “Forma de Acuerdo” escrito por ellos y que había de leerse públicamente tres veces al año en cada misión.
1. Debía preservar vivo “un sentido profundo del valor de las almas;” y las multitudes en su derredor debían ser consideradas como “inmortales.”
2. Debían esforzarse para entender bien a aquellos entre quienes trabajaban, familiarizándose con sus modos de pensar y sentir.
3. Debían evitar todo lo que aumentara la preocupación nativa en contra del evangelio, todas las palabras y actos descuidados, y todo lo que se parecía a la acrimonia en su predicación, acordándose de que las verdaderas conquistas del evangelio son las del amor.
4. El secreto de ser útil no consiste en estar siempre de pie; sino que debían estar alerta para usar todas las oportunidades de hacer bien.
5. Debían hacer a “Cristo” el asunto de su predicación; es su amor, sólo él, el que puede ganar a las almas, y no hay esperanzas sino en un ministerio de amor.
6. Debían conquistar la confianza del pueblo.
7. Debían cuidar de los conversos con paciencia y ternura, pues las plantas nuevas en semejante clima han menester ser nutridas con afecto especial.
8. Deben animarlos a hacer conocer el evangelio a sus compatriotas; porque “sólo por medio de los ministros nativos puede difundirse el conocimiento de la salvación en todas partes de la India; y al paso que se forman iglesias deben escogerse pastores y diáconos de entre sus propios compatriotas aconsejándolos el misionero del distrito cuando sea necesario, pero dirigiendo sus propios esfuerzos especialmente a la extensión del evangelio y la organización de nuevas iglesias.
9. Deben trabajar con todas sus fuerzas para hacer traducciones de la Biblia en los distintos idiomas de la India; en hacer circular estas traducciones; y en establecer escuelas gratuitas para los naturales.
10. Y para que estén idóneos para estos ‘trabajos indeciblemente importantes’ deben ser constantes en oración y en el cultivo de la religión personal”.
11. “Finalmente,” dicen, “consagrémonos sin reserva a esta causa gloriosa. Que no pensemos nunca que nuestro tiempo, nuestros dones, nuestra fuerza, nuestra familia, o aun la ropa que usamos, pertenecen a nosotros. Santifiquémoslos todos a Dios y a su causa. ¡Oh, que nos santifique él a nosotros para su obra! Deshagámonos para siempre de la idea de atesorar aun un centavo para nosotros o nuestros hijos. Si abandonamos la resolución que tomamos sobre el asunto del comercio privado cuando al principio hicimos nuestra unión en Serampore la misión será, desde esa hora, una causa perdida. Un espíritu mundano, disputas y toda obra mala sobrevendrán en el momento en que se admita que cada hermano pueda hacer algo de su propia cuenta. ¡Ay de aquel hombre que alguna vez haga algún movimiento hacia semejante medida!”
Este “Acuerdo” no fue escrito sino hasta el año 1805; pero exhibe el propósito y la manera de vida a que los hermanos de Serampore se destinaron desde el principio. De haber obrado en conformidad con él desde el principio la Sociedad en Inglaterra, pudiese haber impedido muchas de las molestias de los años siguientes.
En ese año de 1800 trabajaron en la traducción del Nuevo Testamento a Bengali, página por página. Predicaron el evangelio y en el 28 de diciembre de 1800 bautizaron a Krishna Pal, un carpintero, el primer hombre convertido de hinduismo que confesó a Cristo y pidió bautismo, las primicias de la cosecha que esperaban.
El 5 de marzo de 1801 la primera copia encuadernada del Nuevo Testamento en bengali fue presentado en un culto especial. Carey había trabajado por más de 7 años para ver esa meta realizada. La última página fue impresa el 7 de febrero. Luego vino la encuadernación y el tiempo especial de acción de gracias al Señor.
En abril de ese año, Carey fue invitado a ocupar la posición de profesor de bengali en un nuevo colegio llamado Fort William College en Calcuta. Bretaña estaba haciendo unas reformas, entre ellas proveyendo una buena educación con la esperanza de tener buenos líderes en el futuro. Sin embargo, como Carey no era anglicano no le llamaron “profesor” sino “tutor” para evitar problemas. Le pagaron bien y todo fue echado en la bolsa común. Pronto, pusieron a Carey a enseñar a Sánscrita también. Carey continuó en esa posición de profesor por 30 años y eso le dio de la oportunidad de trabajar en idiomas de tal manera que antes de morir él había traducido la Biblia completa en 6 idiomas, casi toda la Biblia en 3 idiomas más, el Nuevo Testamento en 21 idiomas y porciones del Nuevo Testamento en 5 otros idiomas.
Después del bautismo de Krishna Pal, otros se convirtieron y Krishna Pal y algunos de ellos fueron enseñados y viendo sus dones, fueron enviados a predicar a otros. Las puertas estaban abiertas. Los misioneros en Serampore querían establecer un centro en el cual otros podrían aprender los idiomas y salir para predicar hasta los fines de la tierra.
Desde 1806 hasta 1812 los deseos de los misioneros fueron opuestos por muchos ingleses e indios, pero Dios levantó amigos en lugares altos que protegieron a los misioneros de manera que pudieron continuar sus labores.
Durante esos años también Carey vio a Dorothy morir en diciembre de 1807. Como seis meses luego Carey se casó de nuevo con Charlotte Rumohr, una mujer danés de una familia conocida, enfermiza físicamente, pero espiritual y buena en el asunto de idiomas. Parece que había mucho amor entre ellos. Carey también tuvo el gozo de ver a sus hijos sirviendo al Señor, aunque Felix el mayor se apartó por un tiempo, atraído por altas posiciones con los gobernantes en diferentes lugares.
La obra recibió un golpe fuerte en el año 1812, porque un fuego en el edificio principal de la misión en Serampore destruyó mucho. Valiosos manuscritos, diccionarios y gramáticas de Carey perecieron y no había copias. Tuvo que comenzar de nuevo sus trabajos en los que se perdieron.
En 1813 el parlamento de Inglaterra mandó la compañía de que controlaba a la India que permitieran la entrada de misioneros y que no estorbaran sus labores. En Serampore Carey y sus compañeros comenzaron una escuela para educar a los indios, especialmente los hijos de los creyentes para el futuro de la obra cristiana. Junto con el progreso y las bendiciones llegaron problemas, entre los mismos misioneros y con la Sociedad. Con la muerte de los fundadores y el crecimiento de la Sociedad Misionera Bautista había aquellos que querían controlar y dictar. Además, algunos de los nuevos misioneros no estaban preparados para vivir como Carey y sus compañeros. Hubo conflictos, pero Carey buscó la manera más apacible para resolverlos.
Carey perdió su esposa Charlotte en 1821. Krishna Pal murió en 1822 y también Felix, el hijo mayor de Carey, a 37 años de edad. El misionero veterano Ward, parte del “trio de Serampore” murió en 1823. En 1825 Carey oyó la noticia de la muerte de Ryland, el último del “trío” de los que eran los íntimos amigos de Carey (Sutcliff murió en 1814, Fuller en 1815).
En 1823 Carey halló una buena esposa en Grace Hughes, con quien vivió hasta él fue llamado a la presencia del Señor en 1834.
Carey vio muchos cambios en la India. El evangelio llegó a muchas partes. Las Escrituras también. Socialmente, Carey y otros empujaron a los ingleses que prohibieran el sacrificio de bebés en el río (cumpliendo votos hechos por mujeres estériles que harían tal cosa si su dios le diera un hijo) y el quemar a las viudas vivas con el cuerpo de sus esposos que habían muertos. Carey estaba muy opuesto a la esclavitud también. Pero sobre todo reconoció que solo Dios puede rescatar a los pecadores y hace eso mediante la predicación del evangelio y la obra soberana de su Espíritu Santo.
ROBERT MORRISON
1782-1834
El primer misionero
protestante en china
Robert Morrison nació en Escocia, en 1782, en una familia muy piadosa, miembros de la Iglesia Presbiteriana. Eran muy pobres y su padre trabajaba fabricando hormas de zapato. Robert tuvo que dejar la escuela siendo muy chico para poder ayudarle, pero como le gustaba aprender, siguió estudiando en su casa.
A los quince años comprendió lo que es más importante comprender: que él era un pecador, un hombre perdido, y que para salvarse debía aceptar a Jesús como su Salvador. Él lo hizo y, después de ello, comprendió que era su deber llevar a otros la historia de ese salvador para que todo el mundo pudiera librarse de sus pecados.
Después de trabajar un tiempo en las Iglesias de Inglaterra, Morrison se enroló en la Sociedad Misionera de Londres con la idea de convertirse en un misionero a la China.
Para ese tiempo ya dominaba el latín, el griego y el hebreo.
Por ese entonces, no había ningún misionero protestante en la China, pero Morrison se propuso ir y ser el primero. Como el principal trabajo que le habían encomendado era el de traducir toda la Biblia al chino, se puso a estudiarlo, mientras se preparaba en Medicina y Astronomía.
En una biblioteca encontró un manuscrito que contenía la traducción de algunas partes dela Biblia y lo copió y lo estudió detalladamente, con la ayuda de un chino que se ofreció para ayudarle. Ese esfuerzo le fue muy útil, porque le permitió ahorrar un tiempo precioso cuando estuvo en la China.
Para llegar allí tuvo que realizar un viaje de cinco meses. El 4 de septiembre de 1807 llegó a la ciudad de Cantón, al sur del país, enfrente de otra ciudad llamada Macao, una colonia portuguesa. Allí estuvo durante un tiempo. Conoció a Mary Morton, con quien se casó en febrero de 1809.
Morrison no se dio cuenta de lo grande que eran las dificultades que tenía que vencer para llegar allí. Lo que sabía del idioma no le permitía ponerse a traducir la Biblia, pero cuando buscó a alguien que le enseñara, no pudo encontrarlo, porque existía una ley que condenaba a muerte a cualquiera que le enseñara el chino a un extranjero.
Finalmente aparecieron dos hombres que habían conocido a unos misioneros católicos y que aceptaron el trabajo, aunque llenos de temor. El miedo que tenían no era tanto a la muerte misma, sino a la forma en que los mataban, en medio de terribles torturas. Hasta tal punto estaban asustados que siempre llevaban colgado en el cuello un pomo con veneno para suicidarse si los descubrían.
Aprender el chino no es cosa fácil y por aquel entonces era mucho peor, porque no existían diccionarios ni buenos profesores.
John Wesley bromeaba diciendo que “el chino era un invento del diablo para que no se pudiera predicar el Evangelio a los chinos”. Milne, un misionero que más tarde sería el ayudante de Morrison, decía que “para aprender el chino se necesita: un cuerpo de bronce, pulmones de acero, cabeza de roble, ojos de águila, corazón de apóstol, memoria de ángel …y la vida de Matusalém”.
Además de trabajar en la traducción de la Biblia, Morrison se ocupó de hacer una gramática y un diccionario, para que los misioneros que fueran después de él, pudieran aprender el idioma fácilmente.
El que verdaderamente lo ayudó mucho fue un chino llamado Tsae A-ko, que iba por las noches a su casa. Cerraban bien las puertas y las ventanas, para que desde afuera nadie viera lo que hacían, porque sino su vida corría peligro, y se ponía a traducir o corregir, mientras que Morrison enseñaba a su amigo chino las verdades del Evangelio.
Tardó catorce años en traducir la Biblia y dieciséis en hacer el diccionario, que era de cuatro tomos con unas cuatro mil quinientas páginas cada uno.
Tsa A-Ko comprendió finalmente que lo que el misionero le enseñaba era la Verdad y se bautizó en 1814. Tsae A-Ko fue así el primer evangélico chino.
Después de haber traducido al Biblia, el problema era publicarla, porque las penas para el que imprimiera libros cristianos eran tan severas como para el que enseñara el idioma. Afortunadamente, luego de mucho trabajo, Morrison encontró quien lo hiciera, aunque secretamente. El miedo que tenía el impresor hacía que, cuando le mandaba los paquetes con Biblias, los envolvía rotulándolos con un título falso para disimilar el “peligroso” contenido.
Pero Morrison no solo se dedicó a traducir, sino que llegó a establecer en 1818 una escuela que se llamó Colegio Anglo Chino, conocido después como Ying Wa College. Este colegio fue trasladado a Hong Kong en el año 1843 cuando este territorio pasó a se controlado por los británicos. Esta institución permanece aún en la actualidad como una escuela secundaria.
Morrison nunca tuvo buena salud y, como trabajaba mucho, era imposible que se mejore completamente.
Murió casi repentinamente, el 1º de Agosto de 1834, en Cantón, China, cuando tenía cincuenta y dos años.
Durante su vida consiguió la conversión de poca gente, pero el trabajo que hizo traduciendo la Biblia y preparando el diccionario y la gramática, hizo posible la conversión de miles después de su muerte.
DAVID LIVINGSTONE
(1813-1873)
Misionero al África
Cierto comerciante, al visitar la abadía de Westminster, en Londres, donde se encuentran sepultados los reyes y personajes eminentes de Inglaterra, preguntó cuál era la tumba más visitada, excluyendo la del "soldado desconocido". El conserje respondió que era la tumba de David Livingstone. Son pocos los humildes y fieles siervos de Dios, que el mundo distingue y honra de esta manera.
Se cuenta que, en Glasgow, después de haber pasado 16 años de su vida en el Africa, Livingstone fue invitado a pronunciar un discurso ante el cuerpo estudiantil de la universidad. Los alumnos resolvieron mofarse de quien ellos llamaban "camarada misionero", haciendo, el mayor ruido posible para interrumpir su discurso. Cierto testigo del acontecimiento dijo lo siguiente: "A pesar de todo, desde el momento en que Livingstone se presentó delante de ellos, macilento y delgado, como consecuencia de haber sufrido más de treinta fiebres malignas en las selvas del Africa, y con un brazo apoyado en un cabestrillo, resultado de un encuentro con un león, los alumnos guardaron un gran silencio. Oyeron, con el mayor respeto, todo lo que el orador les relató, y cómo Jesús le había cumplido su promesa: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."
Su nacimiento
David Livingstone nació en Escocia. Su padre, Neil Livingstone, acostumbraba relatar a sus hijos las proezas de 8 generaciones de sus antepasados. Uno de los bisabuelos de David tuvo que huir, con su familia, de los crueles partidarios de los pactos o "covenanters" a los pantanos y montes escabrosos donde podían adorar a Dios en espíritu y en verdad. Pero aun esos cultos que se realizaban entre los espinos y a veces sobre el hielo, eran interrumpidos de vez en cuando por la caballería, que llegaba galopando para matar o llevarse presos tanto a hombres como a mujeres.
Los padres de David educaron a sus hijos en el temor de Dios. En su hogar siempre reinaba la alegría y servía como modelo ejemplar de todas las virtudes domésticas. No se perdía una sola hora de los siete días de la semana, y el domingo era esperado y honrado como un día de descanso. A la edad de nueve años David se ganó un Nuevo Testamento, como premio ofrecido por repetir de memoria el capítulo más largo de la Biblia, el Salmo 119.
"Entre los recuerdos más sagrados de mi infancia", escribió Livingstone, “ están los de la economía de mi madre para que los pocos recursos fuesen suficientes para todos los miembros de la familia. Cuando cumplí diez años de edad, mis padres me colocaron en una fábrica de tejidos para que yo ayudara a sustentar a la familia. Con una parte de mi salario de la primera semana me compré una gramática de latín."
David iniciaba su día de trabajo en la fábrica de tejidos a las seis de la mañana y, con intervalos para el café y el almuerzo, trabajaba hasta las ocho de la noche. Sujetaba su gramática de latín abierta sobre la máquina de hilar algodón y mientras estaba trabajando, estudiaba línea por línea. A las ocho de la noche, se dirigía sin perder un minuto, a la escuela nocturna. Después de las clases, estudiaba sus lecciones para el día siguiente, a veces quedándose hasta la media noche, cuando su madre tenía que obligarlo a que apagase la luz y se acostase.
La inscripción sobre la lápida de la tumba de los padres de David Livingstone indica las privaciones del hogar paterno:
Para marcar el lugar donde descansan
Neil Livingstone y Agnes Hunter, su esposa y
para expresar a Dios la gratitud de sus hijos:
Juan, David, janet, Charles y Agnes
por haber tenido padres pobres
y piadosos
Los amigos insistieron en que él cambiase las últimas palabras de esa inscripción para que dijese
"padres pobres, pero Piadosos". Sin embargo, David rehusó aceptar esa sugerencia porque, para él, tanto la pobreza como la piedad eran motivos de gratitud. Siempre consideró que el hecho de haber aprendido a trabajar durante largos días, mes tras mes, año tras año, en la fábrica de algodón, constituyo una de las mayores felicidades de su vida.
En los días feriados, a David le gustaba ir a pescar y a hacer largas excursiones por los campos y por las márgenes de los ríos. Esos extensos paseos le servían tanto de instrucción como de recreo; salía para verificar en la propia naturaleza lo que había estudia en los libros sobre botánica y geología. Sin saberlo, de ese modo se fue preparando, en cuerpo y mente, para las exploraciones científicas y para lo que escribiría con exactitud acerca de la naturaleza del Africa.
A los veinte años se produjo un gran cambio espiritual en la vida de David Livingstone, que determinó el rumbo de todo el resto de su vida. "La bendición divina le inundó todo el ser, como había inundado el corazón de San Pablo o el de San Agustín, y de otros del mismo tipo, dominando sus deseos carnales... Actos de abnegación, muy difíciles de realizar bajo la ley férrea de la conciencia, se convirtieron en servicio de la voluntad libre bajo el brillo del amor divino. . - Es evidente que a él lo había impulsado una fuerza, pasiva pero tremenda, dentro del propio corazón, hasta el fin de su vida. El amor que había comenzado a conmoverlo en la casa paterna, continuó inspirándole durante todos los largos y pesados viajes que realizó por el Africa, y lo llevó a arrodillarse a media noche en el rancho en Ilala, de donde su espíritu, mientras aún oraba, regresó a su Dios y Salvador.
Sus comienzos
Desde su infancia, David había oído hablar de un misionero valiente destacado en la China, cuyo nombre era Gutzlaff. En sus oraciones de la noche, al lado de su madre, oraba también por él. A la edad de dieciséis años, David comenzó a sentir un deseo profundo de que el amor y la gracia de Cristo fuesen conocidos por aquellos que permanecían aún en las densas tinieblas. Por ese motivo, resolvió firmemente en su corazón dar también su vida Como médico y misionero al mismo país. la China.
Al mismo tiempo el maestro de su clase en la Escuela Dominical, David Hogg, lo aconsejó de esta manera: "Ora, muchacho; haz de la religión el motivo principal de tu vida Cotidiana y no una cosa inconstante, si quieres vencer las tentaciones y otras cosas que te quieren derribar." Y David resolvió sinceramente dirigir su vida futura bajo esa norma.
Cuando cumplió nueve años de servicios en la fábrica, fue promovido para un trabajo más lucrativo. Consiguió completar sus estudios, recibiendo el diploma de licenciado de la Facultad de Medicina y Cirugía de Glasgow, sin recibir de nadie ningún auxilio económico que lo ayudase a completar su carrera. Si los creyentes no lo hubiesen aconsejado a que hablase a la Sociedad Misionera de Londres acerca de enviarlo como misionero, él habría ido por sus propios medios, según declaró más tarde.
Durante todos los años de estudios para llegar a ser médico y misionero, se sintió impelido para ir; a la China. Cierta vez, en una reunión, oyó el discurso de un hombre, de larga barba blanca, alto, robusto y de ojos bondadosos y penetrantes, llamado Robert Moffat. Ese misionero había regresado del Africa, un país misterioso, cuyo interior era todavía desconocido. Los mapas de ese continente tenían en el centro enormes espacios en blanco, sin ríos y sin sierras. Hablando sobre el Africa, Moffat dijo al joven David Livingstone: "Hay una vasta planicie al norte, donde he visto en las mañanas de sol, el humo de millares de aldeas, donde ningún misionero ha llegado todavía."
Conmovido, al oír hablar de tantas aldeas que permanecían todavía sin el evangelio y sabiendo que no podía ir a la China por causa de la guerra que se había desencadenado en aquel país, Livingstone resndió: "Iré inmediatamente para el Africa."
Los hermanos de la misión concordaron con esa resolución y David volvió a su humilde hogar de Blatire para despedirse de sus padres y hermanos. A las cinco de la mañana del día 17 de noviembre de 1840, la familia se levantó. David leyó los Salmos 121 y 135 junto con su familia. Las siguientes palabras quedaron impresas en su corazón, y lo fortalecieron para resistir el calor y los peligros durante los largos años que pasó después en el Africa: "El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche... Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre." Después de orar, se despidió de su madre y de sus hermanas y viajó a pie, junto con su padre que lo acompañó, hasta Glasgow. Después de despedirse uno del otro, David se embarcó en el navío para no volver a ver nunca más, aquí en la tierra, el rostro del noble Neil Livingstone.
El viaje desde Glasgow a Río de Janeiro y luego a Ciudad del Cabo en el Africa, duró tres meses. Pero David no desperdició su tiempo. El capitán se volvió su amigo íntimo y lo ayudó a preparar los cultos en los que David predicaba a los tripulantes del navío. El nuevo misionero aprovechó también la oportunidad de aprender, a bordo, el uso del sextante y a saber exactamente la posición del barco, observando la luna y las estrellas. Ese conocimiento le fue más tarde de incalculable valor para orientarse en sus viajes de evangelización y exploración en el inmenso interior desconocido, del cual "subía el humo de mil villas sin misionero".
Desde Ciudad del Cabo, el viaje de 190 leguas (1.058 km) lo hizo a tropezones, en un carro de buey, traqueteando a través de campos incultos. El viaje duró dos meses, hasta llegar a Curumá, donde debía esperar el regreso de Robert Moffat. Deseaba establecerse en un lugar que estuviese situado a 50 ó 60 leguas (280 ó 330 km) más al norte de cualquier otro en que existiese ya una obra misionera.
A fin de aprender la lengua y las costumbres del pueblo, nuestro explorador empleaba su tiempo viajando y viviendo entre los indígenas.
Su buey de transporte se pasaba la noche amarrado, mientras él se sentaba con los africanos alrededor del fuego, oyendo las leyendas de sus héroes; Livingstone por su parte les contaba las preciosas y verdaderas historias de Belén, de Galilea y de la cruz. Continuó estudiando siempre mientras viajaba, trazando mapas de los ríos y de las sierras del territorio que recorría. En una carta a un amigo suyo le escribió que había descubierto 32 clases de raíces comestibles y 43 especies de árboles y arbustos frutales que se producían en el desierto sin ser cultivados. Desde un punto que alcanzó en esos viajes, le faltaron apenas 10 días de viaje para llegar al gran lago Ngami, que descubrió siete años más tarde.
Desde Curumá, el misionero, licenciado de la Facultad de Medicina y Cirugía de Glasgow, escribió a su padre: "Tengo una clientela bien grande. Hay pacientes aquí que caminan más de 60 (330 km) leguas para recibir tratamiento médico. Esas personas, al regresar, envían otras con el mismo fin."
Estableció su primera misión en el lindo valle de Mabotsa, en la tierra de Bacatla. En una carta, que escribió desde Curumá, Livingstone se expresó de la siguiente manera sobre el lugar que había escogido para su centro de evangelización: "Está situado en una comunidad de seres que se llama “Mabotsa”, que quiere decir “Cena de Bodas”. Que Dios nos ilumine con su presencia, para que por intermedio de siervos tan débiles, mucha gente encuentre la entrada para la Cena de las Bodas del Cordero."
Fue en Mabotsa donde tuvo lugar el histórico encuentro con un león. Acerca de ese acontecimiento David escribió lo siguiente: "El saltó y me alcanzó el hombro; ambos rodamos por el suelo. Rugiendo horriblemente cerca de mi oído, me sacudió como un perro lo hubiese hecho con un gato. Los sacudones que me dio el animal, me produjeron un entorpecimiento igual al que debe sentir un ratón, después de la primera sacudida que le da el gato. Me atacó entonces una especie de adormecimiento, y no sentí ningún dolor ni ninguna sensación de temor."
No obstante, antes de que la fiera tuviese tiempo de matarlo, lo dejó para atacar a otro hombre que con una lanza en la mano había entrado en la lucha. El hombro desgarrado de Livingstone nunca sanó completamente; él nunca más pudo apuntar un rifle o llevarse la mano a la cabeza sin sentir dolores.
Su matrimonio y las misiones
Fue en la casa de Robert Moffat, en Curumá, que llegó a conocer a María, la hija mayor de ese misionero. Después de abrir la misión en Mabotsa, los dos se casaron. Seis hijos fueron el fruto de ese enlace.
Después que Livingstone se casó, la Escuela Dominical de Mabotsa se transformó en una escuela diaria, pasando su esposa a ser la maestra. Schele, el jefe de la tribu, se volvió un gran estudiante de la Biblia, pero quería "convertir" a todo su pueblo a fuerza de "litupa", es decir, de látigo de cuero de rinoceronte. El "inició un culto doméstico en su casa, y el propio Livingstone se admiró de su manera sencilla y natural de orar". Era costumbre de Livingstone comenzar el día con un culto doméstico, y no es de admirarse que el jefe la adoptase también.
Livingstone se vio obligado a mudarse para Chonuane, situada a diez leguas, y más tarde, por falta de agua, él y todo el pueblo, para Colobeng. Fue en ese último lugar que el jefe de la tribu construyó una casa para los cultos, y Livingstone construyó, con gran sacrificio de dinero y mucho trabajo, su tercera casa de residencia. En esa casa vivió durante cinco años, y nunca más consiguió fijar residencia en otro lugar de la tierra.
Acerca del trabajo en ése lugar, se expresó así: "Aquí tenemos un campo sumamente difícil de cultivar... Si no confiásemos en que el Espíritu Santo obra en nosotros, desistiríamos en desesperanza."
A través del desierto de Calari llegaban rumores de un inmenso lago y de un lugar llamado "Humazo Ruidoso", el cual se creía que era una gran catarata de agua. Las sequías lo oprimían tanto en Colobeng, que Livingstone resolvió hacer un viaje de exploración para encontrar un lugar más apropiado para establecer su misión. Así fue como el l de julio de 1849, David Livingstone, junto con el jefe de la tribu, sus “guerreros”, tres hombres blancos y su propia familia, salieron para atravesar el gran desierto de Calari. El guía del grupo, Romotobi, conocía el secreto de subsistir en el desierto cavando con las manos y chupando el agua de debajo de la arena mediante una caña sorbedora.
Después de viajar durante muchos días, llegaron al río Zouga. Al preguntarles a los indígenas, ellos les informaron que el río tenía su naciente en una tierra de ríos y bosques. Livingstone quedó convencido de que el interior del Africa no era un gran desierto, como el mundo de entonces suponía, y su corazón ardía con el deseo de encontrar una vía fluvial, para que otros misioneros pudiesen ir y penetrar el interior del continente con el mensaje de Cristo.
"La perspectiva", escribió él, "de encontrar un rió que diese entrada, a una vasta, populosa y desconocida región, fue creciendo constantemente desde entonces, creció tanto que cuando por fin llegamos al gran lago, ese importante descubrimiento, en sí mismo, nos pareció de poca importancia".
Fue el 1 de agosto de 1849 que el grupo llegó al lago Ngami; era un lago tan grande que desde una orilla no se podía ver la orilla opuesta. Habían sufrido largos días de sed atormentadora sin haber podido obtener una sola gota de agua, pero habían vencido todas las dificultades y habían descubierto ese lago, mientras que otros pretendientes, mucho mejor equipados que ellos pero menos persistentes, habían fallado.
Las noticias de ese descubrimiento fueron comunicadas a la Real Sociedad Geográfica, la cual le concedió una hermosa recompensa de 25 guineas, por haber descubierto una tierra importante, un importante río y un enorme lago".
El grupo tuvo que volver a Colobeng. Sin embargo, algunos meses después, inició un nuevo viaje para el lago Ngami. No quería separarse de su familia y la llevó en un carro tirado por bueyes. Pero al llegar al río Zouga, sus hijos fueron atacados por la fiebre y tuvo que volver con la familia. Le nació una hija, la cual murió luego de fiebre. Con todo, Livingstone permaneció más firme que nunca en su resolución de encontrar un camino para llevar el evangelio al interior del continente africano.
Después de descansar durante algunos meses con su familia en la casa de su suegro en Curumá, salieron con el propósito de encontrar un lugar saludable donde pudiese establecer una misión más al interior. Fue en ese viaje, en junio de 1851, que descubrió el río más grande del Africa oriental, el Zambeze, río del que el mundo de entonces nunca había oído hablar.
En un párrafo que escribió, Livingstone, se descubre algo de lo que habían sufrido durante esos viajes: "Uno de los ayudantes desperdició el agua que llevábamos en el carro y en la tarde apenas si quedaba un poquito para los niños. Pasamos esa noche muy angustiados, y al día siguiente, a medida que iba disminuyendo más y más el agua, tanto más la sed de los niños iba en aumento. El pensar que fuesen a perecer ante nuestros ojos, nos llenaba de angustia. En la tarde del quinto día sentimos un gran alivio cuando uno de los hombres volvió trayendo tanto de ese precioso líquido, como jamás antes lo habíamos pensado.
Livingstone, convencido de que era la voluntad de Dios que saliese para establecer otro centro de evangelización, y con una indómita fe de que el Señor supliría todo lo necesario para que se cumpliese su voluntad, avanzaba sin vacilar.
Después de descubrir el río Zambeze, Livingstone vino a saber que los lugares saludables eran lugares sujetos a saqueos inesperados por parte de otras tribus. Solamente en los lugares plagados de enfermedades y azotados por la fiebre era donde se encontraban tribus pacíficas.
Resolvió, por tanto, enviar a su esposa a descansar en Inglaterra, mientras él continuaba sus exploraciones con el fin de establecer un centro para su obra de evangelización. Se veía obligado a establecer tal centro, porque los bóers holandeses invadían el territorio, robando las tierras y el ganado de los indígenas¡ y poniendo en práctica un régimen de la más vilesclavitud. Livingstone enviaba a creyentes fieles para evangelizar a los pueblos que estaban a su alrededor, pero los boérs acabaron con su obra, matando a muchos de los indígenas y destruyendo todos los bienes que el misionero poseía en Colobeng.
Livingstone llevó a su familia para Ciudad del Cabo, desde donde sus seres queridos se embarcaron en un navío con destino a Inglaterra.
Fue en ese tiempo, cuando Dios le proveyó todo lo necesario para que su necesitada familia volviese a Inglaterra, que dijo: "Oh, Amor divino, no te amo con la fuerza, la profundidad y el ardor que convienen."
La separación de su familia le causó profunda pena , pero, de nuevo, dirigió su rostro heroicamente hacia su meta que era ir a socorrer a las desgraciadas tribus del interior del Africa.
Un viaje de Exploración
Había tres motivos para hacer un viaje de exploración: Primero, quería encontrar un lugar donde residir con su familia en medio de los barotses para evangelizarlos. Segundo, la comunicación entre el territorio de los barotses y Ciudad del Cabo era muy demorada y difícil, y por lo tanto, quería descubrir un camino para un puerto más próximo. Tercero, quería hacer todo lo posible para influir a las autoridades contra el horrendo tráfico de esclavos.
Fue en esa época de su vida que Livingstone, debido a sus hazañas, se volvió mundialmente conocido.
En su fervor, deseando que Dios le conservase la vida y lo usase como medio para que el evangelio penetrase en el continente africano, Livingstone oró así: "Oh Jesús, te ruego que ahora me llenes de tu amor y me aceptes y me uses un poco para tu gloria. Hasta ahora no he hecho nada por ti, pero quiero hacer algo. Oh Dios, te imploro que me aceptes y me uses, y que sea tuya toda la gloria." Además, escribió lo siguiente: "No tendría ningún valor nada de lo que poseo o llegare a poseer, si no tuviese relación con el reino de Cristo. Si algo de lo que poseo, puede servir para tu reino, te lo daré a ti, a quien debo todo en este mundo y en la eternidad."
Livingstone atravesó, ida y vuelta, el continente africano, desde la desembocadura del río Zambeze hasta San Pablo de Luanda, siendo él el primer blanco en realizar semejante hazaña. En sus memorias, que escribía diariamente, se nota cómo él admiraba los lindos paisajes de un país que el mundo consideraba como un vasto desierto, pues lo desconocía por completo.
Llegó a Luanda flaco y enfermo. A pesar de la insistencia del cónsul británico para que regresase a Inglaterra, a fin de recuperar la salud quebrantada, él volvió nuevamente por otro camino, para llevar a sus fieles compañeros hasta su casas conforme les había prometido antes de iniciar el viaje.
En ese viaje, Livingstone descubrió las magníficas cataratas de Victoria, nombre que él dio a esas grandes caídas de agua en honor de la reina de Inglaterra. En ese lugar el río Zambeze tiene un ancho de más de un kilómetro; allí las aguas de ese gran río se precipitan espectacularmente desde una altura de cien metros.
Continuó predicando el evangelio constantemente, a veces a auditorios de más de mil naturales del país. Sobre todo, se esforzaba en ganar la estimación de las tribus hostiles por donde pasaba, con su conducta cristiana que era un gran contraste con la de los mercaderes de esclavos.
En un período, de siete meses estando acompañado sólo de sus fieles macololos, cayó con fiebre en la selva treinta y una veces. Pero no era sólo el sufrimiento físico lo que lo afligía. Sus cartas revelan su angustia moral, al ver los horrores del pueblo africano masacrado y arrebatado de sus hogares, conducido como ganado para ser vendido, en el mercado. Desde un lugar alto a donde subió contó diecisiete aldeas en, llamas, incendiadas por esos nefandos mercaderes de seres humanos. Prometió a su esposa que se reuniría con su familia después de dos años, pero, ¡transcurrieron cuatro años y medio antes que ella recibiese alguna noticia de él!
Regreso a casa
Por fin, después de una ausencia de diecisiete años de su patria, regresó a Inglaterra. Volvió a la civilización y a reunirse con su familia, como quien vuelve de la muerte. Antes de desembarcar supo que su querido padre había fallecido. En toda la historia de David Livingstone, no se cuenta un acontecimiento más conmovedor que su encuentro con su esposa y sus hijos.
En Inglaterra fue aclamado y honrado como un heroico descubridor y gran benefactor de la humanidad. Los diarios publicaban todos sus actos de valentía. Las multitudes afluían para oírlo contar su historia. "El doctor Livingstone era muy humilde... No le gustaba andar por la calle, por temor a ser atropellado por las multitudes. Cierto día, en la calle Regent en Londres, fue apretado por una multitud tan grande, que sólo con gran dificultad logró refugiarse en un coche. Por la misma razón evitaba ir a los cultos.
Cierta vez, deseoso de asistir al culto, mi padre lo persuadió a ocupar un asiento debajo de la galería, en un lugar no visible para el auditorio. Pero fue descubierto y la gente pasó por encima de los bancos para rodearlo y estrecharle la mano." Una de las muchas cosas que llevó a efecto, mientras permaneció en Inglaterra, fue la de escribir su libro: Viajes misioneros, obra que alcanzó una enorme circulación, y produjo más interés sobre la cuestión africana que, cualquier otro acontecimiento anterior.
Regreso a África
En el mes de marzo de 1858, a la edad de 46 años, Livingstone, acompañado de su esposa y el hijo menor Osvaldo, se embarcaron nuevamente para el Africa. Dejando a los dos en casa de su suegro, el misionero Moffat, Livingstone continuó sus viajes. En el año siguiente descubrió el lago Nyasa. Recibió también una carta de su esposa desde la casa de los padres de ella, en Curumá, informándole el nacimiento de una nueva hija... ¡Hacía casi un año! Sólo entonces pudo su padre conocer el acontecimiento.
Realizó exploración de los ríos Zambeze, Téte y Shiré, y la del lago Nyasa, con el propósito de saber cuáles eran los puntos más estratégicos para la evangelización, y luego enviaron misioneros desde Inglaterra para que ocupasen esos lugares.
En 1862 su esposa se reunió con él, de nuevo, y lo acompañó en sus viajes; pero tres meses después falleció víctima de la fiebre, y fue enterrada en una ladera verdeante en las márgenes del río Zambeze. En su diario, Livingstone escribió al respecto de esta manera: "La lloré, porque merece mis lágrimas la amé cuando nos casamos y cuanto más tiempo vivíamos juntos, tanto más la amaba. Que Dios tenga piedad de nuestros hijos. . ."
Uno de los mayores obstáculos que Livingstone enfrentó en su obra misionera, fue el terror de los indígenas al ver un rostro de hombre blanco. Las aldeas enteras en ruinas; fugitivos escondiéndose en los campos de hierba alta, sin tener nada para comer; centenares de esqueletos y cadáveres insepultos; caravanas de hombres y mujeres espesados a los troncos asegurados al cuello, eran conducidos a los puertos - es difícil concebir la magnitud de la desolación creada por los hombres crueles que participaban del tráfico de la esclavitud.
Esos hombres procuraban también, con odio cruel y arte diabólica, acabar con la obra. de Livingstone. Finalmente consiguieron por medio de la política de su país, inducir a Inglaterra a que lo llamase de regreso a su tierra. Fue así como Livingstone llegó de nuevo a su patria, después de una ausencia de cerca de ocho años.
Los creyentes y amigos de Inglaterra, animados por la visión de Livingstone, comenzaron a orar y a enviarle dinero para que continuase su obra en el continente negro. Y nuestro héroe desembarcó por tercera y última vez en el Africa, en Zanzíbar.
En la expedición que inició en Zanzíbar, descubrió los lagos Tanganyka (1867), Mocro (1867) y Bangüeolo (1868). Pasó cinco largos años explorando las cuencas de esos lagos. La constante oración y el pan de la Palabra de Dios fueron su sustento espiritual durante todos esos años de prueba que sufrió debido a las crueldades de los negociantes de esclavos.
Resolvió entonces, hacer todo lo posible para descubrir la cabecera del río Nilo y resolver un problema que durante millares de años se había burlado de los geógrafos. Sabía que si descubriese el nacimiento del famoso Nilo, el mundo le daría oídos acerca de la llaga abierta que tenía el Africa con el comercio de los esclavos. Es interesante conocer lo que él escribió: "El mundo cree que yo busco fama; sin embargo, yo tengo una regla, es decir, no leo nada sobre los elogios que me hacen." El sabía que al acabarse la esclavitud, el continente se abriría para dejar entrar el evangelio.
Durante los largos intervalos que había entre los períodos en que sus cartas eran recibidas en Inglaterra, llegadas desde el corazón del Africa, circularon rumores de que Livingstone había muerto. No eran solamente los hombres que traficaban con esclavos, los que querían matarlo, sino también muchos de los propios naturales, que no creían que existiese un hombre blanco que fuese amigo de verdad. El mismo contó muchos hechos relacionados con las celadas que le prepararon en la tierra de Maniuema para matarlo. En ese lugar él escribió en su diario lo siguiente: "Leí toda la Biblia cuatro veces mientras estuve en Maniuema." En la soledad encontró un gran alivio en las Escrituras.
Reconocía siempre la posibilidad de perecer en manos de los enemigos, pero siempre respondía así a la insistencia de los amigos: "¿No puede el amor de Cristo constreñir al misionero a que vaya adonde el comercio ilegal lleva al mercader de esclavos?
Por primera vez, en los millares de leguas que caminó, los pies del explorador le fallaron. Obligado a quedarse por algún tiempo en una cabaña, todos sus compañeros lo abandonaron, con excepción de tres que se quedaron con él.
Su enfermedad y su muerte
Por fin, llegó a Ujiji, reducido a piel y huesos, por causa de la grave enfermedad que sufrió en Maniuema. No había recibido cartas desde hacía dos años y esperaba recibir también las provisiones que había enviado para allá. Sin embargo, las cartas no habían llegado, entonces, con el cuerpo enflaquecido y carente de ropas y de alimentos, vino a saber que le habían robado todo. En esa situación él escribió: "En mi pobreza me sentí como el hombre que, descendiendo de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de ladrones. No tenía esperanza de que un sacerdote, un levita o un buen samaritano viniese en mi auxilio. Sin embargo, cuando mí alma estaba más abatida, el buen samaritano ya se hallaba muy cerca de mí."
El "buen samaritano" era Henry Stanley, enviado por el diario New York Herald, a insistencia de muchos millares de lectores de ese periódico, para saber con seguridad si Livingstone todavía vivía o, en el caso de que hubiese muerto, para que su cuerpo fuese devuelto a su patria.
Stanley pasó el invierno con Livingstone, quien se negó a ceder a la insistencia de volver a Inglaterra. Podía volver y descansar entre amigos con toda comodidad, pero prefirió quedarse y realizar su anhelo de abrir el continente africano al evangelio.
Realizó su último viaje con el propósito de explorar el Luapula, para, verificar si ese río era el origen del Nilo o del Congo. En esa región llovía incesantemente. Livingstone sufría dolores atroces; día tras día se le iba volviendo más y más difícil caminar. Fue entonces que tuvo que ser cargado por vez primera, por sus fieles compañeros: Susi, Chuman y Jacó Wainwright, todos indígenas.
En su diario, las últimas notas que escribió, dicen lo siguiente: "Cansadísimo, estoy... recuperada la salud... Estamos en las márgenes del Mililamo."
Llegaron a la aldea de Chitambo, en Ilala, donde Susi hizo una cabaña para él. En esa cabaña, el 1' de mayo de 1873, el fiel Susi encontró a su bondadoso maestro, de rodillas, al lado de su cama muerto. ¡Oró mientras vivió y partió de este mundo orando!
Sus dos fieles compañeros, Susi y Chuman, enterraron el corazón de Livingstone debajo de un árbol en Chitambo, secaron y embalsamaron el cuerpo y lo llevaron hasta la costa - viaje que duró varios meses, a través del territorio de varias tribus hostiles. El sacrificio de esos valientes hijos del Africa sin que tuvieran ningún propósito de recibir remuneración económica alguna, no será olvidado por Dios, ni por el mundo.
El cuerpo después que hubo llegado a Zanzíbar, fue transportado para Inglaterra, donde fue sepultado en la Abadía de Westminster, entre los monumentos de los reyes y héroes de aquella nación. No había dudas con respecto al cuerpo de Livingstone; era fácil de identificarlo; el hueso por encima del brazo izquierdo tenía bien patentes las marcas de los dientes del león que lo atacara años atrás.
Entre los que asistieron a su entierro, se encontraban sus hijos y el viejo misionero Robert Moffat, padre de su querida esposa. La multitud estaba compuesta tanto de un pueblo humilde, que lo amaba, como de los grandes, que lo honraban y respetaban.
Se cuenta que entre la multitud que permanecía en las aceras de las calles de Londres, el día en que el cortejo que llevaba el cuerpo de David Livingstone pasó, había un viejo llorando amargamente. Al preguntarle por qué lloraba,- respondió: "Es porque Davidcito y yo nacimos en la misma aldea, cursamos el mismo colegio y asistimos a la misma escuela dominical; trabajamos en la misma máquina de hilar, pero, Davidcito se fue por aquel camino y yo por éste. Ahora él es honrado por la nación, mientras que yo soy despreciado, desconocido y deshonrado. El único futuro para mí es el entierro del borracho."
No es solamente el ambiente, sino las preferencias de nuestra juventud lo que determina nuestro destino, no solamente aquí en este mundo, sino para toda la eternidad.
Cuando Livingstone hablaba a los alumnos de la Universidad de Cambridge, en 1857, dijo lo siguiente: "Por mi parte, nunca ceso de regocijarme porque Dios me haya designado para tal oficio. El pueblo habla del sacrificio que yo he hecho en pasarme tan gran parte de mi vida en el Africa. ¿Es sacrificio pagar una pequeña parte de la deuda, deuda que nunca podremos liquidar, y que debemos a nuestro Dios? ¿Es sacrificio aquello que trae la bendita recompensa de la salud, el conocimiento de practicar el bien, la paz del espíritu y la viva esperanza de un glorioso destino? ¡No hay tal cosa! Y lo digo con énfasis: No es sacrificio... Nunca hice un sacrificio. No debemos hablar de sacrificio, si recordamos el gran sacrificio que hizo Aquel que descendió del trono de su Padre, de allá de las alturas, para entregarse por nosotros."
Si Livingstone no se hubiese enfermado, habría descubierto la cabecera del Nilo. Durante los treinta años que pasó en el África, nunca se olvidó del propósito que tenía de llevar a Cristo a los pueblos de ese obscuro continente. Todos los viajes que realizó, eran viajes misioneros.
Grabadas en su tumba se pueden leer estas palabras: "El corazón de Livingstone permanece en el África, su cuerpo descansa en Inglaterra, pero su influencia continúa."
Pero grabadas en la historia de la iglesia de Cristo están los grandes éxitos alcanzados en el África durante un período de más de 75 años después de su muerte, éxitos inspirados en gran parte, por las oraciones y por la gran persistencia de ese gran siervo que fue fiel hasta la muerte.
HUDSON TAYLOR
(1832-1905)
MISIONERO EN LA CHINA
James Hudson Taylor, fue un británico protestante cristiano misionero a China, y fundador de la China Inland Mission (CIM) (ahora OMF Internacional). Taylor pasó 51 años en China. La Sociedad comenzó cuando él era responsable de traer a más de 800 misioneros en el país, comenzó 125 Escuelas, y como consecuencia directa de 18.000 conversiones cristianas, así como el establecimiento de más de 300 estaciones de la Obra con más de 500 ayudantes locales en todas las dieciocho provincias.
Taylor era conocido por su sensibilidad a la cultura china y el celo por la evangelización. Se aprobó el uso de ropa nativa china a pesar de que esto era raro entre los misioneros de la época. Bajo su liderazgo, la CIM fue singularmente no confesional en la práctica y aceptó los miembros de todos los grupos protestantes, incluidos los individuos de la clase obrera y las mujeres solteras, así como reclutas multinacionales. En primer lugar porque la campaña de la CIM contra el tráfico de opio, Taylor se ha denominado como uno de los europeos más importantes para visitar China en el siglo 19. El historiador Ruth Tucker, resume el tema de su vida:
"Ningún otro misionero en los diecinueve siglos desde el apóstol Pablo ha tenido una visión más amplia y ha llevado a cabo un plan más sistematizado de evangelizar a una amplia zona geográfica que Hudson Taylor."
Taylor fue capaz de predicar en varias variedades de chino , incluyendo mandarín , Chaozhou y los Wu dialectos de Shanghai y Ningbo . El último de ellos conocía lo suficientemente bien como para ayudar a preparar una edición coloquial del Nuevo Testamento escrito en él.
Juventud y primeras obras
Hudson Taylor a los 21 años
Taylor nació en Barnsley , Yorkshire , Inglaterra, el 21 de mayo de 1832, el hijo de un químico ( farmacéutico ) y Metodista predicador laico, James Taylor y su esposa, Amelia (Hudson), siendo un hombre joven se alejó de las creencias cristianas de sus padres. A los diecisiete años, después de leer un folleto tratado evangelístico titulado " Poor Richard ", que profesaba la fe en Cristo, y en diciembre de 1849, se comprometió a ir a China como misionero. En este momento entró en contacto con el Dr. Edward Cronin de Kensington, uno de los miembros de la primera fiesta misionera de los Hermanos de Plymouth a Bagdad.
Se cree que Taylor aprendió sus principios de fe de la misión de su contacto con los hermanos.
Taylor fue capaz de tomar prestado un ejemplar de China: Su estado y las perspectivas de Walter Henry Medhurst, que se apresuró a leer. Acerca de este tiempo, él comenzó a estudiar las lenguas de mandarín , griego , hebreo y latín.
En 1851, se mudó a un barrio pobre de Kingston upon Hull a ser un asistente médico con el Dr. Robert Hartley, y comenzó a prepararse para una vida de fe y de servicio, dedicándose a los pobres y el ejercicio de la fe que Dios iba a proveer para su necesidades. Él practicó la distribución de folletos evangelísticos y predicación al aire libre entre los pobres.
En 1852 comenzó a estudiar medicina en la Royal London Hospital de Whitechapel , Londres, como preparación para el trabajo en China. El gran interés despertado en Inglaterra acerca de China a través de la guerra civil, que luego fue erróneamente supone que es un movimiento de masas hacia el cristianismo, junto con los informes que brillan intensamente, pero exagerada realizados por Karl Gutzlaff relativas a la accesibilidad de China, llevó a la fundación de la Sociedad de la evangelización de China , al servicio de que Hudson Taylor se ofreció como su primer misionero.
La primera visita a China
Hudson Taylor viajó en barco por los canales y vías fluviales de China, la predicación y en la distribución de Biblias
Taylor dejó Inglaterra el 19 de septiembre 1853 antes de completar sus estudios de medicina, de llegar a Shanghai, China, el 1 de marzo de 1854. El viaje casi desastroso a bordo de las podadoras de Dumfries a través de un pasaje de Easterly cerca de isla de Buru duró alrededor de cinco meses. En China, se enfrenta de inmediato con la guerra civil, lanzando su primer año allí en el caos.
Taylor hizo 18 viajes de predicación en las cercanías de Shanghai a partir de 1855, y fue a menudo mal recibida por el pueblo, a pesar de que llevaba consigo suministros médicos y habilidades. Él tomó la decisión de adoptar las ropas nativas de China y de la cola (coleta), con la frente afeitada, sin embargo, y luego fue capaz de ganar una audiencia sin crear una perturbación. Anterior a esto, Taylor se dio cuenta de que donde quiera que fuera que estaba siendo referido como un "diablo negro" por el abrigo que llevaba. Se distribuyeron miles de folletos evangélicos chinos y las porciones de la Escritura en los alrededores de Shanghai. Durante su estancia en Shanghai, también adopto y cuidado de un niño chino llamado Hanban.
Evangelista escocés, William Burns Chalmers , de la Misión Presbiteriana Inglés comenzó a trabajar en Shantou , y por un período de Taylor se unió a él allí. Después de salir más tarde se descubrió que todos sus suministros médicos, que se almacenan en Shanghai, había sido destruido por un incendio. Luego, en octubre de 1856, mientras viajaba a través de China fue despojado de casi todo lo que poseía.
Reubicados en Ningbo en 1857, Taylor recibió una carta de un apoyo Müller George que llevó a Taylor y su compañero de trabajo John Jones decidir renunciar a la Junta de Misiones problemática que les había enviado, y en lugar de trabajar de forma independiente en lo que llegó a ser llamado el "Ningpo Misión". Cuatro hombres chinos se unieron a ellos en su trabajo: Ni Yongfa, Ninggui Feng, Wang Laijun y Guogui Qiu.
En 1858, Taylor se casó con María Jane Dyer , la hija huérfana del reverendo Samuel Dyer de la Sociedad Misionera de Londres, que había sido un pionero de las misiones de los chinos en Penang, Malasia. Hudson conoció a María en Ningbo, donde vivió y trabajó en una escuela para niñas que fue dirigido por uno de los primeros misioneros de mujeres a los chinos, Mary Ann Aldersey .
Como una pareja de casados los Taylor se hizo cargo de un niño adoptado llamado Tianxi mientras vivía en Ningbo. Tuvieron un hijo propio, que falleció en 1858. Su primer hijo superviviente, Grace , nació en 1859.
Poco después de su nacimiento, los Taylor se hizo cargo de todas las operaciones en el hospital de Ningbo que había sido dirigido por el doctor William Parker. En una carta a su hermana Amelia Hudson Taylor escribió el 14 de febrero de 1860, "Si yo tuviera mil libras de China debería haber-si tuviera mil vidas, China debería tenerlas. ¡No! No es China, sino que es Cristo. ¿Se puede hacer demasiado para él? ¿Podemos hacer lo suficiente para un precioso Salvador?"
Debido a problemas de salud, en 1860, Taylor decidió regresar a Inglaterra por un permiso con su familia. Los Taylor volvierón a Inglaterra a bordo del clíper de té Jubliee junto con su hija, Gracia y un hombre joven, Wang Laijun, de la iglesia de la calle del puente en Ningbo, que podría ayudar con la traducción de la Biblia que el trabajo lo continuará en Inglaterra.
Familia y China Inland Mission
Taylor utilizó su tiempo en Inglaterra para continuar su trabajo, en compañía de Federico Foster Gough de la Sociedad Misionera de la Iglesia la traducción del Nuevo Testamento en un romanizado dialecto de Ningbo de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Él terminó su diploma (y un curso de obstetricia ) en el Hospital Real de Londres con la Royal College of Surgeons en 1862, y con la ayuda de María, escribió un libro llamado necesidad espiritual de China y reclamaciones en 1865, que fue instrumental en la generación de simpatía por China y voluntarios para el campo de la misión, que comenzaron a salir en 1862, los primeros son James Joseph Meadows. En el libro de Taylor escribió:
"¡Oh, por su elocuencia para defender la causa de China, por un lápiz sumergido en el fuego para pintar la condición de este pueblo."
Viajó extensamente por las Islas Británicas que hablan en las iglesias y la promoción de las necesidades de China. En casa en el East End de Londres, también ejerció su ministerio en la prisión de Newgate. Durante este tiempo se hizo amigo de Charles Haddon Spurgeon, quien fue pastor de la Tabernáculo Metropolitano y se convirtió en un partidario de toda la vida de Taylor. Además, la sede de la joven Taylor Thomas John Barnardo en su casa como un candidato potencial misionero entre 1865-1866.
Hudson Taylor solo por la noche en busca por un ladrón.
Su segundo hijo, Herbert , nació en Londres en 1861. Más niños nacieron de los Taylor, en 1862, Federico, en 1864, Samuel, y en 1865 Jane, que murió al nacer.
El 25 de junio de 1865, en Brighton, Taylor se dedicó definitivamente a Dios por la fundación de una nueva sociedad para llevar a cabo la evangelización de los "no alcanzados" en las provincias interiores de China. Él fundó la Misión China Inland, junto con William Thomas Berger, poco tiempo después. En menos de un año, que habían aceptado 21 misioneros y recaudó más de £ 2.000 (alrededor de £ 130.000 en 2007. A principios de 1866 Taylor publicó la primera edición del Documento de Divulgación de la Misión Interior de China que más tarde se convirtió en Millones de China.
El 26 de mayo de 1866, después de más de cinco años de trabajo en Inglaterra, Taylor zarpó de la familia en China con su equipo de las misiones de nuevo "el Partido Lammermuir" a bordo del clíper de té Lammermuir. Un viaje de cuatro meses se consideraba rápida en el momento. Mientras que en el Mar de China Meridional y el Océano Pacífico, el barco naufragó cerca, pero sobrevivió a dos tifones. Se llegó a salvo en Shanghai el 30 de septiembre de 1866.
Regreso a China
La llegada de la mayor parte de los misioneros que se envió a China, así como su intención de ser vestido con la ropa nativa, dio a la colonia extranjera en Shanghai mucho de que hablar y algunas críticas de los jóvenes comenzó en la Misión Interior de China. El partido se puso la ropa de China, a pesar, incluso las mujeres misioneros que se ha considerado semi-escandalosa en el momento. Cuando otros misioneros trataron de conservar sus costumbres británicas, Taylor estaba convencido de que el Evangelio sólo se echaría raíces en suelo chino si los misioneros estaban dispuestos a afirmar la cultura de las personas a las que se buscan alcanzar. Sostuvo, en el ejemplo del apóstol Pablo: "Déjanos en todo lo que no es pecado ser como los chinos, que por todos los medios que pueda salvar a algunos."
Viajaron por el Gran Canal de China para hacer el primer asentamiento en la ciudad devastada por la guerra de Hangzhou. Otra hija nació en China (María Hudson Taylor). Taylor comenzó a practicar mucho buscar-después del trabajo médico y predicar todos los días en un calendario agotador. Cientos vinieron a escuchar y ser tratado.
Los conflictos dentro del equipo Lammermuir limita su eficacia, pero cuando Grace Taylor hija murió de meningitis en 1867, se unieron durante un tiempo y lo solucionaron su desacuerdo después de ver el lugar de Taylor de las preocupaciones de sus compañeros de misión por encima incluso de la preocupación que sentía por su convaleciente hija.
Disturbios en Yangzhou
En 1868, los Taylor tomó un grupo de misioneros hasta Yangzhou para iniciar un nuevo trabajo. Pero los problemas continuaron en 1868, cuando sus locales de la misión fueron atacados, saqueados e incendiados durante la revuelta de Yangzhou . A pesar de la violencia y las lesiones, no hubo muertos. Por desgracia, la indignación internacional en los chinos por el ataque a estos ciudadanos británicos (y la posterior llegada de la Royal Navy) causó también el interior de China Misión y Taylor a ser criticado en la prensa británica durante casi empezar una guerra. Taylor nunca ha solicitado la intervención militar, pero algunas voces en el Parlamento británico llamó a "la retirada de todos los misioneros de China". Sin embargo, los Taylor volvierón a Yangzhou más tarde ese año, para continuar en el trabajo y muchos convertidos al cristianismo fueron hechas.
En 1869, Hudson fue influenciado por un pasaje en la santidad personal en un libro llamado "Cristo es todo" por la Ley de Henry que fue enviada a él por un compañero misionero McCarthy. "El Señor Jesús es la santidad recibida comenzando, el Señor Jesús se apreciaba la santidad avanzar, el Señor Jesús contare como nunca ausente sería completa santidad." Esta nueva comprensión de la continua permanencia en Cristo sufrió por el resto de su vida. En ese momento, fue citado por el compañero misionero Charles Henry Judd como diciendo: "¡Oh, señor Judd, Dios me ha hecho un hombre nuevo!".
La pérdida de María
En 1868 otro hijo, Charles, nació en el seno de la familia Taylor, y en 1870, Taylor y su esposa tomaron la difícil decisión de enviar a sus tres hijos mayores que sobreviven (Bertie, Freddie y María Samuel murió a principios de ese año) a Inglaterra con la señorita Emily Blatchley. En julio, Noel nació, a pesar de que murió de desnutrición y la privación de dos semanas más tarde debido a la incapacidad de María para cuidarlo. María se murió varios días después, con la causa oficial de muerte es el cólera. Su muerte sacudió a Taylor profundamente, y en 1871, su salud comenzó a deteriorarse aún más, llevando a su regreso a Inglaterra en ese año para recuperar y cuidar de los elementos de negocio.
De regreso en Inglaterra, Taylor se casó con Jane Elizabeth Faulding que había sido un compañero misionero desde 1866. Hudson y "Jennie", regresó a China a finales de 1872 a bordo del Tigre MM. Ellos estaban en Nanjing, cuando Jennie dio a luz a los gemelos muertos-un niño y una niña en 1873. Dos años más tarde, los Taylor se vieron obligados a volver de nuevo a Inglaterra a causa de la muerte del secretario de la misión y de sus hijos Blatchley cuidador, Emily.
Durante el invierno de 1874 y 1875 Taylor fue prácticamente paralizado por una caída que había tomado en un barco por el río. En este estado de impedimento físico agobiante, con confianza Taylor publicó un llamamiento por 18 nuevos trabajadores a unirse a la obra. Cuando lo hizo recuperar sus fuerzas, Jennie se quedó con los hijos, (incluido un nuevo hijo y una hija, Ernest y Amy, así como la hija huérfana de su colega misionero George Duncan) y en 1876, Hudson Taylor regresó a China y el 18 pidió a los misioneros le siguieron. Mientras tanto, en Inglaterra, el trabajo de Secretario General de la Misión Interior de China fue realizada por Benjamin Broomhall, quien se había casado con la hermana de Hudson, Amelia.
Fue en este momento en que la labor evangélica de Hudson en Inglaterra afectó profundamente a varios miembros de la famosa cricket Studd de la familia, dando lugar a tres de los hermanos de conversión y siendo profundamente religiosos se, uno de ellos, jugador de criquet Carlos Studd, se convirtió en un misionero en China, junto con compañero de la Universidad de Cambridge conversos, conocido como el Cambridge Seven.
Desde 1876-1877 Taylor recorrió el interior de China, la apertura de las estaciones de misiones. Esto fue posible por el 13 de septiembre 1876 la firma de la Convención Chefoo , un acuerdo entre Gran Bretaña y China que lo hizo posible para el trabajo misionero que se celebrará legalmente en el interior de China. En 1878, Jennie volvió a China y comenzó a trabajar para promover el servicio misionero de mujeres allí. En 1881 había 100 misioneros en el CIM.
Hudson Taylor alrededor de 1885.
Taylor regresó a Inglaterra en 1883 para reclutar a más misioneros que hablan de las necesidades de China, y regresó a China, trabajando ahora con un total de 225 misioneros y las iglesias 59. En 1887 su número aumentó en un 102 con otro de los Cien misioneros , y en 1888, Taylor llevó 14 misioneros de los Estados Unidos. En los EE.UU., viajó y habló en muchos lugares, incluyendo la Conferencia de Niagara Biblia , donde se hizo amigo de Cyrus Scofield y más tarde Taylor llenó el púlpito de Dwight Lyman Moody como invitado en Chicago. Moody y Scofield a partir de entonces apoyó activamente la labor de la Misión de China Continental para América del Norte.
En 1897, Hudson y la única hija superviviente de María, María murió en Wenzhou , dejando cuatro hijos y su esposo misionero, Juan José Coulthard . Ella había sido instrumental en guiar a muchas mujeres chinas al cristianismo durante su corta vida.
Boxer crisis
Noticias de la Rebelión de los Boxer, y la consiguiente perturbación de la labor misionera en el año 1900 en dificultades Taylor, a pesar de que llevó a un mayor interés en las misiones en el área y el crecimiento adicional de la Misión de China continental. A pesar de la CIM sufrido más que cualquier otra misión en China (58 misioneros, 21 niños fueron asesinados), Taylor se negó a aceptar el pago por pérdida de la propiedad o la vida, para mostrar la "mansedumbre y ternura de Cristo'. Fue criticado por algunos, pero fue elogiado por la Oficina de Relaciones Exteriores británico, cuyo ministro de Pekín donó £ 200 a la CIM, expresó su 'admiración' y simpatía. Los chinos también fueron tocados por la actitud de Taylor.
Últimos años
Hudson Taylor en 1893
Debido a problemas de salud, Taylor permaneció en Suiza, semi-retirado con su esposa. En 1900, Dixon Edward Hoste fue nombrado el Director General Interino de la CIM, y en 1902, Taylor renunció formalmente. Su esposa, Jennie, murió de cáncer en 1904 en Les Chevalleyres, Suiza, y en 1905, Taylor volvió a China por undécima vez y última. Allí visitó Yangzhou y Zhenjiang y otras ciudades, antes de morir repentinamente mientras leía en su casa en Changsha. Fue enterrado junto a su primera esposa, María de Zhenjiang, cerca del río Yangtze.
El pequeño cementerio protestante en Zhenjiang fue destruido durante la Revolución Cultural de China por la Guardia Roja en China como parte de la destrucción de los Cuatro Viejos campaña. Hoy en día hay edificios industriales en el sitio. Sin embargo, el marcador de Hudson Taylor fue guardado en un museo local durante años. Su bisnieto, James H. Taylor III, encuentra el marcador y fue capaz de ayudar a una iglesia local china volver a levantar dentro de su edificio en 1999.
Su re-erigido lápida se lee:
Sagrado a la memoria de el reverendo J. Hudson Taylor, el venerado fundador de la Misión China Inland. Llevado 21 de mayo de 1832, Falleció el 03 de junio 1905 "Un hombre en Cristo" 2 Cor. XII: 2 Este monumento se erige por los misioneros de la Misión Interior de China, como marca de su estima sincera y el amor.
Biografía de Jorge Muller
(1805-1898)
UNA VIDA CONFIADA. La vida de confianza y dependencia en Dios de Jorge Müller es un gran testimonio de la bondad, fidelidad, poder y realidad de Dios. Y Dios, hoy, igualmente se mostrará a sí mismo a todo aquel que confíe en él.
La ejemplar vida de Jorge Müller, en cuanto a la fe y a la oración, no se puede acreditar a una crianza cristiana. Nació en 1805 en Prusia, y su niñez y juventud carecieron de enseñanza e influencia cristiana. No tuvo Biblia para leer. Su padre le daba a él y a su hermano demasiado dinero, considerando que eran solamente unos jóvenes: eso les permitió seguir en sus hábitos pecaminosos. Sin embargo, después de un tiempo, Jorge se propuso estudiar con empeño, y al fin llegó a aprender seis idiomas, incluyendo el hebreo, el latín y el griego.
Su padre le animó a ser ministro, puesto que eso le serviría a Jorge para darse una vida comodona, y así, cuando él se jubilase, podría vivir cómodamente con Jorge. Por lo tanto, Jorge comenzó a estudiar en un seminario teológico. Aunque era un estudiante religioso, no tenía conocimiento alguno del significado de la salvación, más bien continuaba su vida pecaminosa. Aunque sí, tenía deseos en su corazón de reformarse; pero sus esfuerzos para ese fin repetidamente fallaban.
El cambio
Cuando tenía casi veinte años, fue invitado al hogar de unos creyentes, un sábado por la noche, para asistir a un culto de oración. La reunión consistía de lecturas bíblicas, oración y lectura de un sermón escrito. La misma dejó una gran impresión en Jorge, y se fue a su casa con gran gozo en su corazón. Dios había comenzado una obra de gracia en su corazón, y éste fue el comienzo de un cambio en su vida. Aunque no conquistó todos sus hábitos pecaminosos en este tiempo, su vida sí fue diferente desde ese entonces en adelante. Rompió las amistades pecaminosas, y comenzó a leer la Biblia y a orar.
Él amaba el compañerismo de los creyentes y lo buscaba dondequiera que fuera posible. A veces caminaba hasta veinte kilómetros para poder oír a predicadores santos. Sus condiscípulos se burlaban de él. Cuando le escribió a su padre y a su hermano acerca de la nueva felicidad que había encontrado, su padre se disgustó mucho.
Una nueva luz y la ayuda vinieron a Jorge cuando un profesor, quien era un verdadero creyente: el Dr. Tholuck, vino al seminario. También se reunía con otros estudiantes creyentes que tenían cultos todos los domingos por la noche. Dios usó todo esto para guiar al joven creyente en su camino. El deseo de vivir completamente para Dios creció en su corazón, y él comenzó ansiosamente a prepararse para el servicio del Señor y a orar en cuanto a saber la voluntad de Dios para su vida.
Con los consejos del Dr. Tholuck, quien era temeroso de Dios, Jorge aplicó para ir a las comunidades de los judíos como misionero. Pero le pidieron que fuera a estudiar a Londres por un período de seis meses, como un tiempo de prueba. Su padre estuvo de acuerdo que fuese, pero parecía que había un obstáculo, que no podía vencer: Los jóvenes de Prusia tenían que servir un tiempo en el ejército. Al ser examinado por un médico y declarado físicamente incapaz, Jorge fue exento de comenzar su entrenamiento en el ejército carnal, pero esto le dio la oportunidad de empezar su entrenamiento misionero.
Después de llegar a Londres y estudiar mucho, se puso tan mal de salud que le parecía a él que iba a morir. Pero oró, pidiendo saber la voluntad del Señor, y pronto comenzó a recobrarse. Luego, se fue al campo para recuperarse aun más; y allí, bajo las enseñanzas de un hermano consagrado a Dios, comenzó a comprender que él necesitaba depender más de la dirección del Espíritu Santo, especialmente en cuanto a prepararse para predicar. Con esto, comenzó a dejar a un lado los comentarios y otros libros, e invirtió más tiempo a la lectura y estudio único de la Palabra de Dios.
"El resultado de esto", él dijo, "fue que la primera tarde que me encerré en mi cuarto para entregarme a la oración y meditación sobre las Escrituras, a las pocas horas aprendí más de lo que había aprendido durante los varios meses anteriores. Pero la diferencia particular era que yo recibí genuinas fuerzas para mi alma, cumpliéndolo..."
Cuando regresó a Londres para estudiar, Jorge les sugirió a sus compañeros que se reuniesen por las mañanas, de las seis a las ocho, para orar y leer las Escrituras, y para compartir lo que el Señor les estaba mostrando. Él relató que varias veces, en las tardes, después de un tiempo de devocional, encontró "una comunión tan dulce con Dios" que siguió orando hasta la medianoche, y, luego fue al cuarto de otro hermano, donde pasaron como dos horas en oración. Estando así, demasiado lleno de gozo para dormir, se quedaba despierto hasta las seis de la mañana, para orar con sus condiscípulos.
Su salud comenzó a empeorar otra vez, y sintió que no debía gastar más tiempo estudiando, sino que debía comenzar a servirle al Señor. Fue así, como comenzó a ministrar a los judíos que vivían en Londres y le fue relevada su obligación de servir en la sociedad de los misioneros, para que así pudiese servir a Dios según Él lo guiara.
Aprendiendo a esperar en Dios
No mucho después de dejar la escuela, le pidieron que pastorease una iglesia en Teignmouth. Siendo un pastor joven, llegó a darse cuenta que él no sabía cuál era el mejor texto para la congregación. Comenzó con el hábito de ir al Señor en oración, para decidir cual texto debía usar. A veces estaba de rodillas durante largo tiempo antes de que Dios le diera un texto apropiado. Si nada venía a su mente, calmadamente seguía leyendo las Escrituras en las partes donde él leía a diario, hasta que un texto le era traído a su memoria. También, hubo veces cuando tuvo que ir a los cultos sin texto alguno, pero lo recibió de Dios unos pocos minutos antes de predicar. El Señor siempre le fue fiel en proveerle, si él le había sido fiel en buscar su guianza, en la oración.
Era práctica de Jorge el meditar en el texto o el pasaje que seleccionara, con pluma en mano, escribiendo el bosquejo que venía a su mente. Rara vez usaba otro medio para entender las Escrituras, excepto otras buenas traducciones de la Biblia en otros idiomas. En la mayoría de los casos dependía únicamente de la oración.
Así, Jorge subía al púlpito, confiando que el Señor le traería a la memoria el mensaje en en el que había meditado; y a veces añadió nuevos pensamientos que le venían mientras predicaba. La mayoría de sus predicaciones consistieron en explicar las Escrituras, y se dice que aquellos que escuchaban sus sermones se pusieron fuertes y eruditos en la Palabra de Dios, más que la mayoría de otros creyentes.
Dependiendo de Dios por las finanzas
Unas pocas semanas después de casarse con la Señorita Mery Groves, los dos decidieron que él debería dejar de recibir los usufructos por vender las entradas a la iglesia. No creyeron que tal práctica fuera bíblica, más bien pensaron que la gente debería entrar gratis a la iglesia. Además, dudaban que algunos lo dieran con alegría. Se puso en la iglesia una caja, en la cual la gente podía depositar sus ofrendas para él. A veces las ofrendas fueron muy escasas. Y otras veces, los que administraban el dinero de la caja, tardaron en dárselo a tiempo. Como resultado, hubo veces cuando Jorge y su joven esposa no tuvieron lo suficiente para los gastos.
Pero Dios contestó sus fervientes oraciones, impresionando a algunos de la congregación al darles comida o dinero, satisfaciendose de esa manera sus necesidades, y animándoles en la fe. Ellos dos fueron diligentes para no contraer deudas, escogiendo más bien a vivir sin ellas. Además, deseaban dar testimonio de su plena confianza únicamente en el Dios Viviente.
Jorge escribió: "Esta manera de vivir, con frecuencia ha sido el medio por el cual la gracia ha vuelto a reanimar mi enfriado corazón, y me ha restablecido en el Señor después de un tiempo de reincidencia. Porque no es tolerable ni puede uno vivir en el pecado y a la vez mantener la comunión con Díos, para conseguir de los cielos todas las necesidades de esta vida presente. A menudo, una nueva respuesta a mi oración, cuando la obtuve de esta manera, me reanimó el alma, y llenó de mucho gozo".
A veces, ellos tuvieron que orar para que Dios les supliese la cena, mientras le daban gracias por el almuerzo. Y algunas veces Dios usaba los donativos de los pobres; pequeñas donaciones, pero preciosas, quizás una hogaza de pan.
Al cumplir el primer año de vivir sin sueldo, ellos descubrieron que habían recibido más de lo que solían ganar recibiendo el sueldo. Jorge dijo: "No he servido a un maestro cruel, y eso es lo que me da gozo de demostrar".
Después de un poco más de dos años en Tiegnmonth, fue guiado a mudarse a Bristol. Dios bendijo su ministerio allí y unas personas se convirtieron a razón de su ministerio. Mucha gente pobre vino a sus puertas, y tuvieron oportunidades de ayudarlos de la manera como Dios les suplía, con pan. También establecieron una escuela para niños: a los estudiantes les leían las Escrituras y les hablaban del Señor.
Institución del conocimiento de las Escrituras
Después de varios años de ministerio fructífero en Bristol, con su colaborador: el hermano Craik, sintieron ser guiados a establecer una institución misionera para difundir el evangelio, dentro de y fuera del país. La misma sería conocida como "La Institución del Conocimiento de las Escrituras". Esa incluía una escuela dominical para niños, escuelas diarias para niños, y de igual manera, escuelas dominicales y escuelas nocturnas para adultos, en las que se les instruía con bases bíblicas. La Institución también trabajaba en la distribución de Biblias y tratados, y ayudaba a los misioneros en sus obras.
Las bases para la obra de esa institución tenían que ser iguales a las que los mismos Müller siguieron: confiar totalmente en el Señor para suplir las finanzas, no contraer deudas y no suponer que el éxito de la institución fuera determinado por la cantidad de dinero que daba, ni por la cantidad de Biblias distribuidas, etcétera; pero, más bien el éxito se determinara por la bendición del Señor sobre la obra (Zacarías 4:6). Esto se consigue en la medida en que esperamos en el Señor, orando.
Después de varios meses de operación, oyeron de un huerfanito, quien había asistido a su escuela de plan diario, y se había afanado mucho por su alma a razón de las enseñanzas que había recibido allí. Pero el niño se puso muy triste cuando las autoridades de la ciudad le cambiaron de escuela, a una "casa de pobres" lejos de la escuela. Eso tocó muy profundamente el corazón de Jorge, y él deseó hacer algo para ayudar a los niños pobres.
Primer asilo de huérfanos
En 1835, a la edad de 30 años, Jorge se sintió guiado por Dios a establecer un hogar para huérfanos. Varias consideraciones le guiaron a esto. Él deseaba demostrarles a los creyentes que Dios quería probarse a sí mismo como el Dios Viviente, como fue en antaño con todos los que confiaron en Él. Jorge vio a padres que trabajaban 14 o 16 horas al día para proveer a sus familias. El demasiado trabajo no solamente les hacía daño físico, pero también les dificultaba tener tiempo adecuado para la oración y la lectura bíblica, así que sus vidas espirituales sufrían. Pero los padres que eran concienzudos en esto, apenas ganaban lo suficiente para mantener sus familias. ¿Cómo hacer para que trabajasen menos horas? Jorge quería que ellos vieran que era el Señor, y no el trabajo, el que los sustentaba.
Además había ciertos creyentes que estaban bastante preocupados en cuanto a su vejez, cuando ya no pudieran trabajar. Temían ir al asilo de los pobres. Jorge les quería demostrar, de igual modo, que Dios no desampara a los que confían en Él.
Sumado a todo esto, Jorge vio a ciertos cristianos negociantes que cedían un poco al mal, al igual que los hombres del mundo, para poder salir bien en sus negocios. Él quería que ellos confiaran en el Dios viviente, y que condujeran sus negocios honradamente, y de ese modo salir adelante; porque era Dios quién les bendecía y les honraba.
Además, había quienes trabajan en profesiones que no honraban a Dios, pero los mismos tenían miedo de dejar sus trabajos, y así (temían) quedarse desempleados. Jorge les quería demostrar la fidelidad inmutable de Dios, y Su deseo y capacidad de ayudar a todo aquel que le clama a Él.
Él mismo había confiado en Dios y en Su palabra, y había probado su fidelidad; y a los temerosos, quería animarles a hacer lo mismo. Si ellos le podían observar a él, un hombre sin muchas cosas materiales, establecer y mantener un orfanato por medio de la sola oración y fe, ciertamente ellos se animarían igualmente a confiar en el Señor. Y, posiblemente, los inconversos se convencerían de la realidad y veracidad acerca del vivo y genuino Dios. Y, claro, en su corazón estaba también el deseo de ayudar a los huérfanos, no solamente en aliviar su necesidad material, sino que también, guiarlos al camino de Dios.
Una tarde, leyendo las Escrituras, Jorge se asombró mucho por el texto: "Abre tu boca, y yo la llenaré" (Salmos 81:10). Aplicó lo mismo para el orfanato, le pidió al Señor un local que pudiese alquilar por mil libras esterlinas y por personas adecuadas que pudiesen hacerse cargo de ese trabajo. Dos días después, recibió su primer chelín [una moneda inglesa] para el orfanato. Obreros se ofrecieron a sí mismos. Amigos trajeron utensilios de hogar, muebles, telas para hacer ropas y sabanas para las camas. Una casa apropiada se alquiló. Donaciones en efectivo llegaron. Pero, se requirió 18 meses de diaria oración, antes de que las 1000 libras esterlinas llegaran. Alabanzas a Dios, porque Él supliría, estaban mezcladas con las oraciones; porque Jorge sentía que el mensaje de Marcos 11:24 era muy importante: "...todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá".
Un regalo sacrificador, de 100 libras esterlinas, vino de parte de una hermana pobre, quien no estaba bien de salud y sólo era capaz de ganar muy poco. Ella había recibido una pequeña herencia, y habiendo ya usado una buena porción de la herencia para las necesidades de su familia; ella dio esas 100 libras esterlinas para el orfanato. Cuando le preguntaron si ella realmente debía dar tal cantidad, su respuesta fue: "Él Señor Jesús ha dado su última gota de sangre por mí, ¿no puedo yo darle a Él estas 100 libras?"
Aunque Jorge había orado intensamente acerca de los detalles involucrados para establecer el orfanato, sus necesidades habían sido suplidas; pero había faltado orar por los niños. Cuando el tiempo llegó para abrir el asilo de niños, nadie había solicitado admisión. Entonces, rogó al Señor ansiosamente por postulantes y al día siguiente llegó el primero. Sus intenciones eran las de recibir niños de edades de 7 a 12 años. La casa pronto se llenó. Después de más oración, Jorge se sintió guiado a abrir un hogar para infantes.
Alrededor de un año y medio, después de abrir el primer hogar, el tercer orfanato se abrió; éste fue para varones de 7 a 12 años de edad. Milagrosamente, una casa en la misma calle donde estaban ubicadas los dos primeros orfanatos la habían desocupado y estaba disponible para este propósito. Jorge ahora tenía la responsabilidad de alimentar a 90 personas en cada comida, incluso a los trabajadores. Con una "familia" de este tamaño, Jorge pasó mucho tiempo arrodillado, entregándose a la oración. Él creía que Dios esperaba sus peticiones. Su esposa y uno o dos colaboradores escogidos fueron los únicos a quienes él enteró acerca de las condiciones financieras.
La fe probada
Durante los primeros años de los orfanatos, hubo muchas pruebas financieras. En cierta ocasión, cuando los fondos estaban muy escasos, Jorge convocó a dos reuniones especiales de oración, las cuales duraron desde las 6 hasta las 9 de la noche. Aun en este tiempo, él no mencionó la escasez de los fondos, más bien habló de la abundancia, con la cual Dios estaba supliendo las necesidades. Mientras meditaba en Hebreos 13:8, "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" un sobre le fue entregado, el cual contenía los fondos carentes.
En otra ocasión, Jorge no tenía ni un centavo para los huérfanos, y una mujer, mientras ella oraba sintió el deseo de donarles cinco libras: pero esas se acabaron rápidamente por la gran necesidad. Mientras las pruebas financieras seguían, él escribió:
"El Señor en su sabiduría y amor todavía no ha mandado ayuda. De dónde vendrá, no debo preocuparme. Pero creo que Dios, a su tiempo, mandará ayuda. Su hora todavía no ha llegado... Esta es la hora más dura que he pasado en la obra, por lo que necesitamos; pero sé que todavía he de alabar al Señor pidiendo su ayuda...".
Unos días después escribió: "El Señor misericordiosamente nos ha dado lo suficiente para nuestra necesidad diaria: pero Él nos está supliendo para la necesidad de cada día, y casi a la hora justa, como lo necesitamos...'. Mientras seguía la crisis, planteó convocar a la directiva y decirles de la necesidad. Pero en ese momento llegó una mujer con un regalo, diciendo que se había tardado demasiado en traerlo.
Algunos de los trabajadores daban lo que podían, uno vendiendo su reloj, y otros vendían algunos de sus libros. El Señor mantuvo a Jorge en paz, a pesar que las luchas eran arduas. Y, le permitió estar animado por medio del ver los frutos de su labor. En ciertos casos, como último medio, fueron reunidos todos los trabajadores y les contó de la gran necesidad. Se pusieron de acuerdo a no comprar nada que por lo cual no se pudiera pagar. Algunos de los trabajadores dieron todo lo que tenían. Jorge fue alentado en su corazón por las Escrituras, y, con la ayuda que recibió, animó los corazones de los trabajadores.
Cierto día, se vieron sin otro recurso, que el de vender cualquier cosa que tuvieran a la mano y que no fuera realmente necesaria. Pero antes que esto fuera llevado a cabo, una mujer vino con el dinero suficiente para las provisiones del día siguiente. La mujer se había hospedado durante varios días en la casa de la vecindad, con la intención de entregar esos fondos.
La reacción del Jorge al enterarse del acontecimiento fue así: "El hecho de que el dinero estuviera tan cerca de las casas del orfanato durante varios días, sin ser entregado, demuestra la clara verdad de que, desde el principio, estaba en el corazón de Dios ayudarnos; pero, a razón de que Él se deleita en las oraciones de sus hijos, Él nos permitió orar tanto tiempo; además de probar nuestra fe y para hacer aun más dulce su respuesta. Es verdaderamente una liberación preciosa. Proclamé en voz alta, con las alabanzas y gratitud al primer momento que me encontré solo, después de haber recibido el dinero."
En otra ocasión, los fondos estaban completamente finiquitados. Jorge se sintió guiado a hacer un paseo. Mientras caminaba, se encontró con un hermano, quien le estaba buscando y recibió de ese hermano los fondos que necesitaba para ese día. Si Jorge hubiera salido de su casa 30 segundos más tarde, no se habría encontrado con el hermano, ni tampoco hubiera recibido los fondos necesarios para el día.
Pese a que las necesidades de las casas del orfanato eran grandes, Jorge se sintió impulsado a orar por fondos extras, especialmente para las viudas de la comunidad, puesto que el precio del pan había subido. Luego, un hermano fue guiado a dar un regalo grande para este propósito, el cual asistió a muchas viudas, hasta que el precio del pan bajó un poco otra vez.
En un tiempo de gran necesidad, llegó un regalo de un hermano que tenía una familia grande y un sueldo pequeño. Él, cada vez que su jefe le daba dinero para comprar cerveza, lo apartó; él no usó ese dinero para tal vanidad, pues se había convertido.
Una mujer, que se mantenía de trabajos manuales, sacó sus ahorros del banco y los entregó a la obra que Jorge tenía a su cargo. El corazón de ella había sido tocado por las Escrituras: "Vended lo que poseéis, y dad limosna" (Lucas 12:33); y "No os hagáis tesoros en la tierra" (Mateo 6:19).
A veces en su diario se ve lo siguiente: "Hoy estamos especialmente pobres...". Una vez él anotó: "Después que el Señor ha probado nuestra fe, Él, en el amor de su corazón, nos da de su abundancia, para demostrar que no con ira, sino que para la gloria de su nombre y para la prueba de nuestra fe, nos ha permitido estar pobres...".
Con frecuencia, los trabajadores del orfanato se reunían a orar en la mañana, tarde y noche para que Dios supliese las necesidades.
En una ocasión de crisis, la necesidad del hogar fue suplida por medio del regalo de un misionero alemán pobre, quien apenas estaba comenzando el servicio misionero, y el regalo que les dio era todo lo que tenía. En otro tiempo de gran necesidad, una hermana, quien había tomado la decisión de vender algunos artículos que le habían sido enviados para ese propósito, reportó que, a pesar de que ella no se sentió bien por el hecho y que tardó en traer las ganancias de la venta, con todo eso, había sido tocada fuertemente por una impresión en su corazón de traerlo cuanto antes, y que ella no podía hacer más que llevarlo al hogar. Esos fondos se necesitaban en ese mismo momento.
Un día mientras ellos experimentaban una severa prueba de fe, el Señor puso en el corazón de un hermano, mientras caminaba a su trabajo, dar un regalo para los huérfanos. Ese hombre pensó que no iría al orfanato inmediatamente, pero regalaría algo esa tarde. Sin embargo, el Señor lo hizo sentirse obligado a tomar pasos a las casas de los huérfanos, en ese mismo momento. Si no hubiera sido por su regalo, ese día no habría tenido leche para los niños. Otro día, solamente faltaba una hora para que los niños tomaran el té de la tarde, pero no había nada de comida en las casas: hasta que un hermano llegó en esa hora, con el dinero suficiente para hacer las compras.
En algunos días, la necesidad fue tan urgente que aun los trabajadores sintieron la presión. ¡Pero Dios nunca falló! Esas provisiones "apenas a tiempo" hicieron que Müller exclamara: "¡Verdaderamente vale la pena estar pobre y grandemente probados en la fe, por el motivo de experimentar a diario tales preciosas pruebas, las cuales nuestro Padre cariñoso, con interés amante, nos hace pasar en todos los asuntos que nos conciernen! ¿Cómo puede hacer otra cosa nuestro Padre? Él, quien nos ha dado la prueba más grande que su amor podía hacer —darnos su propio Hijo—, ¿no nos dará también con Él todas las cosas?' (Romanos 8:32).
Jorge pudo escribir: "Aunque nuestras pruebas de fe durante estos 17 meses duraron más tiempo y fueron más agudas que las anteriores, sin embargo no faltaba ni la comida nutritiva ni la ropa necesaria para los huérfanos, durante todo ese tiempo."
Otra prueba de fe fue la de ver morir a su padre y a su hermano, aparentemente sin ser salvos. ¿Qué podía ser más duro? Pero aun en esto, Jorge encontró paz por medio de la palabra de la Escritura: "El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" (Génesis 18:25). De igual modo, acudió a la Palabra de Dios para consuelo y paz, cuando falsas noticias circulaban; las que decían que los huérfanos no tenían suficiente para comer, y que eran tratados cruelmente.
Fortaleciendo su fe
Jorge Müller insistía que él no tenía un don particular de fe, aunque sí reconocía que la fe es un don. Él animaba a todos los creyentes a que probaran a Dios. Sus opiniones en cuanto a cómo fortalecer la fe eran las siguientes:
"Puesto que la fe es un don, uno lo tiene que pedir. 'Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces...' (Santiago 1 17). La fe es fortalecida al leer cuidadosamente la Palabra de Dios y meditar en ella. Esto te enseñará que, aparte de ser un santo y justo Dios, Él es un Dios cariñoso, amante, benigno, soberano, misericordioso, potente, sabio y fiel, no solamente hábil para suplir nuestra necesidad, pero deseoso de cumplirlo.”
"Es necesario mantener un corazón recto y una buena conciencia. No debemos evitar las pruebas por las cuales nuestra fe recibe fortaleza. En tiempo de prueba, no debemos buscar por nuestras propias fuerzas la liberación, más bien debemos esperar a Dios y la liberación que viene de Él.”
¡Edificando!
Desde el tiempo que se abrió la primera casa, de 1835 a 1845, los orfanatos operaron en casas alquiladas en la calle Wilson. Entonces, en 1845, uno de los residentes de la calle Wilson cuidadosamente le mencionó a Jorge que era incómodo, para algunos de los vecinos, tener tan gran número de niños viviendo en su calle.
Jorge hizo de esto un asunto de oración y anotó las razones por las cuales el orfanato debía quedarse allí y las razones por las cuales se debían cambiar. Una gran consideración era la "regla de oro": "Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos... (Mateo 7:12). Jorge sabía que él mismo encontraría difícil vivir cerca de tantos niños, a causa del ruido que hacen durante su tiempo de juego. Además, a veces los problemas en el drenaje, que ocasionaba la gran cantidad de niños que vivían en la casa de los huérfanos, afectaban a los vecinos.
Otros puntos a favor de cambiarse eran que: (1) no había espacio adecuado para que los niños jugaran; (2) no había lugar donde los varones aprendieran a cultivar un huerto; (3)ya no había lugar adecuado para lavar la ropa, y sería bueno si las niñas pudieran tener la oportunidad de aprender a lavar; (4) cuando había enfermos, no había algún cuarto desocupado para enfermería; y (5) había una lista de huérfanos quienes querían venir, pero no podían por falta de espacio adecuado.
Considerando todas las cosas, Jorge llegó a la conclusión que debía edificar su propia casa. Él sintió que Dios quería probarle una vez más que Él era suficiente para proporcionarle la cantidad de dinero necesario que esta obra iba a requerir. Jorge sintió que debía construir algunas casas para hospedar a 300 huérfanos, más del doble de la cantidad que ahora tenía bajo su cuidado, los cuales eran 130.
Fue así como Jorge y su esposa comenzaron a orar cada mañana para que Dios supliese de los fondos: unas 10.000 libras esterlinas para comprar el terreno y hacer la construcción. Durante 35 días oraron, pero ni una libra fue dada para el edificio. Luego, Jorge se sintió movido a pedirle al Señor la fe y la paciencia para el proyecto de edificar el orfanato.
Después de treinta y seis días de oración, recibieron un regalo de 1.000 libras para el edificio. Un arquitecto cristiano ofreció sus servicios para hacer el plano y supervisar la construcción, sin cobrar por sus servicios. Jorge sintió que no debía notificar al público de su necesidad ni de buscar fondos; pero sí esperar en el Señor con fe y paciencia, para que el Señor supliera. Él quería que Dios mismo lo hiciera, usando su humilde siervo como medio.
Ashley Down
Después de orar durante tres meses seguidos, Jorge comenzó a buscar un terreno. Encontró unos lugares buenos, pero demasiado caros. Luego, oyó de un terreno en Ashley Down, y le pareció que era lo que buscaba. Fue a ver al dueño, pero no lo pudo encontrar, ni en la casa y ni en la oficina. Le dejó un recado acerca de su propósito, pero sintió que era del Señor el no haberlo podido encontrar ese día. Cuando vio al dueño el siguiente día, supo que el dueño, cuando recibió el recado, se quedó despierto esa noche durante dos horas, pensando a qué precio debía vender el terreno para el orfanato, y determinó venderlo a 120 libras por acre, en lugar del precio de 200 libras por acre que había pedido.
Al mismo tiempo que había esperado en el Señor por fondos para edificar el nuevo orfanato, con la provisión del Señor fue capaz de continuar supliendo a cuatro escuelas privadas con 278 niños inscritos; a una escuela dominical; y a una escuela para adultos. Biblias, Nuevos Testamentos y tratados se consiguieron y repartieron, y más de 595 libras esterlinas fueron dadas para las misiones en el exterior y las locales. Hasta 150 niños cuidaban a la vez. Algunos de los huérfanos se convirtieron y fueron añadidos a la iglesia, al igual que algunos adultos. Un gran gozo para el Señor y la Señora Müller en este tiempo fue que su hija recibió a Jesucristo como su Salvador. Durante 18 meses habían orado por esto.
Era gran gozo para Jorge que Dios le confiara los crecientes fondos para los misioneros de dentro y fuera del país. Él quería ayudar a aquellos que no tenían un salario regular, dándose cuenta que vez tras vez su ayuda financiera había llegado a los misioneros en un tiempo de gran necesidad, y a menudo llegó cuando ellos no tenían nada de dinero. Algunos de los que él ayudaba habían sido previamente hombres de bastante comodidad, pero habían dado todo por seguir a Cristo o todo les había sido quitado por la causa de Cristo.
Jorge también ayudaba a estos hermanos, orando por ellos. Él no dudaba que la fe de estos escogidos siervos de Dios fuera reforzada cuando vieran como Dios les suplía en tiempos de apuro y necesidad. Esto hizo que, más y más, él pidiera a Dios por fondos para ayudarles. Jorge puso diligencia en usar los fondos designados para los misioneros, usándolos solamente para ese propósito, no importaba qué tan escasos estaban los fondos de sus otros ministerios.
Los precios suben
Una vez, pidiendo al Señor por las urgentes necesidades de los huérfanos, cuando la caja estaba vacía, él escribió: "¡Qué bendición es poder acudir al Dios Viviente! ¡Especialmente precioso es conocerlo en este tiempo de tremenda escasez! En este tiempo, para hacer la comida de los huérfanos, las papas están muy caras. El arroz que usamos, en lugar de las papas, cuesta el doble de lo acostumbrado, y la avena, aún más del doble, y el pan subió la mitad sobre su costo.”
"Pero las riquezas de Dios son igualmente grandes como siempre. Él sabe que nuestros gastos son enormes. Él sabe que un poco de dinero no basta en estos días, cuando las provisiones son tan caras, pues son casi ciento cincuenta personas para las cuales tenemos que proveer, incluyendo maestros y aprendices. Mi alma está en paz..."
De este tiempo del alza de precios, él escribió: "Es el tiempo oportuno cuando la vista cesa, para que la fe empiece a funcionar. Entre más grandes son las dificultades, más fácil es la fe. Mientras haya esperanza en prospectos naturales, la fe no obra tan fácilmente como cuando todas esas perspectivas naturales fallan.”
"Es cierto que durante el tiempo de carestía, nuestros gastos eran considerablemente más grandes de lo acostumbrado; también es verdad que muchas personas, que de otra manera hubieran dado, no les fue posible o dirigían sus fondos sobrantes a otras direcciones... el oro y la plata son del Señor. A Él hicimos nuestras oraciones. En Él confiábamos. Y, Él no nos desamparó. Porque pasamos tan fácilmente éste invierno como cualquier otro invierno, desde que esta obra comenzó. No podía ser de otra manera; porque Dios tuvo en este mismo tiempo una oportunidad especial para demostrar que tan bueno es confiar en Él.
"Busca, amado lector, más y más en el depositar tu confianza en Él para todo lo que se refiera a tu vida, y llegarás a reconocer que es muy precioso hacerlo."
Sin duda alguna, que el pensamiento se le turbó con la idéa de que si él era tan pobre cuidando 150 huérfanos, ¿debía él seguir adelante con los planes de edificar y acomodar a 300 huérfanos? Pero vio que las luchas presentes eran solamente una prueba de la fe. Aunque los gastos nunca habían sidos tan grandes, tampoco los regalos que estaban llegando habían sidos tan grandes. "Le será fácil al Señor suplirme con todo lo necesario que requiera la obra, cuando se abra la Casa de Huérfanos, de igual modo que ahora le es fácil darme lo que necesito en estos momentos; aunque los gastos sin duda vendrán a sobrepasar por dos mil quinientas libras al año a las necesidades presentes". Así pensaba Jorge.
Él se deleitaba en las señales de la minuciosa atención de Dios en cuanto a sus necesidades. Por ejemplo, alguien les escribió que por un tiempo tuvo una cantidad de dinero guardado en una gaveta, con las intenciones de mandarlo, pero después sintió mandarlo sin tardar más; y, al recibirlo, se probó ser exactamente la precisa cantidad que se necesitaba para ese tiempo.
Aparte de los afanes financieros de la obra, Jorge también tenía que considerar a los niños que a veces se enfermaban, y en algunos casos parecía que no se sanarían por completo; pues, permanecían enfermizos y necesitaban cuidado extra, y sabiduría tocante a su salud.
Además, los niños mayores necesitaban lugares para servir como aprendices. Y, a veces alguno de los trabajadores de los orfanatos tenía que irse, y le tocó a Jorge buscar a otro para reemplazarlo. No era cosa fácil encontrar trabajadores que fueran adecuados, que sirvieran por amor a Dios y no por recompensa, y que estuvieran listos para aguantar las pruebas y difíciles circunstancias que a veces se enfrentaban.
Él mismo tuvo que mantener el balance entre el servir a sus trabajadores - colegas y mantener el lugar de responsabilidad que Dios le había dado como jefe de la obra. Muchas eran las necesidades de Jorge, las que llevaba al Señor y esperaba en Él por ellas. "Estoy en continua necesidad", tuvo que decir.
Pero, a pesar de todas estas necesidades, pudo escribir: "No encuentro que la vida en conexión con este trabajo sea solamente una vida de pruebas, sino una vida de mucha felicidad. Es imposible describir la abundancia de paz y la suprema alegría que frecuentemente ha fluido a mi alma por medio de las respuestas frescas que he obtenido de Dios, luego de esperar en Él por ayuda y bendición; y, entre más tiempo necesitaba esperar en El o entre más grande fuera mi necesidad, más grande fue el gozo cuando llegó la respuesta, que frecuentemente fue de una manera asombrosa, para hacer así más manifiesta la mano de Dios... No estoy ni siquiera en lo más mínimo, cansado de esta manera de vivir."
Mientras que Jorge supo que Dios oía sus oraciones en cuanto a la necesidad de los fondos para la construcción, dijo: "También sé que Él se deleita en ser seriamente solicitado (Ezequiel 36:37), y que se encanta en la importunidad, o sea, en la oración continua que tan claramente se hace patente en la parábola de la viuda y el juez injusto (Lucas 18:18)'.
Así que, vez tras vez, Jorge oraba a Dios para que Él le supliera de los fondos para las nuevas casas de huérfanos. Su fe no se disminuyó. Tenía confianza que a su tiempo, Dios supliría. Días se convirtieron en semanas y meses, mientras Jorge seguía esperando en Dios por las finanzas necesarias para los edificios. Sus oraciones se convirtieron y fueron caracterizándose por ser fervientes, porque sentía la necesidad, por el amor a los vecinos y a los niños, de comenzar pronto a construir. Además, la lista de huérfanos que querían entrar en el orfanato estaba creciendo.
Jorge se había propuesto a no comenzar a comprar la propiedad y edificar la casa hasta que el dinero llegara. Por fin, después de 607 días de buscar a Dios a diario, llegó la cantidad necesaria y pudo comenzar el trabajo. Más de once mil libras le habían llegado, en respuesta a sus oraciones.
Cuando la casa estaba casi terminada, fondos adicionales comenzaron a llegar. Esos se necesitaban para comprar ropa y artículos personales para los huérfanos adicionales que iban a venir: Sumarían 300 en lugar de los 150 actuales. Cuando se trasladaron a las casas nuevas, había suficiente para los gastos adicionales, aparte de una buena cantidad para cubrir los gastos que tenía que ver con el cuidado de la casa.
Al tiempo que Jorge se estaba trasladando a las más amplias casas, una epidemia de cólera afectó el país, y Jorge se vio obligado recoger a 26 niños que habían perdido a sus padres por la epidemia. Más tarde, se recibieron más niños a razón de la misma causa.
Al mismo tiempo que los gastos del orfanato se aumentaban, Jorge tuvo el privilegio de ministrar a más misioneros sin salario. Y, ¡que gozo fue para él enterarse que esos misioneros tenían ministerios muy fructíferos en ese mismo tiempo!
La segunda casa de huérfanos
Apenas acababan de abrir el nuevo orfanato con capacidad para 300 niños, cuando Jorge comenzó a pensar en otra casa para poder acomodar a 700 niños más, sumando todos 1000 huérfanos. Para comenzar esto, él necesitaba saber la voluntad de Dios, y creía que estaba en buena posición para conseguir esa voluntad de Dios. Escribió:
"La quietud de mente, la condición de no tener nada que ver con mi propia voluntad en el asunto, el tener que ver solamente con el deseo de complacer a mi Padre celestial en esto, el buscar únicamente Su honor y no el propio; en tal condición de corazón consiste para mí en la plena seguridad, que mi corazón no está bajo el estímulo carnal, y que sí recibiré ayuda en esto para poder seguir adelante, conoceré la voluntad de Dios en su plenitud... Para mí, el punto principal en todo este asunto es que el Señor sea honrado. A través de la ayuda de Dios, seguiré esperando en Él, en oración en cuanto a este asunto, día a día, hasta que Él me diga que actúe."
Cuidadosamente, Jorge hizo una lista de las razones que respaldaban la idea de abrir otra casa, y las razones en contra. Una importante consideración fue la de que había 6000 huérfanos encarcelados, únicamente por el hechho de no haber otro lugar para ellos. Estaba en su corazón, no únicamente los propósitos de salvar a los huérfanos de la cárcel y ayudarles a llevar una vida honorable e industriosa en este mundo, sino también el de ganar sus almas para el Señor.
Después de ocho semanas de oración y deliberación, consiguió la paz en su corazón y el gozo espiritual, en cuanto a la idea de agrandar el orfanato. Creyó que sería mejor mantener en secreto el asunto delante del Señor, sin siquiera decirle a su esposa, y continuar orando, para que fuese guardado de errar o de ser engañado. Mientras que buscaba al Señor, orando a solas, en cuanto al asunto, toda incertidumbre desapareció. Sin embargo, resolvió a no comenzar la construcción hasta que el Señor mandara las 35 mil libras que iba a necesitar para la construcción del nuevo edificio.
Jorge creyó que fue un punto de gran importancia, el de "no estar ansioso del mañana, ni andar gastando escasamente [por las necesidades, no para las vanidades], a razón de la posibilidad de no tener lo suficiente para las necesidades futuras, las cuales quizás nunca vendrían; pero solamente considerar que el momento presente es nuestro para servir al Señor, y que el mañana, tal vez, no vendría...".
Cuando él anunció al público acerca de edificar el segundo orfanato, ofrendas pequeñas comenzaron a llegar —regalos de un chelín, dos chelines, tres chelines— de veras, un comienzo pequeño. Pero no se desanimó.
Después de 19 meses de esperar en Dios para los fondos necesarios, Jorge se puso serio en pedir a Dios por donaciones más cuantiosas, pues hasta entonces, había recibido sólo cantidades pequeñas. ¡Qué grande fue su alegría cuando recibió un regalo, dado por varios cristianos, sumando más de 8.000 libras! Respecto a esto, escribió:
“¡Mira qué precioso es el esperar en Dios! ¡Mira cómo los que le confían no son confundidos! Su fe y paciencia pueden ser probadas fuertemente y durante mucho tiempo, pero al fin, es cierto que se verá que los que honran a Dios, Él los honrará, y no permitirá que ellos sean avergonzados. La cantidad fue inmensa, y mientras ella fue usada para refrescar mi espíritu, no fue, ni en lo más mínimo, una sorpresa para mí, porque espero grandes cosas de parte de Dios...".
Reglas para la oración
"Somos recompensados ricamente, esperando en Dios," aconsejó Jorge. "Tú puedes ver cómo Él, en Su corazón, está listo para oír las súplicas de sus hijos, los que confían en Él… Pero, para poder recibir las respuestas a tus oraciones, necesitas exponerle tus peticiones a Dios, basadas no en tus propios méritos, sino solamente en los méritos del Señor Jesús, como base de aceptación delante de Dios por tu persona, oraciones, labores y por todo lo demás.”
"De igual modo, para que tus oraciones sean contestadas es necesario que las cosas que le pides a Dios, sean de la clase de cosas que Dios puede dar, porque conllevan su honra y tu propio bien... Por último, necesitamos continuar en oración hasta que se nos conceda la bendición.”
"No es suficiente el solo comenzar a orar, ni el mero orar correctamente; ni tampoco es suficiente orar de continuo sólo por un tiempo no más; más bien, debemos continuar pacientemente, creyendo y orando, hasta que se obtenga la respuesta. Y aun más, no solamente debemos orar hasta se realice lo que pedimos, sino que también tenemos que creer que Dios nos oye, y que contestará nuestras oraciones. A menudo fallamos en el no continuar en oración hasta que se obtenga la bendición, y en no esperar la bendición. Cada vez que todos estos aspectos se cumplan en una persona, seguramente que se cumplirán las respuestas a sus peticiones".
Jorge vendió los trapos y aun los huesos de los animales que se acumulaban en la casa. Dijo: "Como administrador de dinero del público, creo que es razonable que aun estos artículos sean cambiados por dinero. Tampoco podemos esperar respuestas a nuestras oraciones, sabiendo que se ha permitido pérdida alguna en relación con este trabajo. Puesto que recibimos de Dios el dinero en respuesta a nuestra oración, nos conviene usarlo sabiamente".
En el año 1852, Jorge experimentó la más dura prueba de fe que había enfrentado. Su única y amada niña se enfermó de tifus. Durante un tiempo, pareció que ella no viviría más. Después de su esposa, su hija era el tesoro terrenal más amado; pero él se guardó en paz, porque creía que si el Señor se la llevaba, sería para el bien de ella y de sí mismo, y para la gloria de Dios. Después de muchos días, Dios le restauró la salud.
Considerando el edificar más casas, le pareció mejor que en lugar de edificar una única segunda casa grande para el orfanato, edificaría, en el mismo terreno donde estaba la primera, otras dos casas más, capaces de acomodar a 1000 niños entre las tres. ¡Qué gozo hubo cuando en 1857 se inuguró la segunda casa!
En cierta ocasión, la caldera que se usaba para calentar la primera casa, estaba goteando. Fue a comienzos del invierno, y un recio viento frío comenzó a soplar del norte. Luego de suficiente consideración y oración, Jorge oró y le pidió al Señor que cambiase el viento del norte por un calmado viento que vieniera del sur, y, que les diese a los trabajadores el denuedo para trabajar y hacer las reparaciones lo más pronto posible. El día que tenían que apagar el fuego de la caldera, el Señor mandó un viento calmado. Los trabajadores decidieron trabajar toda la noche, y las reparaciones de la casa fueron hechas sin ocasionarles ningún daño a los niños, a causa del frío en los cuartos.
Movimiento del Espíritu Santo
En 1859, entre las huérfanas hubo un notable movimiento del Espíritu Santo. Sesenta y tres de las ciento veinte se convirtieron en un mes. En otra ocasión, como 200 niñas fueron movidas en sus almas, y la mayoría se convirtió. En 1866, aconteció un bendecido avivamiento, y más de 100 niños se convirtieron. En 1872, una epidemia de viruela les quitó la vida a algunos niños y también a algunos trabajadores. Esto hizo que comenzara otra obra de gracia, en la cual unos 700 huérfanos, según pareció, se entregaron al Señor
Un joven en Irlanda: Santiago McQuilkin, leyó el libro de Jorge y se impresionó mucho tocante a lo que se puede obtener a través de la fe y la oración. Fue así como reunió a unos de sus amigos para orar, y el resultado fue que decenas de miles de almas se convirtieron.
Al pasar los años, Dios prosperó a Jorge de tal manera que nunca más vio escasez de fondos. Una tercera casa fue edificada en 1862. Antes de terminar la tercera casa, se sintió guiado a edificar otra, para que una suma de 2000 niños pudiera ser acomodada. Dos casas más, la cuarta y la quinta, fueron edificadas, dando espacio para 2050 niños. Cuando fue difícil conseguir trabajadores para cuidar tal cantidad de niños, Jorge y su esposa empezaron a orar tres veces al día, en lugar de una sola vez como anteriormente lo hacían. Dios contestó sus oraciones y los trabajadores faltantes llegaron.
Los visitantes estuvieron grandemente impresionados por la limpieza y el orden en las casas, y, por la salud y la felicidad de los niños. Esto fue aún más asombroso, porque muchos de los huérfanos tuvieron padres que no gozaron de buena salud, muriendo estos en su juventud. Y muchos de los hijos heredaron sus debilidades.
Durante toda su vida, Jorge nunca tuvo terreno propio, tampoco tuvo ingresos personales en dinero o ganancias en especie, de lo cual él pudiera depender. Sus necesidades fueron provistas por creyentes que enviaban regalos, recibiendo estos solamente después de orar para que sus necesidades fuesen suplidas. Aunque era un hombre de fe y un hombre que tuvo comunión con Dios, también era un gran trabajador, y llevó a cabo obras increíbles. Se dijo de él: "Él ora como si Dios hiciera todo el trabajo, pero trabaja como si todo dependiera de él mismo".
A lo largo de los años, Jorge fue bendecido por Dios de tal manera que pudo dar cerca de tres millones de dólares a la obra misionera. Por medio de las Biblias y los folletos que distribuyó, miles de almas se convirtieron.
Jorge atribuyó el buen éxito del orfanato, incluso las casas y su ministerio en general, a su humilde esfuerzo de "hacer la obra de Dios a Su modo", buscándole solamente a Él para que fuera su guía y apoyo. Probó que hay poder en Dios, el que se aprovecha a través de la fe y la oración. Jorge pudo decir al fin de su vida, que ni siquiera una vez había pedido a otra persona dinero, ni públicamente ni privadamente: ¡solamente oraba!
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