El Poder
de La Palabra de Dios
Muchas veces
los teólogos han sido nuestros enemigos. Ellos han hecho de la verdad una
filosofía; han convertido la Palabra de Dios en dogma y en credo cuando
debería haber sido como si el Maestro estuviera aquí hablándonos.
La Palabra nos
habla a nosotros como Jesús hablaría si estuviera aquí. Ella tomó Su lugar.
Ella tiene la misma autoridad, como Él la tendría si estuviera aquí.
Cuando tomamos
la Biblia, sería bueno recordar que es el Libro que contiene Dios en él, con
vida en él, un libro en el que Dios habita.
La Palabra es
siempre Ahora. Ha sido, es y será la voz de Dios. Nunca envejece. Siempre está
fresca y nueva.
Para el corazón
que está en comunión con Dios, la Palabra es una voz en tiempo presente, viva,
que proviene del cielo.
La Palabra es
como el Autor — eterna, invariable y viviente.
La Palabra es
emanación de Dios, la mente de Dios, la voluntad de Dios.
La Palabra es
Dios hablando. Es parte de Dios mismo. Permanece para siempre.
Dios y Su
Palabra son uno.
Jesús era el
Verbo — la Palabra — y El vive en mí; yo leo la Palabra; me alimento en la
Palabra, y la Palabra vive en mí.
Cuando quiero
más de Él, me alimento en la Palabra.
Si deseo saber
más de Él, aprendo más de Su Palabra.
Sostengo su
Palabra en mi mano. La tengo en mi corazón. La tengo en mis labios. La vivo.
Ella vive en mí.
La Palabra es
mi sanidad y mi fortaleza. Es para mí el Pan de la vida. Es la habilidad misma
de Dios en mí.
La Palabra vive
con la Vida de Cristo. Todo lo que Él es, lo es Su Palabra.
La Palabra es
mi confesión. Es mi luz y mi salvación. Es mi descanso y mi cabezal.
La Palabra me
da tranquilidad en la hora de la confusión y me da victoria en la hora de la
derrota. Me da gozo cuando la desolación reina.
No trate a la
Palabra como si fuera un libro cualquiera
Una de las
costumbres peligrosas que la mayoría de los cristianos tienen es
el tratar a la Palabra
de Dios como si fuera un libro común.
En un momento
declaran que creen que es la revelación de Dios, sin embargo, acuden por
auxilio al brazo de la carne cuando la Palabra ha prometido liberación completa
Tratan a la
verdad de la redención como si fuera una ficción hermosa.
Leen artículos
acerca de la Palabra. Cantan alabándola, sin embargo viven bajo el dominio del
adversario, confesando continuamente a la enfermedad, la escasez, el temor, la
debilidad, y las dudas ante esta revelación de parte de Dios que presenta
nuestra redención, el sacrificio substitutivo de Cristo, y la verdad de que Él
está sentado ahora a la diestra de Dios, habiendo consumado la obra que
satisface perfectamente las demandas de la justicia divina y llena toda
necesidad de la raza humana.
Leemos de
nuestra redención; cantamos acerca de ella, y luego hablamos de ella como si
fuera solo una fábula.
Esta es la
razón de la gran cantidad de enfermedad, debilidad, temor y dolencia en la
Iglesia (el cuerpo de Cristo) hoy día. Es por esto que el Cristiano promedio no manifiesta confianza, sino temor
a cualquier amenaza de Satanás.
Todo esto Podría
ser cambiado inmediatamente si el mundo Cristiano diera a la Palabra el mismo
lugar que daría a Cristo si El estuviera físicamente en nuestra Presencia.Él me está
hablando
Un minero yacía moribundo en las montañas
.del estado de California, Estados Unidos. Una señora Cristiana le leyó Juan
3:16. El abrió sus ojos y la miró, preguntándole: "¿Está eso en la Biblia?"
"Sí", dijo la señora.
"¿Se refiere eso a mí?"
"Seguramente", ella le aseguró, "se refiere a usted".
El permaneció así por un rato, luego preguntó:
"¿Ha dicho El algo más?"
Y ella le leyó Juan 1:12: "Mas
a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de
Dios". Luego añadió suavemente: "El le habla a usted".
El hombre abrió los ojos y susurró
nuevamente: "Yo le acepto. Estoy
satisfecho". Luego falleció.
Un Cristiano dijo: "Quisiera saber si El se refería a mí cuando nos dio Isaías 41:10:
'No temas, porque yo estoy contigo; no
desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia'. ¿Se estaba refiriendo a
mí?"
Jeremías 33:3: "Clama a Mí, y yo te
responderé, y te enseñaré cosas grandes y dificultosas que tú no conoces".
¿Está hablándome a mí? ¿Puedo yo reclamar
esto?
Isaías 45:11: "Mandadme acerca de Mis hijos,
y acerca de la obra de Mis manos". ¿Puedo reclamar esto como mío? ¿Es para mí?
Juan 15:7: "Si permanecéis en Mí, y Mis
Palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho". ¿Fue esto escrito para mí? ¿Quiere decir que yo puedo clamar a Él y que
me oirá?
Sí, todas estas promesas son tuyas.
Es como si tú fueras la única persona en todo el mundo y que Él lo estuviera
escribiendo todo para tu propio beneficio.
Juan
16:24
"Hasta
ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro
gozo sea cumplido".
Eso es tuyo. No hay dudas de que te
pertenezcan. Es tan tuyo como lo es ese cheque hecho para ti y firmado
por ese hombre de negocios. Ese es tu cheque. Puedes cambiarlo en la
tienda o en el banco.
Pero ese cheque no es más tuyo de lo que
lo son estas promesas escritas en este Libro maravilloso.
Cuando en la necesidad, puedes confesar
confiadamente: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a Sus
riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Fil. 4:19).
Cuando estás enfermo, puedes confesar
confiadamente: "Por cuya herida fuisteis sanado" (I Pedro. 2:24).
Fe en la Palabra de Dios es fe en Dios. Si
quieres edificar la fe en Dios, aliméntate en Su Palabra.
Incredulidad en la Palabra de Dios es
incredulidad en Dios mismo.
Cuando creas en
la Palabra de Dios, entonces la confesarás con gozo.
Nuestra actitud
hacia la Palabra de Dios lo deja todo asentado.
Enfréntate a
Satanás con: "Escrito está",
y toda su enfermedad, dolencia, dolor y síntomas tendrán que dejarte.
Di lo que Dios
dice. Satanás nunca puede soportar eso.
El es un
enemigo derrotado, y lo sabe. Lo ha sabido desde que Jesús se levantó
victorioso de la muerte y del infierno.
Siempre ha buscado
evitar que la Iglesia haga este descubrimiento.
Siempre ha
obedecido el mandamiento de los hombres que han usado la Palabra de Dios en
contra suya, y todavía hace lo mismo.
Cuando
encuentra que hemos descubierto el secreto de usar: "Escrito está",
su rendimiento es seguro, y él lo sabe.
Confiesa lo que Dios Dice
"Envió
Su Palabra, y los sanó" (Sal. 107:20) es para tu caso en
particular. La Palabra te sanará.
Confiesa la
Escritura de esta forma: "Dios envía Su Palabra y me sana". Luego
alábale por tu sanidad.
Lo que Dios
hará por uno, lo hará por todo aquel que cree en Su Palabra.
Cuando
confiesas la Palabra de Dios, tu confesión te trae sanidad.
Cuando confiesas tu enfermedad, tu
confesión te mantiene enfermo.
Siempre
confiesa la Palabra de Dios. Aun cuando tus "sentimientos" sean
contradictorios, confiesa la Palabra.
La confesión de la Palabra de Dios siempre
gana. Su Palabra sana hoy.
La mantención
firme de tu confesión 'de sanidad cuando el testimonio de tus cinco
sentidos te contradice, muestra que has venido a estar establecido en la
Palabra.
La Palabra es
siempre la victoriosa.
Cuando declaras: "Por Sus heridas soy sanado", esto
ata las manos de Satanás. El está derrotado, y lo sabe.
La Palabra de Dios es el arma mayor sobre
la tierra para usar en contra de Satanás.
Durante la gran
tentación en el desierto, Jesús no trató, de derrotar a Satanás con
otra cosa que: "Escrito está".
Esa fue el arma que Jesús usó cada vez que
Satanás buscó derrotarlo.
"Escrito
está", dijo Jesús, luego citando de las Escrituras lo que Dios había
dicho. ¿Cuál fue el resultado? "El
diablo entonces le dejó; y he
aquí vinieron ángeles y le servían" (Mt. 4:11). Esa fue la
victoria última. Satán fue totalmente derrotado.
La
única arma que Jesús usó fue la Palabra. Ella siempre conquista.
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