SANANDO AL ENFERMO Y ECHANDO FUERA DEMONIOS
T.L. OSBORN
Introducción
Entre
los millares de sanados por el Señor a través de nuestro ministerio, oramos
individualmente por solamente una pequeña parte. La mayoría fue curada por su
propia fe. Ellos la adquirieron meditando en las verdades de la Biblia que
conocieron a través de nuestra predicación, o por leer nuestras publicaciones.
Cuando
hicimos la primera publicación de este libro, nunca soñamos que las verdades
presentadas bendecirían a tantas personas de distintas partes del mundo.
Hemos
recibido un torrente constante de testimonios de todo el mundo escritos por
aquellos que fueron gloriosa y milagrosamente sanados o convertidos al leer los
sermones publicados en este libro.
Hemos
observado que las personas que leyeron y conocieron los mensajes de este libro
adquirieron una comprensión mucho más plena que generó una fe más firme. Muchas
veces aquellos que asisten a nuestros cultos sin ser sanados milagrosamente, lo
son luego de meditar sobre las verdades bíblicas presentadas en este libro. He
comprobado repetidamente que muchas personas reciben más beneficio a través de
nuestros mensajes impresos (porque tienen la posibilidad de estudiarlos
nuevamente) que las otras personas que los reciben asistiendo a nuestras
campañas de vez en cuando.
Dios ―Envió
Su Palabra y [ella] los Sanó...‖ Sal. 107:20
―El Evangelio es Poder de Dios... a todo aquel que
cree‖... Rom. 1:16
Cualquier
PROMESA de Dios presentada mediante un predicador o mensaje impreso, cuando es
creída y aplicada se transforma en PODER de Dios.
El evangelio es el
poder de Dios cuando es creído.
Todas las promesas de Dios son
―vida para los que las hallan y medicina a todo su cuerpo‖ (Pr.
4:22)
Capítulo1
¿A Cuántas personas Dios quiere sanar?
¿A Cuántas personas Dios quiere sanar? |
“Yo quitaré de en medio de ti
las enfermedades... y completaré el número de tus días‖ Éxodo
23:25,26
“Yo soy
Jehová tu Sanador‖ Éxodo 15:26.
El propósito de
este mensaje es el de llevarte a reconocer que la Biblia enseña que si
estuvieres enfermo
Dios
te quiere sanar
Antes de
estar plenamente convencido de que Dios quiere que goces de buena salud, habrá
siempre una duda en tu mente en cuanto a si serás sanado o no. En la medida que
haya duda en tu mente respecto a si sanarás o nó, no podrá existir la fe
perfecta y antes de poner sin lugar a dudas o flaquear difícilmente seas sano. ―Pero sin
fe es imposible agradar a Dios; porque
es necesario que el que se acerca
a Dios
crea que le hay, y que es galardonador
de los que le buscan‖ Hebreos 11:6 Pero
pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del
mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
“No piense, pues, quien tal haga, que
recibirá cosa alguna del Señor.‖ Santiago 1: 6,7.
Cuando la gente está plenamente convencida de que Dios la
quiere sanar, que no es la voluntad de Dios que estén enfermos, siempre sucede
que las personas se curan cuando oramos por ellas, incluso antes de orar. El conocimiento es la base
sobre la cual la fe perfecta puede actuar.
¿Dios es honesto o no?
Una vez, una señora,
perpleja acerca del asunto de la fe, me dijo: ―Me parece
imposible tener fe para ser sanada‖.
Yo le dije:
―¿Tiene Ud.
certeza
de que Dios quiere cumplir
su promesa Señora?‖ Ella afirmó: ―Oh, por cierto.‖
―Eso es fe‖; le aseguré y agregué: ―¿No es
sencillo?‖ Y fue sanada.
Números
23:19
Dios no es
hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y
no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?
1 Reyes 8:56
Bendito sea Jehová, que ha dado
paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra
de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado.
Salmo 119:89
Para siempre, oh Jehová,
Permanece tu palabra en los cielos. Jeremías 1:12
Y me dijo
Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.
La palabra traducida como
―Yo apresuro‖ quiere
decir:
"ejercer vigilancia,
la preocupación de sí mismo
con gran celo". Él se interesa con gran celo en cumplir su palabra.
Crea esto.
¡No encontramos base alguna para dudar de Dios! El
evangelista Bosworth dice: No dudes de
Dios. Si no puedes evitar dudar, DUDA DE TUS DUDAS, porque no merecen
confianza; pero nunca dudes de Dios. No de Su Palabra.
D.L Moody
dice: ―¿Habrá razón para no tener
fe en Dios? ¿Falló Dios alguna vez
en cumplir una de Sus Promesas?
¿Cuál es el escéptico que puede siquiera mencionar una promesa que Dios no haya
cumplido? Satanás es mentiroso. Jesús lo dice. Puedo abrir la Biblia y
mostrarles como durante seis mil años, Satanás ha mentido a los hombres
diciéndoles que la Palabra de Dios no merece confianza. El diablo niega la
Palabra de Dios y promete de todo a los hombres sin cumplir jamás ninguna
promesa de las que hace‖.
En tres millones,
todos fueron sanados
En
cuanto a la palabra de Éxodo 15:26, citada anteriormente, quiero decirte que
esas palabras ―Yo Soy Jehová Tu Sanador‖ fueron dirigidas a casi tres
millones de personas (Éxodo 12:37). Cada persona se afirmó en la Palabra de
Dios y el resultado fue que todo aquel que le hacía falta sanidad, quedó
totalmente sano. Salmos 105:37 dice “y no hubo en sus tribus enfermos”.
¿Puedes imaginar tres millones de personas, todas de buena salud y fuertes?
¡Ninguna flaqueza, ninguna debilidad, ninguna dolencia!
Amigos
eso era verdad en Israel estando bajo la ley, es todavía más verdad para
nosotros, los redimidos por la sangre del Cordero de Dios, bajo la gracia en
misericordia y en verdad. Que esto sea una verdad confirmada, tanto como dos
más dos es cuatro QUE LA SANIDAD ES PARA USTED, QUE TODOS USTEDES PUEDEN SER
CURADOS. Es la voluntad de Dios que cada uno de ustedes esté de buena salud y
fuerte, si cumples la condición y crees en Su Palabra. Si hubiera una excepción
justificada en tu caso, entonces estamos obligados a admitir que puede haber
una excepción justificada en todos los casos porque ―Dios no hace acepción
de personas‖ Hechos 10:34. Si Dios quiere sanar a otra
persona, entonces también a ti TE QUIERE SANAR.
Hoy en día las dolencias y enfermedades cosechan una
monstruosa cantidad de vidas humanas
a pesar de los grandes logros de la ciencia médica que progresa como nunca en
todo el mundo.
La tragedia es que estas molestias y enfermedades atacan
los cuerpos de innumerables miles de creyentes mientras los pastores y
profesores no hacen otra cosa que mostrarse apenados asegurando a la víctima
que
debe
ser la voluntad de Dios; que resultará para bien o tal vez que Dios quiere
enseñar una lección de humildad paciente o para obligar a acercarse más a Aquel
que opera Su Voluntad en su vida por medio de la enfermedad.
Esa
es la corriente dominante de enseñanza y predicación hoy en día, la cual deseo
negar y aconsejarte abiertamente a no aceptar tales enseñanzas.
El único propósito de este mensaje es asegurarte que los
creyentes no precisan estar dolientes así como
tampoco precisan ser pecaminosos. Y Usted afirme, de hecho que ES SIEMPRE LA VOLUNTAD DE Dios sanarlo perfectamente
(cuando son cumplidas sus justas condiciones)
Quiero
preguntarle algo: ¿Por qué actualmente la enfermedad se ha tornado en un
enemigo tan persistente e impertinente en la iglesia? ¿Cuál es la razón de que
la dolencia y la enfermedad logran una cosecha tan grande en nuestro pueblo
creyente cuando en el Antiguo Testamento tres millones de personas tuvieron el
coraje de confiar en la Palabra hablada por Dios y TODOS FUERON SANADOS
COMPLETAMENTE?
Digo
muy enfáticamente que la única razón fue que ellos creyeron lo que Dios dijo: ―Yo soy
el Señor
tu Sanador‖. Eso fue dirigido a
ellos y ellos lo creyeron. Hoy, la ÚNICA RAZÓN por la cual la dolencia está
diezmando tanto a nuestro pueblo es que la Iglesia no HA FALLADO (o negado) en
creer lo que Dios ha hablado. La iglesia sabe que Dios dice: ―Yo soy
el Señor
tu Sanador‖ pero en cualquier caso ella no ha creído que Dios quiso decir lo
que dijo y por tanto ha cambiado su ―YO SOY―,
por ―YO ERA‖.
BAJO
LA ANTIGUA ALIANZA DE LA LEY, tres millones de personas podían de una vez gozar
de buena salud, tanto más todos debemos tener buena salud bajo la NUEVA ALIANZA
de misericordia, gracia y verdad que ha sido establecida con mejores promesas,
un sacerdocio superior y un ministerio más excelente (Hebreos 8:6).
Capítulo 2
La Sanidad es para Todos
¿Es voluntad de Dios
sanar a TODOS los que precisan sanidad, como lo hizo en los tiempos pasados?
El
mayor obstáculo para la fe de muchas personas que procuran ser sanadas en
nuestros días es la falta de certeza en sus mentes en cuanto a si es o no es la
voluntad de Dios sanar a TODOS. Casi todos saben que, de hecho, Dios cura a
algunas personas, pero hay mucha teología moderna que evita que el pueblo sepa
lo que la Biblia claramente enseña: QUE LA SANIDAD HA SIDO PROVISTA PARA TODOS.
Es imposible reclamar osadamente, por la fe, un beneficio cuando no tenemos la
certeza de que Dios lo haya prometido, porque se reclaman los beneficios de
Dios ÚNICAMENTE cuando se conoce la Voluntad de Él, cuando se confía en Su
Voluntad y se cumple Su Voluntad.
Si queremos
saber lo que hay en un testamento, tenemos que leer el testamento. Si queremos
saber la Voluntad de Dios,
leamos lo que fue revelado acerca de Su Voluntad.
Si me dijese una persona: ―Mi pariente era muy rico y murió.
Ahora quiero saber si me legó una casa‖ Yo le diría: ―¿Por qué no lee el testamento para saberlo?‖
La palabra ―testamento‖ expresa la voluntad
de una persona. La Biblia contiene el TESTAMENTO de la Voluntad de Dios en dónde Él nos lega
todos los beneficios de la redención. Y siendo la Biblia Su último testamento,
cualquier otra cosa más reciente que pretenda serlo es una falsificación. Nunca
se escribe otro testamento luego de
la muerte del testador. Si la sanidad está en el testamento de Dios para nosotros,
¿cómo dicen que Dios no quiere curar a TODAS las PERSONAS
como consta claramente en Su
Testamento? Sería modificar el Testamento y hacerlo luego de la muerte del testador.
Jesús no es solamente el Testador que murió sino que Él
resucitó y es también el mediador del testamento.
El es nuestro Abogado. El no nos defrauda con el testamento como hacen algunos
abogados terrenales. El es nuestro Representante a la diestra de Dios.
No
hay manera mejor para saber cuál es la VOLUNTAD DE DIOS que leer los Evangelios
que registran las enseñanzas de las obras de Cristo. El era una expresión de la
Voluntad del Padre. Su vida era tanto una manifestación como una revelación de
amor invariable de la Voluntad de Dios. Era, literalmente, el representante
para la raza adámica de la Voluntad de Dios.
“Si es tu Voluntad”
Lucas 4:40
Todos los que tenían enfermos de
diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.
El revelaba
representando la VOLUNTAD DE Dios para TODO el pueblo.
Hebreos 10:7
Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad,
Porque
he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me
envió. Juan
6:38. Todo lo que Jesús hacía por la humanidad necesitada durante Su ministerio
terrestre, era revelación directa de la VOLUNTAD PERFECTA de Dios para con la
raza humana.
Dice F.F.
Bosworth en su libro ―Cristo el Sanador‖: ―Nadie puede ser más conservador que la iglesia episcopal. Sin embargo, la conclusión a la que llegó la
comisión dedicada al estudio de la Sanidad Divina, después de tres años de
estudio e investigación tanto en la Biblia como en la historia, fue el
siguiente resumen: Jesús hacía las sanidades como una revelación de la voluntad
de Dios para los hombres‖.
―Descubrí
que Su Voluntad ha sido plenamente revelada”, añadió: ―La iglesia
no puede orar más con la frase
destructiva de la fe „Si es Tu Voluntad‟‖.
El
evangelista Bosworth también dice: ―El mensaje enseñado
en todas partes del evangelio es la
SANIDAD COMPLETA DEL CUERPO Y ALMA PARA todos los que se acercan a Él‖.
Muchos hoy en día dicen: ―Creo en la
sanidad, pero no creo que sea para todos‖…
si no fuese para todos ¿Sería entonces posible hacer la oración de fe?
Entre
todos los que buscaban ser sanados por Cristo en su ministerio terrenal, leemos
SOLAMENTE UNO que oró con esas palabras: ―SI QUIERES‖. Y este fue un pobre leproso rechazado que
no conocía la Voluntad de Cristo de sanar. La primera cosa que Cristo hizo fue
corregir la incredulidad del leproso
diciendo:
―QUIERO‖. Nadie más dijo: ―Si es tu Voluntad‖. ES LA VOLUNTAD DE DIOS.
El
leproso de Marcos 1:40 dice: ―Si quieres,
bien puedes‖ y Jesús respondió ―QUIERO‖.
Que ese ―QUIERO‖ resuelva el caso para nosotros, para toda ocasión y para siempre; ya que Dios QUIERE CURAR A LOS ENFERMOS. Si Él quiere curar una persona entonces ―quiere‖ curar a todas. El no quiere que ALGUNOS solamente sean preservados. Santiago dice: ―¿Hay alguno enfermo entre vosotros?‖.
Ese ―Alguno‖ te incluye a ti, si estás enfermo.
Acerca
de los que habían sido mordidos por serpientes ardientes en el relato de
Números 21, tenían que mirar la
serpiente
de bronce que fue puesta sobre
un asta y dice la Palabra de Dios:
―y cualquiera que
fuere mordido y mirare a ella, vivirá.‖ Lo mismo es ahora; si ALGUIEN ASÍ LO DESEA, mirara a Cristo como Redentor y será salvo. Todas las
personas están en las mismas condiciones en cuanto a los beneficios de la expiación. Las palabras ―todo aquel‖ y ―quien quiera‖ siempre
se utilizan
para lanzar el
llamamiento a los
pecadores, y las
palabras ―todos‖ ―alguien‖ y ―cada
uno‖, para lanzar el llamamiento a
los enfermos y dolientes. Estas llamadas son siempre universales, y los
resultados son siempre los prometidos:
―Será salvo‖, ―Tendrá vida‖, ―Quedó sano‖, ―El Señor lo levantará‖, ―Sanó
a todos‖ y
―todos los que lo tocaban eran sanados‖.
Muchas
veces los padres muestran preferencias por un hijo sobre los otros, pero Dios
nunca lo hace. Cuando cumplimos condiciones iguales, recibimos igualmente.
Nosotros cumplimos nuestra parte y Dios siempre es fiel para cumplir su parte
todas las veces. Los beneficios del Calvario son PARA TI. Si Dios sanaba a
todos El sigue sanando a todos los que se acercan a Él para ser curados.
Hebreos 13:8
Jesús es el mismo hoy, ayer y por
los siglos ¸ Mateo 12:15.
y le
siguió mucha gente, y sanaba a todos
Lucas 6:19 “Y toda la gente
procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos”. Mateo 8:16,17
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos
endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los
enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El
mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias
Cristo continúa sanando los enfermos para cumplir la palabra del
profeta Isaías que dice: ―El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó
nuestras dolencias‖.
Siempre
recuerda que TÚ estás incluido en ―NUESTRAS‖ de Mateo 8:16,17 y que Dios está obligado por Su alianza a
continuar SANANDO A TODOS los enfermos y los que sufren dolencias por lo que
dijo a través de Isaías.
Salmos 89:34
No olvidaré mi pacto, Ni mudaré lo que ha salido de
mis labios.
Lucas 4:40
Al ponerse el sol, todos los que
tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las
manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.
Hechos 10:38
Cómo Dios ungió con el Espíritu
Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y
sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”
La Cura es para todos y debe ser predicada a todos
Felipe predicó a
Cristo a los samaritanos.
Hechos 8:6-8
Y la gente, unánime, escuchaba
atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
Porque de muchos que tenían
espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y
cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad”
Jesús
probó ser exactamente el mismo cuando Felipe lo predicó. Pedro predicó a Cristo
el cojo de Hechos 3 fue curado.. Jesús probó ser el mismo par a Pedro. En todo
tiempo y en todo lugar que se predica a Jesucristo en su sacrificio pleno por
el pecado y la enfermedad el resultado será la sanidad de los cuerpos enfermos,
tanto como la salvación de las almas perdidas. Pablo predicó a Cristo:
Hechos
14:8-10.
Y cierto hombre de Listra estaba sentado,
imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este
oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para
ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y
anduvo
Pablo predicó el evangelio de la sanidad porque el cojo
recibió fe para ser curado en cuanto escuchó el mensaje de Pablo. En todo lugar
donde se predica la sanidad, con todos sus beneficios para TODOS; el pueblo
responde a la Palabra predicada teniendo fe para ser curado y el pueblo es
siempre sanado. Este método NUNCA FALLA. LA FE NO PUEDE FALLAR.
Quiero
repetir: Nadie puede poner su fe en acción si las personas están indecisas en
cuanto a si Dios cura o no cura a TODOS. Si Él no quiere sanar a TODOS,
entonces estamos obligados a vacilar diciendo en TODOS LOS CASOS: ―¿Dios querrá sanar a esta persona? ¿O es uno
de esos casos infelices que Dios quiere dejarlos sufrir? ¿Cómo podemos orar la
ORACIÓN DE FE pensando así?
Queda permanente y establecido que ES LA VOLUNTAD DE DIOS
CURARME. Tengo tanto derecho a la sanidad como al perdón cuando creo. Dios
dice: ―Yo soy el Señor tu
Sanador‖ y si Dios lo dice, como Él no puede mentir,
El quería decir lo que dijo. Lo que Dios dice es verdad. Por tanto la cura es
MÍA.La sanidad es parte del Evangelio y es para predicar por ―todo el mundo‖ y para ―toda
criatura‖. Es el plan de Dios fortalecer plenamente ―hasta
el fin de los tiempos‖ (Mateo 28:20). Siendo Parte del evangelio,
la bendición de la sanidad divina es para TODOS.
Capítulo 3
Las razones para la Fe
Hay
muchos que reconocen no tener un conocimiento personal de Jesús como el
Salvador del cuerpo. Pueden ver que otros se curan pero dudan que la Voluntad
de Dios sea la sanidad para ellos. Esperan una revelación particular de la
Voluntad de Dios en cuanto a su caso, y mientras tanto hacen todo lo que tienen
a su alcance para sanar por medios naturales o usando el conocimiento humano; sin pensar, desde su punto de vista, que
procurando sanarse están frustrando la Voluntad de Dios. La Biblia revela la voluntad de Dios acerca
de la sanidad. Dios no necesita dar una particular revelación de su voluntad
sobre un tema que ha puesto de manifiesto claramente en su palabra. Un estudio de las Escrituras muestran claramente que
Dios ha declarado Su deseo de sanar Sus hijos - incluso curar a su pueblo-.
Queremos considerar algunas escrituras que lo demuestran: Cuando Dios llamó a
los israelitas de Egipto les dio un estatuto y una ordenanza acerca de la
sanidad (Éxodo 15:26). Él repitió esto en el cierre de los cuarenta años de
peregrinación. A través de la historia de los israelitas, los encontramos
sufriendo de enfermedades y
pestilencias volviéndose a Dios con arrepentimiento y confesando y recibiendo
sanidad en respuesta a la oración.
jSe cura en respuesta a la oración!. Fue la manera de Dios bajo la antigua dispensación. Cuánto más prevalecerá lo
mismo bajo la Nueva.
Mateo 12:15
Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió
mucha gente, y sanaba a todos”.
Las obras
de sanidad de Cristo no fueron solamente para probar su divinidad, como algunos
afirman. Fue para cumplir Su comisión, la Voluntad de Dios: ―Entonces
dije: He aquí que vengo, oh
Dios,
para hacer tu voluntad,” Hebreos 10:7
Jesús mismo es una revelación de la Voluntad de Dios. Hacía
la Voluntad de Dios, sanando a TODOS
los que se acercaban a Él. Su sacerdocio es inalterable, Jesucristo es el mismo
hoy, ayer y por los siglos. Él es
el mismo enamorado como cuando movido por compasión sanaba de toda especie de dolencias.
Hebreos 2:17
Por lo cual debía ser en todo
semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote
en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo
Durante su
ministerio terrenal,
en
todo lugar caminaba movido por la compasión
y sanaba a todos ―los que necesitaban sanidad‖. Él es el fiel y misericordioso
Sumo Sacerdote de nuestro tiempo. En las escrituras ―compasión‖ y ―misericordia‖ tenían el mismo significado. El sustantivo hebraico rachamim es traducido tanto ―misericordia‖ como ―compasión‖. El verbo griego eleeo es traducido ―tener
misericordia‖ y ―tener
compasión‖. Igualmente el adjetivo eleemon quiere decir ―misericordioso- compasivo‖.
Cristo
comisionó a Sus doce discípulos para sanar y después, de la misma forma
comisionó a los setenta (Lucas 10). La comisión fue dada a todos los que creen
(Marcos 16:17,18) y otra vez fue dada a la iglesia (Santiago 5:14,16). Estas
comisiones nunca fueron revocadas.
La
sanidad es la respuesta a la oración de fe, la única manera de recibir la
sanidad conocida por la iglesia primitiva.
Una
línea que va de la curación a través de todas las temporadas hasta estos días,
y actualmente esta preciosa verdad, casi borrada eventualmente en la oscuridad
espiritual de la Edad Media, ha sido revivida en un gran derramamiento del
Espíritu Santo en estos últimos días. Millares de todos los países están
probando que Dios cura en Su pueblo.
Es más, Dios ha
provisto la cura por al expiación de Cristo (Isaías 53:4,5; Mateo 8:16,17)
Las
palabras ―tomó sobre sí‖ en Mateo 8:17, significan substitución
(sufriendo por, no compasión) con sufrimiento. Si Cristo tomó nuestras
enfermedades ¿Por qué tenemos que sufrirlas?
Se encuentran tipos de expiación
en relación con la Sanidad en el Antiguo Testamento: La purificación del leproso (Lev.
14), la sanidad de la plaga (Num. 16:46-48), la serpiente de bronce
(Num. 21:7-9), la sanidad de Job (Job 33:24).
En Deuteronomio 28, encontramos la enfermedad
como una parte de ―la maldición‖.
Mas declara en
Gálatas 3:13 que
―Cristo nos libró
de la maldición de la ley‖.
El
pecado y la enfermedad están ligadas íntimamente a través de las Escrituras;
Salmo 103:3, Juan 5:14, Mateo 9:5,6, junto con muchos otros pasajes que indican
lo mismo. Tanto del pecado como de la enfermedad tenemos redención por la
sangre preciosa que Jesús vertió y las heridas que soportó.
Todo lo que
Dios nos ha dado fue dado por Cristo Jesús nuestro Señor, para ―Cualquier persona que desee‖, para quien desee cumplir las condiciones de creer
en la Palabra. Podemos excluirnos a nosotros mismos diciendo ―es Su Voluntad‖ pero Dios no exceptúa a nadie. El no hace acepción de personas
sus promesas son para todos. Santiago 5:14 “¿Está alguno enfermo entre
vosotros?” Mateo 7:7 ―Pedid
y se os
dará”, Marcos 11:24 ―Todo
lo que pidiereis orando creed
que lo recibiréis y os
vendrá”.
Observen
la sanidad prometida por el hecho de ser habitación del Espíritu Santo:
Rom 8:11.
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos
a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús
vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en
vosotros
Todas
estas Escrituras junto con las promesas directas e universales, descubren
claramente la Voluntad de Dios de sanar a cualquier persona que se acerca a Él
con fe. Esa es Su Voluntad, Su manera. No se recomienda en la Biblia otra
manera para Su pueblo.
Dios
nos ha legado la sanidad, la salud y la fuerza en Cristo. Este es nuestro
derecho y privilegio en Él. Le agradamos y Lo glorificamos sujetándonos a Él.
El quiere que tengamos buena salud. ¿Aceptaremos esta provisión de su amor?
¿Obedeceremos a Él aceptando Su provisión para que Su Voluntad sea hecha en nosotros
y glorifiquemos a Dios en nuestros cuerpos?
Con la
certeza de la Voluntad de Dios, no precisamos orar: ―Señor, sáname si es Tu
Voluntad‖. Ese ―si‖ indica
duda y la duda anula la fe.
Alguien
me dijo un dicho sin validez: ―Creo
en la oración para que Dios me sane, si
es su
Voluntad‖; para ilustrar agrego: Un
hijo puede pedir algo a su padre y el padre le dará lo que pide si piensa que
es bueno para el niño; así es como yo tengo que orar pidiendo sanidad. Si el
padre del niño le prometió darle cierta cosa, el niño tiene derecho a esperar
el cumplimiento de la promesa. Así el Padre nos ha prometido sanidad y tenemos
el derecho a esperar el cumplimiento de Su promesa.
Sin
conocer la Voluntad de Dios acerca de una cierta cosa, podemos orar con fe
pidiendo que Dios hacer esto para nosotros si fuera Su deseo y si Él quiere.
Pero cuando Dios ha revelado Su Voluntad prometiendo hacer esa cosa, no podeos
ignorar o dudar, pues es Su Voluntad hacerlo. Su Palabra revela el hecho de que
la Sanidad es Su Voluntad si cumplimos las condiciones y creemos en Su promesa.
La
fe que Dios ve, se basa en la certeza de Su Voluntad; conocer Su Voluntad es la
base de nuestra certeza. No podemos adquirir definitivamente la sanidad por la
fe, si hay cualquier duda acerca de si es para nosotros o no. Debemos saber la
Voluntad de Dios, entonces podremos adquirir la sanidad definitivamente por la
fe, creyendo que cuando pedimos recibiremos.
Nuestra
voluntad, también tiene una parte en nuestra cura. ¿Reclamaremos aquello que
Dios quiere que tengamos?
Juan 15:7
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid todo lo que queréis, y os será hecho”
Cuando
nuestro ―yo quiero‖ se reúna con ―Si Quiero‖ la obra será hecha.
Capítulo 4
¿Por qué no
se sanan más
personas? |
Romanos
10:17
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios
Nunca se desarrolla por
nuestra ―compasión‖. Nunca se desarrolla la fe por ―lástima‖.
Nunca se desarrolla
la fe por conversar sobre los dolores y los sufrimientos, flaquezas y
enfermedades de la víctima. “La fe es por el oír… la Palabra de Dios”.
Nuestra fe SE DESARROLLA CUANDO OÍMOS LA
PALABRA DE VERDAD.
Es nuestro DEBER
decir la verdad al pueblo. Jesús dijo: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará
libres” Juan 8:32. Él es la verdad. Si queremos ver las masas humanas
libertadas de la esclavitud de la dolencia, DEBEMOS predicarles la parte de la
Palabra que las liberta de enfermedades. La verdad es esto: CRISTO QUIERE
CURARNOS A TODOS o si no, no hubiera sufrido las llagas por las cuales “fuimos
nosotros curados” Isaías 53:5
Entonces surge la
pregunta: ¿por qué no sanan más personas?
Es por falta de enseñar y predicar esta gran verdad. En lugar de quedarnos al lado de los lechos de las multitudes de enfermos
apiadándonos de sus sufrimientos y dando a entender que ―debe ser la voluntad de Dios llevarlos‖; o que debe ser para ―enseñarles a tener paciencia‖, o tal vez ―mantener un mayor acercamiento al Señor mediante la enfermedad‖ debemos ―DECLARAR
GUERRA CONTRA TODA FORMA DE ENFERMEDAD ejerciendo nuestra autoridad sobre toda
forma de poder demoníaco mediante el Nombre poderoso y triunfante de
JESUCRISTO, ministrando liberación a los que sufren.
Si la salvación es para todos, la cura divina es para todos
Nunca dudamos que sea la voluntad de Dios
salvar incluso al más vil y al más indigno. ¿Cómo estamos seguros de que es
así? Porque se nos ha enseñado la VERDAD acerca de este tema. Fuimos enseñado
desde la infancia que la salvación es para TODOS los que creen, porque ―Dios amó de tal manera al mundo que ha dado
a Su hijo unigénito para que todo aquel que en él crea no se pierda, mas tenga
vida eterna.” Juan 3:16
Si hubiésemos sido
enseñados acerca de la cura para el cuerpo tan positivamente como fui9mos
enseñados en cuanto a la salvación del alma, el pueblo creería tan rápidamente
para recibir la sanidad, como lo hacen para recibir la salvación.
Si pensamos que Dios operaba milagros y sanaba en el
pasado, pero no quiere hacer lo mismo en el día de hoy, estamos diciendo que es
un Dios que ―era‖ más que el Dios que ―es‖. Pero yo digo enfáticamente que Él es el Gran Yo
Soy, YO SOY EL SEÑOR TU
SANADOR.
Ahora mismo Dios está diciendo: ―Yo
Soy el Señor que TE sana‖. Mañana Él será eso mismo. Estará curando a los
enfermos que lo buscarán mañana, porque seguirá siendo el GRAN YO SOY. No puede
haber duda; Él continúa concediendo sanidad a TODOS los que se llegan a Él
creyendo en Su Promesa. Mateo 9:29 “Conforme a vuestra fe os sea hecho”; Santiago
1:6. “Por
tanto pida con fe, no dudando nada”
La sanidad espiritual y física
La cura en la Biblia
es tanto física como espiritual.
Los dos dardos que
Satanás ha tirado contra la humanidad son pecados y dolencias. Ambos entraron
en el mundo por la desobediencia de Adán
y Eva. Sobre ambos dardos, se anuncia la victoria que Cristo trajo al mundo: La SALVACIÓN y la SANIDAD. La liberación del pecado y de la
enfermedad. Creo que se puede declarar
de estas dos formas: ―La SALVACIÓN del pecado
y la enfermedad‖ o
―la SANIDAD del
pecado y la enfermedad‖. Ambos remedios están en una sola expiación
sufridos por un sacrificio o por un Sustituto. Tiene un mismo significado
decir SANADO o decir SALVO y es para ambos: alma y cuerpo.
El hombre no salvo y
enfermo, no sería completo siendo salvo sin ser sanado de su enfermedad después
de escuchar esta verdad proclamada.
Un pecador curado
sería incompleto si aún tuviera sus pecados. La persona es perdonada de estos
males espirituales cuando su físico es ―salvo‖, esto es CURADO. ¿Por qué? Simplemente
porque ha aceptado la expiación.
¿Cómo
puede esta persona aceptar apenas una mitad de los beneficios, después de saber
la verdad? Llegó a ver a Jesús, el
Sacrificio ensangrentado, llevando tanto sus ENFERMEDADES como sus pecados.
Esto es la ―verdad que liberta a los hombres‖ tanto en
sus cuerpos como
en sus almas.
En nuestras campañas
evangelísticas, siempre predicamos una provisión plena, doble, invitando a los ―no salvos‖
a aceptar a Jesucristo, que los ―sana‖ y los ―salva‖ del pecado. El resultado es liberación del
cuerpo y del alma por igual. El cuerpo y el alma son siempre libertados juntos,
si el pueblo cree en esto.
Pablo dice:
1Corintios
6:20
Porque habéis sido comprados por
precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Nos mandó a usar tanto
el cuerpo como el espíritu para glorificar a Dios. Ambos fueron ―comprados por
buen precio‖
El hombre Paralítico
No es de admirar que
Jesús dijese al hombre paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados” Marcos
2:5. Cuando él se levantó, tomó su cama y anduvo, dejó atrás sus pecados con
sus enfermedades. Fue por esta razón que Jesús preguntó:
Marcos 2:9.
¿Qué es más fácil, decir al
paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho
y anda?
Si Jesús hubiese dicho a ese hombre qu sus
pecados fueron lavados; su enfermedad tendría también que salir, pues el
remedio para los dolores fue provisto en la misma expiación e Isaías 53:5 ya
había declarado: El fue herido por nuestras rebeliones… y por sus llagas fuimos nosotros
curados.
Si Jesús hubiese
ordenado que este hombre se levantara y anduviera, entonces sus pecados también
tendrían que salir.
¡Oh! ¡Cómo el pueblo carece del conocimiento de la plena libración
doble!
La palabra griega traducida ―salvo‖ en Romanos 10:9 (serás salvo) es la misma palabra usada por Marcos 6:56 cuando escribe: Y todos los (enfermos) que lo
tocaban SANABAN. Ambas palabras ―salvo‖ y
―sanaban‖
fueron traducidas de la palabra griega sozo.
Es conveniente que
aquellos que están en contra de la sanidad divina aprendan el sentido de estas
palabras en el texto griego. Observen que estas palabras que se encuentran en
los siguientes versículos fueron traducidas de la misma palabra griega sozo. Salva - Marcos 5:23 Salvo - Marcos
16:16 Salvo - Lucas 8:36 Salvo - Hechos 2:21 Sanado- Hechos 14:9 Salvos -
Efesios 2:8 Salvo - Lucas 18:42 Salvará - Santiago 5:15 Salvo - Marcos 5:34
Sanarán - Marcos 5:28 Salvos - Lucas 17:19 Sanado - Hechos 4:9 Sanado - Hechos
4:12 Sanaban - Marcos 6:56
No hay necesidad de
que los creyentes estén enfermos. No toleramos el pecado en nuestras vidas
porque Jesús llevó nuestros pecados. No necesitamos tolerar las enfermedades en
nuestros cuerpos, porque Jesús llevo nuestras enfermedades. El TOMÓ sobre Sí nuestras
enfermedades (debilidades) y llevó nuestras dolencias (molestias)
Mateo 8:17
Para que se cumpliese lo dicho
por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y
llevó nuestras dolencias.
Isaías 53:4
Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido
1 Pedro 2:24
Quien llevó él mismo nuestros
pecados en su cuerpo sobre el madero, para que
nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por
cuya herida fuisteis sanados.
SABEMOS que Jesús
llevó nuestros pecados. Si Él los llevó, no necesitamos llevarlos nosotros.. Si
necesitamos llevarlos, Jesús no necesitaba llevarlos. Si necesitamos llevarlos,
entonces fue en vano que Jesús los llevara.
El Evangelio muestra
claramente que Él los LLEVÓ y por tanto, SOMOS REDIMIDOS DE ELLOS y así JAMÁS
NECESITAREMOS LLEVARLOS.
Los creyentes en su
conjunto, han sido llevados a creer que, a pesar de ser redimidos de sus
pecados, deben seguir sufriendo sus enfermedades, porque ―puede ser
que no sea la voluntad de Dios
curarlos‖. SABEN que Él lo podría hacer, pero sin
CERTEZA DE SU VOLULNTAD, continuarán padeciendo con paciencia la enfermedad que
consume sus cuerpos.
¡Imagine! ¡La dolencia consumiendo el propio cuerpo ―comprado por buen precio‖; sí, el precio del
Hijo de Dios! ¿Eso le parece razonable?
¡No! y ¡Mil veces
No!
Soy castigado por
las masa de creyentes tan mal enseñadas. ¡Cómo difieren estas tradiciones de la
Palabra de Dios!
Bosworth dice: ―Cuando
pregunto a un creyente si cree que sea voluntad
de Dios sanarlo y él responde que no sabe si es o no Su voluntad, entonces
le pregunto si es LA VOLUNTAD DE DIOS CUMPLIR
SU PROMESA”
Ciertamente es una
pregunta muy razonable de hacer a los que dudan si es la voluntad de Dios SANAR
A TODOS los que están enfermos.
Quiero repetir: la
razón por porque más personas no son curadas es porque les falta la predicación
y la enseñanza de estas verdades. Dado que la fe viene por el oír, y el oír por la
Palabra de Dios, entonces, si queremos que el pueblo tenga fe para
recibir la sanidad divina, DEBEMOS proclamarles estas verdades bíblicas que
sirven para edificar la fe para recibir esta bendición.
¿Cuántos pecadores
serían salvos si el predicador nunca predicase un sermón sobre la salvación?
¿Y si cuando
decide predicar sobre la salvación, basara su discurso en los siguientes puntos
principales?:
1.
Puede no ser la voluntad de Dios salvarte.
2.
Tal vez tu pecado sea para la gloria de Dios.
3.
Permanece resignado en tus pecados, hasta que Dios
te quiera salvar.
4.
Ya pasó el tiempo de los MILAGROS (conversiones).
¿Cuántas almas se
salvarían y cuántos pecadores recibirían fe para convertirse a través de sus
mensajes?
Lamentablemente
estos son casi los únicos puntos enfatizados que los enfermos oyen en cuanto a
la sanidad; así es fácil comprender por qué un mayor número de personas no se
sana hoy día.
Capítulo 5
Pidiendo al Padre en el Nombre
de Jesús. |
Pidiendo en el nombre del padre
sanidad
Juan 14.13 Y todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en
el Hijo.
Juan16:23 En aquel día no me
preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al
Padre en mi nombre, os lo dará.
Según esta
Escritura podemos tener la certeza de que Jesús no nos engañó, tenemos derecho
de pedir al Padre que nos sane en el Nombre de Jesucristo y seremos sanados. Si
creemos en la Palabra de Dios, podemos pedir en el Nombre de Jesús y siempre
recibiremos lo que pedimos; esto es, como dice en 1Juan 5:14 Si
pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye; y ciertamente y
definitivamente la sanidad es CONFORME A SU VOLUNTAD para TODOS.
Tú
que sufres enfermedad, tienes derecho de pedir que el Padre te cure. Entonces
Todo cuanto pidieres al Padre, creed que lo recibiréis y os vendrá Marcos
11:14. Así todo, es importantísimo notar que debemos pedir en el Nombre de Jesús.
El
poder del Nombre de Jesús
Hay poder en el
Nombre del Señor Jesucristo. Está escrito en Filipenses 2:9,10
Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
Para que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en los cielos (ángeles), y en la tierra
(hombres), y debajo de la tierra (demonios);
Los seres de tres
mundos deben doblar las rodillas en el Nombre de Jesús. Ese nombre ejerce
control absoluto sobre Satanás y todo su reino.
El hermano
Wigglesworth cuenta cómo ministró a cierto hombre moribundo con tuberculosis.
Dice que estaba en pie al lado del lecho, no hacía cosa alguna que no fuera
repetir el Nombre de Jesús ininterrumpidamente. La habitación comenzó a
llenarse de la gloria de Dios y la sanidad vino al cuerpo del moribundo, y él
se levantó perfectamente curado.
Pedro dice al cojo:
En el Nombre de Jesucristo de Nazareth, levántate y anda y el hombre anduvo.
En hechos 3:6 Pablo
le dice a un demonio: En en Nombre de Jesús, te mando que salgas de ella. Y la
demente fue perfectamente restaurada (Hechos 16:18).
Jesús nos dejó su
Nombre, ese Nombre habita con nosotros. Tenemos derecho a usarlo.
A Satanás le es
ordenado respetar ese Nombre que es sobre todo Nombre y todo su reino tiene que
obedecer nuestras órdenes cuando son dadas en el Nombre de Jesucristo.
Lucas 10:17
Volvieron los setenta con gozo,
diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.
Recuerde que fue
Jesús el que venció al pecado, a Satanás, a la enfermedad, a la muerte, al
infierno y a la tumba; y tenemos derecho legal de utilizar Su Nombre.
Cuando Jesús nos dio
el derecho de usar ese Nombre, el
Padre sabía todo lo que implicaría. Cuando almas oprimidas lo declararan en
oración, Él siempre se agrada al escuchar ese Nombre. Las posibilidades que participan en ese Nombre escapan a nuestro
entendimiento
y cuando Jesús dice a la Iglesia: ―Todo
cuanto pidieres a Mi Padre en MI
Nombre” es como si Él nos entregase un cheque ya endosado para retirar todos los recursos de los cielos,
pidiendo que los tomemos y los usemos. ¡Qué grande es nuestro privilegio! Vale
la pena, a cualquier creyente que carezca de
sanidad, comenzar un estudio esmerado de
los recursos de Jesús, con el fin de
adquirir el conocimiento de la
riqueza que ese Nombre tiene para él hoy día. Te pertenece para usarlo hoy.
Jesús lo dice. Cree que él te dice la verdad y comienza a utilizar Su Nombre en
oración hoy.
Jesús te está
diciendo: ―Pide a el Padre dará
cualquier cosa en Mi Nombre; yo abalaré la petición y el Padre dará cualquier
cosa que le pidas por MI abalada‖ Al reclamar nuestros privilegios y derechos,
la Nueva alianza, y orar en el Nombre de Jesús parece que el pedido o súplica
pasa de nuestras manos a las manos de Jesús. Él entonces asume la
responsabilidad de esa necesidad y sabemos que Él dice: “Padre, gracias te doy por escucharme, yo sé que siempre me escuchas” Sabemos
que el Padre siempre escucha a Jesús, entonces cuando oramos en Su Nombre el
Padre es como si Jesús mismo orase. Él ocupa nuestro lugar. El Padre nos da la
respuesta y nosotros nos regocijamos.
Esta es una verdad
indiscutible. Si precisas sanidad puedes pedirla al Padre en el Nombre de Jesús
creyendo que Él te oye y ¡he aquí! Te deshace tu enfermedad. ¿Por qué? Observa
la respuesta:
1Juan 5:4,5
Esta es la confianza que tenemos
en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad Él nos oye. Y si
sabemos que Él nos oye, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos
hecho.
¡Ora! ¿Es eso
difícil? Es fácil. El derecho de hacerlo es tuyo. Pídele y recibirás salud en
el Precioso Nombre de Jesús. ¡Hazlo ahora! ¡Eso opera ahora mismo donde
estuvieres!
Jesús nos dio
permiso de utilizar Su Nombre en oración.
Juan
14:13,24
Todo cuanto pidieres en Mi
Nombre, Yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pidieres
alguna cosa en Mi Nombre Yo lo haré.
Leemos más:
Juan 16:24
Hasta ahora nada pedisteis en Mi
Nombre; pedid y recibiréis para que vuestro gozo sea cumplido
¡Cómo
lo debemos alabar por el derecho de usar Su Nombre en oración!
Si
te hace falta sanidad, pídesela al Padre en el Nombre de Su querido Hijo y la recibirás; y tu gozo SERÁ CUMPLIDO.
Pedro confiando en la
Palabra de Jesús dijo al cojo: En el Nombre de Jesucristo de Nazareth,
levántate y anda. Ese Nombre JAMÁS PIERDE SU PODER. Por esta escritura
él nos ha probado el hecho de que se puede recibir SANIDAD POR ESE NOMBRE. Los
hombres son salvos por ese NOMBRE, pues
Hechos 4:12
Y en ningún otro hay salvación;
porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos.
Los hombres oran y
hacen sus peticione al Padre en ese Nombre (Juan 14:13,14; 16:24). En ese Nombre
los cojos, los impotentes e inutilizados son libertados para andar nuevamente.
Jesús dice en Marcos 16.17: En mi Nombre echarán fuera demonios.
Pablo probó la veracidad de esta profecía de Jesús muchos años después que
Jesús la haya enunciado. Pablo le dice al espíritu que estaba en la joven de
Filipos:
Hechos 16:18
Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de
ella. Y salió en aquella misma hora.
No es difícil de
entender que el poeta escribiera:
¡Saludad
el Nombre de Jesús! ¡Arcángeles postraos! ¡Al Hijo del glorioso Dios, con
Gloria coronad!
Qué
gran poder tiene ese Nombre para la Iglesia hoy! Y abarca toda la fase de la
Iglesia primitiva. Según Colosenses 3:17, los hijos de Dios fueron enseñados de
la siguiente manera:
Todo lo que hacéis, sea de
palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a
Dios Padre por medio de él.
En Efesios 5:20
fueron enseñados a dar siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre
de nuestro Señor Jesucristo.
En 1Corintios 6:11
les fue dicho que ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya
habéis sido justificados en el NOMBRE del Señor Jesús, y por el Espíritu de
nuestro Dios.
En Hebreos 13:15
fueron amonestados a ofrecer siempre sacrificio de alabanza, frutos de labios
que confiesan Su NOMBRE.
En Santiago 5:14
Fueron instruidos a ungir los enfermos con aceite en el NOMBRE del Señor. Y os
informa en 1 Juan 3:23 que Su mandamiento es este: que creamos en el NOMBRE de
Su Hijo Jesucristo.
Vemos
en estas Escrituras que el NOMBRE de Jesús daba poder a toda área de la vida de
la Iglesia primitiva y que tomaba un lugar en los pensamientos, en la vida de
oración, en la enseñanza y en la predicación. Muchos hoy ignoran estas verdades
bíblicas porque no fueron instruidos.
Capítulo 6
Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo |
Mateo
18:19,20
Otra vez os digo, que si dos de
vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que
pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
Porque donde están dos o tres congregados en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
El dicho de Eclesiastés: ―La unión hace la fuerza‖.
Eclesiastés 4:9-12
Mejores son
dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
Porque si cayeren, el uno
levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá
segundo que lo levante.
También si dos durmieren juntos,
se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?
Y si alguno prevaleciere contra
uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”..
Dice en
Deuteronomio
32:30
“un solo hombre perseguirá a mil, y dos a diez mil”.
“Designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos
delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir.”
Lucas 10:1.
Después de estas cosas, designó el Señor también a
otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y
lugar adonde él había de ir.
Sin dudas, Dios tuvo el mismo propósito
cuando dijo por el Espíritu: Hechos 13:2 “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.‖. Observamos que Pedro y Juan fueron vistos por el cojo en Hechos 3 y en virtud de su
fe, los dos juntos hicieron la obra en el cuerpo del cojo.
Llamamos la atención a estas cosas para
enfatizar que ―si
dos de vosotros se pusieren
de acuerdo en la tierra acerca de
cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los
cielos.”
Hemos comprobado
personalmente que esto es verdad en varios casos donde las víctimas de las
enfermedades no conseguían alcanzar la fe para sí mismos. Y en nuestra
experiencia en este tipo de casos, cuando dos concordamos no solo en palabras,
sino también en Espíritu acerca de lo que falta, el enfermo sana. Eso sin
embargo, no es necesario cuando al persona tiene las facultades mentales para
escuchar la Palabra de Dios para su propia edificación; de esta forma ella
puede poner en su propia fe en acción..
Millares de
personas testifican haber recibido sanidad solamente escuchando ―la Palabra de Dios‖ cuando les predicamos estas verdades. Aquí citaré algunos
ejemplos:
Cierto hombre
quedó absorto con el mensaje que predicamos y cuando se levantó descubrió que
estaba sanado de una hernia que sufría.
Una
Señora, descubrió que estaba sana de artritis y las várices le habían
desaparecido. Una mujer ciega recibió la vista donde estaba sentada en el
banco.
Y millares de otras
personas han sido curadas de toda especie de dolencia en cuando oyeron y
creyeron la palabra de Dios.
Será tu experiencia
que, en cualquier ocasión oigas la Palabra de Dios y la aceptes, tendrás tu
propia fe, la fe que te LIBERTARÁ. Eso es siempre mejor que confiarse en la fe
del evangelista.
Hay que tener en
cuenta, que hay casos en que la persona no puede razonar, o que está tan
enferma que no puede comprender
estas verdades, incluso no puede escucharlas. En tales casos, que dos de
ustedes puedan estar
de
acuerdo con gran poder
en oración, pues la promesa es muy POSITIVA: ―Eso les será
hecho por mi padre que está en los cielos‖.
Nosotros debemos alabar
a Dios por su gran promesa, y por su cuidado de nuestra salud física, tanto
como de nuestra salud espiritual. El amado Juan escribió una de esas promesas a su carta a su amigo
Gayo diciendo: “Amado, yo deseo que tu seas prosperado en todas las cosas y que tengas
salud, así como prospera tu alma” 3 Juan 2. Juan, que se reclinó sobre
el pecho de Jesús, sabía que era la
voluntad de Dios QUERER salvar regenerar a todo pecador incluso al más vil y
más despreciado. Igualmente, es definitivamente la VOLUNTAD DE Dios curar TODOS
los enfermos y dolientes, incluso a los más desanimados, si el enfermo busca en
Él y cree Su Palabra de Verdad. ES LA VOLUNTAD
DE DIOS SANAR A TODOS. ¿Cómo alguien puede dudar del amor y compasión de Dios
para con SUS HIJOS?. Yo no comprendo, siendo que El da razón tras razón demostrando que podemos ser sanados. Tengo
en mente que vas a recibir tu sanidad. Tienes derecho bíblico de tener buena salud y ser
fuerte.
Alguien
puede preguntar: ―¿Entonces nadie podría morir nunca?‖ Según la Biblia,
la
respuesta es fácil, de hecho esta es la buena parte. Escucha lo que Dios prescribe
acerca de la muerte de Sus hijos:
LOS HIJOS DE DIOS ESTÁN REDIMIDOS de la maldición de la ley (Gálatas 3:13) parte de la cual es la enfermedad ―Si no cuidares de poner
por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este
nombre glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS,
Deut
28:59-61
Entonces Jehová aumentará
maravillosamente tus plagas y las plagas de tu descendencia, plagas grandes y permanentes,
y enfermedades malignas y duraderas;
y traerá sobre ti todos los males de Egipto, delante
de los cuales temiste, y no te dejarán.
Asimismo toda enfermedad y toda
plaga que no está escrita en el libro de esta ley, Jehová la enviará sobre ti, hasta
que seas destruido”.
La norma bíblica para la muerte de un hijo de
Dios es: ―Vendrás en la vejez
a la sepultura, Como la gavilla de
trigo que se recoge a su tiempo” Job
5:26. Fue así que Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, David y muchos otros partieron.
Capítulo 7
La unción con aceite de los ancianos. |
Santiago nos
explico esto en el versículo 14 del Capítulo 5 ―¿Está alguno enfermo entre
vosotros?
Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el
nombre del Señor.‖
Esta es una promesa
inconfundiblemente clara de sanidad para los enfermos. Sabemos por Marcos 6:13
que los discípulos hacían esto: ―Y echaban
fuera
muchos
demonios,
y ungían
con aceite a muchos enfermos, y los
sanaban”. Quiero llamar la
atención a Uds. al hecho de que justo antes de que Santiago escribiera la
promesa a los enfermos, él menciona a los AFLIGIDOS (alma), los que están
SUFRIENDO (alm.Rev.), los que están TRISTES (Fig.) La palabra griega da la idea
de ―sufrir cualquier dolor moral‖ y no cualquier enfermedad física. Aquellos
que sufren persecución o tribulación no deben llamar a los presbíteros para que
los haga libres; Santiago dice: ―¿Está alguno
afligido? Ore”. Es
él mismo el que debe orar.
Observe lo que Santiago dice acerca de los
enfermos: ―¿Está alguno entre vosotros enfermo?‖; esto no quiere decir que la sanidad es
sólo para algunos predilectos. El declara osadamente que la promesa de sanar es
para cualquiera (ALGUIEN enfermo). TODA PERSONA enferma tiene derecho bíblico
de llamar a los ancianos de la iglesia y ser sanada; y si fuera necesario ser
salva al mismo tiempo. Tú debes regocijarte especialmente si fuiste uno de
desafortunados a quien le fue enseñado que ―la sanidad
es sólo
para aquellos que tienen buena suerte‖
o ―tan
solo para
aquellos que Dios quiera curar‖. La sanidad es para Ti
Tienes derecho a gozar de salud en el cuerpo,
tanto como salud en el alma (3 Juan 2), después Santiago dice que la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo
levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán
perdonados. ―Y en el versículo 16:
―Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por
otros, para que seáis sanados.
La oración eficaz
del justo puede mucho‖. Esta promesa es muy clara
y fácil de comprender.
Haciendo según estas palabras, millones de personas han sido sanadas a través
de los siglos, y por la misma razón, otro millones serán hoy y serán sanados en
el futuro.
Observe que en el versículo 15, Santiago
dice: ―LA ORACIÓN DE FE salvará
al enfermo‖ declarando que es LA ORACIÓN DE FE la única oración que trae
sanidad a los enfermos.
La oración de fe
Quiero preguntar: ¿Cómo puede alguien orar ―la oración de fe‖
cuando
alimenta
la idea de que,
tal
vez, sea la voluntad de Dios llevar al
enfermo pase a la eternidad por medio de la
enfermedad que sufre? O si piensa:
―Dios, tal vez,
está operando algo muy precioso
en la vida de este hermano por medio de esta enfermedad, y tal
vez debo animarlo a soportarla con paciencia y así logre aprender la lección
que Dios le quiere enseñar.‖ En tales circunstancias, ninguno jamás puede
orar la oración de fe y lamentablemente es justamente la actitud
de muchos que oran por los enfermos. ¿No es
de admirar que tantos enfermos no reciban la sanidad en respuesta a la oración?
Pablo dice que
Cristo es el Salvador del cuerpo:
Efesios
5:23.
“porque el marido es cabeza de la
mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es
su Salvador.”
Dice más en 1 Cor 6:13: Pero el cuerpo es para el Señor,
y el Señor para el cuerpo. Entonces él pregunta: Vs 15: ¿no
sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? y otra vez: Vs 19 ¿No
sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo? y agrega:
Vs 20. Glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu los que
pertenecen a Dios.
―EL CUERPO… ES PARA EL SEÑOR‖ no es para nosotros mismos ni
para otra persona (especialmente no es
para Satanás). No fue creado para ser una habitación de dolencias y
enfermedades. Si Cristo se tornó el SALVADOR DEL CUERPO, y el CUERPO ES PARA EL
SEÑOR, entonces no precisamos tolerar las enfermedades y las dolencias en el
cuerpo. No debemos tener enfermedades en el cuerpo como tampoco pecado en el
corazón. La enfermedad es pecado para el cuerpo. El pecado es enfermedad para
el alma. Reconoce tu PLENA LIBERACIÓN. Reclama tu libertad.
Gálatas 5:1
“Estad firmes en la LIBERTAD con la que Cristo nos
hizo libres”.
Amigos acepten para
siempre en lo más íntimo de Uds., QUÉ ES LA VOLUNTAD DE DIOS QUE TENGAN BUENA
SALUD!. Reclamen la promesa, entonces PONDRÁ EN ACTIVIDAD ESTA PALABRA,
quitando las dudas y recelos para gozar de vuestra sanidad que apresuradamente
brotará, Isaías 58:8 (NT. La Versión Reina Valera traduce salvación, pero la
King James y otras versiones españolas traducen ―Y tus sanidades pronto
brotarán”)
Recuerde que
Santiago dice: ¿Está alguien enfermo entre vosotros?” Es verdad HOY que CULQUIER persona
enferma puede llamar a los ancianos para orar ―LA ORACIÓN DE FE‖ a su
favor. NO se puede orar, ni hacer la oración de fe mientras los ancianos están
preguntándose SI es voluntad de Dios sanar a este o aquel, pues Santiago sigue
diciendo:
Santiago 1:6,7. “pida con fe, no dudando nada,
porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es llevada por el viento
y arrastrada de una parte a otra. No piense pues quien tal haga que recibirá
cosa alguna del Señor.”
Capítulo 8
La imposición de las
manos |
En el capítulo 16 de del Evangelio de Marcos, en el
versículo 18, dice que Jesús comisionó Sus discípulos a ―ir por todo el mundo‖ e
hicieron lo que Él ordenó. Esta comisión está TODAVÍA EN VIGOR. No es
anticuada. Aquí está: Marcos 16:18. ―sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán”. Fue poco antes de decir
esto, que Jesús dijo: ―Y
estas señales seguirán A LOS QUE CREEN” y agregó: “En Mi
Nombre echarán fuera demonios, pondrán sus
manos sobre los enfermos y sanarán” (luego de que el
creyente imponga sus manos).
Cualquier creyente
puede imponer las manos sobre los enfermos, y la promesa es: “Y
sanarán”. Un creyente, sin embargo, es más que una persona que
meramente concuerda con que la Palabra de Dios es verdad. UN CREYENTE SIEMPRE
PONE LA PALABRA EN ACTIVIDAD. Dios nunca manda a los hombres a hacer cosas que
no pueden hacer. Adquirir una promesa es siempre una cuestión de obediencia más
que de fe.
Hacer lo que Dios
nos ordena hacer, y esperar lo que Él nos dijo que hará; ESTO ES FE.
·
Noé construyó el arca. Dios envió el diluvio sobre
la tierra.
·
Moisés extendió la vara. Dios dividió las aguas del
Mar Rojo.
·
Josué rodeó las murallas de Jericó. Dios los hizo huir.
·
Eliseo lanzó un hacha en las aguas. Dios hizo flotar
el hierro.
·
Naamán se sumergió 7 veces. Dios curó su lepra.
Así mismo Jesús
ordena al creyente a imponer las manos sobre los enfermos y Dios los hará
sanar.
En Santiago
dice: ―Ancianos, unjan a ALGUIEN
ENFERMO con aceite, y oren por
él la ORACIÓN DE FE‖ , luego
declara: “El Señor lo sanará.‖
Dios dice: ―Haz tú
una cosa insignificante. Yo
haré
una maravilla..
―Haz una cosa Insensata.
Haré una cosa sabia.‖
―YO haré una cosa que solamente YO (Dios) puedo
hacer.‖
Haz lo que Dios te
manda a hacer y luego espera que Dios haga Su parte. ESO ES FE.
Mi visión de Jesús
Hace algunos años
que Dios, en Su gracia, me concedió una visión maravillosa del SEÑOR
JESUCRISTO, de Gabriel tocando su trompeta y del arrebatamiento de la iglesia.
Me fue mostrado maravillosamente que mi partida de esta tierra con la Iglesia
es por mi aceptación de la sangre de Cristo para cubrir mis pecados, y haber
expresado mi fe en la plena expiación de Cristo. No tengo palabras para
explicar la importancia que esta visión tiene para mí. Digo lo mismo que Hattie
Hammond: ―Si algún día VES A JESÚS en Su esplendor divino, tu vida JAMÁS SERÁ LA
MISMA”.
Algunas semanas
después de esta visión, en McMinnville, Oregón, cuando yo oraba prometí a Dios,
con Su ayuda, leería el Nuevo Testamento como si nunca antes lo hubiese leído.
Que leería acerca de Jesús como si nunca hubiese oído hablar de Él antes; y que
aceptaría Sus palabras, mandamientos y principios como si yo nunca los hubiera
conocido antes, y que, por Su Gracia LOS CONCIENTIZARÍA. Si Él dijese que yo
puedo expulsar demonios, entonces comenzaría a expulsar demonios. Si Él dijese
que yo podría curar los enfermos, entonces esperaría ver los enfermos curados.
Me faltan palabras para decirles lo que significó este paso para mí. Desde
entonces, la Biblia comenzó a ser UN VIVO, PALIPITANTE, VIBRANTE LIBRO DE
VERDAD. Deseaba darle importancia a todo lo que me fuera enseñado, para aceptar
la Palabra y ponerla en actividad de la misma manera en que ella dice que lo
podemos hacer. Fue por medio de esta decisión que descubrí la AUTORIDAD que
tenemos en el Nombre de Jesús y el poder que tenemos sobre el reino de Satanás,
tanto como la virtud que mana por intermedio de todos los que realmente CREEN.
La Palabra de Dios se torna muy simple cuando consideramos toda la Palabra como
verdadera y actuamos de acuerdo a esta convicción. Ella pierde todas las así
llamadas ―complicaciones‖ y todas sus verdades impresionantes de
PODER Y AUTORIDAD concedidos a la Iglesia se tornan REALIDADES VIVAS. Cuántas
veces he dicho desde entonces: “¡Cuán
palpitante es predicar un evangelio que FUNCIONA!”
Al presenciar
constantemente la liberación de los sordos y mudos, la restauración de la vista
a los ciegos, la cura de los cojos, de los afligidos, los enfermos, nos
regocijamos con la verdad de las palabras de Jesús: “TODO ES POSIBLE AL QUE CREE”.
Poner las manos sobre los enfermos
En
todo lugar donde los CREYENTES ponen las manos sobre los enfermos, con fe, los
enfermos sanan. No debemos esperar menos de eso.
Se registra en Marcos 5:23-41 un acontecimiento de
fe en la imposición de manos: “Mi hija
está moribunda, te ruego que vengas y pongas sobre ella las manos para que sane
y viva” dice a Jesús Jairo, uno de los principales de la sinagoga; ―Y tomando
la mano de la niña, le dijo: LEVÁNTATE y la niña se
levantó” . En Lucas 13:11-13,
Jesús vio una mujer que andaba encorvada por un ESPÍRITU DE
ENFERMEDAD y ―puso las manos
sobre ella y luego se enderezó y glorificó
a Dios‖. En Hechos 28:8 dice: “Y
aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de
disentería; y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las
manos, y le sanó.”
El
que cree tiene la naturaleza de Dios. Más aún, el Espíritu de Dios habita en él
como Su templo. Así el poder de Dios está en Él y es el poder de Dios que sana
a los enfermos cuando les impones las manos en el Nombre de Jesús.
A
veces
eso
está acompañado por manifestaciones. La
persona
―siente‖ LA VIDA
DE DIOS
pasando por
su cuerpo
enfermo tornándolo en
salud.
Mas
otras veces, acontece
que no ―siente‖
COSA ALGUNA.
Así
todo, tanto sea que sienta como que no sienta cosa alguna, la Palabra de Dios
es superior a lo que
―sentimos‖,
como está escrito ―PONDRÁN LAS MANOS
SOBRE LOS ENFERMOS Y SANARÁN‖. Esa
Palabra es siempre VERDADERA. Si el enfermo siente o no siente, EL SIEMPRE
QUEDARÁ SANO.
A cierta Señora, después de pasar
por la fila de oración,
le
preguntaron acerca de lo que había ―sentido‖ y
ella
respondió: ―Bueno,
yo no fui bendecida, pero fui SANADA‖; así, meditando sobre su maravillosa cura
se
alegró y fue ―bendecida grandemente‖. Muchos,
como esta señora esperan ―sentir‖ una cosa cuando están orando por ellos en LUGAR DE ESPERAR LA SANIDAD, Es posible ser curado por el Poder de Dios sin
―sentir‖ cosa alguna.
O se
pueden sentir grandes olas del poder de Dios para curar, un fuego que quema,
una frescura, un choque como
de electricidad.
Más quiero prevenirlos,
no esperen
―sentir‖.
AGUARDEN Y ESPEREN LA SANIDAD.
Cierto
predicador me dijo: ―Yo tenía la
costumbre de orar pidiendo
que Dios postrase el pueblo sobre bajo Su poder, que postrase a tierra a
aquellos por los que yo oraba. Y Él hizo precisamente eso. Casi todos sobre
quienes impuse las manos, caían. Más descubrí que muchos de ellos se levantaban
para descubrir que aún estaban enfermos. Entonces comencé a orar pidiendo que
los CURASE, en lugar de POSTRARLOS‖… este predicador también me dijo que
Dios era fiel en hacer lo
que Le pedía que hiciese. Sigue diciendo ―Ahora no todos se postran, PERO DE HECHO RECIBEN LA CURA.‖ Este predicador era uno de
los que quería que los enfermos ―sintieran‖ antes que FUESEN CURADOS. Llegó a reconocer esto y ahora su
ministerio está aumentando grandemente.
Reciben la sanidad y siempre es mejor
que
―SENSACIONES‖.
Cuando
los enfermos aprenden a basar su fe en la Palabra de Dios exclusivamente, ya ganaron, sin duda, la victoria.
Por lo
tanto, es cierto que alguna cosa en
la
esfera de la sensación, nos puede separar del
―ASI
DICE LA PALABRA DE
DIOS‖. En cuanto la persona habla en
términos de que ―siente‖, tal persona está enteramente fuera de la
fe en la Palabra.
La fe no tiene
que ver con cosa alguna, a no ser con la Palabra de Dios.
Para ilustrar: Alguien
pasa por la fila de la oración. Oran por él y él sale diciendo: ―creo
que fui curado, me SIENTO MUCHO MEJOR,
no SIENTO más dolor‖; es claro que está hablando en términos de lo que él
siente. Bueno, lo que sucede invariablemente a tal persona es que, más tarde,
comienza a sentirse mal y continuará hablando acerca de que SIENTE. ―Caramba…
pensaba que recibí una sanidad, pero ME SIENTO TAN MAL!... tal vez debería
volver para que me oren más.‖
Debe ser evidente
que aquellos que juzgan su cura por lo que SIENTEN nunca consideraron la
importancia de la Palabra de Dios o lo que DIOS DICE. Si recibieren la sanidad,
es porque se sienten bien. Si se sienten mal es porque no fueron curados. Nunca
vinculan que deben creer lo que Dios dice.
Cierta vez fui llevado al
cuarto de un enfermo y cuando lo animé a buscar a Dios para la liberación de la enfermedad
que sufrió toda su vida,
él replicó:
―Creo
que llegaré aún a ser sanado‖
Le pregunté por qué pensaba así; él
respondió: ―Creo que sí porque fue revelado a varios amigos
que aún puedo curarme.
Incluso el pastor cree que voy a llegar bien de
salud. Y hace mucho tiempo que el Señor me bendijo grandemente y me dio
testimonio de que yo iba a ser curado‖
¡Cuidado! Esforzándose para creer,
solamente basado
en el
―testimonio‖ de alguien
o en lo que ―sentía‖; no
mencionó la Palabra de Dios, ni
promesa alguna de Dios. EL TESTAMENTO
Y LA PROMESA DE Dios no significaban cosa alguna para él.
Adquiera
la costumbre de creer en la Palabra de Dios. En este tiempo en que vivimos
debemos girar alrededor de lo que
Dios dice. La fe EN LA PALABRA vence.
La Fe nunca es
un sentimiento y un sentimiento nunca es Fe.
La fe no tiene cosa alguna con los sentimientos y
los sentimientos, no tienen cosa alguna con la fe. La fe le constantemente le atribuye todo
a lo que ―dice la Palabra de Dios‖; sin tomar en cuenta los dolores, ni los síntomas ni a
las sensaciones. Ahora, observe la diferencia: Una persona con FE EN LA
Palabra (y no en lo que siente) pasa por la fila de oración. Conforme enseñan las Escrituras, le imponen las
manos y, tal vez, un creyente carnal que se gobierna por lo
que siente preguntaría ansiosamente: ―¿Te sientes mejor?‖; el creyente con fe responde: ―estoy sanado‖ La palabra dice: ―Pondrán las manos sobre los enfermos y sanarán”. El dudoso
persiste: ―Pero sientes alguna
mejora?‖; el creyente con fe responde calma y positivamente,
sabiendo
que el centro es la Palabra de Dios dando apoyo a sus palabras: ―Sé que estoy
sanado,
porque está escrito: “Por sus llagas fuimos nosotros curados”. Puede, también
agregar: ―Dios dice: Yo soy el Señor tu Sanador y
eso se refiere a mí.‖
LA OBRA, la sanidad
de esta persona YA ESTÁ HECHA
porque atribuye su sanidad interiormente al poder de la PALABRA DE DIOS.
Surge la pregunta:
Sin embargo… en cuanto a lo que sentimos, ¿está queriendo decir que debemos
llevar nuestro dolor hasta el último día de nuestras vidas? ¡NO! No quiero
decir que tendrás que llevar tus dolores sin hacer cado de ellos como enseña la
―Ciencia Cristiana‖. No es que tendrás que MENTIR acerca de tus
dolores. Muchos después de oírnos predicar sobre esto, entienden que cuando
alguien les pregunte acerca de su sanidad, tienen que responder ―No, no tengo más dolor‖ o ―Estoy curado, ya no
sufro cosa alguna‖; pero en realidad aún sienten mucho dolor. Esto no es hacer
RECTAMENTE. Si aún sientes dolor, no debes MENTIR acerca de él (ni confesarlo).
Siempre habla la VERDAD, ahí está el secreto: Responde al amigo con LA PALABRA
DE Dios. Tienes que decir justamente: LO QUE LA
PALABRA DE DIOS DICE: “por sus llagas fuimos nosotros curados” Quiero repetir: LA FE NO
HACE CSO DE COSA ALGUNA A NO SER LA PALABRA DE Dios.
Cuando
te impongan las manos deberás sanarte, si tan solo lo puedes creer. Sustenta la
Palabra de Dios y Dios te sustentará a ti.
1 Reyes
1:56
Bendito sea Jehová, que ha dado
paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra
de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado.
Ezequiel
12:25
Porque yo Jehová hablaré, y se
cumplirá la palabra que yo hable; no se tardará más, sino que en vuestros días, oh casa rebelde,
hablaré palabra y la cumpliré, dice Jehová el Señor.
Ezequiel
12:28
Así ha dicho Jehová el Señor: No
se tardará más ninguna de mis palabras, sino que la palabra que yo hable se
cumplirá, dice Jehová el Señor.
2 Corintios 1:20
Porque todas las promesas de Dios
son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.
Amigo, cuando te
impongan las manos, cree en la Palabra y cree que Jesús nos hablaba la verdad
cuando
´el dijo: ―Y SANARÁN‖.
En 2 Corintios 1:24 está escrito: ―porque por
la fe estáis firmes.”
Fe en la Palabra de Dios, siempre
trae respuesta. Agradece la sanidad desde el MOMENTO en que te impongan las
manos con fe.
Capítulo 9
La Sanidad en la Expiación
Isaías 53:4,5
Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre
él, Y POR SUS LLAGAS FUIMOS NOSOTROS CURADOS.
Quiero unir esto con
1 Pedro:
1Pe 2:24
Quien llevó él mismo nuestros
pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los
pecados, vivamos a la justicia; Y POR CUYA HERIDA FUISTEIS SANADOS.
Por estas Escrituras
vemos la sanidad para el CUERPO en la misma expiación que vemos la salvación
para el ALMA. LA SANIDAD ESTÁ EN LA EXPIACIÓN. TENEMOS SANIDAD EN LA
REDENCIÓN.. Si somos
salvos, debemos ser sanados. Si somos sanados debemos ser salvos. Nuestro Señor no está queda satisfecho
con una media salvación.
Al reconocer
que la sanidad, tanto como
la
salvación es nuestra,
no precisamos de ―llamar a los
presbíteros‖. No precisamos de la ―imposición de las manos‖. No precisamos más pedir en
el
Nombre de Jesús lo que ya poseemos.; no precisamos más de dos de
nosotros que estén de acuerdo en
orar porque ya reconocemos que
tenemos SALUD. Ya sabemos que estamos LIBERTADOS DE LA ESCLAVITUD DE LA ENFERMEDAD Y LA DOLENCIA. Vemos nuestro Substituto,
Jesucristo, HECHO ENFERMO YPECADO POR NOSOTROS y sabemos que jamás debemos
llevar el fardo del pecado y enfermedades que Jesús llevo en la cruz por
nosotros. Reconocemos la verdad de Mateo 8:17 El mismo tomó nuestras
enfermedades (debilidades), y llevó nuestras dolencias.
Reconocemos que
Jesús, nuestro substituto, libertó tanto nuestro CUERPO de las enfermedades,
como nuestra alma del pecado.
Vemos nuestras
enfermedades, tanto como nuestros pecados colocados sobre Jesús en el Calvario
y reconocemos que si Jesús llevó NUESTRAS enfermedades y NUESTRAS dolencias, NO
NECESITAMOS LLEVARLAS MÁS. Quiero repetir: LOS CREYENTES NO NECESITAMOS
LLEVAR ENFERMEDADES. Dios desea que estemos
con salud y fuertes. Vemos nuestros pecados perdonados y nuestras enfermedades
sanadas. Vemos liberación tanto para nuestro CUERPO como para nuestra ALMA.
Comenzamos a cantar el salmo 103:3: BENDICE ALMA MÍA A JEHOVÁ Y NO TE OLVIDES DE
NINGUNO DE SUS BENEFICIOS (a
la mayoría de nosotros se no olvida una mitad de los beneficios de la
expiación; David no se olvidó) Él es el que perdona TODAS tus iniquidades,
el que sana TODAS tus dolencias.
Clamemos de una vez: ―PERDONA TODAS‖ y ―SANA
TODAS‖.
Por fin los
creyentes sabemos porque Jesús dice en Marcos 2:9: ―¿Qué es más fácil decir?... ¿Estás perdonado de tus pecados o decirle:
Levántate, toma tu lecho y anda?”
Por fin, la alegría
indecible y llena de gloria de una PLENA SALVACIÓN se nos ha tornado real.
Vemos una LIBERACIÓN COMPLETA.
Nos unimos con Pedro
en decir: “Llevando Él mismo en su cuerpo nuestros pecados sobre el madero… Por
Sus HERIDAS FUISTEIS SANADOS”. Vemos
todo esto hecho en el Calvario. Somos libertados. No más pecado, no más
enfermedades. Ambos fueron LLEVADOS POR EL SUBSTITUTO.
Y cuando reconocemos estas verdades es que se comienzan a disipar las
enfermedades, nuestras piernas y nuestros brazos deformados comienzan a
enderezarse. Creámonos libertados tanto del CUERPO como del ALMA. No nos quedemos al lado de Job en el Viejo Testamento, predicando
que tenemos que sufrir enfermedades porque Job sufrió. ¡NUNCA!. Reconocemos que
vivimos después del Calvario, bajo la
GRACIA y la VERDAD que nos liberta de la maldición de la ley (Dt 28:58-61)
Hace tiempo que cierto ministro me dijo: ―Todas las veces que oramos por los
enfermos, si no se enferma mi esposa, es mi hijo que cae. Luego
agregó que él creía que DEBÍAN pasar por estas “pruebas” para probar su fe. Era
su deber probar que era fiel cuando estaba ENFERMO antes de que Dios lo usara
para curar a otros que estaban enfermos.‖ Respondí que sería vergonzoso
pensar que yo debía experimentar el PECADO para habilitarme a predicar la salvación
a los pecadores. Dije más a este hombre: ―La
diferencia entre su predicación y la
mía es que Usted predica que cree que TIENE QUE SUFRIR y mostrarse fiel antes
de decirle al prójimo que puede tener sanidad. Yo enseño al pueblo que JESÚS YA
SUFRIÓ POR ELLOS Y POR MÍ, y que por tanto, podemos gozar la redención que El
suplió para nosotros; que JESÚS ES EL SUBSTITUTO, NO YO.
Jesús llevó nuestras
debilidades, nuestras dolencias y nuestras enfermedades y como Él las llevó, no
las tenemos que sufrir. SATANÁS NO PUEDE COLOCAR LEGALMENTE SOBRE NOSOTROS LO
QUE DIOS COLOCÓ
SOBRE JESÚS. Él no tenía ninguna dolencia antes de sufrir por nosotros. El
objeto de Llevar el pecado, fue el de volver justos a todos los que creyeran en
Él, como SU CARGADOR DEL PECADO. El objeto de llevar nuestras dolencias, fue el
de volver sanos a todos los que creyeran en Él como SU CARGADOR DE
ENFERMEDADES. Su obra de llevar el pecado fue la JUSTICIA certera para la nueva
creación. Tomó nuestros pecados y así nos hizo justos. Su obra de llevar la
dolencia fue la CURA certera para la nueva creación. Tomó nuestras dolencias y
así nos hizo sanos. Tomó nuestras enfermedades y así nos hizo fuertes. Y ahora
El transforma nuestros fracasos por buen éxito.
La enfermedad esclaviza a aquel que cuida los
enfermos. Los seres queridos que
lidian día y noche con sus enfermos pierden la alegría y el descanso. La enfermedad no proviene de amor y Dios es amor. La enfermedad roba la salud, roba la
felicidad, roba el dinero que necesitamos
para otras cosas. La enfermedad es
nuestra enemiga. Es ladrona. Ella roba a aquel enfermo de tuberculosis. Le sobrevino en la juventud y se volvió
pesado para la familia; lo llenó de cuidados, lo llenó de dudas, de miedo, de dolores y le robó la fe. No digas a
ningún enfermo así que ES LA VOLUNTAD
DE DIOS. ES la VOLUNTADDELODIO, es la VOLUNTAD DE SATANÁS. Si la enfermedad
se
te ha vuelto ―la
voluntad del amor‖, entonces el amor se te ha vuelto odio. Si la dolencia es la voluntad
de Dios, entonces el cielo está lleno de dolencia.
Jesús erala expresión del a imagen del Padre (Heb 1:3) y ANDUVO POR TODAS PARTES CURANDO A TODOS LOS ENFERMOS (Hechos 10:38)
Ni la dolencia ni la
enfermedad han sido nunca la voluntad del Padre. Creer que sí lo es, es estar
siendo engañado por el adversario. Si la sanidad no estuviese en el plano de la
redención, no hubiera estado jamás en el gran capítulo de la substitución de
Cristo en el capítulo 53 de Isaías.
ESTO ES LA
LIBERACIÓN QUE DESEAMOS QUE ENCUENTRES en la lectura de este mensaje. Voltea
inmediatamente a concientizar que tienes salud para tu cuerpo.
LA FE EN LA
PALABRA DE DIOS NUNCA ES DESPRECIADA POR EL PADRE. En lugar de eso,
ELLA SIEMPRE TRAE SU
RESPUESTA COMPLETA. Es la fe que Él anhela ver puesta en actividad por ti. Se
torna tan natural para el ―hombre
espiritual‖ como ver y oír lo es para
el ―hombre natural‖.
Dijo Dios: YO
SOY EL SEÑOR TU SANADOR. Si Tres millones de personas lo pudieron creer
y encontraron PERFECTA SALUD Y FUERZA bajo la ley, ¿no podemos nosotros también
bajo la gracia, misericordia y verdad ser un cuerpo sano en Cristo?
Capítulo 10
La base de la Fe Firme
Cierto hombre en la fila de sanidad pidió que
orásemos por él. Parecía muy dubitativo en cuanto a su sanidad porque, como él lo expresó: ―Algunos de los mayores
hombres
de nuestro país, durante los últimos
veinte años, han orado por mí y nunca recibí nada de mejora”. Entonces
agregó: “¿por qué mi oído no sana?”
Le respondí: ―Vas a sanar si tú lo crees‖
Él replicó: Pero
todos me dijeron lo mismo, y no recibí mejora alguna de ellos.
Retruqué hablando como si el hombre fuera muy indigno:
‖Mi hermano… ¿cree que Dios QUIERE sanar una persona como UD.?‖
Él respondió: ―No sé‖. Entonces agregó: ―Se que
si fuera
Su voluntad EL PUEDE pero, caramba, eso
debe ser una suma de cosas que no es fácil para la gente saber”
Muy abruptamente, apuntando con mi dedo dije:
―Es por
eso que nunca fue curado. Nunca leyó la Palabra de Dios por sí
mismo; ni recibió con fe lo que fue predicado en su presencia. No sabe si Dios
dice o no dice que lo va a curar. Francamente no tengo costumbre de hablar
tanto a alguien delante de la asistencia pero sabía que a este hombre jamás
recibió la sanidad debía llevarlo a conocer la causa.
Entonces pregunté: ¿Cree Ud. que sea la voluntad de Dios cumplir Su promesa?
El respondió:
―Caramba,
ciertamente creo‖
Yo dije: ―Entonces
Él tiene prometido sanarlo,
y le puedo citar Sus promesas. Debes creer en Él y quedar sanado ahora y aquí mismo.‖
Entonces comencé a citar algunas Escrituras
acerca de la sanidad de nuestros cuerpos, promesas generales, por ejemplo: Yo soy el Señor tu Sanador” (Ex 15:26)
dirigido a más de tres millones de personas). “Por sus llagas fuisteis curados‖ (1Pedro
2:4); y ―¿Está ALGUNO entre vosotros enfermo? Llame….” (Sgo 5:14). Entonces le pregunté: ―Ahora delante de todas estas Escrituras,
dirigidas a TODOS LOS
QUE QUIEREN CONFIAR EN ELLAS, ¿no crees
que Dios te incluye junto con los demás?‖
El respondió:
―Sí creo que me incluye‖
Le pregunté más: “¿Entonces, Dios quiere sanarlo incluso a Ud? ¿EL mismo SEÑOR que
proveyó la sanidad para toda dolencia y de toda enfermedad entre todo el
pueblo?‖
Respondió enfáticamente: ―Sí yo
creo que la cura es para mí,
hoy, esta noche. Nunca había visto esto
de esta manera antes.‖
Parecía que sus
ojos brillaban con la luz de la fe cuando percibió la promesa de la Palabra de
Dios.
Después de que él
profirió esas palabras, reconocí que las circunstancias daban para orar en su
favor; y apenas toqué su oído sordo cuando el sonido como que estalló y entró y
podía oír tan perfectamente con ese oído como con el otro.
Cuando por fin supo
lo que Dios dice acerca de TODA las enfermedades, e incapacidades, y tuvo el coraje
de
confiar en esa
Palabra y declararse incluido en
―ALGUNO‖ de Sgo 5:14 en
―TE sana‖ de Exodo
15:26,
y en ―NUESTRAS‖ de Mateo 8:17,
entonces la obra fue hecha.
Esto ilustra bien
el propósito de escribir este libro, que TU conozcas TU promesa en la Palabra
de Dios y que, conociéndola, creas que Dios la cumplirá en ti.
¿Qué es la fe?
En mi opinión,
fuera de la declaración
bíblica que ―la fe es la certeza de lo
que se espera, la convicción
de lo que no se ve‖; La fe es el título de propiedad de aquello que sabemos que poseemos a pesar de no verlo
aún. LA DEFINICIÓN
MÁS ÚTIL Y QUE ESCLARECE
MÁS
es esta: ―La fe es creer que Dios hará
lo que sabemos que dijo en Su Palabra que haría‖. La fe es creer que Dios no miente.
Un hecho muy
poderoso y penetrante es este: Dios nunca pide que manifestemos fe por algo que
Él primero no haya prometido hacer.
Cierto escritor dijo: ―Dios trata con Sus
hijos de esta manera: Él primero da una promesa y cuando esa promesa produce fe, Él la cumple‖
Recordemos siempre
que Dios nunca nos va a pedir algo que Él no haya prometido hacer primeramente.
Por causa de este
hecho tremendo, Pablo declaró con razón en Romanos 10:17 que “la fe es por el oír…la palabra de Dios”. ¿Cómo
puede venir la fe de otra manera? ¿Cómo puedo yo saber que un millonario me
quiere entregar cien mil dólares si èl no me dice que desea hacerlo? SU
CAPACIDAD de hacer no sería prueba de su VOLUNTAD de hacerlo. Debo primero
tener su PROMESA de hacer antes de esperar tal presente.
Mi hija no tiene
otra manera de saber que le voy a regalar un nuevo vestido mañana, a no ser que
se lo prometa. Ella cree que no fallaré en cumplir mi palabra. Así todo hay
posibilidades de que yo muera antes de mañana o que mienta. Más no hay tales
posibilidades con las promesas del Señor.
Balaam, un profeta
del Señor, dijo en
Números 23:19
Dios no es hombre para que
mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo; ¿y no hará? Habló; ¿y no lo ejecutará?
Cristo el Sanador
El evangelista F.F
Bosworth, que escribió uno de los más notables libros en inglés publicados sobre
el tema de la sanidad divina, comienza
su valiosa obra ―Cristo el Sanador‖ de 250 páginas de verdades bíblicas que
producen fe, de la siguiente manera:
―Antes de que
alguien pueda tener una fe firme para
recibir
sanidad en su cuerpo, tiene que deshacerse
de toda duda concerniente a la voluntad de Dios en este asunto.
Para
apropiarse de la fe no se puede ir más allá de nuestro propio conocimiento de
la voluntad revelada de Dios.
Antes
que intentemos ejercitar nuestra fe para recibir sanidad, necesitamos saber lo
que enseñan las Escrituras: Que tanto es la voluntad de Dios sanar el cuerpo
como lo es, sanar el alma… Es sólo cuando aprendemos que lo que estamos
buscando es precisamente lo que Dios promete, que toda duda puede ser quitada y
uan fe constante se hace una realidad. Cada una de sus promesas es una
revelación de lo que Dios está dispuesto a hacer por nosotros. Hasta que no
conozcamos cual es la voluntad de Dios no tendremos nada en qué basar nuestra
fe.
El evangelista
Bosworth sigue diciendo:
Jesús
dijo: “La Palabra es al Semilla”. Es
la semilla de la vida divina. Hasta que la persona que busca sanidad no esté
seguro por la Palabra de Dios, que es la voluntad de Dios sanarla, la misma
estará tratando de cosechar donde ninguna semilla ha sido sembrada. Sería
imposible para un agricultor tener fe en la siega sin antes haberse asegurado
que la semilla ha sido sembrada.
Y sigue diciendo:
No es
la voluntad de Dios el que se dé una cosecha sin que antes la semilla haya sido
sembrada o sea sin que se conozca o se actúe de acuerdo a Su voluntad. Jesús
dijo: “y conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres” Ser libres de toda enfermedad viene como
consecuencia de conocer la verdad. Dios no hace nada sin Su Palabra. “Envió su Palabra y los sanó” son las
palabras del Espíritu Santo (Salmos 107:20). Toda su obra es fielmente hecha de
acuerdo a sus promesas”
La
semilla que debe ser sembrada en la mente y el corazón de cada persona enferma,
es conocer que la voluntad de Dios es sanarla. Esta semilla no puede ser
sembrada sin que antes se conozca se reciba y se confíe en ella. Ningún pecador
puede convertirse en cristiano sin antes conocer que la voluntad de Dios es
salvarlo. Es la Palabra de Dios plantada, regada y en la que firmemente se
confía, la que puede sanar tanto el alma como el cuerpo. La “semilla” tiene que
ser plantada y regada, antes que pueda producir su cosecha.
“Para
que alguno pueda decir: “Yo creo que el Señor puede sanarme” antes de aprender por
medio de la Palabra de Dios, que Él está dispuesto a sanarlo, es como si el
agricultor dijera: “Yo creo que Dios puede darme una cosecha son que haya
sembrado y regado la semilla”. Dios no puede salvar el alma del hombre antes
que el hombre mismo haya conocido la voluntad de Dios en cuanto a esto, porque
la salvación es por la fe, esto es, confiando en la voluntad conocida de Dios.
Ser sanado es ser salvo en el sentido físico.
Orar
por la sanidad usando palabras que destruyen la fe como: “Si es tu voluntad”,
no es plantar sino “destruir la semilla.” “La oración de Fe” es la que sana al
enfermo debe suceder (no preceder) a la siembra de la “semilla” (la Palabra),
única base de la fe.
El
Espíritu Santo dice que el evangelio “es
poder de Dios para salvación”, en todo aspecto, tanto físico como
espiritual. Y TODO el evangelio es para TODA criatura y para TODAS LAS
NACIONES. El evangelio no deja a ningún hombre orando en la incertidumbre “si
es tu voluntad”, sino que le dice cual ES la voluntad de Dios. Las palabras del
Espíritu Santo: “El mismo llevó nuestras
enfermedades” (Mateo 8:17) son ciertamente tan parte del evangelio como sus
palabras: “Quien llevó Él mismo nuestros
pecados en su cuerpo sobre el madero” (1Pedro 2:24)
Ni el
aspecto espiritual ni el aspecto físico del evangelio son para ser aplicados
solamente por medio de la oración. La semilla es impotente hasta que no se haya
sembrado. Muchos en vez de decir “ore por mí” deben primero decir: “enséñame la
Palabra de Dios para que yo pueda cooperar inteligentemente en mi recuperación”.
Tenemos
que conocer cuáles son los beneficios del Calvario antes que nos podamos
apropiar de ellos por la fe. David declara: “El es quien perdona todas tus
iniquidades, el que sana todas tus dolencias”
Después de haber
sido suficientemente instruidos (iluminados), nuestra actitud hacia la
enfermedad debe ser la misma que tenemos hacia el p ecado. Nuestra
determinación de recibir sanidad para nuestros cuerpos debe ser tan definida
como la de recibir sanidad para nuestras almas. No debemos ignorar ninguna
parte del evangelio.
Nuestro Substituto
llevó tanto nuestros pecados como nuestras enfermedades para que pudiéramos
liberarnos de ellos. Este hecho es seguramente una razón verdadera para
confiarle a Él, ahora nuestra doble liberación. Cuando en oración de una manera
definitiva le pedimos a Dios perdón por nuestros pecados, creemos por la
autoridad de Su Palabra, que nuestra oración ha sido escuchada. Tenemos que
hacer esto mismo cuando oramos por sanidad.
En el capítulo
cuatro del libro de Proverbios, versos 20 al 22, tenemos instrucciones muy
claras de cómo recibir sanidad: “Hijo
mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten
de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón, porque son vida al os que las
hallan y medicina a todo su cuerpo”
La
Palabra de Dios no puede impartir sanidad sin antes haber sido oída, recibida y
practicada. Nótese que las Palabras de Dios son vida solamente para aquellos
que las “hallan”. Si usted quiere recibir vida y sanidad de parte de Dios,
tiene que tomarse su tiempo para buscar en las Escrituras las palabras que
prometan estos resultados.
Cuando la Palabra de
Dios se haya convertido en medicina para todo su cuerpo, entonces el cáncer,
los tumores y toda otra clase de enfermedad desaparecerán. Hemos visto los
mismos resultados miles de veces cuando se ha recibido y actuado en la Palabra.
Miles de personas hoy en día, no gozan de buena salud porque no han hallado y
practicado aquella parte de la Palabra de Dios que produce sanidad. Este es el
método divino para recibir las bendiciones que Dios ha provisto para nosotros.
Muchos no han recibido sanidad porque simplemente no han seguido este método.
Dios dice que cuando hacemos lo que dice la Escritura, Sus palabras se
convierten en medicina para nuestro cuerpo. No importa la clase de enfermedad.
Dios dice: Salud para todo el cuerpo. ¿el cuerpo de quiénes? Aquellos que
“hallan” y “practican” lo que la Palabra de Dios enseña sobre el asunto.
Sin o
permitimos que las Palabras de Dios se aparten de nuestros ojos y las
mantenemos en nuestros corazones, la semilla ha caído en “buena tierra”.. La
clase de tierra de la cual Jesús dijo: “que produce fruto” y que Pablo añade:
“obra eficazmente. Cuando el agricultor siembra la semilla, no cava y la saca
todos los días para ver si está creciendo. Sino que se alegra que ya ha sido
sembrada y cree que la semilla ya ha comenzado su obra. ¿Por qué no tenemos la
misma fe en la “semilla incorruptible”, las palabras de Cristo las cuales dice
que son “espíritu y son vida, y creemos sin ver que han comenzado su obra? ¿Si
el agricultor tiene fe en la naturaleza sin obtener una promesa definitiva, por
qué el cristiano no puede tener fe en el Dios de la naturaleza?
Cuando
nuestros ojos están fijos en los síntomas y nuestra mente se encuentra más
ocupada en ellos que en la Palabra de Dios, hemos sembrado la semilla
equivocada para la cosecha que deseamos. Hemos sembrado semillas de duda.
Estamos tratando de cosechar una clase de fruto habiendo sembrado una semilla
diferente. Es imposible sembrar cizaña y recoger trigo. Sus síntomas le pueden
habar de muestre, pero la Palabra de Dios le habla de vida y no podemos mirar
en dos direcciones tan opuestas, al mismo tiempo.
Después
de sembrar la semilla creemos que está creciendo antes de ver el crecimiento.
Esta es la fe que es la “evidencia de las cosas que no se ven. En Cristo
tenemos la evidencia perfecta para nuestra fe.
Cualquier hombre o
mujer puede deshacerse de sus dudas mirando única y fijamente a la evidencia
que Dios nos ha dado para nuestra fe. Cuando miramos solamente a lo que Dios
dice, nuestra fe se aumenta y produce frutos. Esto hará más fácil que creamos a
que dudemos, porque las evidencias de la fe son mucho más fuertes que la duda.
No dudes de tu fe, duda de tus dudas
porque estas no son dignas de confianza.”
El puede – si Él quiere
Cierta señora me dijo: ―hermano Osborn,
daría todo lo que tengo si usted
pudiese ver a mi madre sana.
Sé que Dios la puede restaurar completamente y creo que tengo la fe para creer
que Dios la curará… Si yo apenas supiese que es Su voluntad hacerlo‖.
Le pregunté: “¿Cree Ud.
que es la voluntad de Dios salvar un pecador?‖. Ella respondió: “¡Yo creo! ¡Sí!”
“¿Y cómo lo sabe?”
Ella respondió: ―Caramba! Por lo que dice el “texto Aureo” de la Biblia. Juan
3:16 lo prueba diciendo:
“TODO AQUEL que en Él cree no se
pierda, más tenga vida eterna”
Observe que ella
estaba dispuesta a creer que Dios salvaría al más vil pecador porque podía
citar UN ÚNICO VERSÍCULO que promete lo que ella cree.
Entonces le pregunté: ―¿No cree que es la voluntad
de Dios sanar a su
madre?”
Ella respondió: “Caramba, no sé si podemos determinar eso”.
Además pregunté: ¿“Dios cumplirá Su promesa”?
Ella dijo: ―Cumplirá ciertamente”
Entonces dije: ―¡Vaya!, la misma Biblia que invita a quien quisiera
ser
sanado de sus pecados, también invita
a ALGUIEN (Sgo 5:14) para ser curado
de sus enfermedades. Entonces agregué: El mismo Cristo que siempre perdona
pecados, también sana enfermedades. Fue el mismo LIBERTADOR que dijo: “Levántate, toma tu lecho y anda” y dijo
también: “Tus pecados te son perdonados”
Marcos 2:9. La misma Escritura que dice: El que PERDONA TODAS TUS INIQUIDADES dice también EL QUE SANA TODAS TUS DOLENCIAS Salmos
103:3. La misma escritura que dice: Llevando
El mismo en su cuerpo nuestros pecados, dice también “por sus heridas fuisteis sanados” 1 Pedro 2:24. Cristo vino tanto
para limpiarnos de enfermedades como purificarnos de pecado. Tomó tanto
nuestras enfermedades como nuestros pecados y nos redimió tanto del uno como
del otro. Tanto enfermedad como el pecado son aborrecidos delante de Sus ojos.
Siempre venció a los dos estando aquí en la tierra y todavía quiere seguir
haciéndolo. Si tiene tanta certeza de que es la voluntad de Dios salvar al
pecador, entonces puede tener la misma certeza de que Él quiere sanar a su
madre que se halla enferma.‖
La Señora quedó profundamente
impresionada y grandemente emocionada con la simplicidad de la Palabra de Dios
y se alegró de comprender que Cristo sana a TODOS, tan ciertamente como salva a TODOS.
Otra vez repito que
la fe es solamente creer que Dios hará lo que Él ha dicho en Su Palabra de
Promesa que Él haría. Este hecho coloca a aquella ―cosa‖ misteriosa que los
predicadores llaman FE al alcance de los niños más simples.
Cuando por fin
concluimos que la Palabra es la voluntad de Dios revelada a nosotros, de todo
lo que Él anhela hacer para NOSOTROS, entonces procuraremos NUESTRA promesa en
esa Palabra y nos afirmaremos en ella, seguiros de que Dios la cumplirá, y no
vacilaremos, ni dudaremos, ni nos preocuparemos.
Qué delicia creer en Cristo.
En Su
Nombre confiar. Aceptar Sus enseñanzas y Sus promesas disfrutar.
La Sanidad de los cielos
La Dra en medicina
Lilian Yeomans comienza el capítulo dos de su maravilloso libro ―La sanidad de los cielos‖ con las siguientes
palabras:
―Creo que uno de los mayores impedimentos para la sanidad es
la falta de conocimiento certero y definido de la voluntad de Dios. No está
oculto en casi todas las personas que no estudian la Palabra de Dios con esmero,
el sentimiento de que no es la voluntad de Dios sanarnos, que tenemos que
persuadirlo para que nos sane.
El pueblo dice: ―Sé que Dios puede, Él tiene el poder de
sanarme… si Él quisiera hacerlo (tal como el leproso del capítulo 8 de Mateo,
que dijo a Jesús: “Si quieres puedes limpiarme”)
Muchos de nosotros
fuimos enseñados a orar: ―Si es tu voluntad, sáname‖. No fue así que
David oró:
Salmos 6:2
Ten misericordia de mí, oh
Jehová, porque estoy enfermo; SÁNAME, oh Jehová, porque mis huesos se
estremecen
No hay ningún
―si‖ o ―pero‖ en
la oración de David. El
profeta Jeremías tampoco tenía
duda en cuanto a
la voluntad de Dios de sanarlo, pues clamó:
Jeremías 17:14
Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré
salvo; porque tú eres mi alabanza.
Y nosotros, el
pueblo de Dios hoy, debe estar libre de duda en cuanto a la voluntad de Dios
acerca de nuestros cuerpos como ellos lo estaban, porque está claramente
revelado en Su Palabra como es Su Voluntad acerca de la salvación de nuestras
almas.
En un sentido, la
Biblia entera es una revelación, no solamente de la disposición de Dios de
sanar nuestras enfermedades espirituales, sino también nuestras enfermedades
físicas. Uno de Sus nombres de alianza es
―Yo soy el Señor tu Sanador”. Él también es el Señor que no cambia. El inalterable Señor que sana,
provee salud, dispensa vida en abundancia. El Soberano indiscutible sobre todo
el universo.
Jesús expresa la
imagen del Padre, es la perfecta expresión de Dios y de Su Santa VOLUNTAD,
Aquel que podía decir: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre‖. Lo envió el
Padre. Él sanaba a todos los que se llegaban a Él, jamás rehusó sanar ni
siquiera a una persona. No encontraremos ningún ejemplo de Él diciendo: ―No es mi
voluntad sanarte‖, ni tampoco ―Te es necesario sufrir para que seas disciplinado‖ Su respuesta SIEMPRE fue: QUIERO. Y este
hecho resuelve para siempre que es la voluntad de Dios sanar a todos los
enfermos.
La Salvación incluye la sanidad física
La palabra salvación, cuando la entendemos
correctamente, muestra sin lugar a dudas, que la cura del cuerpo es siempre la
VOLUNTAD DE Dios para CUALQUIER EPRSONA y para TODAS LASPERSONAS que han
aceptado a Jesucristo como su Salvador. Webster nos informa que el significado
de ―Salvación‖ y ―LIBERACIÓN‖
del pecado y del castigo
del pecado‖ en gran parte tiene
que ver con la enfermedad (Deut 28:15-61)
La palabra ―Salvo‖
usada en Marcos 16:16, Hechos 2:21, Romanos 10:9 y en muchos otros lugares, es
una palabra griega que bien traducida quiere decir ―SANIDAD física y espiritual‖.
Es la misma palabra que Jesús usó cuando dijo al leproso: “Tu fe te ha SALVADO” Es
la misma palabra que Jesús usada en
Lucas 8:36
Y los que lo habían visto, les contaron cómo había
sido salvado el endemoniado.
La palabra ―salvación‖
es una palabra inclusiva que comprende la liberación completa, la completa
seguridad, la preservación de la salud. ¡Qué gran MILAGRO es este: la salvación
del pecado y de la enfermedad!
La salvación es sanidad
El Dr John G. Lake,
misionero en África, tenía un ministerio que dio lugar a la sanidad de muchos
millares de personas y que frecuentemente calculaba el número de asistentes de
sus cultos no por los millares, sino por las hectáreas. Él escribió el
siguiente artículo titulado: ―El domino del cristiano”
“Uno
de los obstáculos para la sanidad que Dios quiere retirar de la mente del
hombre, es la deplorable suposición que muchas veces prevalece (aún en los
mejores círculos de creyentes donde la sanidad es enseñada y practicada) la
idea de que la sanidad divina es algo disociado o separado de la salvación de
Cristo. ELLA NO LO ES. La sanidad es simplemente la salvación de Cristo
haciendo su obre divina en el cuerpo, lo mismo que ha hecho en el alma del
hombre. Cuando Cristo sanaba el cuerpo, sanaba también el alma. Todo lo que el
hombre precisa hacer es dejar a Dios operar. Entonces sus ojos defectuosos
reciben visión, su mente adormilada se vuelve activa, y su cuerpo enfermo sana.
El Dr. Lacke
prosigue diciendo:
Quiero
grabar este pensamiento en su mente: La sanidad de un individuo es la
demostración de Dios a aquella alma, que sus pecados están perdonados. Así es
como Santiago declara, después de afirmar que la oración de fe salvará al
enfermo, que “si hubiere cometido pecados, les serán perdonados”. Si la víctima
del pecado y la enfermedad que se llega a Jesús para la liberación al menos
tiene fe suficiente para creer en esto, saldrá de la presencia de Dios libre en
espíritu, sanada interiormente y exteriormente.
La Palabra de Dios está diseñada para dar una idea
comprensible de lo que es la voluntad de Dios. De Génesis a Apocalipsis,
enfatiza una cosa: Es la VOLUNTAD DE Dios librar cuerpo, alma y espíritu del
pecado, del los efectos o penalidades del pecado que son: DOLENCIAS Y
ENFERMEDADES.
Cuando
la Voluntad de Dios se realice plenamente en la raza humana, desaparecerán el
pecado y la enfermedad y la muerte. El inicio de la inmortalidad en nosotros es
cuando Dios sopla Su vida en nosotros y nuestros espíritus se tornan los
recipientes de vida eterna en Jesucristo.
Como
sería de simple para un pueblo tener esta convicción de fe en el Señor
Jesucristo y Su salvación, para acrecentar la fe para el cuerpo tanto como para
el alma. Opera igualmente para las enfermedades como para los pecados y aún
más, si hubiera sido predicada esta verdad, la cuestión de su enfermedad habría
desparecido una vez y para siempre cuando su problema del pecado fue resuelto.
Una de las liberaciones que da mayor satisfacción en
este mundo es la libertad mental y espiritual que vemos al escapar de la
esclavitud del miedo. El hijo de Jehová-Rafa (EL SEÑOR QUE SANA, QUE ES NUESTRO
MÉDICO), redimido y libertado, nunca debe tolerar el miedo a la enfermedad.”
Es imposible tener fe sin conocer
la voluntad definida de Dios
Algunos podemos
creer que estamos dando demasiado énfasis en esta verdad. Pero si el lector
estuviera de nuestro lado cuando proclamamos estas verdades para oír la
revancha continua de los modernistas, vociferando su vieja propaganda de
advertencia solemne, fría, temeraria e insensible: ―Cuidado con esos falsos profetas, que los quieren ganar por medio
de milagros; puede no ser la voluntad de Dios curarlos, las enfermedades muchas
veces son una bendición divina; la cura no es par hoy en día… etc. etc.‖
Entonces
comprenderían por qué deseamos hacer claro que, según la Palabra de Dios, ES
SIEMPRE LA VOLUNTAD DE Dios SANAR a los que le obedecen y creen Su Promesa de
Palabra.
Capítulo 11
Examinando la Palabra
Consideremos algunas
de las promesas de Dios concedidas a nosotros en Su Palabra, para que sepamos
cuál es realmente Su Voluntad acerca de nuestras debilidades y enfermedades.
A los hijos de Israel, rumbo a la Tierra
Prometida, Dios les dijo en Éxodo 15:26 ―Yo soy El Señor tu sanador”.
Les declaró: “Yo
soy Jehová Rafa”; Esto es ―Yo soy el Señor,
el GRAN MÉDICO, el QUE CURA‖.
Cómo es maravillosa esta promesa universal acerca de toda la especie de
aflicción mental o física.
Había
cerca de tres millones de hijos de Dios a quiénes Él dio la promesa. Y la
promesa era para CADA UNO DE ELLOS, y que CADA UNO DE ELLOS aceptó, está
probado en Salmos 105:37 “… y no hubo en sus tribus enfermo”
Recordándonos nuestros beneficios
Mirando más la
Palabra de la Promesa, que es una revelación directa de Dios a cada uno de
nosotros, llama la atención la alabanza del salmista:
Salmos
103:1-3
Bendice, alma mía, a Jehová,y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía,
a Jehová,y
no olvides ninguno de sus beneficios.
Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que
sana todas tus dolencias;
Ya que Jesucristo
perdona TODOS los pecados de los hombres, Él igualmente cura TODAS las
dolencias de los hombres. Es Él que perdona nuestros pecados, también sanará
nuestras enfermedades. El aborrece tanto
la enfermedad como al pecado. Él estaba, está y estará tan dispuesto a
curar TODOS LOS ENFERMOS como a salvar TODOS los pecadores. David dice que los
BENEFICIOS que Él iba a traer al mundo eran: Salvación para los pecadores, y
sanidad para los enfermos.
Repito: ―No olvides NINGUNO de sus beneficios‖. Muchos se han olvidado
los
beneficios de Quien
―sana
todas tus enfermedades‖. Los beneficios
de sanidades para todas las enfermedades pronto serán olvidados y
perdidos por la prédica y la enseñanza tradicional de la mayoría. Tenemos ideas
y opiniones
de los hombres que
nos trajeron ideas y opiniones de hombres, antes que la VERDAD que liberta a
los hombres.
Digo con énfasis:
Toda la promesa de Dios en Su Palabra es una revelación directa para nosotros
de lo que Él anhela hacer para nosotros. Sus Promesas de sanar a TODOS revelan
Su voluntad de sanar a TODOS. Si Dios no tuviese Su voluntad de curar TODAS las
enfermedades, entonces podría haber casos en que no sería Su voluntad curar.
Pero ha prometido sanar TODAS nuestras enfermedades, por tanto es SU voluntad
sanarlas TODAS. Cree en Su Palabra; acéptala como una revelación de Él, directa
para ti; actúa de acuerdo con eso, y sanarás.
Curado por sus llagas
Mirando aún más la
Palabra de Dios, nos conviene considerar las palabras de Isaías, cuando él
dice:
Isaías 53:4,5
Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre
él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
No puede haber
dudas en cuanto a la declaración de este profeta porque…
Mateo
8:16,17
Cuando llegó la noche, trajeron a
él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a
todos los enfermos;
Para que se cumpliese lo dicho
por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y
llevó nuestras dolencias.
Si Cristo llevó
NUESTRAS enfermedades, y dolores (Isaías 53:4)
Y Él tomó NUESTRAS
enfermedades y dolencias (Mateo 8:17), entonces no precisamos llevarlas. Él es
nuestro SUBSTITUTO, las tomó sobre Sí, por tanto, somos libertados.
Véase como la
Palabra de Dios descubre Su voluntad para nuestro conocimiento. Si Jesús
quisiese que algunos de nosotros estuviéramos enfermos, entonces Él,
ciertamente no hubiera llevado enfermedades y dolencias (tuyas y mías) en
nuestro lugar; porque de ser así, nos hubiera libertado de aquello mismo que
Dios quería que algunos de nosotros llevásemos. Pero desde que Cristo dijo: ―He aquí vengo para hacer oh Dios, Tu
voluntad‖ entonces cuando llevó NUESTRAS ENFERMEDADES y NUESTRAS DOLENCIAS y
sufrió sus heridas por las que NOSOTROS somos sanados, tenemos la voluntad de
Dios plenamente revelada en cuanto a la cura de NUESTROS cuerpos.
Nos ordenó Sanar
Desde que estamos
BUSCANDO EN LA PALABRA DE DIOS PARA recibir fe para sanar, sería de gran
ventaja considerar el hecho de que Jesucristo siempre se mostraba tan dispuesto
a sanar a los enfermos, como a salvar a los pecadores. Hay muchos que piensan
que, al parecer, cuando predicamos el Evangelio de ―sanidad de los enfermos‖
hablamos en vano tratando de una cuestión
que sólo suplementa de la Palabra. Pero cuando me critican así, recuerdo que
Jesús pasó más tiempo, durante Su ministerio de tres
años y medio, CURANDO
ENFERMOS Y EXPULSANDO DEMONIOS que en cualquier otra fase de su ministerio. Hay
más casos de Él sanando enfermos que perdonando pecadores. Debe notarse
también, que CADA PERSONA que Jesús envió a predicar el Evangelio fue ordenado
por Él a sanar enfermos, expulsar demonios, limpiar leprosos y de dar gracia:
Mateo 10:1,7,8; Marcos 3:14,15; 6:7,13; 16:15-18; Lucas 9:1,6,10,19; Juan
14:12-14; 15:7; 16:18; Hechos 1,8.
La misma comisión en que Jesús comisionó a
Sus discípulos diciendo “Id por todo el mundo, predicad el Evangelio
a toda criatura” nos ordena también diciendo ―Y (los que creen) pondrán las
manos sobre
los enfermos y sanarán‖ (Marcos
16:15-18).
Me parece que así
como predicar el bautismo en aguas y la creencia en el Señor Jesucristo para
ser salvo, también es bíblico imponer las manos sobre los enfermos para que
sanen. Es cosa extraña para mí, porqué tantos dicen qu los tiempos de las
sanidades milagrosas ya pasaron y con todo, andan bautizando en aguas a
aquellos que profesan creer en el Señor Jesucristo.
Me pregunto ¿Quién
les dijo que los días de imponer las manos sobre los enfermos para curarlos ya
pasaron y que por lo tanto los enfermos ya no deben esperar en el poder de
Dios?
Cuando miramos la Palabra de Dios y leemos: “pondrán
las manos sobre los enfermos y sanarán” se descubre que ES LA VOLUNTAD
DE Dios QUE LOS ENFERMOS SANEN. Si no lo fuese, Él no hubiera dicho: “SANARÁN”
´Quiero repetir lo
que ya dije una vez en este mensaje: La fe es solamente creer que Dios hará lo
que sabes que Él dice en Su Palabra que hará. Si no sabes lo que Él dice acerca
de sanar los enfermos, entonces no
es de admirar que nunca conseguiste la fe para sanar. Pero cuando lees el
TESTAMENTO, la VOLUNTAD (la Biblia)
de Dios, entonces es fácil creer que Ella HARÁ lo que Él dijo que HARÍA.
Desde que Dios dijo
que Él sanaría a los enfermos (Exodo 15:26; Salmo 103:3; 1Pedro 2:4), entonces
Él quiere sanar a los enfermos. Desde que Él Sana a los enfermos, los sana
AHORA. De hecho, lo que Él quiere hacer, Él prefiere hacerlo AHORA no más
tarde. Quiere hacerlo hoy, no mañana; 2Corintios 6:2 “He
aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”
Falsificación Religiosa
Muchos predicadores
o maestros osaron cambiar las palabras del ―TESTAMENTO‖. Y eso no es nada menos que falsificación,
pues no se puede modificar un TESTAMENTO después de la muerte del testador.
Jesús, antes de partir de este mundo nos dejó el TESTAMENTO, la voluntad de Su
Padre en cuanto a los perdidos, los enfermos declarando: “Quién creyere y fuere bautizado,
será salvo” y (los que creen) ―Pondrán
las manos sobre los enfermos y sanarán‖.
Predicadores, maestros, presbíteros falsos pueden falsificar los beneficios del
Calvario, interpretando mal el ―TESTAMENTO‖.
Pero amigos LEAN EL
TESTAMENTO para ustedes mismos. Si estáis enfermos y necesitados, revean las
interpretaciones anti-bíblicas de aquellos que se sientan al lado de vuestro
lecho, aconsejándolos a continuar sufriendo. LEA EL TESTAMENTO.
Aprovecha
tú lo que dice. Reclama Sus beneficios. Utiliza tus derechos declarados en el TESTAMENTO. Todo en el cielo está en pie
queriendo que ejecutes tus derechos de alianza, los beneficios obtenidos en el calvario.
Jesús dijo:
Juan 8:32
Conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres Crea en Sus promesas ahora mismo. No
habrá tiempo más propicio que AHORA para que Dios haga para ti lo que Él ha
prometido hacer.
Capítulo 12
La Naturaleza de la Fe
Grande es el número
de personas que se engañan en cuanto a la naturaleza de la fe mencionada en la
Palabra de Dios. Imaginan que es para casi todo el mundo, excepto para ellos
mismos. Piensan que para poner su fe en acción deben ejercitar la mente maravillosa
y rigurosamente y esforzarse con mucha ansiedad para apoderarse de las promesas
de la Palabra de Dios y adquirir Su bendición.
Muchos dicen
que a pesar de creer en la Palabra de Dios,
aún permanecen enfermos. Dicen: ―Tengo
toda la fe del mundo, pero si no veo algún resultado, no creo que esté sanado.
Rehúso a declarar que recibí una cosa que no recibí. Creo que cuando alguien
fue curado, él lo sabrá‖.
Los que tienen
esta idea, se engañan en cuanto a la naturaleza de la fe.
Hay apenas dos
clases de personas y tenemos que identificarnos con una u otra. Una clase es de
aquellas que CREEN; la otra, son los que NO CREEN. La Palabra de Dios es la
verdad o no es la verdad. Dios va a hacer lo que prometió o no lo va a hacer.
Sus promesas son ciertas o no son ciertas. La pregunta entonces es: ¿Creemos
que la Palabra de Dios es verdad o creemos que es falsa? Si Dios dice la verdad
¿por qué vacilamos
en obedecer y confiarnos en las promesas?
La fe genuina en
Dios y en Su PALABRA, es más que avanzar en LA PALABRA sólo en la medida que
percibimos con los ojos naturales; es más que creer lo que vemos y más que lo
que la Providencia opera en nuestra visión. La fe genuina es un acto decisivo
de creencia, contra todos los elementos opuestos y montañas de dificultades que
parecen imposibilitar una respuesta a nuestra oración. Aquel que ora la oración
de fe invoca a Dios para conseguir el apoyo deseado y deja el resultado con Él,
reconociendo que según su Palabra, se realizará. SABEMOS lo que Él tiene
prometido en Su Palabra; no precisamos de buscar SEÑALES Y MARAVILLAS para
verificar SUS promesas o probar que Él no fallará en cumplir Sus promesas. La
Palabra de Dios antes de eso dice: Marcos 16:17 “y estas señales seguirán a los
que creen” (no a los que tienen que ver antes de creer)
David dijo en Salmo 27:13: Hubiera
yo desmayado, sino creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los
vivientes. Creía para ver; no dice que no creería si no viera. Con
todo, muchos exigen una señal de sanidad antes de creer que recibirán la
sanidad. Aquellos que creen que recibirán sanidad, según la Palabra de la
Promesa, siempre verán la cura manifestada en sus cuerpos.
Cree en la Palabra de Dios
Supongamos que
cierto hombre, encadenado con grilletes, ruega al carcelero que lo perdone. El
carcelero se acerca, y le presenta al prisionero un documento probando que su
pedido de indulto fue aceptado… pero el prisionero no comienza a sentir
agradecimiento a aquellos que le gestionaron el indulto. Aún así el carcelero
que lo perdonó, le abre los grilletes, desprende las cadenas, destranca y abre
la puerta de la cárcel y dice: “Está
libre; ve en paz”
Mas el hombre dice: ―Sé que el documento dice que estoy libre, y creo en todo lo que ha dicho, pero aún estoy en la cárcel.”
El carcelero dice: “Las puertas están abiertas, puede salir”
El prisionero: “Sé que las puertas están abiertas, y sé que estaría libre si estuviera
afuera, pero estoy aquí dentro”
El carcelero dice: “¡Caramba!; ¿por qué no sales? ¿No crees que lo que digo es verdad?”
El prisionero: “Sí creo en todas las palabras que está hablando, pero parece que nunca
saldré de aquí”
El perdón no tiene
BENEFICIO alguno para el tal hombre, porque prefiere permanecer en prisión, en
vez de hacer efectivo su perdón.
Igualmente, el Evangelio de sanidad para el cuerpo,
no tiene BENEFICIO alguno para los que no quieren aprovechar el Evangelio. “Yo
soy el Señor tu Sanador” no tiene valor alguno para los que no aceptan
y hacen efectiva la promesa hecha por Dios.. ―Que sana
todas TUS enfermedades‖ no es de BENEFICIO alguno para los que no
confían en esta declaración. PONGA EN ACCIÓN SU FE. ―Por sus heridas fuisteis
vosotros curados” no tiene valor alguno para los que rehúsan creer que
sus enfermedades fueron curadas en el Calvario. Ellos rehúsan creer que están
curados porque aún sienten dolor, y dicen así: ―Si Si esto no se refiere a
mí, no quiere decir que yo fui curado, porque ESTOY SUFRIENDO” y así el que
duda rehúsa creer la Palabra de Dios por causa de lo que ve y siente, Olvidándose
que la propia naturaleza de la fe es:
Hebreos 11:1
“La certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve”
Concretar la Palabra
Cierta señora en el
estado de Nueva York, después de pasar muchos meses en cama con tuberculosis,
estaba meditando en las Escrituras. Era creyente fervorosa, pero no conocía la
verdad acerca de la Sanidad Divina. Mientras ella yacía en su lecho, leyendo
casualmente 1 Pedro 2, llegó al versículo 24 donde leyó:
Quien llevó
él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia…
Al leer esto, lloró
de gratitud porque Jesús sufrió por ella proveyendo salvación. Se regocijó por
el hecho de que Él hubiera lavado sus pecados y por causa de esta experiencia
maravillosa de salvación que podía disfrutar. Ella sabía que la tuberculosis
avanzaría y ella estaba pronta para morir. Si bien tomó las delicias de esta
gran misericordia del perdón, decidió seguir leyendo, y el texto que vio a
continuación era el siguiente:
y por cuya
herida fuisteis sanados.
Después de haber leído, volvió a releer la
primera parte del versículo y notó que Jesús había llevado sus pecados. Lo ―había hecho‖;
fue en el pasado. Fue cumplido y ella era salva.
Fue una gran realidad para ella. Nadie
podía dar lugar a dudas. Pero, acerca de las últimas palabras del mismo
versículo “y por cuya herida fuisteis curados” ¿puede ser esto así?... y ella se contestó a sí misma: “Sí, tiene que ser verdad. Es Palabra de
Dios”.
Llamó ella entonces a su madre y le dijo: ―Mamá, ¿sabes que Dios dice en
Su Palabra
que estoy sanada?
Su madre le respondió: ¡Vamos hija! ¿Qué quieres decir?
Respondió la hija con lágrimas de gozo: ―Mira esto, la Biblia dice: ―por
cuya llaga fuisteis vosotros curados” Esto se debe referir a
mí. ¡Qué maravilloso, nunca lo había visto antes! ―por cuya llaga fuisteis vosotros
curados”… Mami, ya se ha hecho,
¡Estoy sanada! ¡Estoy sanada! ¡Dame mi ropa! ¡Tráeme mi ropa! Mas la hija
continuó preguntando: ¿No fui enseñada a creer en toda la Palabra de Dios? No
fui criada en la fe de toda la Palabra Bíblica?
Y la madre no podía
controlar el gozo de la hija. Aquella que había sido víctima de la
tuberculosis, se levantó sin ninguna ayuda, buscó su propia ropa y salió del
cuarto, paseó por la casa alabando a Dios en voz alta completamente curada. En
menos de veinte días, volvió a su peso normal, quedando completamente libertada
de esta terrible enfermedad de Satanás. Llegó a estar de acuerdo con la Palabra
de Dios como una revelación directa de lo que Dios anhelaba hacer para ella..
Es cuando vio lo que Él había dicho en Su Palabra que la creyó. La Palabra
produjo fe “la fe viene por el oír… la Palabra de Dios” y el PODER de
sanar pasó para su cuerpo y ella fue libertada.
El reverendo E.
Byrum relata un incidente que sucedió en su vida:
No mucho después de
que el Señor me llamara para trabajar para El, aprendí una lección muy
preciosa. Había muchas enfermedades en la comunidad donde vivía. Tres miembros
de cierta familia fueron afectados de fiebre a causa de una grave enfermedad.
Luego sentí que la terrible enfermedad se apoderaba de mí. Resistí durante
algunos días pero finalmente caí postrado. Así fue que yaciendo en mi lecho
algunas horas ardiendo de fiebre y sufriendo un dolor insoportable, comencé a
conversar seriamente con el Señor. Le pedí que me llamara para un ministerio,
pero que en ese estado no lo podría cumplir. No había presbítero para llamar y
comencé a contar el caso al Señor y citar muchas de Sus promesas maravillosas y
entre ellas la de:
Juan 15:7
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
Examiné mi consagración y enseguida le pedí
que me examinase. Yo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para Él y le dije: ―Señor, estoy permaneciendo en Ti y Tus Palabras
permanecen en
mí, por tanto
la promesa es mía. Entrego mi caso enteramente en Tus manos y te ruego que me sanes‖. Entonces esperé que la obra fuera hecha, pero no había cambios. Por
fin pregunté: ―Señor ¿por qué no
estoy curado?‖; la respuesta vino inmediatamente: ―Confía en Mi Palabra y Levántate‖. Respondí:
―Amén Señor yo lo haré‖. Y sin vacilar
comencé a vestirme. Antes de estar completamente vestido,
sentí que había mejorado
y cayendo de rodillas agradecí al Señor. Después de vestirme y dar
gracias repetidas veces, estaba mucho mejor. Entré en la sala declarando que el
Señor me había sanado. Pasados veinte minutos la fiebre había desaparecido
completamente de mi cuerpo. Comencé
inmediatamente el servicio y desde aquella hora estuve sano.
Estoy seguro de que
si hubiese permanecido en la cama, negándome a confiar en fe, hubiera tenido
que pasar una gran prueba de enfermedad.
A Dios sea toda la
gloria.
Aprendí así, la
gran y valiosa lección de confiar en Dios y en Su Palabra. Llegué a entender
que cuando ponemos la fe en acción, a pesar de que a los sentidos todo sea
contrario, Dios siempre cumple Su Palabra tornándola en realidad para nosotros.
Quiero repetir: La
fe real es confiar en la Palabra de Dios, y actuar según su promesa sin dudar
ni temor.
La Sanidad Divina para todos por la
fe
La fe real no puede
existir, ni podemos reclamar sanidad para nuestro cuerpo, antes de saber que
Dios realmente nos QUIERE sanar. ¿Cómo podemos saber eso? Leyendo el TESTAMENTO
–la voluntad de Dios– tal como está revelado en la Biblia. Podemos saber que Él
quiere sanar a todos los enfermos exactamente tal como podemos saber que Él
quiere salvar a todos los pecadores.
En el momento en que
reconocemos que la promesa de Dios de sanar a todos los que están enfermos es
una promesa que nos pertenece personalmente, la fe queda lista para ACTUAR y
somos sanados. Por causa de tanta enseñanza equivocada sobre la misericordia de
Dios para curar, muchas personas fracasan en reclamar con osadía la promesa que
les pertenece.
Capítulo 13
Algunas Ideas Antibíblicas
Acerca de las aflicciones
Salmo 34:19 Muchas son las aflicciones del justo,
pero de todas ellas le librará Jehová
La gran mayoría de
los predicadores y maestros, MAL INTERPRETA ESTA escritura aplicándola a la
enfermedad y dolencia. El resultado, tenemos centenas de creyentes redimidos a
través del Calvario que se ven privados de sus derechos de liberación de todas
las formas de enfermedad, yaciendo en sus camas, víctimas de las enfermedades
satánicas, sujetándose a la perfecta VOLUNTAD DE SATANÁS antes que a la
voluntad de Dios.
Observe que este versículo NO DICE: ―muchas son las enfermedades y debilidades físicas del justo‖ sino
―Muchas son las AFLICCIONES del justo‖. Si buscamos el sentido de la palabra ―aflicción‖
usada en este versículo en el original, descubriremos que no tiene nada que ver
con enfermedad ni debilidad física. Quiere decir: PRUEBAS, TENTACIONES etc. y
NO ENFERMEDADES.
¿Sería razonable
decir que Cristo sufrió heridas para que mediante ellas fuésemos sanados, que
llevó NUESTRAS enfermedades y tomó nuestras debilidades; y al mismo tiempo
decir que son muchas las enfermedades que DIOS espera que llevemos pero más
tarde nos librará de ellas? Esto no tiene sentido. El mensaje de la SUBSTITUCIÓN es que Cristo llevó
nuestros PECADOS y por eso no precisamos llevarlos porque pasamos a ser SALVOS
DE ELLOS. Lo mismo sucede con nuestras enfermedades.
Cristo no llevó
NUESTRAS tentaciones, pruebas, persecuciones, tribulaciones; pero el sí llevó
nuestras enfermedades y dolencias (1Pedro 2:24). Las llevó para que nosotros no
las tengamos que llevar. Es por eso que Él es nuestro SUBSTITUTO. Él tomó
nuestro lugar. Estamos libertados para siempre si solamente creemos que Él lo
hizo por nosotros. Hasta que no se tomemos esto en forma personal, no
obtendremos provecho; pero en el momento en que creemos que Cristo llevó
NUESTROS pecados, seremos salvos; y en el momento en que creemos que Cristo
llevó NUESTRAS dolencias, seremos sanos.
Acerca de la “vara de corrección”
de Dios para sus adoradores obedientes
Hay quienes malinterpretan
Hebreos
12:6-8
Porque el Señor al que ama,
disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.
Si soportáis la disciplina, Dios
os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
Pero
si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces
sois bastardos, y no hijos.
Noten bien que esta Escritura NO DICE ―Porque el Señor hace caer
enfermo
al
que ama‖. El pasaje NO DICE: ―Porque Dios transmite dolencias o hace enfermo a cualquiera que recibe por hijo‖.
La palabra ―corregir‖ viene de una palabra griega que quiere decir: ―instruir,
preparar, disciplinar, enseñar
o educar‖ como
un maestro ―instruye a su alumno
o como un padre enseña y prepara a su hijo.
No es extraño que
cuando el maestro ―educa‖ a su alumno, utilice varios métodos de
disciplina pero nunca lo hace por medio de una enfermedad o molestia física.
Supongamos que cuando Dios nos ―trata como hijos‖ nos corrige por medio de ―cáncer,
tuberculosis, ceguera, piernas lisiadas u otra cosa terrible del diablo… en
lugar de llevar al creyente obediente y consagrado a levantarse en autoridad y
reclamar sus derechos de redención,
esta idea de ―castigo por enfermedades‖, deja al enfermo una falta de certeza,
llevándolo a preguntarse a sí mismo qué mal habrá hecho para merecer ese
castigo.
Aclaremos que un
buen padre, nunca castiga a su hijo antes de explicarle primeramente la razón
por la cual debe ser castigado. ¿Cuánto más nuestro Padre Celestial?... ¿Y
cuántos, los que creen que su enfermedad es castigo de Dios, no tienen ni idea
de cuál sea el pecado que cometieron por el cual están siendo castigados?
Quiero hacer claro
el hecho que no me estoy refiriendo a los que son rebeldes, obstinados y
desobedientes a Dios. Me estoy enfocando en los que REALMENTE CREEN y son
OBEDIENTES a la voluntad de Dios, para que ya no dejen más al diablo, el
archiembustero, que los condene y los engañe conservándolos enfermos, débiles
físicamente, incapaces de ―abundar en
toda buena obra‖ (2Cor 9:8),
diciéndoles que su enfermedad es ―vara
de castigo‖ de Dios para corregir un
error o para enderezar una cosa errada en sus vidas.
Satanás se deleita
en condenarnos constantemente trayéndonos a memoria todo error y toda falta que
hayamos cometido y siguiere: ―¡Ah sí!
esa es la razón por la cual estás enfermo y no recibes sanidad; tu Padre te
está castigando con su vara de enfermedad y no vale la pena que te esfuerces
para sanar‖
Tu adversario el
diablo, por tanto consigue llevarte a pensar que Dios (que es en realidad el
que te sana Éxodo 15:26) es el culpable de haberte puesto esa enfermedad sobre
ti.
Uno de los que
proclaman esta tradición, tenía la dureza de corazón para declarar que el
noventa por ciento de los creyentes están enfermos porque Dios los hace caer
enfermos usando la enfermedad como una ―vara
de corrección‖ para expresar Su amor
hacia ellos, moldeando sus vidas para llegar a conformar Su Perfecta Voluntad.
Él, entonces, tuvo la osadía de declarar que los creyentes que no sufren de vez
en cuando la vara de corrección de la mano de
Dios, son ―bastardos‖ y no ―hijos‖.
Si tales
ministradores (que antes que nada deberían servir, mateo 20:26)
compatibilizaran con sus palabras, debieran alentar a sus oyentes a no recurrir
a tratamientos médicos, ni dejarían que alguien ore por ellos para pedir
sanidad, porque cualquiera de estas cosas, hacen difícil la labor de su ―amoroso Padre‖, qué según esta enseñanza,
procura educarlos por medio de la enfermedad o castigo. De más está decir, que
el predicador al que nos referimos, después de decir a la audiencia que nueve
de cada diez de los enfermos entre ellos estaban bajo ―la vara de corrección de la mano de Dios‖ hizo el llamamiento a TODOS los enfermos para que se acerquen
para recibir oración. Él oró y ordenó que fuese sanada CADA PERSONA ENFERMA, a
pesar de su propia enseñanza acerca de la ―vara
de corrección de la mano de Dios‖)
Los que enseñan esta
doctrina raramente son consistentes con lo que predican. Dicen a los enfermos
que se deben someter humilde y pacientemente a la ―pena o
castigo‖ por medio
de enfermedades y al mismo tiempo nos aconsejan luchar contra la
enfermedad entregándose en las manos del médico que creen que es el mejor
calificado para evitar el castigo de su Padre que es por medio de la
enfermedad. Esto es realmente ―rebelión‖ y no
―sumisión‖.
Si persistimos en
creer que la enfermedad o debilidad es un castigo de Dios sobre nosotros por
cierto mal que hicimos, no debemos tentar a Dios ni por medio de la medicina,
ni por medio de la oración para pedir alivio de la enfermedad; antes debemos
esforzarnos para determinar cuál es el pecado que hemos cometido; y en cuanto
identificamos eso, debemos concentrarnos totalmente en apartarnos del mal que
hicimos… y luego de enderezarnos, deberíamos dejar que el Padre (no los
médicos) quite el castigo de enfermedad o debilidad.
Si esta idea del
castigo mediante la enfermedad fuera cierto deberíamos ser coherentes y actuar
con razón recurriendo a la sanidad divina en vez del tratamiento médico, porque
el amoroso Padre Celestial, de quién dicen que usa la enfermedad como vara de
castigo, ciertamente lo retirará una vez cumplido su propósito.
Acerca del sufrimiento
Otra escritura que
muchas veces se malinterpreta es 1 Pedro 5:10
1 Pe 5:10
Mas el Dios de toda gracia, que
nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco
de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca
Note cuidadosamente que NO DICE: ―Después de haber
estado
enfermo
y haber tenido
dolencias por un poco
de tiempo‖. Pero sí dice: ―Después que hayáis padecido un poco‖.
¿Es posible
PADECER de otra manera que no sea mediante enfermedad y dolencia?
Pablo enumeró sus
privaciones, tales como injurias, necesidades, afrentas, persecuciones,
angustias, azotes, prisiones, tumultos, trabajos, vigilias, ayunos, deshonra,
como muriendo pero estando vivos, como derribados pero no destruidos. Más en
azotes, en prisiones mucho más, en peligro de muerte muchas veces. De los
judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui
azotado con varas, una vez fui apedreado, tres veces sufrí naufragio, una noche
y un día he estado como náufrago en altamar además de los diferentes peligros.
Estos eran los sufrimientos de Pablo por amor a Cristo. Y son estos los
sufrimientos a los que Pablo se refiere en este versículo como se puede
apreciar en el contexto. Por lo tanto nadie tiene derecho a incluir enfermedad
y dolencia en esta Escritura. Habiendo Pablo soportado estos sufrimientos por
amor a Cristo, es que él puede decir:
2 Timoteo
4:8
Por lo demás, me está guardada la
corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no
sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
Ninguno recibirá ―la corona de justicia por haber estado
enfermo. Y ningún enfermo cree que la recibirá por haber caído enfermo… o no
llamaría al médico para curar la enfermedad, ni pediría a Dios que lo cure.
El libro de los
Hechos cuenta que los apóstoles después de ser azotados a causa de predicar el
Evangelio y sanar a los enfermos…
Hechos 5:41
Ellos
salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por
dignos de PADECER afrenta por causa del Nombre.
El ministerio del Sufrimiento
Quiero citar el siguiente pensamiento
del
Dr. Charles S. Price, transcripto
de
su revista ―Golden Grain‖
Voy a enfatizar el
hecho de que la sanidad de tu cuerpo, no meramente los cuerpo del pueblo que
sufría cuando Jesús estaban la tierra sino el sufrimiento de tu cuerpo hoy, fue
incluido en la gran obra de redención, consumada por el Salvador del Calvario.
Creo que, para
resolver una dificultad que a veces surja en la mente por causa de la doctrina
moderna de la iglesia apóstata, debo señalar un gran error sobre el que
tropiezan muchas personas sinceras, un error recibido de la tradición.
No has oído al pueblo
hablar del MINISTERIO DEL SUFRIMIENTO? Ciertamente lo has oído. Hay un
ministerio del sufrimiento, pero ciertamente no es el ministerio de la
ENFERMEDAD. Hay también un ministerio de la tribulación pero eso no quiere
decir que un ministerio de la ENFERMEDAD. Se nos dijo que si sufrimos con Él
(Cristo), reinaremos con Él; pero esto no dice que si estamos enfermos o
dolientes con Cristo, entonces reinaremos con Él. Cuando los predicadores
niegan la sanidad divina, intentan probar su argumento de que es la voluntad de
Dios que algunas personas permanezcan enfermas, casi siempre recorrerán las
escrituras que hablan del ministerio del sufrimiento y las aplicaran a la
enfermedad.
La Biblia no hace
eso. Hay que recordar que siempre que Jesús hablaba del pecado y de la
enfermedad, se refería a estos males como a aquellos de los cuales él venía a
liberarnos.
Jesús no habló del
sufrimiento de esta manera. ¿ya entendió
en su mente que Cristo llevó nuestros pecados y enfermedades pero no llevó
nuestros sufrimientos? Cuando le dijo a sus discípulos que llevasen su cruz, no quiso decir que era
una CRUZ DE ENFERMEDADES. Enseñaba muy claramente que nos debemos resignar a
llevar nuestras cargas, también cuando llegan a ser cruces y las veces que
llegan a ser cruces de sufrimientos; pero nunca dijo Él a los discípulos ni a
nosotros que debemos quedar resignados a las ENFERMEDADES Y LAS DOLENCIAS. Al contrario, Él combatía a la enfermedad, luchaba contra ella,
la odiaba y expulsaba. En todos los lugares por donde andaba los enfermos
fueron sanados por Él.
John J. Scruby1[1] dice:
Pedro, en su
primera epístola, habla mucho sobre el sufrimiento queriendo confortar a los
creyentes que pasaban ―la prueba de
fuego‖.
Si
leemos tales pasajes como los siguientes: 1Pedro 1:3-7; 3:13,14; 4:1,12,19 y
muchas otras semejantes en el Nuevo Testamento, veremos luego si fuere abierto
el corazón, que ―el sufrimiento‖ en el sentido bíblico no tiene nada que
ver con la enfermedad y la dolencia.
En cuanto a los
―sufrimientos
de Cristo‖ darle un sentido de ―estar
enfermos‖, como algunos enseñan, es
totalmente absurdo porque Cristo nunca se enfermó;
a no ser por las heridas de su expiación las cuales voluntariamente llevó PARA
QUE LA IGLESIA NO SUFRIESE
ENFERMEDAD. Pues Pedro, que habla tanto
de los sufrimientos
de Cristo, dice 1Pedro
1:24:
―Por Sus
heridas fuimos
curados‖. Basarse
en
Cristo, que como nuestro substituto
―tomó sobre
sí nuestras
enfermedades y llevó nuestros dolores‖
(Mt 8:17), para apoyar la enfermedad,
es volver nula e inútil la obra expiatoria de Cristo. Estas palabras son duras,
yo sé; pero son tan verdaderas como
duras y son indiscutibles.
¿Y acerca del aguijón en la carne de Pablo?
Las Escrituras que
hablan del ―aguijón en la carme de Pablo‖ han sido muy mal interpretadas. Puede
encontrar una respuesta minuciosa sobre esta tradición casi universal, que
pretende decir que el agujón en la carne de Pablo fue una enfermedad en el
capítulo 36 del presente libro.
La
tradición esclaviza – La verdad liberta
Esto es evidente,
pues Jesús dijo:
Juan 8:32
“Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”
Todas estas
doctrinas antibíblicas y muchas otras, tienden a atrapar a las víctimas en la
esclavitud de la enfermedad y la dolencia. Cuando predicamos la VERDAD, e
informamos al pueblo de nuestra LIBERACIÓN de todo PECADO y de toda ENFERMEDAD
adquirida en el Calvario, es entonces que la voluntad de Dios( en cuanto a la
sanidad de los enfermos) es revelada y el pueblo tiene oportunidad de poner en
acción su fe para ser sanado. El pueblo es llevado a saber la VERDAD que Dios quiere sanar a todos los enfermos tanto
como quiere salvar a todos los pecadores.
Los tradicionalistas dicen: ―Sed
fieles cuando estéis enfermos; sed pacientes. Permaneced esperando
en Dios y Él os curará cuando Él lo crea conveniente”
¿Por qué dicen eso?
No estás esperando a Dios para que te cure; Dios está esperando para curarte.
Dios está esperando la oportunidad. Él tiene que esperar hasta que se
arrepientan y crean en Su Hijo como su Salvador. Igualmente, ahora Él te quiere
sanar y estarías sanado hace mucho tiempo si le hubieses dado la oportunidad.
Pero Él tiene que esperar que aceptes a su Hijo como Quien te cura, como Quien
llevó tus enfermedades. Hasta que hagas eso, la sanidad está impedida.
Amigo, cree ahora en la Palabra de Dios. SÉ curado
ahora mismo. Ora al Señor y di: ―Yo
te agradezco Señor, porque llevaste mi enfermedad y me libraste. Te
agradezco las heridas por las que FUI sanado. Te agradezco porque me redimiste
del pecado y de la enfermedad. Agradezco por mi liberación, tanto del cuerpo
como del alma. Creo en esto y oro por eso‖. Entonces, no te olvides de
ACTUAR COMO SI ESTUVIESES CREYENDO EN ESO.
Capítulo 14
La oración de fe
Conviene que notemos
que Santiago dice “La oración de fe salvará al enfermo y el Señor lo levantará”.
Esa promesa fue hecha a ―ALGUIEN‖ que está enfermo. Me hace vibrar el corazón
todas las veces que recuerdo las
palabras ―alguien‖ y ―cualquiera‖; palabras sublimes, gloriosas y que
incluyen a TODOS, palabras que andan siempre de la mano dadas a través de las
páginas de la verdad bíblica. Estas palabras son: ―CUALQUIERA‖ para
salvación, y ALGUIEN para la sanidad
divina. Si esas dos palabras no se refieren a Ti o a cualquier otra persona,
confieso que no se hablar. Por el contrario si la palabra ALGUIEN
realmente te incluye a ti y a todos los
demás, entonces debemos regocijarnos
porque ―LA SANIDAD ES PARA TODOS‖.
Nunca podemos orar ―LA ORACIÓN DE FE‖ cuando estamos preguntándonos a nosotros mismos si es o no la voluntad de Dios hacer lo que le
estamos pidiendo. La verdadera fe, viene
por el oír… la Palabra de Dios. Esto es por oír
lo
que Dios dice en su
Palabra acerca de lo
que Él desea hacer. Entonces la ―oración
de fe‖ es simplemente pedir a Dios que haga lo que Él prometió
hacer. Si es la voluntad
de Dios que estés
enfermo no podemos orar ―la oración de fe‖. Si es la voluntad
de
Dios que estés enfermo,
entonces sería
un gran error pedir tu sanidad porque nunca debes dejar que se frustre la
voluntad de tu Padre Celestial.
No debes procurar
auxilio de los médicos ni enfermeros ni tomar medicinas, porque sería como si
dijeses:
―Es tu voluntad Señor
que yo esté enfermo, pero voy a llamar
un médico (o buscar otra solución) para evitar Tu Voluntad‖. Para
actuar de una manera perfectamente lógica, si crees que no es la voluntad de Dios sanarte, no te conviene hacer ningún esfuerzo para sanar, te es mejor resignarte a
tu ―suerte‖ y decir a todos que estás SUFRIENDO la enfermedad por amor al
Señor Jesucristo. ¿Pero dónde está escrito que Él dijo que quería que sufrieras
enfermedades por amor de Él? Todo lo contrario, en lugar de decir eso, Él
sufrió por ti.
Si realmente piensas
que la voluntad de Dios es que permanezcas enfermo, y dudas de Su voluntad de
curarte, sugiero que quedes resignado y contento con tu suerte. Si crees que es
la voluntad de Dios que sufras, entonces te sugiero que en lugar de pagar un
médico y remedios dones el dinero para beneficio del prójimo. Por ejemplo,
sería bueno usarlo para ayudar a la obra misionera. Si Dios no te quiere sanar
y tú quieres hacer la voluntad de Él no dejes tu caso en manos de un médico que
procuraría inmediatamente frustrar la voluntad de Dios para contigo.
Que Dios te ayude
a considerar estas cosas desde un punto de vista bíblico.
La
oración de fe
En cuanto a la
oración de fe, muchas personas tienen la idea que esto siempre significa una
respuesta inmediata. Creen que si no manifiestan los resultados en el mismo
instante, no oraron la oración de fe. Sin duda, muchas personas no reciben
sanidad del Señor para sus cuerpos porque quieren sujetar al Señor a sus
caprichos. Orar ―la oración de fe‖ no quiere decir necesariamente que la respuesta sea
vista o sentida inmediatamente. Es la oración de quien sabe lo que dice la
Palabra de Dios y así queda absolutamente CERTERO el hecho de que Dios ha oído
su oración y sabe que Dios queda obligado a responder por Su propia alianza y
manifestar así los resultados pedidos. Dios lo puede hacer instantáneamente o
gradualmente, pero una cosa es cierta: Dios RESPONDERÁ ―a la oración de fe‖.
Después de orar la
oración de fe y reprender a la enfermedad, el caso queda en las manos del Señor
y Él restaura. Si Èl lo hace instantáneamente o gradualmente, no tiene
importancia. Su Palabra permanece siendo verdadera y nosotros debemos creer y
NO DUDAR. Confiando en Él erradicamos completa y perfectamente la enfermedad.
La
fe en los síntomas
Pero
recuerda una cosa, que cuando has cumplido enteramente la Palabra de Dios, y
orado la oración de fe, desde ese momento puedes declararte curado por el Poder
de Dios, porque Su Palabra dice: “si sabemos que Él nos oye en todo lo que
pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”
A pesar de
permanecer algunos síntomas de la enfermedad, como acontece a veces, la FE
declara que está hecho porque la Palabra de Dios lo dice. La FE no teme
afirmarse en la Palabra de Dios. La FE no tiene absolutamente cosa alguna a no
ser con la Palabra de Dios. El tentador susurra: ―No tienes valor para reclamarle a Dios. No estás curado. Mira los
síntomas‖. Es en estas ocasiones que el creyente verdadero descansa seguramente
en las promesas de la Palabra de Dios, creyendo, confiando, dando gloria a Dios,
reconociendo que Dios es fiel a Su Palabra y que Satanás no sólo es mentiroso,
sino el padre de mentira.
Fe
en la Palabra de Dios
Si tienes fe, dijo Jesús,
―Nada os será imposible‖ (Mat 17:20).
Y
Juan 15:7
Si permanecéis en mí, y
mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho
Marcos 11:24
Por eso os digo que todo lo que pidiereis orando,
creed que lo recibiréis y os vendrá
Es absolutamente
seguro orar ―la oración de fe‖ y dejar los resultados con Dios a pesar de
las circunstancias. Puedo probar eso por centenas de acontecimientos en
nuestras campañas de avivamiento a través de los Estados Unidos y en otros
países. Pero no lo relataré aquí, para que vuestra fe no se apoye en mis
experiencias, sino en la PALABRA DE Dios. Mi propósito es establecer vuestra fe
en lo que Dios dice. Es por eso que no relato mis sanidades y milagros hechos
por el Señor en nuestro ministerio. El relato de una experiencia nunca
producirá más fe; pero ―oír la Palabra
de Dios‖ esto sí lo hará y
definitivamente la PRODUCIRÁ.
La fe en nuestros
cinco sentidos
La Palabra de Dios
alimenta la FE, mientras que los relatos de nuestras experiencias alimentan
nuestros sentidos. Nuestros sentidos no tienen cosa alguna con la FE, la FE
tiene que ignorar nuestros sentidos. Si andas por la FE, no andas por VISTA. Si
deseas considerar la Palabra de Dios verdadera, entonces no puedes estar
considerando las evidencias de tus sentidos. SI quieres creer en la Palabra de
Dios, entonces deberás ignorar muchas veces tus sentidos. El tacto, el olfato,
el gusto, la audición y la visión son todos sentidos usados por el hombre natural. La Palabra de Dios y la
FE son dos factores usados por el hombre
espiritual. El hombre natural anda por sus sentidos, pero el hombre
espiritual anda por su fe en la Palabra de Dios 2Corintios 5:7.
La visión y el tacto
pertenecen al hombre natural. La fe pertenece al hombre sobrenatural. Todo
creyente es un hombre sobrenatural.
Para muchos no
parece razonable descreer en los sentidos. Han confiados en ellos como la
evidencia concluyente y final por tanto tiempo que es dificilísimo reconocer
que existen otras pruebas además de los cinco sentidos naturales. Se nos enseñó
que el tribunal supremo es el sentido de la vista: “ver es creer”.
Hemos planificado y
vivido nuestras vidas basados en esta teoría. Hemos ignorado la más alta fuente
del saber. Esta es la más alta fuente del saber que revela, la fe que nace por la Palabra de Dios y por la oración.
LA PALABRA DE Dios debe ser el supremo tribunal para el creyente – el
super-hombre.
Muchos creyentes,
cuando son informados que tienen que vivir por fe y no por vista, que deben
poner a un lado la evidencia de los sentidos, se rebelan contra esto.
“¿Quiere
decir que no puedo tener ninguna certeza de lo que veo?” Nuca podré aceptar una
cosa tan absurda. Por ejemplo, tengo la certeza de tener un libro en mi mano.
Lo veo, lo palpo, siento el olor de la tinta en sus páginas. Lo dejo caer y lo
oigo golpear contra el suelo. ¿Quiere decirme que el libro no es realidad y que
no está aquí cuando mis sentidos me llevan a saber que es realidad que está
aquí?”
Podemos aceptar las
evidencias de nuestros sentidos, hasta el punto donde ellas contradicen la
Palabra de Dios; siendo así, no hacemos caso de nuestros sentidos y creemos la
Palabra de Dios.
¿Cuál es la prueba de nuestra
sanidad?: ¿una sensación súbita de calor, un escalofrío o la Palabra de Dios?
Me he preguntado
esto a mí mismo muchas veces, porque este pueblo piensa que es absolutamente
absurdo creer en la Palabra de Dios. Sin embargo, cuando sus sentidos
testifican lo contrario de lo que la Palabra de Dios dice, están tan proclives
a tener fe en que si alguno de sus hijos ha sido expuesto a una enfermedad
contagiosa quedará afectado.
Creen absolutamente
que su hijo comenzará a toser pasado cierto número de días, porque jugó con
Josecito ayer, y hoy Josecito está enfermo de coqueluche.
Observe esto: ―No tienen prueba alguna que el niño comenzará
a toser, pero internamente por la fe lo está
esperando (fe en la coqueluche de Satanás).
No tienen prueba
alguna de los sentidos. LO CREEN SOLAMENTE. Tienen FE en esto. Cuando su hijo
fue expuesto a la enfermedad de Josecito, no sintieron un calor súbito
de poder que les diera la ―prueba‖ o
―señal‖ de la
contaminación. No recibieron un ―choque
de poder‖ para probarlo y tampoco había
síntomas de enfermedad. El hijo está tan bien de salud como antes, pero aún
así, saben que van a sufrir de coqueluche dentro de pocos días. ¿CÓMO ES QUE
SABEN? Tienen lo que llamamos FE (fe en la enfermedad). Creen que la enfermedad
ya inició su obra a pesar del hecho de que no ven, ni sienten, ni oyen, ni
gustan, ni huelen cosa alguna. ESO ES FE. No hay cosa alguna errada en eso, a
no ser que se engañan a sí mismos en aquello que creen. Pero que es FE, es
cierto.
Así y todo, a pesar
de confiar enteramente en el diablo y creer plenamente en sus enfermedades,
cuando imponemos las manos sobre ellos y les decimos: ―Sé sano de tu enfermedad‖, Es
cierto que quedarán sanos, porque Dios lo
dijo. Por tanto nada lo puede evitar. Pero a veces creen que esto no es
razonable.
Muchos dicen: “Ver es creer” pero
la
Palabra de Dios dice: ―creer es ver‖.
Otros dicen: “Nunca creeré antes
de verlo‖. Yo respondo: “jamás lo verás antes de creer”.
Luego, al tú creerlo, Dios se apresura en dejarte
verlo porque la fe es la prueba de las cosas que no se ven (Heb 11:1). La
fe trae a la vista las cosas no vistas y torna tangibles, las cosas no sentidas.
Agradas a Dios cuando ―miras
hacia Su Palabra‖, cuando basas tu fe
exclusivamente sobre Su PALABRA DE PROMESA. Por esa especie de FE ―Los antiguos alcanzaron buen testimonio‖ y tú también lo harás. LA FE EN SU PALABRA
siempre agrada a Dios.
Cuando Jesús estaba
aquí en la carne, reconocía la prueba de los sentidos, pero nunca se dejaba
DOMINAR por ellas. Los sentidos eran Sus siervos. Vivía en un grado más alto.
Declaraba a los ciegos sanados, y a los leprosos purificados cuando todavía
eran ciegos y leprosos. Llamó a las cosas que no existían como si existiesen y
tuvieron que existir. Cierto día Jesús maldijo una higuera y sus raíces
murieron; pero el árbol no parecía muerto hasta el día siguiente, cuando se
pudo ver que se secó desde las raíces hacia la copa. Observe que no fue de las
ramas hacia abajo; Marcos 11:20.
Nuestros sentidos
gobiernan al hombre natural en el mundo natural, pero una vez adquirida la
bendición del mundo espiritual, la FE debe gobernar al hombre. Podemos aceptar
la evidencia de nuestros sentidos, hasta el punto donde ellas no contradigan la
Palabra de Dios. Pero cuando la Palabra de Dios difiere de nuestros sentidos,
debemos dejar de considerar nuestros sentidos y actuar según la Palabra. Cuando
hacemos eso, el Padre honra la Palabra y la cumple en nuestras vidas.
Estaremos
siempre seguros si creemos en Dios sean cuales fueran las evidencias de
nuestros sentidos. Lo que Dios dice es
siempre verdad. Como dice Romanos 3:4 ―antes
bien sea
Dios
veraz, y todo hombre mentiroso”;
El saber de los
sentidos es MENTIRA cuando no concuerda con la Palabra de Dios y cuando andamos
por la fe, nos deleitamos en dejar a un lado los sentidos y gozar las bendiciones
ya anunciadas por el Padre.
Abraham
y su fe
Supongo que la mejor
lección para estudiar este asunto es la FE de Abraham.
Romanos
4:18-21
El creyó en esperanza contra
esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le
había dicho: Así será tu descendencia.
Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo,
que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la
matriz de Sara.
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de
Dios, sino que se fortaleció en fe, (no murmuró ni se quejó porque la respuesta
no llegó inmediatamente, sino que…) dando gloria a Dios, plenamente convencido
de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido
Abraham de alguna
forma, tomó conocimiento de las evidencias de sus sentidos físicos los que le
testificaban el hecho de que era un anciano de casi cien años de edad;
demasiado viejo pro cierto para ser padre de hijos.
Y sara se sentía
vieja, parecía vieja, y era vieja según la evedancia de los sentidos naturales;
pero Abraham NO HACÍA CASO de esos hechos.
¿Por qué no tomaba
conocimiento de esos hechos? Porque
contradicen lo que Dios dijo. Dios dijo que tendría un hijo. Los sentidos
decían: ―IMPOSIBLE‖. Abraham no consideraba los sentidos y
CREÍA la Palabra de Dios. ESO ES FE.
¿Qué dice la
Escritura? ―Creyó Abraham a Dios‖ (Rom 4:3). Como ―creer‖ es un verbo y un
verbo generalmente implica ACCIÓN, digo que ABRAHAM ACTUÓ SEGÚN LO QUE DIOS LE
DIJO QUE ACONTECERÍA.
Sara
y su fe
Observe que Sara, no ―sentía‖ que tuviese
fuerzas para concebir y dar a luz un hijo, pero NO LE DABA IMPORTANCIA A LO QUE
SENTÍA, y ―Por la FE, la misma Sara recibió
la fuerzas
para concebir y dar a luz ya fuera del tiempo de la edad”
¿Cómo le sucedió esto a tan avanzada edad? No por la evidencia de sus
sentidos, no por lo que ―sentía‖ “Porque creyó que era fiel quien lo había
prometido. (Hebreos 11:11)
La
fe del hombre natural
La fe no le da
ninguna importancia a lo que el ojo natural pueda percibir, a lo que el oído
natural pueda oír, ni a lo que el cuerpo físico siente. La fe sólo ve la
Omnipotencia. Los ojos naturales ven solamente las murallas de Jericó, los
oídos naturales oyen solamente el escarnio del enemigo, pero la fe ve las
murallas destruidas y el enemigo vencido.
El cuerpo natural
siente los dolores del cáncer mordisquear, pero la fe ve esa cosa vil, seca y
consumida por el poder para sanar de Jehová Rafa ―El
Señor tu Sanador‖.
Los ojos naturales
ven la oscuridad horrible de las nubes pasando sobre la tierra y los oídos
naturales oyen el rugido
pavoroso del trueno,
pero la fe calmadamente MANDA: ―¡Cállate, aquiétate!‖ ¿Cómo
puede ella hacer esto? Porque percibe
el cielo sin nubes y la brisa suave antes de que ellos le obedezcan.
Los ojos naturales
ven la carne consumida de los huesos por la vil tuberculosis (una embaucadora
del infierno). La mano física siente
la fiebre ardiente que está consumiendo los tejidos del cuerpo; pero la fe ve esa ―consumición‖ (o tísica) como
una parte de la MALDICIÓN DE LA
LEY
(Deut
28:22), y entonces
la ve MALDECIDA en el Calvario donde
su víctima fue REDIMIDA de ella (Gal 3:13) y con algunas palabras severas de
reprensión en el Nombre de Jesús, ordena a la enfermedad que se aparte de la víctima y que se retire
del
cuarto con la
segura calma
de que se cumplirán
las palabras
de la Biblia: ―ÉL LOS
SANARÁ‖ ―EL SEÑOR LO
LEVANTARÁ‖
Fe
Versus Razón
Da casi para pensar
que la fe es completamente ciega a las condiciones físicas. Cuando la razón
quiere discutir con ella, la fe solamente ríe sin vacilar.
La fe ve a Satanas
vencido, aunque él sea visto gobernando con poder. En la mente de fe las
enfermedades están curadas incluso antes de la oración. La fe avanza y actúa.
LA RAZÓN está turbada, agitada y nerviosa. La FE permanece tranquila. La fe
sabe que Dios no puede mentir, así la fe nunca presenta argumentos, sólo se
confía en la promesa cuando la petición fue hecha conforme a la Palabra de
Dios. La fe considera la obra consumada incluso antes de ser completamente
manifestada. La fe es vencedora. La fe ve viene por el oír la Palabra de Dios,
así lee la Palabra y goza de una vida de fe victoriosa.
La
fe y la Palabra son vencedoras
Sí, lee la Palabra
de Dios; aliméntate de su Palabra. Déjala producir fe en el corazón.
Salmo
119:130 dice:
“La exposición de Tus Palabras alumbra; Hace
entender a los simples”.
Reconoce la
veracidad de la Palabra de Dios y ten el coraje de confiar en esa Palabra. Ella
no te defraudará, porque Dios no te defraudará.
El salmista dice
también:
Salmo 119:11
En mi corazón
he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.
Carlos H. Spurgeon dice: “Eso es una buena cosa y un buen lugar con un buen propósito”. Podemos
cambiar esta escritura y aplicarla a la enfermedad: ―En mi corazón he guardado Tus dichos para evitar la
enfermedad por intermedio Tuyo‖, y todavía
haría lo que Spurgeon dijo: “Una buena
cosa, en un buen lugar con un buen propósito.” Porque ―La fe es
por el oír (saber) la
Palabra de Dios” (Rom 10:17) y la sanidad viene por la fe en las
promesas de Dios.
La verdadera fe en
Dios y en Su Palabra nunca desanima. ES como cierto hombre dijo: ―En las pruebas es donde la verdadera FE en
Dios florece.‖
La fe vive a la
luz de los resultados anticipados. No vive en la esclavitud de las
circunstancias actuales, ni mira hacia ellas sino que antes domina las
circunstancias y determina el destino andando a la luz de la realización de las
promesas.
La FE persistente
siempre vence. NO dejes que te desanime cosa alguna. No dejes que te influencie
cosa alguna. No dejes que cualquier síntoma mude tu actitud para con la Palabra
de Dios. Estate firme.
Resuelve en tu
corazón para siempre que Sus promesas SE CUMPLIRÁN. Puedes repetir los siete
viajes alrededor de los muros de Jericó (Josué :15,16) o siete inmersiones en
el río (2Reyes 5:14), pero habrá victoria para la persistencia de la fe en lo
que Dios ha hablado.
La
fe es poseedora
Josué 1:3
“Yo os he entregado… todo lugar que pisare la planta
de vuestro pie.
Esta fue la promesa
que motivó a los israelitas a alcanzar la Tierra Prometida. Las pisadas
significaban posesión, pero estas pisadas tenían que ser de sus propios pies.
También es así para poseer las bendiciones del Nuevo Testamento adquiridas en
el Calvario. Toda promesa que pisare la
planta de tu pie es tuya. La planicie fértil es tuya en el momento en que
la pises. El valle rico de la liberación es tuyo si entrares en él para
poseerlo. La explanada de poder espiritual es tuya si quieres imitar al noble anciano
Caleb, expulsando a los gigantes de la incredulidad que allí habitan (Josué
14:6-15). Todas estas bendiciones son tuyas para poseerlas en el poderoso
Nombre de Jesús.
Todas las promesas
benditas de la Palabra de Dios son tuyas; por lo tanto ¡no seas negligente en
subir para poseer tus tierras!. Entre tu y tus posesiones hay enemigos
poderosos, mas une tus armas: la oración y la fe, en Aquel Nombre que es sobre
todo nombre y avanza contra ellos. No desistas hasta que el último enemigo sea vencido. El tamaño de tus
posesiones dependerá de cuánto terreno tienes recorrido y realmente reclamado. Vístete de ―toda la armadura de Dios‖ para ser invulnerable. Toma la “espada del
espíritu” para ser invencible (Efesios 6:10-17). 1Timoteo 6:12 Pelea la buena batalla de la fe, 2Timoteo
2:3 sufre penalidades como buen soldado
de Jesucristo. Santiago 4:7 “Resiste
al diablo” y hallarás la promesa que dice que él ―huirá de ti‖.
Para muchas personas ―fe‖ es meramente una palabra teórica. Tu
puedes volverla un hecho de poder.
Satanás sabe que los
intereses de Dios y los tuyos son idénticos en cuanto a la sanidad. Él sabe que
Dios y tú son aliados. Él sabe que Dios no te puede dejar fracasar en cuanto
confías en su Palabra, pues no lo podría hacer sin fracasar Él mismo también.
Dios no puede hacer eso.
Después de orar ―la oración de fe‖, haz firme la fe, pórtate varonilmente y fortalécete (1Corintios
16:13). No desistas. Piensa que eres del cuerpo. Cuenta con que eres
RESTAURADO. Reclama tus derechos de alianza. Entonces Dios recibirá la gloria y
tú recibirás la victoria. ―la fe ES la
victoria‖ 1Juan 5:4
Capítulo 15
¿La Fe es Esencial para la Sanidad? |
Muchos preguntan: ―Hermano Osborn, ¿cree que es necesario que
yo tenga fe? No cree que puedo ser
sanado por medio de su fe?
La Biblia dice: “Sin fe es imposible agradar a Dios” y ―Andamos
por la fe no por vista”. No hay
duda de que la sanidad por intermedio de la fe de otro es excepción bíblica, no
la norma. Mi consejo sería seguir la norma y no la excepción. Estoy seguro que
cuando alguien ha oído la Palabra de Dios, la fe nace en su corazón (la Palabra
si le prestamos atención, siempre produce fe), será curado de inmediato por su
propia fe. Quiero asegurarte que Dios planeó que TODO CREYENTE fuese un
vencedor en lugar de que sólo unos pocos prediquen y enseñen la sanidad divina.
Dios quiere que tú descubras que tienes dominio sobre el diablo. Desea que
sepas que tienes poder sobre la enfermedad, que eres vencedor, que eres
conquistador, que puedes responder a la dolencia y a la enfermedad y ver
disipar los síntomas. Esto nunca los puedes hacer mientras dependas de la fe de
otro.
Quiero recordarte
que la fe de otro, nunca te libertará del pecado. TÚ debes oír el Evangelio, la
voz del Espíritu y tener convicción de tus pecados. TÚ debes creer en el Señor
Jesucristo como Salvador y entonces TÚ serás salvo. Igualmente TÚ debes oír al
Palabra de Dios, TÚ debes creer en el Señor Jesucristo como Quien te sana y que
TÚ por su Sus heridas fuiste sanado.
Observa que en la
mayoría de los casos Jesús no curó a una persona antes de confesar su fe, o
bien si no veía alguna demostración de fe para ser sanada; así pasó en caso del
centurión en Mateo 8:8.
Acerca del
paralítico que descendió en un lecho por el tejado está escrito:
Marcos
2:5,11
“Y Jesús viendo la fe de ellos, dijo al paralítico:
“Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa”
No pudo concebir que
un enfermo en cama, dejara que cuatro hombres lo llevaran con su cama y todo,
lo subieran a un tejado, luego lo descendieran por un agujero en el techo; sin
que al menos él creyera que algo le sucedería al alcanzar la meta.
Es notable que la fe es VISTA generalmente,
más que OÍDA. JESÚS VIO SU FE EN SUS ACTOS.
―La fe, si ni tiene obras (o
actos que le correspondan) es muerta. En el caso de los ciegos que Lo seguían
clamando y diciendo: “Ten misericordia de nosotros hijo de
David”, Jesús les dijo: ¿Creen
ustedes que yo puedo hacer esto? Y ellos dijeron: Sí Señor. Tocó entonces los ojos de ellos diciendo: Hágase
con vosotros según vuestra fe. Y fueron abiertos sus ojos (Mateo
9:27-30)
La mujer cananea que buscaba misericordia del
Señor diciendo que su hija estaba atormentada por un demonio, Jesús respondió
después de ver su fe persistente e inmutable: “¡Oh mujer!, grande es tu fe, sea
hecho contigo como deseas” (Mateo 15:28), y su hija quedó sana desde
aquella hora.
La mujer que sufrió de
hemorragia durante 12 años, que se metió entre la multitud que apretaba a Jesús
diciendo a sí misma: “Si tan solo tocare el borde de su manto
quedaré sana” El Señor dijo: “Hija, TU FE te ha hecho salva, ve en paz, y
queda sana de tu azote” (Marcos 5:34)
Al ciego
de Marcos 10:52, Jesús dijo: ―Vete tu fe te ha salvado”
Al único leproso que se volvió para adorar,
Jesús le dijo: “Levántate, vete, tu fe te ha salvado” (Lucas 17:19)
Cuando cierto hombre pidió a Jesús que fuese a su
casa y sanase a su hijo que ya estaba a punto de morir, Jesús dijo: “Ve,
tu hijo vive” y la escritura dice: “Y el hombre creyó la Palabra que Jesús le
dijo y se fue” y cuando iba camino hacia su casa: “sus siervos salieron a recibirle
y le dieron nuevas diciendo “tu hijo vive” (Juan 4:47-53)
Hay muchos ejemplos
mencionados en los Evangelios en que no se dice que una persona sanada haya
tenido fe o no; tal como la mujer encorvada por un espíritu de enfermedad
(Lucas 13:11) o el hombre de la mano seca (Mat 12:13), o el hombre del tanque
de Betesda (Juan 5:5), las multitudes (Mat 12:15; 14:14; 14:35,36; Marcos6:56)
y muchos otros. Pero es cierto que esas personas realmente tuvieron fe, porque
cuando Marcos dice: Jesús ―no pudo
hacer allí muchos milagros, solamente sanó a unos pocos imponiéndoles las
manos‖ Su incapacidad de curarlos de debió a la INCREDULIDAD de ellos (Marcos
6:1-6).
Cuando Pablo predicaba el Evangelio en
Listra, uno de sus oyentes era “Cierto hombre imposibilitado de los pies,
cojo de nacimiento” Pablo sin duda, deseaba que el hombre fuese curado
inmediatamente, pero Pablo esperó hasta que el cojo oyera la Palabra y así
pudiera adquirir fe y así pudiera adquirir fe para recibir la sanidad (Rom
10:17). Entonces Pablo fijando en él los ojos y viendo que tenía fe para ser
sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó y anduvo (Hechos
14:8:10)
Durante nuestras
campañas de avivamiento, entre los asistentes, tengo conocimiento de millares
de las víctimas de las dolencias y enfermedades sanadas. La predicación de la
Palabra siempre produce fe cuando se presta anteinción en ella.
La Biblia dice que por la FE los antiguos ALCANZARON
BUEN TESTIMONIO (Heb 11:2).
Dios se agradó de
los patriarcas de la antigüedad cuando manifestaron gran fe. “Sin
fe es imposible agradar a Dios” (Heb 11:6). NO dependas de la fe de
otro. Ten tu propia fe, Siempre la tendrás contigo, porque Dios está siempre
contigo y también Su Palabra.
La
fe individual
As promesas de Dios
son para TI Personalmente. Tú tienes derecho individual de orar pidiendo
particulamrente y recibir todas las bendiciones prometidas a los creyentes.
Jesús dijo: “AQUEL que pide, recibe” (Mat
7:8). El da énfasis a ese hecho repetidamente para que tú comprendas bien que
Él desea que tú pidas todo lo que quisieres. El dice: “Pedid y se os dará, buscad y (tú)
hallaréis;
llamad y se os abrirá (a ti) (Mat 7:7,8)
A través de la Biblia entera. Dios procura
dejar impreso en el corazón de cada uno de
Sus hijos que todos tenemos derechos
iguales. Él no respeta un hijo
más que otro. Él no tiene predilectos. Quiere que cada uno de nosotros tenga fe.
Jesús dice:
Juan 6:37
y el que a mí viene, no le echo fuera.
Esto TE incluye. Cristo está diciendo: “El que viene a MI para suplir cualquier
necesidad, sea cual fuera, de ninguna manera me rehusaré”
Jesús dijo:
Marcos 11:24
“Todo lo que (TÚ) pidiereis orando, creed que lo
recibiréis y os vendrá”
Pablo dijo:
Romanos 10:9
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo
Cada pecador DEBE
arrepentirse personalmente, creer personalmente, confesar personalmente,
aceptar personalmente, recibir personalmente y entonces será salvo
personalmente.
Igualmente es el
deseo de plano de Dios que cada enfermo pida persoanlmetne, crea personalmente,
reclame personalmente, reciba personalmente y entonces será curado
personalmente.
Hay millares
de creyentes
estimados que pasan
sus vidas
pidiendo que otros ―oren por‖ ellos. Quieren las oraciones de otros como si los otros
viviesen más cerca de Dios que
ellos, como si los otros, supiesen orar mejor que ellos, como si Dios oyese las
oraciones de oros antes que las suyas propias.
Todos los creyentes tienen derechos iguales y la voluntad y el deseo de Dios es que cada
uno de Sus Hijos aprenda a
aprovechar todas sus bendiciones.
Cada persona
puede orar
y recibir
la
respuesta. Jesús dijo: ―Todo lo
que pides recibes‖.
Todo pecador salvo tomó forzosamente la declaración de Cristo… o nunca fue salvo.
Si el privilegio:
―Todo el
que pide recibe‖ es para todos los
enemigos de
Dios,
cuánto más para
Sus hijos. Esto es: Si es privilegio era disponible
antes, ¿cuánto más después de ser
salvos?
Todo hijo puede pedir para sí mismo las bendiciones de su padre.
Todo bebé pide para
sí mismo, incluso antes de saber hablar una palabra. Cuando llora, ya puede
pedir. Ciertamente los otros hijos de la familia no tienen que rogar el favor
de la madre para que de de mamar al bebé; sino que el bebé pide para sí mismo.
Así y todo, hay
millares de creyentes adultos que nunca aprenderán el privilegio de pedir por sí mismos. Pasarán años
escribiendo y llamando a otros para que oren pro ellos, para hacer oraciones
que ellos mismos debían hacer, para rogar a Dios por ellos.
Otros
pueden orar contigo, pero no te conviene substituir las tuyas por las oraciones
de otros porque Jesús dijo: ―TODO EL QUE pide,
recibe‖.
Todo hombre que
tiene cuenta en el banco puede escribir su propio cheque para sacar dinero. ¿No
sería absurdo pedir que alguien que mora en el otro lado de la ciudad fuera al
banco e intentara sacar una parte de mi dinero
para mí? Es mi cuenta. Puedo escribir mi propio cheque sin dificultades para
sacar dinero. Tengo derecho de exigir el
dinero porque es mío.
Toda la bendición
que proveyó Cristo al morir, es propiedad particular de cada persona por la que
Cristo murió.
La Biblia nos dice
que TODO israelita, mordido por serpientes ardientes, cuando mirara la
serpiente de metal, quedaba vivo. Cada uno tenía que mirar por sí mismo.
En el Salmo 107:18
y 19 die que los hijos de Dios llegaron hasta las puertas de la muerte pero
ELLOS
“clamaron al Señor”… “y Él… envió Su
PALABRA, y LOS libró”
Millares de veces,
en nuestras campañas, personas han sido sanadas de todas las formas de
enfermedades, dolencias y debilidades estando sentadas en los bancos, sanadas
por su propia fe que recibieron oyendo la Palabra de Dios.
Quiero repetir: La
fe es solamente creer que Dios hará lo que Él dice en Su Palabra que hará. Dios
nunca forzó a alguien a creer que El haría una cosa que no prometió hacer.
Dios dijo: “Yo
soy el Señor TU sanador” El profeta Isaías dijo: “Él (Jesús) fue
herido por NUESTRAS TRANSGRESIONES… y por Sus llagas FUIMOS nosotros curados”.
Jesús dijo al leproso: “QUIERO”, sé limpio”. Dijo
al centurión: “YO IRÉ Y LE SANARÉ”. Al ciego dije: “VE”. Pedro dijo: “Llevando
Él mismo en Su cuerpo nuestros pecados… por Sus heridas
FUISTEIS
CURADOS”. Jesús dijo: “Pongan sus manos
sobe los enfermos y SANARÁN.” Y: “En MI
nombre echarán fuera demonios”. Santiago dice “¿Está ALGUNO entre vosotros enfermo? … la oración de fe salvará al
enfermo y el Señor lo levantará.”
La Fe es solamente
en creer que Dios hará todo eso más otras cosas que ya dice en Su Palabra que
haría si tan solo creemos.
Marcos 9:23
Si puedes
creer, al que cree todo le es posible.
Tened
fe en Dios
Encontramos la suma de todo en la orden de Jesús: “TENED
FE EN DIOS” Marcos 11:22.
Amigos, contamos que
como nunca antes, la fe siempre hace mover la mano de Dios. La fe siempre
puede. La fe es una fuerza
persistente. La fe depende de la capacidad de Dios. La fe no conoce fracaso. La fe crece en la prueba. La fe nunca discute. La fe nunca se muestra agitada. La fe nunca se enorgullece de sí misma, la
fe nunca se pone nerviosa. La fe
nunca teme y nunca es subyugada.
La fe mira
directamente la Palabra de Dios. La fe sabe que la Palabra de Dios. La fe sabe
lo que Dios ha dicho, porque ella misma fue generada por la Palabra de Dios. La
fe sabe que lo que Dios dice es una revelación de lo que es Su Voluntad hacer.
La fe acepta la Palabra de Dios como decisiva. La fe reclama la Palabra y
confía en ella. La fe se apodera de las promesas. La fe exige resultados. La fe
reclama sus derechos de alianza. Así es como mientras la razón discute, la
esperanza teme y se aflige, la fe permanece inmóvil porque sabe lo que Dios ha
dicho. Eso determina la fe. La fe es invencible. La fe es irresistible.
Ah, amigos,
establézcanse en la Palabra de Dios. Conozcan Su Palabra y así conocerán SU
VOLUNTAD. Pídanle a Dios y dejen los resultados con Él. Así Le darán la oportunidad
para hacer en ustedes, lo que Él ha esperado tanto tiempo hacer y no podía
porque Uds. no querían ACTUAR SEGÚN SU PALABRA, CON FE.
Hagan lo que Abraham
hizo. Crean en Dios.
Romanos
4:19,20
Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo,
que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la
matriz de Sara.
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de
Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios
Amigo, vaya ahora
mismo a Dios, cite cualquiera de Sus promesas que quieras cumplir en tu vida.
Pídele con fe para hacerlo. Haz la oración de fe reclamando esa promesa. Esto
es, deposita tu pedido en el correo de la fe – suéltalo- . Confía en las
autoridades celestiales para llevar y traer de vuelta lo que pediste. No
desistas. No cedas por cosa alguna de tu firmeza en la promesa de Dios y tu
oración tendrá plena respuesta; pues Dios dirá “Ve, y como te sea hecho” Mat
8:13
Capítulo 16
La Importancia de la Confesión |
Dijiste
que no lo podías hacer, y al momento que lo dijiste fuiste derrotado. Dijiste que no tenías fe, y
en ese momento que lo dijiste fuiste derrotado.
Dijiste
que no tenías fe, y en ese momento, la duda se levantó como un gigante y te subyugó. Tal vez nunca has reconocido
que, hasta eres gobernado por tus palabras.
Hablaste
de fracaso y el fracaso te puso bajo servidumbre. Hablaste de temor, y el temor
aumentó su dominio en ti.
Salomón dijo: ―Te has enlazado con las palabras de tu boca,
y has quedado preso en los dichos de tus labios‖.
Proclamando
– Testificando – Confesando
Pocos cristianos han
reconocido la importancia de la confesión y el lugar que esta ocupa en nuestras
vidas. Siempre que la palabra ―confesión‖ es usada, piensan automáticamente en la
confesión de pecado, de debilidad y de fracaso. Pero este es sólo el lado
negativo del tema.
La confesión
negativa de nuestros pecados era solamente para abrir el camino a la confesión
positiva de toda la Palabra de Dios.
Nada en nuestro
andar como un creyente es más importante que nuestra confesión a pesar de ser mencionada muy poco en la iglesia.
A la vida
cristiana se le llama confesión de
acuerdo a Hebreos capítulo 3
Hebreos 3:1
Por tanto, hermanos santos, participantes del
llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra
profesión, Cristo Jesús;
La palabra griega que ha sido traducida ―profesión‖ en la versión Reina Valera se traduce ―confesión en otros
casos y la Palabra ―profesión‖ en Hebreos 3:1 es ―confesión‖ o ―reconocimiento‖.
Estas dos palabras
están relacionadas estrechamente, sin embargo hay una diferencia importante.
La palabra griega de
la cual se traduce la palabra ―confesión‖
significa: ―diciendo la misma cosa‖; esto sería: “Diciendo lo que Dios dice”; o “estando
de acuerdo con Dios en nuestro testimonio”. Diciendo lo que Dios dice en Su
Palabra acerca de nuestros pecados, nuestras enfermedades, nuestros fracasos
aparentes, nuestra salud, nuestra salvación, nuestras victorias, o de cualquier
otra cosa en nuestras vidas.
En otras palabras,
la
confesión es testificar de,
o ―reconocer‖ lo
que Dios dice.
Confesión
en la Prueba
Por ejemplo: La
enfermedad está luchando por echar fuera tu salud. Los ´síntomas de laguna
enfermedad dañina comienzan a aparecer. Satanás está deseando destruir tu salud
y así hacer tu vida ineficaz en el servicio Cristiano.
Pero
Dios ha hecho provisión para tu salud. Dios ha hecho un acto de sanidad
contigo.
El ha prometido: Éxodo 23:25 “Más Jehová vuestro Dios
serviréis, y El quitará toda enfermedad de en medio de ti”, porque Él
ha prometido: “Yo soy el Señor tu Sanador” (Éxodo 15:25).
La Palabra de Dios dice: ―El sana todas tus dolencias‖ (Salmo
103:3).
Jesucristo te ha redimido de la caída del
hombre, te ha redimido de tus dolencias porque “El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias” (Mateo
8:17) en el lugar cruel de los azotes (Marcos 15:16-20, Mateo 27:26, Juan 19:1)
y por tanto “por sus heridas fuisteis
sanados‖ (1Pedro 2:24)
El conocimiento de
todo esto provee una base para tu fe.
Tu sabes que Satanás
no puede poner una enfermedad en tu cuerpo porque Cristo ya llevó tus
dolencias. Por lo tanto resiste a Satanás y a los síntomas mentirosos de
enfermedad que él trae.
No les tengas temor.
Sabes que tu redención es un hecho real. Sabes que tus enfermedades fueron
depositadas en el cuerpo de Cristo y que Él las ha llevado por ti. No tengas
temor.
Reprende a Satanás
tu adversario, con valor y firmeza, con Palabra de Dios, en el Nombre de
Jesucristo quien murió para hacerte libro. Mantente firme en tu fe.
Haz exactamente
como Cristo, tu ejemplo, lo hizo cuando era tentado por Satanás en el desierto.
Dile:
―Escrito está, Satanás‖. Entonces cítale la Palabra: ―Por
Sus heridas yo soy sanado. El sana todas mis dolencias. Cristo mismo tomó mis
enfermedades, y llevó mis dolencias‖ ¡esto es confesión!
La confesión es
decir lo que Dios dice.
El testimonio de la fe. Hablar el idioma de la Biblia constantemente. Resistiendo a Satanás
con: ―Así dice el Señor‖. Reclamando
tus derechos ante el Trono de la Gracia, confesando la Palabra de Dios, las
promesas de Dios.
Repetimos: La Palabra Griega de la cual se traduce ―confesión‖ correctamente traducida significa:
“Diciendo la misma cosa‖, esto es, “diciendo lo que Dios dice”, o “estando
de acuerdo con Dios en nuestra
conversación”; “reconociendo la Palabra”.
Un amigo viene a ti
durante la prueba de tu fe y sugiere: ―Oh,
debes tener cuidado, conozco a una persona
que murió de esa enfermedad. Debes irte pronto la al cama y mandar a pedir
ayuda‖. Pero tú habla el lenguaje de Dios, porque tú crees lo que Dios dice.
Usa Sus palabras en tus labios (en tu
conversación). Confiésale con toda confianza: “Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”
Cristo ha llevado mis enfermedades, y por sus heridas soy sanado”.
Bajo todas las
circunstancias, y en todo tiempo, habla el lenguaje de Dios. Enséñate a ti
mismo la manera de vida de Dios y a Su manera de hablar.
Su actitud como es
presentada en La Palabra, debe desarrollarse en tu vida hasta que Satanás no
pueda ya prevalecer contra ti, porque la Palabra de Dios ha moldeado tu propia
vida y naturaleza (2Pedro 1:4).
Vienes a ser tan
irresistible como Dios, porque la Palabra de Dios viene a controlar tus
oraciones, tus palabras, tus pensamientos y tus acciones.
La confesión es la
afirmación de algo que creemos.
Confesar
es testificar de algo que sabemos. Es atestiguar de una verdad que abrazamos.
La Palabra de Dios es el tema exclusivo de nuestra confesión (de nuestro
testimonio).
Testificadores y
confesores han sido los grandes líderes y agencias de la vida nueva y
revolucionaria de Jesucristo (cristiandad) en el mundo.
Qué
confesar
El
mayor problema que enfrentamos entonces, es saber lo que vamos a confesar.
Sencillamente confesaremos la Palabra de Dios, en todo tiempo, frente a todas
las adversidades, bajo todas las circunstancias. Confesar
es
―afirmar las verdades bíblicas‖.
La confesión es ―repetir con nuestros labios (proviniendo de
nuestros corazones), las cosas que Dios ha dicho en Su Palabra‖.
No podemos
confesar o testificar de cosas que no sabemos.
Debes confesar lo
que conoces personalmente acerca de Jesucristo y acerca de lo que tú eres para
Él. Estas verdades las conoces por medio de la Palabra.
El
secreto de la confesión y de la fe dominante descansa en la obtención de un
entendimiento verdadero de lo que Jesús realmente hizo por nosotros, del o que
somos en Él como un resultado de ello y de lo que la Palabra promete que
podemos hacer como resultado de Su obra consumada en nosotros.
Este
conocimiento, acompañado de una confesión firme de estos hechos, y con acciones
que correspondan, desarrolla la más alta clase de fe. Este conocimiento viene
por medio de la Palabra.
El simplemente
admirar estos hechos en la Biblia y decir que los crees, pero rechazar (o descuidar)
el confesarlos confiadamente y actuar sobre ellos, te roban la fe en la hora de
necesidad.
Cuando sé quién es
Jesús, y qué es lo que hizo por mí; lo que realmente me pertenece ahora, y lo
que realmente puedo gozar en mi vida diaria, me hace un triunfador.
El conocer que
Satanás fue derrotado por nuestro Substituto, y que su derrota es eterna, hacen
de nuestra redención un hecho y una realidad benditas.
Saber que la derrota
de Satanás fue administrada por nuestro propio Substituto, y que esta derrota
fue acreditada a nuestra cuenta, de manera que en los archivos d la corte
suprema del universo nosotros somos ahora señores sobre Satanás, y que Satanás
reconoce que en el Nombre de Jesucristo lo mandamos;
cuando el corazón conoce esto tan bien como sabe que dos y dos son cuatro,
entonces la fe dominante, acompañada con una confesión de autoridad nueva,
viene a ser natural.
Automáticamente
hablamos como Jesús habló. Entendemos los hechos de nuestra redención.
La fe es tan natural
como lo era el temor antes de nosotros ser iluminados.
Sabemos que Dios
mismos pone a Satanás a todo su reinado debajo de nuestros pies, y que somos
considerados por el Padre y por Satanás como vencedores.
Hemos sido
libertados.
Nuestro lenguaje
viene a ser como el del superhombres.
Hablamos el
lenguaje de Dios tan comúnmente como el incrédulo habla de sus temores
¡Qué cambio tan
milagroso se produciría en la Iglesia hoy día si sus miembros se levantaran al
lugar que Dios les ha dado y hablaran el lenguaje que Dios desea que Sus
escogidos hablen!
No hace mucho desde
los tiempos cuando, si un Cristiano declaraba valientemente que era salvo era un sacrílego.
Que alguien
creyera que su salvación era una obra consumada y un hecho definido era considerado
prácticamente absurdo.
Pero la luz ha ido
resplandeciendo gradualmente, y hemos llegado al conocimiento bendito de una
conversión completa, de una vez y para siempre, una obra instantánea definida
de la gracia infinita de Dios
Pero pocos de nosotros
nos atrevemos a confesar valientemente al mundo lo que la Palara declara: que
estamos en Cristo.
Toma estas
Escrituras como ejemplo:
2 Corintios
5:17
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”
Confiésalo,
créelo.
Significa
exactamente lo que dice.
Somos nuevos. Todas
las cosas son nuevas. Las cosas viejas pasaron.
Estas marcas
antiguas del pecado, la enfermedad, la dolencia, el fracaso y el temor ya han
pasado todas.
Ahora tenemos la
naturaleza de Dios, Su vida, Su fortaleza, Su salud, Su Gloria, Su poder. Lo
tenemos ahora.
Qué revolución
traería a la Iglesia moderna si sus miembros creyeran estas cosas y comenzaran
a hablar de esta manera, vivir de esta manera y actuar de esta manera. Esto es
exactamente lo que anhela el corazón de Dios el Padre. Mira a esa persona en el
cuarto de la enfermedad donde un mal casi ha tomado la vida de un ser amado
Él es valiente. Es
Señor, y lo sabe.
Confiadamente confiesa: “Mayor es el que está en mí” que la enfermedad que está robándome a mi
ser amado.
Ordena a la
enfermedad que lo deje; habla en el Nombre de Jesús y ordena a Satanás que
suelte lo que ha asido.
Calmadamente
ordena a la persona amada que se levante y que sea sanada completamente. El
enfermo es sanado.
¿Qué
causó la diferencia? Un creyente que conoció su posición, su autoridad sus
derechos. Satanás tuvo que sujetarse a su mandamiento; y Dios confirmó Su
Palabra.
Tome esta Palabra como otro ejemplo:
Colosenses
1:13-14
“El cual nos ha librado
de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de Su amado Hijo, en
quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados”.
Esto significa que
el dominio de Satanás terminó y que predominó el domino de Jesús.
El dominio de Satanás sobre tu vida ha sido roto en el
momento mismo en que naciste de nuevo.
Recibes a un Señor nuevo para reinar sobre tu vida: a Jesucristo.
La dolencia
y la enfermedad, la debilidad y el fracaso no pueden ya más dominarte. Los hábitos antiguos no pueden ya más controlar tu vida. Eres redimido.
Eres salvo. Qué conmoción habría si esta Escritura viniera a ser una realidad:
Isaías
41:10
“No temas, porque Yo estoy
contigo; no desmayes porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré,
siempre te sustentaré con la diestra de Mi justicia
Romanos 8:31
“Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
Esto es lo más
revolucionario que se haya enseñado jamás. Tales Escrituras como estas deben
ser tu confesión al mantenerte firme ante el mundo.
Cree y di: “Dios está conmigo esta mañana”.
1Juan 4:4
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis
vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”
Di sin temor: “Dios está en mí ahora; el Señor de la creación está conmigo”. ¡Qué
confesión para declarar!
Resultados
Revolucionarios
Enfrentas la vida sin temor. Ahora sabes que mayor es el que está en ti, mayor
que todas las fuerzas que pueden batallar en tu contra. Te enfrentas a las
deudas que no puedes pagar.
Te enfrentas a
enemigos contra los cuales no tienes habilidad para vencer, sin embargo te
enfrentas a ellos sin temor.
Gritas con triunfo: “Adereza mesa delante de mí en
presencia de mis angustiadores”
Estás
lleno de gozo y de victoria porque Dios ha tomado tus problemas. Él está
peleando tus batallas.
No temes a las circunstancias, porque “Todo
lo puedes en Cristo que te fortalece”.
Él
no es tan sólo tu fortaleza, sino que también está a tu lado. Él es tu
salvación. ¿A quién temerás? Él lanza luz sobre los problemas de la vida de
manera que puedas actuar inteligentemente.
Él es tu salvación
y liberación de todas las trampas que el enemigo pone; de todos los lazos con
los que te quisiera esclavizar.
―Dios es la fortaleza de tu
vida. ¿De quién has de atemorizarte?‖
No
le temes a nada. No tienes temor porque Dios está a tu lado. Esta es tu confesión. La confesión continuada y valiente de Jesús fue nuestro ejemplo.
Él continuadamente confesó lo que era.
Nosotros debemos
confesar lo que somos en Cristo.
Debemos confesar que
somos redimidos, que nuestra redención es un hecho actual; que hemos sido libertados del dominio y de la
autoridad de Satanás.
Debemos confesar
estas verdades confiadamente, con certeza absoluta porque SABEMOS que son la
verdad.
Confesamos que
realmente somos nuevas criaturas RECREADOS en Cristo Jesús; que somos participantes
de Su naturaleza divina; que la enfermedad, la dolencia, el temor, la debilidad
y el fracaso son cosas del pasado.
Nuestro lenguaje
sorprende a nuestros amigos, y les parece presuntuoso, mas para nosotros, es
simplemente declarar los hechos como están escritos en la Palabra; es el idioma
de la familia de Dios.
Nos atrevemos a
estar firmes en la presencia de las evidencias humanas que contradicen la
Palabra de Dios y calmadamente declarar que la Palabra de Dios es verdad.
Por ejemplo, la
evidencia física declara que estoy enfermo con una enfermedad incurable.
Confiadamente confieso que Dios depositó esta enfermedad en Jesús, que Él la
tomó por mí y que Satanás no tiene derecho a ponerla en mí; que “por
Sus heridas yo fui sanado”.
Creo esto
firmemente, por tanto, me asiré con firmeza a esta confesión ante la evidencia
contradictoria que dice que no es verdad, pero mi confesión de la Palabra de
Dios gana, y yo soy sanado.
El
intercesor de nuestro testimonio
Fíjate en Hebreos 3:1,
Jesucristo es llamado: ―Sumo Sacerdote de nuestra confesión‖
El versículo
siguiente declara que ―Él es fiel al que lo consitutuyó (como Sumo Sacerdote
de nuestra confesión) como también lo
fue Moisés‖.
En la hora d ela
enfermedad, confiadamente confesamos Su promesa de sanarnos.
Cuando CONFESAMOS
SUS PALABRAS, entonces nuestro Sumo Sacerdote, Jesucristo, actúa en nuestro
beneficio, de acuerdo con NUESTRA CONFESIÓN DE SU PALABRA, e intercede ante
nuestro Padre para el beneficio de las promesas que estamos confesando.
Él es Sumo
Sacerdote de nuestra confesión.
Entre
el tiempo cuando pedimos a Dios algún beneficio provisto para nosotros, y el
tiempo en que nuestro Padre permite que la bendición sea manifestada, ―mantengamos
firme, sin fluctuar, la
profesión de nuestra
fe, porque fiel es el que prometió‖ (Hebreos 10:23)
Sabemos que el
Sumo Sacerdote de nuestra confesión es fiel como Moisés lo fue, para interceder
por nosotros hasta que la contestación venga de acuerdo a la promesa que
estamos fielmente confesando en nuestra oración, nuestra conversación, nuestro
testimonio, nuestros pensamientos, nuestras acciones.
Una confesión incorrecta
Una
confesión incorrecta es la confesión de derrota, de fracaso y de la supremacía
de Satanás.
El hablar de tus
combates con el diablo, cómo él te ha puesto impedimentos, cómo él te mantiene
esclavizado y te tiene en enfermedad, es una confesión de derrota.
Esta es una
confesión incorrecta. Ella glorifica a tu adversario. Es una declaración
inconsciente de que tu Padre Dios no ha cumplido lo que prometió.
La mayoría de las confesiones que iímos hoy día glorifican al diablo.
Tal confesión
continuamente absorbe quitando la vida misma que hay en ti. Destruye la fe y te
mantiene en esclavitud.
La confesión de tus
labios, que ha crecido de la fe de tu corazón, derrotará completamente al
adversario en cada batalla.
La confesión de la
habilidad de Satanás en estorbarte y de evitar que triunfes, da a Satanás
ventaja sobre ti. Él te llena con temor y debilidad.
Pero si confiesas
confiadamente del cuidado y de la protección de tu Padre declaras que el que
está en ti es mayor que cualquiera de otra fuerza a tu alrededor, te levantarás
por encima de la influencia satánica.
Cada vez que
confiesas tus dudas y temores confiesas tu fe en Satanás y niegas la habilidad
y gracia de Dios.
Cuando confiesas tu
debilidad y tu enfermedad, estás confesando abiertamente que la Palabra de Dios
no es verdad y que Dios ha faltado en hacerla cumplir.
Dios declara que: ―Por sus heridas fuiste sanado‖; y ―Ciertamente
tomó Él nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias‖.
En lugar de confesar
que Él tomó tu enfermedad y la quitó, confiesas que todavía la tienes.
Tomas el testimonio
de la evidencia natural en lugar del testimonio de la Palabra de Dios. De esta
manera fracasas.
Mientras te
mantengas firme a la confesión de debilidad, enfermedad y dolor, seguirás con
ellos.
Puede que busques
por años para que algún hombre de Dios haga la oración de fe a tu favor, pero
no te aventajaría nada, porque tu incredulidad destruiría el efecto de su fe.
La persona que
siempre está confesando sus pecados y su debilidad está edificando debilidad,
fracaso y derrota en su sistema.
Lee la Palabra.
Habla la Palabra, Confiesa la Palabra. Actúa la Palabra y la Palabra vendrá a
ser una parte de ti mismo.
Capítulo 17
Proclamación de Emancipación |
Gálatas 3:13
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición
Cómo aparece en
Deuteronomio, capítulo veintiocho, donde habla de las enfermedades que vinieron
sobre el pueblo por causa de la desobediencia a la ley de Dios: pestilencia,
tisis o tuberculosis, fiebre, inflamación, quemaduras extremas, ronchas,
tumores, sarna, comezón, ceguera, pústulas malignas en las rodillas y en las
piernas y debilidad en los ojos.
Si tu caso no ha
sido claramente declarado en esta lista, entonces fíjate en el resto del pasaje
Deuteronomio
28:61
Asimismo toda enfermedad y toda plaga que no está
escrita en el libro de esta ley…
Así que cualquiera
que sea tu caso, está incluido.
Pablo dice que
Cristo vino a redimirnos de la maldición de la ley, porque Él fue hecho
maldición por nosotros (Gal 3:13).
La maldición de la
ley incluye ―todos los males, toda
enfermedad y toda plaga conocidos a
través de la historia del mundo (Dt 28:60,61).
Para que Cristo
pudiera redimirnos de la maldición terrible de la ley, tuvo que hacerse
MALDICIÓN por nosotros; esto es, Él llevó el castigo prescrito por la ley EN
NUESTRO LUGAR. Fue por eso que Él tuvo que tomar NUESTRAS enfermedades, y
llevar NUESTRAS dolencias (Mt 8:17)
Adán y Eva nos
vendieron a esclavitud al diablo, y nos pusieron bajo la opresión de su poder,
bajo su jurisdicción, pero Cristo nos ha redimido.
Nos ha vuelto a
comprar. Nos compró pagando el precio con Su propio cuerpo y con Su sangre, y
nos dio la libertad.
1Cor 6:20
“Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo, y en vuestro espíritu, los cuales
son de Dios”
¡Cómo emociona el
saber que Dios nos amó de tal manera que pagó un precio tan grande por nuestra
redención, eso es para ―comprarnos a
Satanás‖! La pagó con su único Hijo.
Juan 3:16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.
Esta es una clase
de amor que no podemos entender. Es el amor de Dios.
El Calvario fue tu
PROCLAMACIÓN DE EMANCIPACIÓN de todo lo que está fuera de la voluntad de Dios
para el hombre. Debes actuar de acurdo da ella. Debes hablar de acuerdo a ella.
¡Confiesa tu
libertad en lugar de tu servidumbre!
¡Confiesa que ―Por sus heridas eres sanado‖, en
lugar de confesar
tu enfermedad!
¡Confiesa tu
redención de toda enfermedad! (Sal 103:3)
¡Confiesa que tu
redención del pecado y de la enfermedad fue completa!
¡Confiesa que el
domingo de Satanás sobre ti terminó en el Calvario porque fue allí donde DIOS
TE LIBERTÓ!
La Palabra de Dios
declara todo esto, así que confiésalo.
Cuando los esclavos
de la raza de color del Sur de los Estados Unidos recibieron la Proclamación de
Emancipación, ellos estaban viviendo todavía en condiciones de esclavos.
Todavía tenían la apariencia de esclavos. Todavía se sentían como esclavos;
pero cuando les fue leída la Proclama de Emancipación y ellos la oyeron, tuvieron el derecho legal de decir ―Soy libre‖
y de actuar sobre esa libertad.
¿Estás listo para
creer tu proclamación de libertad?
Gálatas 5:1
Estad, pues, firmes en la
libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo
de esclavitud.
¡Eres libre!,
¡Confiésalo!
Dile al diablo que
has descubierto la verdad. Él siempre la ha conocido, pero te ha mentido y ha
mantenido tus ojos cerrados a ella. Te ha evitado conocer tus derechos legales
en Cristo tu redentor.
2Corintios
4:4 dice que ―el dios de este siglo
(Satanás) cegó el entendimiento de los
incrédulos‖. Dile a Satanás que has
descubierto la verdad; la verdad que t liberta de él.
Déjale saber, por tu
confesión de la Palabra, que eres libre de su dominio, y que ya lo sabes.
La declaración: ―Él (Jesús) tomó nuestras enfermedades y
llevó nuestras dolencias‖, es el cheque
de Dios para tu sanidad perfecta. Endosa ese cheque con tu confesión, y te
traerá salud perfecta desde el trono divino.
Las enfermedades de
tu cuerpo fueron puestas sobre Jesús. Nunca necesitas llevarlas porque Él ya
las llevó.
Todo lo que
necesitas es creer esto y comenzar a confesarlo.
No negamos a
permitir que la enfermedad more en nuestros cuerpos, porque fuimos sanados por
Sus heridas (de Jesús).
Si
los Cristianos creyeran esto, sería el fin de los llamados ―males crónicos‖ en sus cuerpos. Recuerda siempre que Satanás es un engañador; es
un mentiroso.
La dolencia, la
enfermedad, el pecado y el mal fueron todos puesto sobre Cristo. Él las tomó.
Él se las llevó, y nos ha dejado libres y bien. Debemos regocijarnos en esta
libertad que es nuestra.
Para muchos la redención
no ha llegado a ser una realidad. Ha sido sólo una teoría, una doctrina o un
credo. Satanás ha tomado ventaja de la ignorancia de la iglesia.
Somos
Redimidos
Somos redimidos de
todo poder de Satanás. Esto significa que somos ―vueltos a comprar‖ de las
manos del enemigo. Somos ―nacidos de
nuevo‖. Somos una ―creación nueva‖. Somos libertados del Reino de las Tinieblas‖. Ya no somos más
esclavos de Satanás, y el pecado y la enfermedad no nos dominan ya más.
1 Corintios 6:20
Porque
habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”
¿Cómo puedes
glorificar a Dios en tu cuerpo cuando este está comido por la enfermedad?
Es tan imposible
glorificar a Dios, propiamente, en tu cuerpo cuando estás lleno de enfermedad,
como lo es glorificar a Dios en tu espíritu cuando estás lleno de pecado.
Eres libertado.
Eres libre. ¡Oh amigos, confiesen eso!
Dile al diablo: ―Satanás,
tú
eres un mentiroso, sabes que soy PROPIEDAD REDIMIDA,
porque he aceptado a Jesús como mi
REDENTOR. Ya no vivo en tu territorio, y no tienes derecho legal a traspasar en
mi propiedad. Ya no es tuya, ni está bajo tu jurisdicción. Yo he sido redimido de tu autoridad, por Jesucristo. La enfermedad que has puesto en mí fue
maldita sobre la cruz del calvario por mí (Gal 3:12), y tu sabes que no tengo
que cargarla. Yo te ordeno, en el Nombre de Jesucristo que dejes mi cuerpo, yo soy libre de tu maldición porque está
escrito: ‗Por sus heridas soy sanado‘ así que estoy sanado. Dios lo dijo. Los
dolores que causas son mentiras, los síntomas que das son mentiras, y tus
palabras son mentiras. Tu eres el padre de la mentira. Jesús dijo que tú lo eres‖.
Luego da gracias al
Señor por tu liberación. Ves, Satanás sabe todo eso. Sólo cuando sabe que lo
has descubierto, viene a respetar tus palabras. Tan pocas personas conocen que
están libres del domino de Satanás.
Él lo sabe, pero
mientras lo descubres, continuará lanzando ataques contra tu vida.
Muchos han muerto
prematuramente porque no han sabido cuáles eran sus derechos en Cristo.
Crucificados, sepultados, y resucitados con Cristo
Cuando Cristo fue
crucificado, nosotros fuimos crucificados con Él.
Gálatas. 2:20
"Con
Cristo estoy juntamente crucificado".
"Pues si habéis MUERTO con CRISTO...” (Col. 2:20).
Cuando Jesús fue sepultado, nosotros fuimos "sepultados
juntamente CON Él"
(Romanos 6:4; Col. 2:12).
Cuando Jesús se
levantó como conquistador de la tumba, nosotros nos levantamos CON Él (Col.
3:1; Ro. 6:4,
5). ―(Él) nos
dio vida juntamente CON Cristo; y juntamente CON Él nos resucitó...
en Cristo" (Ef.2:5,6)
Cuando Jesús regresó al trono, "y se
sentó a la diestra de Dios‖ (Marcos 16:19), "nos hizo sentar
JUNTAMENTE (con El) en
lugares celestiales" (Ef. 2:6).
Fíjate, "Porque somos hechura suya (de
Dios), creados en Cristo Jesús" (Ef. 2:10). Por medio de
Jesucristo, Dios nos ha hecho lo que somos — una creación nueva.
2 Corintios 5 :17
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas".
Ahora
somos una nueva criatura, hechos a la imagen de Dios, por medio del poder de
Jesucristo. Dios nos da Su naturaleza, Su amor, Su Espíritu, Su poder. Somos
recreados.
Todo
lo que Jesús hizo fue por NOSOTROS. Todo
lo que El conquistó fue por nosotros. Él no tenía necesidad de conquistar a
Satanás para sí mismo. Lo hizo por NOSOTROS.
Él no tenía pecados propios que quitarse, porque El no tuvo
pecado hasta que "tomó nuestros pecados". El hizo esto por NOSOTROS.
Él no tenía necesidad de quitar la enfermedad para sí mismo,
porque Él no tenía enfermedad hasta ser hecho enfermo POR NOSOTROS. Lo hizo POR NOSOTROS.
El
conquistó por NOSOTROS, y ahora que
somos recreados en Cristo Jesús, y somos hechos participantes juntamente con
Él, venimos a ser conquistadores por medio de Él. "En todas estas cosas",
dice Pablo, "Somos más que vencedores por medio de aquel
que nos amó" (Romanos 8:37).
Todo lo Que Jesús Hizo Fue Por Nosotros
Todo
lo que Jesús hizo fue Por NOSOTROS, y
ahora somos partícipes de Su victoria. Éramos cautivos, pero Cristo nos ha
libertado de la cautividad.
Éramos
malditos por el pecado y la enfermedad, pero Cristo, nuestro Redentor, nos ha
libertado de esa maldición y nos ha desatado de su dominio.
Éramos débiles,
pero el Señor ha venido a ser nuestra fortaleza, así que ahora somos fuertes.
Estábamos oprimidos
y aprisionados, pero Cristo nos ha libertado de la servidumbre.
Estábamos enfermos, pero Cristo ha
tomado nuestras enfermedades llevándolas consigo, de manera que ahora "por
Sus heridas somos curados".
Recuerda,
tú eras un esclavo de Satanás. Estabas atado por el pecado y por su condenación, la enfermedad. Estabas sujeto a la autoridad de
Satanás,mas ahora estás libre.
Se
te ha mostrado la Proclamación de Liberación hecha por Cristo (la Biblia). No
sigas siendo un esclavo ya más.
Haz
como hicieron los esclavos del Sur de los Estados Unidos cuando oyeron leer su
Proclamación de Emancipación — reclamaron su libertad; actúa en tu liberación.
Eres libre.
Proclama tu libertad. Confiesa tu libertad. Cree en tu
libertad.
La redención es
un hecho. Actúa en tu libertad.
Tu esclavitud ha
pasado. Tu prisión está abierta. Tu libertad ha sido concedida.
Isaís.61:1
"El Espíritu
del Señor está sobre mí. Me ha ungido Para predicar buenas nuevas; para decir a
los prisioneros que están libres, para decir a los cautivos que están
sueltos" (Moffatt).
Capítulo 18
La derrota de Satanás
Has notado alguna vez en
1 Juan 3:8:
"Para
esto apareció el Hijo de Dios, para DESHACER LAS OBRAS DEL DIABLO‖ Colosenses. 2:15
"Despojando
a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando
sobre ellos en la cruz"
De
acuerdo a esta Escritura, Jesús DESHIZO — destruyó — las obras del diablo, lo
DESPOJÓ de su poder, y TRIUNFÓ sobre él.
Ya
que las obras de Satanás han sido destruidas, su poder despojado, y que han
triunfado sobre él, debe ser un adversario derrotado.
El triunfo de Jesús fue nuestro triunfo. Su victoria nuestra
victoria. El no hizo nada para sí mismo. Todo lo hizo para
nosotros.
El
derrotó a Satanás por nosotros. Le despojó de su poder por nosotros. Destruyó
sus obras por nosotros. Lo conquistó por nosotros.
Pero Satanás (que fue derrotado) tiene a su señor (la Iglesia, que es
el cuerpo de Cristo) en servidumbre. ¡Qué cosa tan terrible!
El
derrotado dominando a su propio señor, la Iglesia, cuando, de acuerdo al Nuevo
Testamento, a la Iglesia se le ha dado el poder y la autoridad sobre un Satanás
ya conquistado.
¿Vas a mantenerte
sujeto al dominio de Satanás? ¡No! ¡Levántate de su servidumbre!
¡Confiesa que eres el conquistador!
Entonces asegúrate de "mantener firme, sin fluctuar, la
profesión de nuestra fe, porque fiel es el que prometió" (He.10:23).
Mantén tu confesión de la Palabra de Dios.
"Cada
creyente puede venir a ser un señor del diablo en el transcurso de un corto
tiempo" dice F. F. Bosworth.
Cuando Jesús se levantó de
entre los muertos, dejó tras sí a un Satanás derrotado eternamente.
Siempre piensa de
Satanás como de un enemigo derrotado eternamente.
Piensa
de un Satanás sobre el que Jesús, y tú en el Nombre de Jesús, tienen dominio y
autoridad completa.
La Biblia declara que "somos hechura suya, (re) creados
en Cristo Jesús (Ef. 2:10).
"Si alguno está en Cristo, nueva criatura es" (2 Corintios 5:17).
Somos hechos
positivamente "nuevos" EN CRISTO.
Venirnos a. ser "miembros de Su Cuerpo, de Su carne y de
Sus huesos" (Ef. 5:30).
Sobre el terreno
de estas Escrituras, debe ser que, lo que Cristo es, nosotros hemos venido a
ser.
Somos lo que Él
es. Estamos en Él.
Él confirmó esto en lo que respecta a
la habilidad y el poder cuando dijo: "El que en mí cree, las obras que Yo
hago, él las hará también" (Jn. 14:12).
Ahora
tenemos la autoridad de hacer las mismas obras que Jesús hizo, al hacerlo en Su
Nombre.
Si
esto es verdad de nuestras obras, entonces es verdad con respecto a nuestra
posición delante de Dios.
Dios nos ha colocado
en Cristo, "en quien tenemos redención" (Ef. 1:7). Dios nos ve en Cristo, "porque de Su plenitud tomamos
todos" (Jn. 1:16).
Estos
hechos constituyen nuestra confesión, y pensamos, hablamos, oramos y actuamos
en su armonía.
El decir lo que
Satanás está haciendo en nuestras vidas, es negar lo que somos en
Cristo.
Cuando
sabes que eres lo que Cristo dice que eres, entonces actúas de acuerdo a ello,
confesando lo que El te ha hecho. Esto glorifica a Dios y a Su Palabra.
Cuando
Jesús dijo: "Al que cree todo es posible", quiso decir que todas las
cosas le son posibles a los creyentes.
¡Qué clase de señores
Él nos ha hecho!
Creemos
en Él. ¿Quién es Él? ¿Qué es Él? Si somos creados en Él, entonces ¿qué
significa eso?
Si
es en Él en quien vivimos, nos movernos y tenemos nuestro ser, entonces es
necesario saber lo que Él es, y todo lo concerniente a Él.
El Cristo que
Vive en Nosotros
El
Hombre a la diestra de Dios, quien me amó y murió por mí, y que ahora vive para
siempre para mí.
Él fue la
contestación de Dios al clamor universal de la humanidad.
Él era Dios
manifestado en la carne.
Jesús no era un
filósofo en busca de la verdad. El era Verdad.
El no era un
místico. Era una realidad.
No
era un reformador. El era un re-creador. El no era un visionario. Era la Luz
del mundo. El nunca razonó. El sabía.
Nunca
estaba apurado. Nunca tuvo miedo. Nunca mostró debilidad. Nunca dudó. Siempre
estaba listo. Estaba seguro. Había certeza en todo lo que El dijo o hizo. No tenía sentido de pecado ni necesidad de perdón.
Nunca buscó ni necesitó consejo. El sabía por qué vino.
Sabía de dónde había venido.
Sabía quién era.
Conocía al Padre. Sabía del cielo. Sabía a dónde iba. Conocía al hombre.
Conocía a Satanás.
No tenía sentido de
escasez. El no tenía sentido de limitación.
Y
nosotros somos (re) creados en Cristo Jesús. Estamos en Cristo. Somos miembros
Suyos.
Jesús
no tenía sentido de temor. No tenía sentido de ser derrotado. No se encogió
ante el dolor ni el tratamiento brutal.
Él era el Maestro,
el Señor, cuando lo arrestaron. Era el Maestro
en Su juicio.
Él era el Todopoderoso, sin embargo, solo un hombre. Y Él está en
nosotros. "Cristo vive en mí” (Gálatas. 2:20). "Que
habite Cristo por la fe en vuestros corazones" (Ef. 3:17). "Cristo
en vosotros, la esperanza de gloria" (Col. 1:27). "Cristo
es vuestra vida" (Col. 3:4). "Mas
por El estáis en Cristo Jesús‖ (1 Corintios. 1:30). "Jesucristo está en
vosotros"
(2 Co. 13: 5).
¿No son éstas
verdades casi sorprendentes?
Cuando
la Iglesia comience a ver el lugar que ocupa en Cristo, y lo que Dios nos ha
hecho ser en Su Hijo, y luego se decida a hacer este tipo de confesión, en
lugar de hablar de su debilidad, de
su escasez, su incapacidad, y su enfermedad, vendrá a ser nuevamente el cuerpo
de Cristo irresistible.
Ella
otra vez tomaría, su lugar como la Iglesia del Nuevo Testamento, mientras
marcha hacia adelante en este triunfo de la fe gloriosa.
Entendiendo
tu relación a Dios, y tu posición como un creyente, re-creado en Cristo, debes
recordar que estás autorizado a usar Su Nombre.
Ese Nombre controla a Satanás y a sus
obras, y ese Nombre ha sido dado legalmente para el uso de todo creyente.
"En Mi Nombre echarán fuera demonios" (Mr. 16:17).
Si
podemos echar fuera demonios, entonces podemos echar fuera las enfermedades
traídas por los demonios. RECUERDA: SATANÁS ESTÁ DERROTADO ETERNAMENTE.
El Poder de La Palabra de Dios
Capítulo 19
El Poder de La Palabra de Dios |
Muchas veces los teólogos han sido nuestros enemigos. Ellos
han hecho de la verdad una filosofía; han convertido la Palabra de Dios en
dogma y en credo cuando debería haber sido como si el Maestro estuviera aquí
hablándonos.
La
Palabra nos habla a nosotros como Jesús hablaría si estuviera aquí. Ella tomó
Su lugar. Ella tiene la misma autoridad, como Él la tendría si estuviera aquí.
Cuando
tomamos la Biblia, sería bueno recordar que es el Libro que contiene Dios en
él, con vida en él, un libro en el que Dios habita.
La
Palabra es siempre Ahora. Ha sido, es y será la voz de Dios. Nunca envejece.
Siempre está fresca y nueva.
Para
el corazón que está en comunión con Dios, la Palabra es una voz en tiempo
presente, viva, que proviene del cielo.
La Palabra es
como el Autor — eterna, invariable y viviente.
La Palabra es
emanación de Dios, la mente de Dios, la voluntad de Dios.
La
Palabra es Dios hablando. Es parte de Dios mismo. Permanece para siempre. Dios
y Su Palabra son uno.
Jesús
era el Verbo — la Palabra — y El vive en mí; yo leo la Palabra; me alimento en
la Palabra, y la Palabra vive en mí.
Cuando
quiero más de Él, me alimento en la
Palabra. Si deseo saber más de Él, aprendo más de Su Palabra.
Sostengo
su Palabra en mi mano. La tengo en mi corazón. La tengo en mis labios. La vivo.
Ella vive en mí.
La
Palabra es mi sanidad y mi fortaleza. Es para mí el Pan de la vida. Es la
habilidad misma de Dios en mí.
La Palabra vive
con la Vida de Cristo. Todo lo que Él es, lo es Su Palabra.
La Palabra es mi
confesión. Es mi luz y mi salvación. Es mi descanso y mi cabezal.
La Palabra me da
tranquilidad en la hora de la confusión y me da victoria en la hora de la
derrota.
Me da gozo cuando
la desolación reina.
No trate a la Palabra como si fuera
un libro cualquiera
Una
de las costumbres peligrosas que la mayoría de los
cristianos tienen es el tratar a la Palabra de Dios como si fuera un libro
común.
En
un momento declaran que creen que es la revelación de Dios, sin embargo, acuden
por auxilio al brazo de la carne cuando la Palabra ha prometido liberación
completa
Tratan a la verdad
de la redención como si fuera una ficción hermosa.
Leen artículos acerca de la Palabra. Cantan alabándola, sin embargo
viven bajo el dominio del adversario, confesando continuamente a la enfermedad,
la escasez, el temor, la debilidad, y las dudas ante esta revelación de parte
de Dios que presenta nuestra redención, el sacrificio substitutivo de Cristo, y
la verdad de que Él está sentado ahora a la diestra de Dios, habiendo consumado
la obra que satisface perfectamente las demandas de la justicia divina y llena
toda necesidad de la raza humana.
Leemos
de nuestra redención; cantamos acerca de ella, y luego hablamos de ella como si
fuera solo una fábula.
Esta es la razón de la gran cantidad de enfermedad, debilidad, temor y dolencia
en la Iglesia (el cuerpo de Cristo) hoy día. Es por esto que el Cristiano
promedio no manifiesta confianza, sino temor a cualquier amenaza de Satanás.
Todo esto Podría ser cambiado inmediatamente
si el mundo Cristiano diera a la Palabra el mismo lugar que daría a Cristo si
El estuviera físicamente en nuestra Presencia.Él me
está hablando
Un minero yacía moribundo en las
montañas .del estado de California, Estados
Unidos. Una señora Cristiana le leyó Juan 3:16. El abrió sus ojos y la
miró, preguntándole: "¿Está eso en
la Biblia?"
"Sí",
dijo
la señora.
"¿Se
refiere eso a mí?"
"Seguramente",
ella
le aseguró, "se refiere a
usted".
El permaneció así por un rato, luego preguntó: "¿Ha dicho El algo más?"
Y ella le leyó Juan 1:12: "Mas a todos los que le
recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". Luego
añadió suavemente: "El le habla a
usted".
El hombre abrió los ojos y susurró nuevamente: "Yo le acepto. Estoy satisfecho".
Luego falleció.
Un Cristiano dijo: "Quisiera
saber si El se refería a mí cuando nos dio Isaías 41:10: 'No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios
que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia'. ¿Se estaba refiriendo a mí?"
Jeremías
33:3:
"Clama a Mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y
dificultosas que tú no conoces". ¿Está hablándome a mí? ¿Puedo yo reclamar esto?
Isaías 45:11: "Mandadme
acerca de Mis hijos, y acerca de la obra de Mis manos".
¿Puedo
reclamar esto como mío? ¿Es para mí?
Juan
15:7: "Si permanecéis en Mí, y Mis Palabras permanecen en
vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho". ¿Fue esto escrito para mí? ¿Quiere decir que
yo puedo clamar a Él y que me oirá?
Sí, todas estas promesas
son tuyas. Es como si tú fueras la única persona en todo el mundo y que Él lo
estuviera escribiendo todo para tu propio beneficio.
Juan 16:24
"Hasta ahora
nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea
cumplido".
Eso es tuyo. No hay
dudas de que te pertenezcan. Es tan tuyo como lo es ese cheque hecho para ti y firmado por ese hombre de negocios.
Ese es tu cheque. Puedes cambiarlo en
la tienda o en el banco.
Pero
ese cheque no es más tuyo de lo que lo son estas promesas escritas en este
Libro maravilloso.
Cuando en la necesidad, puedes confesar
confiadamente: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a Sus
riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Fil. 4:19).
Cuando estás enfermo, puedes confesar
confiadamente: "Por cuya herida fuisteis sanado" (I Pedro. 2:24).
Fe
en la Palabra de Dios es fe en Dios. Si quieres edificar la fe en Dios,
aliméntate en Su Palabra.
Incredulidad en la Palabra de Dios es incredulidad en Dios
mismo.
Cuando
creas en la Palabra de Dios, entonces la confesarás con gozo. Nuestra actitud
hacia la Palabra de Dios lo deja todo asentado.
Enfréntate
a Satanás con: "Escrito está", y
toda su enfermedad, dolencia, dolor y síntomas tendrán que dejarte.
Di lo
que Dios dice. Satanás nunca puede soportar eso.
El
es un enemigo derrotado, y lo sabe. Lo ha sabido desde que Jesús se levantó
victorioso de la muerte y del infierno.
Siempre ha buscado
evitar que la Iglesia haga este descubrimiento.
Siempre
ha obedecido el mandamiento de los hombres que han usado la Palabra de Dios en
contra suya, y todavía hace lo mismo.
Cuando encuentra
que hemos descubierto el secreto de usar: "Escrito está", su
rendimiento es seguro, y él lo sabe.
Confiesa
lo que Dios Dice
"Envió Su Palabra, y los sanó"
(Sal. 107:20) es para tu caso en particular. La Palabra te sanará.
Confiesa
la Escritura de esta forma: "Dios envía Su Palabra y me sana". Luego
alábale por tu sanidad.
Lo
que Dios hará por uno, lo hará por todo aquel que cree en Su Palabra. Cuando
confiesas la Palabra de Dios, tu confesión te trae sanidad.
Cuando confiesas tu
enfermedad, tu confesión te mantiene enfermo.
Siempre
confiesa la Palabra de Dios. Aun cuando tus "sentimientos" sean
contradictorios, confiesa la Palabra.
La confesión de la
Palabra de Dios siempre gana. Su Palabra sana hoy.
La
mantención firme de tu confesión 'de sanidad cuando el testimonio de
tus cinco sentidos te contradice, muestra que has venido a estar establecido en
la Palabra.
La Palabra es
siempre la victoriosa.
Cuando
declaras: "Por Sus heridas soy
sanado", esto ata las manos de Satanás. El está derrotado, y lo sabe.
La Palabra de Dios
es el arma mayor sobre la tierra para usar en contra de Satanás.
Durante la gran
tentación en el desierto, Jesús no trató, de derrotar a Satanás con
otra cosa que:
"Escrito está".
Esa fue el arma que
Jesús usó cada vez que Satanás buscó derrotarlo.
"Escrito está", dijo Jesús, luego
citando de las Escrituras lo que Dios había dicho. ¿Cuál fue el
resultado? "El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le
servían" (Mt. 4:11). Esa fue la victoria última. Satán fue
totalmente derrotado.
La única arma que
Jesús usó fue la Palabra. Ella siempre conquista.
Capítulo 20
La confesión trae posesión
Mira por un momento a Romanos 10:9: "Si
confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás salvo".
La
palabra "salvo" es traducida de la palabra griega "sozo", que quiere decir: "SANADO ESPIRITUAL Y FÍSICAMENTE". Sanado en el cuerpo y sanado en
el alma, o salvo del pecado y salvo de la enfermedad. La misma palabra es
traducida: "sanar, preservar, salvar,
y ser hecho completo".
Confiesa, Luego Posee
Nota
además lo que Pablo dice: "Porque con el corazón se cree para justicia,
pero con la boca se confiesa para salvación‖.
¡Fíjate! "se
confiesa para salvación".
La salvación no viene hasta
después que la confesión es hecha. Eso es: uno debe creer y confesar antes de
experimentar los resultados. Esto es fe, y "por gracia sois salvos por medio de la
fe" (Ef. 2:8 ).
Siempre recuerda: la confesión viene
primero, y luego Jesús, que es "el Sumo Sacerdote de nuestra
confesión" responde al concedernos las cosas que hemos confesado.
No
hay tal cosa como una salvación sin confesión. Siempre es "confesión para
salvación"; nunca la posesión antes de la confesión.
Nuestra
confesión hace al "Sumo Sacerdote de nuestra confesión" conceder lo
que "creemos en nuestro corazón", y esto trae posesión. Eso es fe.
Dios es un Dios de fe.
Es decir, Él es un Dios que demanda fe.
Recibimos de Dios solo las cosas que
creemos recibir. "Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os
vendrá" (Mr. 11:24).
¿Qué es Confesión?
Confesión
es el testimonio de fe de nuestra boca.
Confesión es sencillamente estar
de acuerdo con Dios; diciendo lo que Dios dice; hablando la Palabra de
Dios; usando las expresiones y las declaraciones de Dios; reconociendo la
Palabra de Dios. La confesión es la única forma por la cual la fe se expresa en
nuestro testimonio.
Pablo
declaró que él predicaba "la Palabra de fe", luego nos dijo que la
"Palabra de fe" debe estar "en nuestros corazones" y
"en nuestras bocas".
La
única manera de tener la Palabra de fe en nuestras bocas es hablando de la
Palabra de Dios. Esto es confesión — haciendo a nuestros
labios estar de acuerdo con
Dios; hablando la Palabra de Dios con nuestras bocas. Lea Romanos 10:8.
Apocalipsis 12:11 nos dice que los que
vencieron al diablo lo hicieron "por
medio de la sangre del Cordero, y de
la palabra del testimonio de ellos"; eso es, por medio de las
Escrituras que ellos citaron al dar sus testimonios.
"Él Sumo Sacerdote de Nuestra
Confesión"
Se nos pidió que oráramos por una persona que estaba muy
enferma y débil. No "sintió" resultados inmediatos.
Entonces
le pedimos que repita lo que Dios dice: "Por Sus heridas soy sanado",
y que alabe al Señor por sanarle de acuerdo a Su Palabra.
Esta petición le disgustó, por considerarla ser una hipocresía, y
pronto nos dejó saber que no era su creencia testificar de algo que no tenía.
Dijo que era sincero y que nunca jugaría el papel de un hipócrita. Este
hombre estaba midiendo su sanidad con sus "sentimientos". Eso no es
fe.
Seguramente que
no es ser un "hipócrita" cuando se dice lo que Dios dice.
La
confesión de una promesa dada a nosotros en la Palabra de Dios, cuando es
confesada del corazón, siempre trae posesión.
Yo no pedí a este
hombre que dijera: "Yo no estoy
57
enfermo". Solamente le pedí que dijera lo que Dios dijo que
reconociera que "Con sus heridas soy sanado".
Sería
calumniar decir que un hombre es mentiroso solo porque declara lo que Dios ha
hablado, sin embargo este hombre pareció considerarlo así.
Finalmente, Dios fue
misericordioso y añadió algunos "sentimientos" a su
"sanidad".
Cuando sintió,
creyó. Otro caso como el de Tomás. "Si no viere en Sus manos la señal de
los clavos... no creeré" (Juan 20:25).
Oramos por un hombre que estaba sufriendo con artritis en
sus hombros y brazos.
Cuando la oración
fue hecha, "sintió" una bendición maravillosa. Fue emocionado
tremendamente por lo que "sintió", mas ¡ay! después de lo que
"sintió" o aquella "bendición" que recibió, todo se disipó,
y "sintió" otro dolor. Esto lo desalentó.
Vino a mí diciendo: "Solo
oye como mis coyunturas crujen y suenan".
En
lugar de decir: "La Palabra dice que
estoy sanado, y sé que sanaré", él estaba cuidando las evidencias
físicas, haciendo caso omiso a la Palabra de Dios.
Le narré de un caso similar cuando oré por una señora, y
ella creyó con fe perfecta. En dos días regresó para demostrar la libertad
perfecta que tenía en sus coyunturas. Su fe le
hizo libre.
A esto,
el hombre respondió: "Me alegro que
me lo hayas dicho. Eso me alienta. Tenía miedo que no iba a ser sanado. Pero si
ella quedó bien, entonces yo sanaré".
Ahora ves lo que estoy tratando de mostrarte con este
mensaje. La Palabra de Dios no
significó absolutamente nada para ese hombre.
La
promesa dada por Jesús: "Sobre los enfermos pondrán las manos, y
sanarán", estaba vacía y sin sentido para él.
Había ―sentido" un dolor, así que la Palabra de Dios
debió haber fallado. Mientras estaba
"sintiéndose bien" estaba seguro que la Palabra de Dios era verdad;
pero el dolor había anulado todo aquello, en lo que a él concernía.
Aprenda
a confesar lo que el Señor dice, y Él cumplirá Su promesa para contigo, porque
Él es el "Sumo Sacerdote de nuestra confesión".
La
confesión de "Yo soy Jehová tu Sanador", y "Por Sus heridas
soy sanado", siempre van por delante de la sanidad, así como la confesión
que hacemos al Señor Jesús va siempre por delante de la salvación. (Rom. 10:9,
10).
Jesús
es el Sumo Sacerdote de nuestra confesión—nuestras palabras, lo que decimos con
nuestros labios, cuando ellas corresponden con Su Palabra. Él hará de acuerdo a
lo que decimos.
No debemos confesar nada más que la
victoria, porque Pablo dice: "En todas estas cosas somos más que
vencedores" (Rom. 8:37).
Capítulo 21
La fe en Nuestros Derechos |
La gente a menudo comete el error de "orar
para recibir fe". Esto no lo
necesitas hacer.
"Así que la fe
es por el oír, por la Palabra de Dios" es la receta para recibir la
fe. Nunca ores por fe para ser sanado. Así como
vas conociendo la Palabra de Dios, IRÁS
TENIENDO FE. La Palabra desarrolla fe.
El que duda a
menudo ora por cosas que ya tiene.
Pedro dice:
"Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido
dadas (ya) por Su divino poder…" (2 Pe. 1:3). La enfermedad
resulta en la muerte. La sanidad tiene su relación con la vida.
Las cosas
relacionadas con la vida ya se nos han sido dadas. Cree que son tuyas.
¡Confiésalas!
"Todas las promesas de
Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de
Dios.”(2Corintios 1:20). Encuentra tu promesa. Créela y
comienza a confesarla. Es tuya.
"Por
Sus heridas fuimos nosotros sanados". Tu
sanidad ya ha sido provista. No necesitas orar por ella.
Sin embargo, el orar por sanidad no es
en contra de la Escritura, porque Jesús dijo: "Todo lo que pidiereis al
Padre en mi Nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo",
y de nuevo: "Si algo pidiereis en Mi Nombre, Yo lo haré" (Jn.
14:13,14). Lea también Santiago 5:13-15.
OYENDO LA PALABRA, OYES A DIOS HABLAR.
Le oyes decir: "Yo soy Jehová tu Sanador". Le oyes decir: "Por
Sus heridas fuisteis sanados". No necesitas orar por fe para creer
que Dios dijo la verdad.
Le has oído hablar,
y has creído Su Palabra. Actuar de acuerdo a ella es fe.
Tú
puedes orar por sanidad, pero la fe engendra la sanidad.
Conoce
tus derechos, entonces tendrás fe; y puedes conocer tus derechos solo por el
leer y el oír la Palabra.
No
encuentro difícil ejercitar la fe por cinco dólares si sé que tengo esa
cantidad en el bolsillo. Inconscientemente actúo sobre mi fe al comprar
mercadería de la tienda por esa cantidad.
Escribo
un cheque por esa cantidad, y nunca estoy consciente de estar teniendo fe en el
libro de cheques, en el banquero, en el pagador, en el banco. Sé que el cheque
es bueno porque he leído mi estado de cuenta diciéndome que tengo esa cantidad
en el banco.
Creo
que podemos llegar a estar tan bien relacionados con la Palabra de Dios que no
ejercitaremos la fe conscientemente cuando necesitamos la sanidad.
Sabemos que la
sanidad es nuestra. Ha sido provista para nosotros.
La enfermedad ha sido quitada, por medio de Cristo. Somos
redimidos de ella.
Dios
dice: "Yo Soy el Señor tu Sanador". Esta viene a ser una
verdad vital que viene a vivir con nosotros. La tratamos con la misma confianza
que tenemos en la fuerza del puente que se extiende en el desfiladero.
No
dudamos de la habilidad del puente para sostener el peso de nuestro vehículo.
Solo lo conducimos por encima de él. Hemos ejercitado la fe, sin embargo lo
hicimos inconscientemente.
La
Palabra viene a ser tan real y vital para nosotros que cuando nos enfrentamos a
una necesidad que ya ha sido provista en la Palabra, pasamos por encima de lo
"imposible", considerando nada más que el saber que Dios respalda Su
Palabra. Ella no puede fallar.
Confesamos su verdad, su habilidad, y proseguimos hacia
adelante.
Ya "no trataremos de
ser sanados". Dios dice
que ―somos sanados". Eso es nuestro. Lo confesamos,
y le damos gracias por ello, sabiendo que es para NOSOTROS.
Ya
no "trataremos de creer". Somos
creyentes si somos salvos, y "todas las cosas son nuestras". La
fe verdadera posee.
Las posesiones de la fe son tan reales como las
posesiones físicas.
Las
cosas espirituales son tan reales como las cosas materiales. Hable con fe, y
viva continuadamente en victoria.
Acostúmbrese a hablar el lenguaje de Dios. Familiarícese con la Palabra
de Dios, y enséñese a hablarlas por la abundancia que tiene el corazón.
Capítulo 22
El lenguaje
de la Fe
Se ha dicho a menudo: "Hablar no cuesta nada". Muchos
dedican su tiempo a conversaciones ociosas. Cuando era un niño, mi padre me
decía: "Hablas cuando deberías estar
escuchando".
Un
gran porcentaje de lo que se habla es hecho por personas que deberían estar
escuchando.
Los
hombres sabios siempre observan más que lo que ellos expresan. Sus palabras son
pocas, pero llevan peso.
Victorias maravillosas han sido
ganadas, y luego han sido perdidas por "hablar sueltamente" palabras
habladas que no eran necesarias.
Jesús
las llama "palabras ociosas‖, de las cuales dice: "De toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán
cuenta en el día del juicio" (Mt. 12:3 6).
Salomón dijo: "Él que guarda su boca guarda su
alma" (Pr. 13:3)
Muchos
no logran recibir lo que piden en sus oraciones porque no alcanzan a entender
cuán importante es su confesión en relación a ello.
Muchos
que han sido sanados por el poder de Dios de sus dolores y de sus males, y en
ocasiones de la enfermedad misma,
descubren que éstos están regresando a sus cuerpos. La mayoría de estas
personas se preguntan del por qué de ello. Creemos que entenderás el por qué de
eso, y que nunca te pasará a ti, cuando termines de leer este mensaje.
Inconscientemente Confesamos lo que
Creemos
La
fe habla de las cosas por las cuales hemos orado corno si ya las poseyera, aun
antes de verlas, oírlas o sentirlas.
¿Ves?,
cuando confiesas a la enfermedad, es que crees en ella más de lo que crees en
tu sanidad.
Confesamos con nuestros labios lo que
creemos en nuestro corazón. "De la abundancia del corazón habla la
boca" (Mt. 12:34).
Permíteme
ilustrar eso: oramos por un hombre enfermo en su hogar. Dios tocó su cuerpo
maravillosamente. De acuerdo a la Palabra de Dios, este hombre sanaría. Le di
seguridad de esta verdad.
Al salir de la casa, la madre dijo: "Sigan orando por él". Con aquella petición ella indicaba
que dudaba de la Palabra de Dios: "Y sanarán", ya que ella
implicaba que a menos que clamemos continua y largamente a Dios, no nos oirá.
La Palabra no
significaba nada para ella.
Ella fue todavía un paso más
adelante: Comenzó a "alabar" al diablo, y encomió su fidelidad, en
lugar de hacerlo de la fidelidad de Dios. "Tan
pronto se vayan", dijo ella, "el
diablo de seguro que le va a dar una prueba severa. Sé que ese enemigo viejo
hará todo lo mejor posible para robar a mi hijo su sanidad. Estén seguros de
orar mucho por él".
Le
regañé severamente. Exclamar tales necedades. ¡Qué confesión para ser dada
dándole crédito al diablo por uno de los hijos de Dios!
Ella
nunca confesó confianza alguna en Dios ni en Su Palabra eterna. Toda su
confesión fue en alabanza a la fidelidad de Satanás. Estoy seguro que hizo
sonreír al diablo.
Le respondí: "Me parece que usted tiene más confianza en Satanás que la que
tiene en Dios. Usted parece tener certeza de que Satanás vendrá y probará a su
hijo, pero no parece estar segura de la presencia y de la ayuda divina de
Dios".
Luego
pregunté: "Si Satanás es fiel, ¿no
es Dios más fiel? "Sí", ella respondió.
Entonces pregunté: "Si
Dios envía a Sus ángeles, como Su Palabra dice que los enviará,
¿tendrá
usted temor del poder de Satanás en la presencia de los ángeles de Dios?"
Esto, por supuesto,
le ayudó, y regresó a su casa alentada.
¡Cuán
a menudo hay Cristianos que oran y obedecen las Escrituras sobre la sanidad
exactamente, y luego, cuando algún síntoma aparece, echan a un lado la Palabra de Dios entera, y comienzan a hacer confesión de su enfermedad,
anulando así su oración y sus efectos!
Las bendiciones de Dios son estorbadas
cuando dejamos que nuestros labios contradigan Su Palabra.
Cuando la enfermedad amenaza
a tu cuerpo, ¡no la confieses! Confiesa
la Palabra: "¡Por Sus heridas yo soy sanado!"
¡Di lo que Dios
dice! ¡Confiesa su Palabra!
La enfermedad gana el predominio cuando concuerdas con el
testimonio de tus sentidos.
Tus cinco sentidos no tienen lugar en el mundo de la fe.
Confesar
los dolores, los males y las enfermedades es como firmar por un paquete
entregado por la Compañía de Correos. Satanás entonces tiene el recibo— tu
confesión— mostrando que has aceptado su paquete.
No
aceptes nada enviado por el diablo. Aunque tus cinco sentidos puedan testificar
que ha venido para ti, niégate a confesarlo. Mira inmediatamente al Calvario.
Recuerda, tú eres libre.
Duda Produce Duda
La
gente tiene el hábito de confesar sus debilidades y sus fracasos. Y su
confesión añade a su debilidad.
Confiesan su
"falta de fe" y eso aumenta sus dudas. Oran por fe, olvidando que al
hacerlo solo confiesan duda. Esto aumenta sus dudas, porque Dios no puede
contestar sus oraciones, viendo que Él ha dicho "que la fe es por el oír (no por el orar), y el oír, por la Palabra de Dios".
Capítulo 23
¿Por qué algunos pierden su Sanidad? |
Durante muchos años,
esto fue piedra de tropiezo para mí, porque no comprendía la razón por la cual
las dolencias pudieran volver a las personas sanadas con toda la evidencia de
perfecta liberación. Creo que ya descubrí la razón. Tienen fe, no en la PALABRA
DE DIOS, sino en la evidencia de SUS SENTIDOS.
¿Qué quiero decir
con la evidencia de sus sentidos? Quiero decir por la evidencia de su vista, de
su oído y de su tacto.
A estas personas
dominadas nuevamente por las mismas enfermedades, les sucedió lo mismo que a
los enfermos que fueron al Maestro.
Oyeron decir que Él sanó algunos de los amigos de ellos. Decían: ―Si consigo aproximarme a Él, seré sanado”. Al
aproximarse presenciaron la cura de otros. La vista fue restaurada a los
ciegos; la audición a los sordos. Clamaban reclamando su parte de bendición y
fueron curados; así hay muchos que vienen para ser sanados porque el Padre ha
sido misericordioso a muchos por intermedio de nuestro ministerio pero NO
TIENEN TIEMPO PARA RECIBIR INSTRUCCIÓN DE LA PALABRA. No se interesan en la
Palabra. No desean la Palabra. Quieren apenas la sanidad, la liberación para sí
mismos. Nosotros oramos por ellos y son sanados pero luego vuelven diciendo: ―No comprendo. La cura no fue permanente.
Volvieron nuevamente todos los síntomas‖.
¿Cuál es la
dificultad?... es la siguiente: Ellos no tenían fe en la Palabra de Dios. NO
sabían cosa alguna de la Palabra, al menos en cuanto a la sanidad. Tenían fe en
mí o en otra persona, pero NO EN LA PALABRA. La Palara afirma: ―Por sus heridas fui sanado‖.
He aquí la siguiente ilustración: Vino cierto
hombre sufriendo gravemente de una
de sus rodillas. Los médicos decían
que era necesario amputar la pierna. Fue curado
instantáneamente cuando oramos. Cinco o seis días después,
cuando
andaba por la calle,
el
dolor antiguo volvió pero
él
dijo: ―Esto no puede ser. Estoy
curado por Sus heridas. Dolor, en el Nombre de Jesús, sal de mi rodilla!‖. Este hombre se afirmó en la
Palabra de Dios y su dolor cesó para nunca más
volver.
Otros aceptan la
evidencia de sus sentidos (lo que ven sienten u oyen). Pierden su cura porque
no había
―profundidad de tierra‖ como Jesús expresó
en la parábola del sembrador.
La verdadera fe
Tu combate es un
combate de fe.
Efesios 6:12
Porque
no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes.
Romanos 8:27
Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Así como Pedro dijo
en la puerta del templo, nosotros decimos: ―En
Nombre de Jesucristo levántate‖; y como
Pablo cuando expulsó al demonio de la mujer loca, decimos: ―En el Nombre de Jesucristo, te mando que
salgas de ella‖ DEBEMOS ALABAR AL SEÑOR USANDO ESTA AUTORIDAD DELEGADA.
―Verdaderamente Él tomó sobre Sí nuestras
enfermedades, y nuestros dolores sobre Sí‖.
Ten esto siempre en tus labios: ―Por
Sus heridas fui sanado‖ ¡Confiesa esto
en lugar de confesar un dolor! Él llevó ese dolor.
¡Confiesa tu cura,
no tu dolencia! Él llevó esa dolencia.
La fe verdadera siempre se
afirma en la confesión de la Palabra; así como nuestros sentidos físicos se
afirman en nuestros dolores y síntomas. Si yo
acepto la evidencia física en lugar de la Palabra de Dios, volveré nula a la Palabra de Dios para mí; pero
yo me afirmo en
lo que Dios dice:
―Por Sus heridas fui sanado‖ y mantengo esa confesión en la
cara de los sentidos contradictorios.
Todas las veces que
confiesas tu debilidad y fracaso, magnificas al adversario más que al Padre.
Destruyes tu propia confianza en la Palabra de Dios. Estudia la Palabra de Dios
hasta saber cuáles son tus derechos, hasta que tu corazón ―retenga firme tu confesión‖. Los que intentan confesar sin basarse en
la Palabra, siempre sufren la derrota del adversario. Jesús dijo: ―Escrito está‖ Satanás fue derrotado. Di tú:
―Escrito está‖ y añade:
―Por Sus heridas
fui sanado‖ y ―Él tomó sobre
sí
mis enfermedades
y mis dolores llevó sobre Sí‖.
Apocalipsis 12:11
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del
Cordero y de la palabra del testimonio de ellos…
El cristianismo es una confesión; confiesa la obra consumada de cristo. Confiesa que Él está sentado a la
diestra del Padre. Confiesa que él te redimió completamente. Confiesa que eres
uno de Sus hijos. Confiesa la autoridad de Él sobre Satanás.
Lucas 10:19
He aquí os doy potestad de hollar serpientes y
escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.
¡Confiesa esto!
Confiesa tu supremacía sobre el diablo. Cree que eres más que vencedor sobre
él. Eres maestro de él. Él sabe esto. No te puede dominar más. Cree en la
Palabra de Dios. Se osado en la verdad.
Confiesa solamente
lo que Dios dice. Mantén esa confesión. No la cambies, un día sí y un día no.
Deja a la Palabra permanecer en ti y tú, permanece en ella.
La Palabra o el dolor
Dijo una persona: ―Me sentí totalmente curado durante algunos
días después de que una persona oró por mí. Entonces volvieron
repentinamente los síntomas y después volví a sufrir dolores y estoy muy
enfermo. No sé la razón‖
He aquí la
respuesta: Sin duda fue sanado por la fe de otro. El adversario aprovechó su
falta de fe e hizo volver los síntomas. Disfrazó todo y la persona se llenó de
dudas y recelo en lugar de permanecer lleno de fe. En lugar de encarar al
adversario con la Palabra y en el Nombre de Jesús ordenar que dejara de ejercer
su poder. Él cedió, confesó el dolor, pagó la cuenta y aceptó la enfermedad de
vuelta.
Por qué cedió?
Porque nunca estudió la Palabra de Dios y no se afirmó sobre Su Palabra. Fue
semejante al hombre que edificó su casa sobre la arena. Vino la tormenta y la
destruyó.
Lo que debes hacer es procurar reconocer
personalmente a Aquel que cura por medio de Su Palabra. Ahora sabes bien que ―por Sus heridas fuiste sanado‖ como
sabes que dos más dos son
cuatro.
El
enemigo
no tendrá más dominio sobre ti. Puedes simplemente reírte de él y decir:
¡Satanás, sabes que fuiste derrotado! En el Nombre de Jesús, ordeno que salgas
de mi cuerpo‖. Él te obedecerá.
Muchos que fueron
sanados por la fe de otros, pierden su cura simplemente porque ignoran sus
derechos revelados en la Palabra de
Dios. Dijo David: ―No te olvides de
NINGUNO de sus beneficios. Y Él que perdona TODAS tus iniquidades, el que sana
TODAS tus dolencias‖ (Salmos 103:2,3). La sanidad física es uno de los
beneficios que provienen de Cristo. Tu confesión de eso es tu fe hablando.
¿Compasión o cura?
Tú no puedes hablar
de dolencias y enfermedades y andar en salud.
No puedes ir
diciendo a la gente de tu enfermedad y tus dolores, lamentándote de tus
problemas, para obtener la simpatía de ellos y ser sanado.
Hablando de tus
problemas, tristezas, dolores y males, invitas a la enfermedad y nulificas tus
derechos a la sanidad divina.
Decimos a la gente
nuestros problemas para de esa manera obtener la simpatía de ellos.
Pedro dijo: ―Echando toda vuestra ansiedad
sobre Él, porque Él tiene cuidado
de
vosotros‖ (1Pedro
5:7)
Si los hombres de
la tierra te extienden su simpatía al oír tus dificultades, cuánto más tu Padre
celestial te mostrará compasión cuando estás en necesidad.
Aprende a hablar en términos de fe
Entonces serás un conquistador en cada
batalla. 1Juan 5:4 debe ser cooncido de cada creyente, y tú debes confesarlo
confiadamente. “porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. Habla con la fe en
tus labios.
Abandona la
confesión de Satanás. Detente de hablar derrota. Déjate de hablar de
enfermedad.
La enfermedad es del
diablo. La debilidad es del diablo. La dolencia es del diablo. Los problemas
son hechos por el diablo.
Mientas
estés alabando las obras de Satanás, no puedes esperar mantener la victoria.
Nuestros labios deben estar llenos con palabras de fe.
“Cerca de ti está la palabra de fe, en tu boca y en tu corazón‖ (Rom 10:8). Cuando
tenemos fe, ya no nos lamentamos más, ni gemimos;
alabamos y nos regocijamos.
La fe habla jubilosamente. La fe canta vigorosamente. La fe
ora creyentemente.
Capítulo 24
Los Tres Testigos
En todos los casos
encontramos tres testigos
1-
La Palabra: La Palabra declara: “Por cuya herida fuisteis sanados”
2-
El dolor: El dolor
declara que ―la dolencia
y la
enfermedad no han sido sanadas”. El
dolor es severo, y el enfermo no siente nada más que el dolor;
3-
La persona enferma: El enfermo
declara: “Por su herida soy sanado”, colocando
su testimonio lado a lado con la Palabra de Dios. Se niega a retractarse de su testimonio. Declara en presencia del
dolor, ante la evidencia del sentido que ESTÁ
SANADO.
El ―mantiene firme esa confesión de su fe”, y
Dios
la hace buena. Dios siempre
permanece listo a ayudar a aquellos que
permanecen firmes a Su Palabra. Él dice: “Mi Palabra no volverá a mí vacía‖.
Pero a menudo, cuando abrimos la Palabra y
probamos que “Por su herida somos sanados”, la gente dice: ―Sí,
eso lo puedo ver, mas el dolor está ahí todavía. No ha dejado mi cuerpo”. Ellos
han aceptado el testimonio de sus sentidos en lugar del testimonio de la
Palabra.
Aquí está una mujer que está débil. No puede
andar. Le traigo la Palabra que dice: “Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de
quién he de atemorizarme?” Ella dice: “Sí, veo la Escritura, pero yo no puedo andar” Repudia la Palabra
de Dios.
El testimonio de
sus labios, unido al testimonio de sus sentidos anulan la Palabra de Dios, y
permanece enferma.
Por el otro lado, si
ella se hubiera mantenido firme a su testimonio, ante la evidencia
contradictoria de sus sentidos, de que la Palabra era la verdad, la sanidad
hubiera sido suya.
Un
joven con un tumor duro debajo de su talón se puso en la línea de la oración.
Se veía obligado a andar sobre las puntas de sus pies. Esto era doloroso.
Le dije después de la
oración, que caminara sobre aquel talón en el Nombre de Jesús y que el tumor
duro desaparecería.
Él obedeció pronto y el tumor desapareció.
Unos días más tarde, cuando
estaba para quitarse el zapato para probárselo a un incrédulo, el dolor le dio
un golpe terrible, y sintió como si el tumor le hubiera regresado. En lugar de
aceptar el testimonio de sus sentidos, aceptó la Palabra de Dios. Inmediatamente
dijo: ―Dolor, yo te reprendo en el Nombre de Jesús. Deja mi pie.
Yo fui sanado por medio de las heridas de Jesús”.
El
dolor se fue, para nunca más volver. Probó al escéptico que estaba sanado.
Confesó la verdad y la verdad lo hizo libre.
Una
mujer a quien ayudamos, tenía úlceras estomacales, había estado vomitando hasta
cinco y seis veces en un día.
Después de ser liberada, le vino una prueba; pero
después de vomitar decía: “Gracias Jesús,
por sanarme. Tu Palabra dice que estoy sanada‖. El enemigo fue derrotado y
ella fue completamente sana. La fe siempre gana.
La
Palabra de Dios declara que estás sanado. Lo que la Palabra dice es la verdad.
Declara que estás sanado, porque Dios lo dice.
Mantén
tu confesión de la sanidad frente a toda evidencia contraria a la Palabra y
Dios cumplirá siempre. Nuestros sentidos y la Palabra
Nunca confieses lo que ―sientes‖.
Ello debilita siempre la fe. Siempre habrá un conflicto entre lo que sentimos y
la Palabra de fe. La Palabra demanda que andemos por fe.
Nuestros sentidos demandan que andemos por vista.
La Palabra demanda
obediencia a la Palabra, mientras que nuestros sentidos conducen a una rebelión
abierta en contra de la Palabra.
Caminar por la fe es
caminar por la Palabra.
Caminar en la carne
es caminar de acuerdo a los sentidos.
“No mirando nosotros las cosas que
no se ven, sino las que no se ven” (2Cor 4:18)
Renovación del a
mente
La mente natural no
puede comprender tales batallas, por tanto Pablo nos ordena hacer lo siguiente:
2Cor 10:5 “derribando argumentos y toda altivez que
se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
La mente vieja es
mala para negociar con ella.
Romanos 8:7
Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se
sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;
NO puede entender
este mensaje, así que se niega a escucharlo.
Lo que necesitamos
es una ―renovación de la mente para
poder captar estas verdades vitales. Recibimos esta renovación por medio del
estudio de la Palabra.
No solo debemos
hablar bien, sino que debemos también pensar bien.
Filipenses 4:8 Todo lo que es verdadero (la Palabra
es verdadera), todo lo henesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es de buen nombre (y así sucesivamente), en esto pensad.
“Porque cual es su pensamiento en su corazón,
tal es él” (Proverbios 23:17)
Así en 2Corintios
10:5, traemos todo pensamiento a cautividad. Echamos fuera el razonamiento, y le
damos a la Palabra de Dios su lugar en nuestros corazones y en nuestras mentes.
Tenemos la ―mente de Cristo‖.
Las transformaciones
que Dios da espiritual y físicamente vienen a nosotros por medio de la
renovación de la mente.
“Presentad vuestros cuerpos en sacrificio vivo” Rom
12:1.
El cuerpo es el
laboratorio de los cinco sentidos; no es de maravillarnos que necesite ser
presentado como un sacrificio.
Pablo entonces
sigue diciendo: ―Transformaos por medio
de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la
buena voluntad de Dios, agradable y perfecta‖.
Cuando
la mente está renovada, puede ver el valor espiritual de la confesión correcta.
Confiesa tu Sanidad hoy
Pablo dice:
2Corintios 6:2“He aquí ahora el
tiempo aceptable; he aquí ahora el día d salvación (o liberación)”
El diccionario de Webster dice que la
salvación significa: “Liberación del
pecado y de su castigo”
Si esta Escritura es
la verdad en relación al pecado del hombre, igualmente debe ser verdad en
relación a la enfermedad, la cual es parte del castigo del pecado.
Amigos, levántense
de sus dudas, debilidades y temores. Dejen de hablar acerca de ellos.
Toma tu liberación
de la importancia. Ten un cuerpo fuerte con el cual glorificar a Dios.
Arrodíllate y ora.
Dile al Padre que tú
eres Su hijo propio. Dile que tú le das cosas buenas a Sus hijos.
Háblale a tu
dolencia o enfermedad, llamándola por su nombre. Ordénale en el Nombre de Jesús
que deje tu cuerpo.
Ordena a la
debilidad que abandone tu cuerpo confesando al Señor como la fortaleza de tu
vida (Salmos 21:7).
Goza de tus
derechos y ayuda a otros a gozar de los mismos derechos.
Satanás no puede
poner en ti lo que Dios ha puesto en Jesucristo. El pecado y la enfermedad
fueron clavados en la cruz, así que estás libre de su maldición para siempre.
¡Estás sanado!
El Señor
―nos ha redimido de la maldición de la ley‖.
“Porque
Jehová (te) redimió, (te) rescató de la mano de aquel (Satanás), que era más
fuerte que (tú)”
(N.T. paráfrasis
Jeremías 31:11)
…“Porque
el derecho de redención es Tuyo para comprar” (Jeremías 32:7)
Jeremías 32:17¡Oh Señor Jehová! He aquí que Tú
hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con Tu brazo extendido, ni
hay nada que sea difícil para ti.
capítulo 25
¿De donde vinieron las Enfermedades? |
Introducción de la Sra. Osborn
para los capítulos 26-29
El primer sermón que
oí predicado sobre la sanidad divina fue: ―¿De
dónde vino la enfermedad?‖ Nunca
realmente, se me había ocurrido esta pregunta. Fue un evangelista en Portland,
Oregon, quien predicó este sermón en noviembre de 1947. Fui a casa y relaté todo
a mi esposo.
Nunca podré decirles
lo que este mensaje nos demostró con claridad por la Palabra de Dios que
Satanás fue el autor de las enfermedades, dolencias y aflicciones, y que Dios
fue el autor de la vida y salud. Hasta aquel entonces, nunca había oído decir
que Satanás fue la causa de mis enfermedades sino que siempre supuse de acuerdo
con lo que me habían enseñado, que Dios las había puesto sobre mí con algún
propósito misterioso. Pero cuando oí que las enfermedades provienen del diablo,
inmediatamente me determiné a resistir las enfermedades y dolencias como
resistiendo al mismo diablo. Aborrecí a Satanás y su poder, y de seguro no
quería sufrir más sus obras nefandas en mi cuerpo.
El predicador
prosiguió demostrándonos que nuestra autoridad sobre el diablo, y sobre sus
obras, la ejercemos en el Nombre de Jesucristo. Cuando se terminó el sermón, me
sentí como una conquistadora. Cambió mi vida y desde entonces ha sido
diferente.
Un notable líder espiritual dijo una vez: ―Ningún gran avivamiento ha venido jamás a ninguna
nación hasta que primeramente la iglesia ha aprendido cómo discernir a los
demonios y echarlos fuera‖.
Con este propósito
he persuadido a mi esposo a escribir este mensaje, con el fin de que Ud.
Querido Lector, tenga una comprensión clara de las obras de los espíritus malos
hoy día, y así pueda resistirlos, discernirlos y echarlos fuera en el Nombre
maravilloso de Jesús.
Ahora, al leer esto,
hágalo con el corazón abierto; compare cuidadosamente lo que dice este sermón
con lo que la Biblia dice y cuando descubra que los hechos son verdaderos,
atesórelos y comience a vivir conforme a estas verdades.
El
Reverendo F.F Bosworth, quien ha
dirigido algunas de las campañas más grandes de sanidad divina en la historia de los EEUU y Canadá dice: ―Todo cristiano puede llegar
a ser un domador
de demonios de la noche
a la mañana comprendiendo bien claro las obras de los demonios
y su derrota legal en el Calvario.‖
Que Dios bendiga
el mensaje que sigue, para beneficio de su corazón y su vida; es mi oración
sincera y humilde.
Sra. Osborn
Capítulo 26
Escrituras
para leer
Luc 10:1-2
Después de estas cosas, designó el Señor también a
otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y
lugar adonde él había de ir.
Y les decía: La mies a la verdad
es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe
obreros a su mies.
Luc 10:7-9
Y posad en aquella misma casa,
comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No
os paséis de casa en casa.
En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban,
comed lo que os pongan delante;
y
sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el
reino de Dios.
Luc 10:19-20
He aquí os doy potestad de hollar
serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.
Pero no os regocijéis de que los espíritus se os
sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
Es decir que lo más
importante no consiste en que se puede echar fuera a los demonios en el Nombre
de Jesús, sino en que los perdidos pueden ser salvados. Aunque el objetivo
principal de este ministerio no consiste en echar fuera a los demonios sino en
predicar el Evangelio a los perdidos; sin embargo, para tener éxito en predicar
el Evangelio con potestad y demostración del Espíritu Santo, es de importancia
esencial que manifieste autoridad sobre la maldad satánica, y que sea hábil en
ejercitar esta autoridad.
Dos grandes
poderes luchan para sujetar al hombre. Jesús los identificó cuando dijo en Juan
10:10:
1.
“El ladrón (hablando
de Satanás) no viene sino para hurtar, y matar, y destruir:”
2.
“Yo
he venido para que tengan
vida, y para que la tengan en abundancia”
Pedro dijo:
1.
“Vuestro adversario,
el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar” (I Pedro 5:8).
Pero Juan dijo:
2.
―Para esto
apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras
del diablo‖ (I Juan 3:8).
Capítulo 27
¿Qué son
los Espíritus
Demoníacos? |
Los demonios son
personalidades verdaderas, que son malvados, malignos y destructivos. Los
espíritus demoníacos son personalidades lo mismo que los espíritus humanos son
personalidades. Los demonios son espíritus que no tienen cuerpos en donde
morar. Nosotros somos espíritus con cuerpos.
Nuestros espíritus son de Dios; los
espíritus demoníacos son de Satanás.
Una comprensión
clara de la diferencia entre el espíritu y el cuerpo le ayudará a comprender
mejor la obra de los demonios.
Diferencia Entre El Cuerpo Y El Espíritu
Yo tengo un cuerpo,
pero soy un espíritu. Yo (mi espíritu) mora en mi cuerpo. Yo me expreso (o mi
espíritu) por las facultades de mi cuerpo. Otro puede ver mi cuerpo, pero no
puede verme a mí, porque el verdadero ―YO‖ es un espíritu morando dentro de este
cuerpo mío. Mi cuerpo es simplemente la casa donde YO (mi espíritu) vivo. Algún
día, mi cuerpo morirá y se tornará polvo, pero YO (mi espíritu) nunca
morirá. Yo volveré a
Dios de donde vine a esta casa de barro, llamado mi cuerpo.
Yo (mi espíritu) soy
una personalidad. Yo me expreso con mi cuerpo. Si me quitaran el cuerpo, yo (mi
espíritu) no podría expresarse. Si me cortaran la lengua, mi espíritu no podría
hablar. Si se me destruyeran los oídos, yo no podría oír. Si me sacaran los ojos
yo no podría ver. Aunque mis ojos fueron ciegos, mis oídos, sordos, y mi lengua
cortada y quitada, todavía mi espíritu estaría en el cuerpo, pero no podría
ver, oír ni hablar. Y así sería muy dificultoso expresarme.
Luego, aunque
prosiguieran a cortarme las piernas y los brazos, y me destruyeran el olfato y
las cuerdas vocales, todavía no habrían destruido mi espíritu, pero mi espíritu
ya no podría expresarse. Mi espíritu todavía tiene un cuerpo, pero sus
facultades de expresión han sido destruidas. Ahora, puede comprender lo que
quiero decir cuando hablo de la diferencia entre el espíritu y el cuerpo, ó sea
la diferencia entre yo y mi cuerpo.
Los Demonios Desean Expresarse
Los demonios son
espíritus malos sin cuerpo con que expresarse. Anhelan expresarse en este
mundo, pero no lo pueden hacer hasta que estén en posesión de algún cuerpo.
Ahora usted puede comprender por qué el espíritu malo que fue echado del cuerpo
del hombre en la Biblia, no tuvo descanso y no pudo estar satisfecho, porque
era un espíritu de Satanás, enviado para destruir y matar, y cuando no pudo
expresarse en un cuerpo, fue atormentado hasta que él, con la ayuda de otros
siete espíritus más malos que él mismo, pudo entrar otra vez al hombre y otra
vez hallar expresión del odio y la destrucción (Mateo 12:43).
Recuerde que dije
que un demonio es una personalidad; un espíritu igual que usted y yo. Y así
como usted anhela hacer bien, hablar palabras bondadosas, oír música, ver las
flores, expresarse en las conversaciones y responder a cada impulso con alguna
expresión, asimismo los espíritus malos anhelan expresarse. Pero como no tienen
cuerpos propios, tienen que andar por el mundo buscando algún cuerpo en el cual
puedan entrar y hallar expresión para desempeñar su misión de maldad.
Los demonios se
deleitan en usar los labios ó la pluma de los hombres para lograr sus malvadas
obras. NO TIENEN PODER PARA CORROMPER, DESTRUIR O PERDER AL HOMBRE, SINO POR EL
USO DEL MISMO HOMBRE COMO SU INSTRUMENTO.
Dios tiene que usar
instrumentos humanos, ungidos del Espíritu Santo, para bendecir, inspirar,
animar, y levantar a los que necesitan Su ayuda Divina. Las Sagradas Escrituras
fueron escritas por HOMBRES Santos de Dios que fueron inspirados por el
Espíritu de Dios. El mensaje de ―Buenas
Nuevas‖ tiene que ser divulgado por
labios humanos. Dios usa los instrumentos humanos para ministrar a la familia
humana, y Satanás usa instrumentos humanos para destruir a la familia humana.
Es una lástima que los hombres
se rindan al diablo para servir como medio por el cual su propia hermandad es
destruida.
¡Cuántas
veces utiliza Satanás a algún vil hombre ó mujer para viciar a un niño ó niña
inocente, y luego envía a aquel
niño o niña como su misionero a las escuelas públicas y universidades para corromper
las mentes de otros que son todavía inocentes!
¡Cuántas veces se
corrompe a niñitos y niñitas y se les quita su pureza de corazón antes de
llegar a la escuela secundaria; no se deja nada limpio y santo para ellos!
Los
santos secretos de la vida son arrastrados todos por la inmundicia y fango de
las conversaciones y sugerencias
viles y aquellos inocentes niñitos vuelven cicatrizados para siempre por la
contaminación satánica.
Quién es Satanás
Satanás es el ser
que gobierna la tierra, que ocupa el puesto de príncipe de las naciones. Es el
autor de todas nuestras miserias y angustias; de nuestras enfermedades y
dolencias; sí, y de la misma muerte. El es rey y gobernador a las multitudes
tenebrosas del infierno.
Su mayor deseo y
propósito es de destruir las vidas humanas y por lo consiguiente traer la
tristeza al corazón de Nuestro Padre Dios.
Podemos comprender
mejor quién es Satanás por sus nombres escritos en la Biblia. En Mateo 13:19,
38 se le llama ―el malo‖.
En el versículo 39, se le llama ―el enemigo‖ y el ―diablo‖. El nombre diablo
quiere decir
―el Acusador‖
―calumniador‖ ó ―infamador‖. En
Apoc.
12:10
se
le llama ―el acusador
de los hermanos‖. En 1 Pedro 5:8
se
le llama el ―Adversario‖ comparado a un ―león rugiente, buscando a quien
devore‖. En Apoc.
20:2
se le describe por
un grupo de nombres casi demasiado horribles para contemplar: ―el dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás‖. En Juan
8:44 es llamado por Jesús un ―homicida‖, un ―mentiroso‖ y
―el padre de mentira‖.
En Mateo 4:3 se le llama el ―tentador‖. En Mateo
12:44, el ―príncipe de los
demonios‖. En Efesios 2:2
el
―príncipe de la potestad del aire‖. En Juan 14:30,
21 ―príncipe de este siglo‖. En
2 Cor. 11:3, el ―corruptor‖ de las mentes.
Cada uno de estos
nombres, y muchos más, nos muestran la terrible naturaleza de Satanás y de su
ejército de malos espíritus. Satanás gobierna a estos espíritus mientras
trabajan día y noche en sus complots malvados de destruir y malograr las
maravillas y la hermosura de la creación de Dios.
El Hombre... La Adquisición Favorita
De Los Demonios
Como el cuerpo
humano tiene las más amplias posibilidades de expresión, siendo el único hecho
en la semejanza de Dios, los demonios buscan como su premio supremo, una
entrada en los cuerpos humanos. En el cuerpo de un hombre ó mujer, los demonios
tienen la más amplia esfera de manifestación ó expresión. Pero cuando no pueden
hallar esta estimada posesión en donde morar, entonces un cuerpo de menor
esfera de expresión será utilizado. Pero una cosa es cierta, no pueden
descansar sin estar en posesión de algún cuerpo por el cual pueden expresarse.
Tal vez puede comprender mejor ahora por qué,
cuando Jesús fue a echar fuera la legión de demonios del maniático, los
demonios le rogaron, diciendo: ―permítenos
ir a aquel hato de puercos.
Y al ser echados fuera del hombre,
entraron en todo el hato de puercos y todo el hato de puercos se precipitó de
un despeñadero en la mar y murieron en las aguas”.
Diferentes Clases De Malos Espíritus
Ya que los malos
espíritus son verdaderas personalidades, manifiestan su propia personalidad en
las personas a quienes poseen.
Hay varias clases o
tipos de malos espíritus, así como hay distintas naturalezas en los seres
humanos. En la Biblia se hace mención de muchas distintas clases de demonios (ó
malos espíritus) que están trabajando, algunas de las cuales vamos a discutir
más tarde.
La Tragedia De La Ignorancia
Es
una tragedia que no se les haya enseñado a los cristianos lo que la Biblia
claramente explica acerca de la obra de los demonios. Casi lo
único que se oye tocante
a los demonios es
que son ―sombras‖,
―fantasmas‖
y ―apariciones‖, algo que se
teme
secretamente
pero nunca se menciona. La
mayoría de la
gente ha sido persuadida que debe temer a los demonios (si hay tales cosas) todo por causa de falta de comprensión acerca de los demonios de
su derrota legal.
Hasta que llegué a
comprender lo que son los demonios y cuál es su obra; lo que es Satanás y sobre
de su derrota, yo temía hablar ó predicar contra ellos. Pero ahora que
comprendo su obra, he perdido todo temor de ellos y al contrario, ahora ellos me temen a mí.
Algunos
han dicho, equivocadamente, que no hay tales cosas como demonios hoy día; que
el título es solamente una metáfora. Pero esto no es cierto. La Biblia es tan
clara y definitiva en sus enseñanzas
acerca de los
demonios, como lo es acerca de los ángeles. Los dos son existentes y verdaderos
hoy día. No se ha de temer ni a los unos ni a los otros, sino que se ha de
comprender a los dos.
Quisiera yo darles
unos cuantos ejemplos de cómo los demonios nos han desafiado aun recientemente
en nuestro propio ministerio, exactamente como lo hicieron en los días
bíblicos, lo cual es prueba de su existencia y de sus obras hoy día.
Capítulo 28
Las Manifestaciones de los demonios |
Los
Demonios Hablan
Muchas veces se hace
mención en la Biblia de demonios que hablan. Hablan por las facultades de una
persona que han poseído, precisamente como el espíritu de Ud. (ó sea USTED)
habla por su propia lengua y sus cuerdas vocales. Los espíritus no pueden
hablar sin lengua, así como usted no
podría hablar si no tuviera lengua.
Marcos
3:10-11
Porque había sanado a muchos; de
manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él.
Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban
delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
Lucas
4:40-41
Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de
diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno
de ellos, los sanaba.
También salían demonios de muchos, dando voces y
diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba
hablar, porque sabían que él era el Cristo.
Marcos
1:22-25
Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba
como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con
espíritu inmundo, que dio voces,
diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús
nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.
Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal
de él!
Estas y muchas más
Escrituras, nos demuestran cómo los espíritus malos que habían poseído a
ciertas personas de veras, hablaron y conversaron con aquellos que habían
venido a echarlos fuera.
En cierta ciudad,
un hombre trajo a su esposa para ser sanada y librada del poder del diablo que
la tenía atada. Me dijeron que no se podría traerla al servicio y por lo tanto la
tenían en un cuarto a un lado del edificio donde se efectuaban los servicios.
Al pasar por la
puerta de ese cuartillo, allí vi a una mujer muy grande y alta sentada en una
silla con la espalda a la puerta. Pesaba por lo menos 100 kilos y era muy
fuerte.
―Al entrar en el cuarto, ella se volvió
rápidamente y fijó la vista en
mis
ojos con una mirada hosca y temible,
y dijo
al
levantarse de su silla: ―Yo le conozco a Ud... Me dijeron esta mañana que me encontraría con el siervo
verdadero del Dios Omnipotente.‖ La familia
de ella quedó asombrada porque
no le habían mencionado ni una palabra acerca de llevarla a la iglesia ó a un hombre que oraría por ella,
porque odiaba a todas las reuniones religiosas.
Los demonios tenían
miedo y por eso, procuraron mostrarse religiosos. Lea Ud. la historia de la
mujer endemoniada que seguía a Pablo y a Silas gritando: ―Estos hombres son siervos
del Dios
Altísmo‖ (Hechos 16.17).
Cuando los demonios
hablaron así, el Espíritu del Señor se movió dentro de mí con indignación ante
el reconocimiento hosco que los demonios me hicieron, y yo dije: Si, esos
demonios dijeron la verdad.
Usted se ha
encontrado con un siervo del Dios Altísimo, les ordeno en el Nombre de Jesucristo que salgan de la
mujer ahora y la dejen para que pueda volver a ser sana y normal. Salgan de
ella ahora, les mando.
Los
demonios me obedecieron y la mujer fue liberada, y pronto estaba con sus brazos
alrededor de su feliz esposo llorando con lágrimas de gratitud por lo que Dios
había hecho por ella.
Los Demonios Son Inteligentes
En una ocasión cuando Jesús se encontró con
dos hombres endemoniados saliendo de entre las tumbas, cuando los iba a echar
fuera, ellos gritaron: ―¿Qué tenemos contigo
Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido
acá a molestarnos antes de tiempo?” (Mateo 8:29).¿Qué querían decir los demonios con ―has venido acá a (ATORMENTARNOS) molestarnos antes de tiempo?‖ ¿De qué TIEMPO hablaron?
Los demonios saben que el
lago de fuego (el infierno) fue preparado para el diablo y sus ángeles y el día vendrá cuando “el diablo... será
lanzado en el lago de fuego y azufre, donde está la bestia y el falso profeta;
y serán ATORMENTADOS día y noche para siempre jamás” (Apoc. 20:10), juntamente con “los temerosos é incrédulos, y
los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, y los idólatras, y
todos los mentirosos” (Apoc. 21:8) y con “el
que no fue hallado escrito en el Libro de
la Vida (Apoc. 20:15).
Por eso, sabiendo todo esto, temblaron
delante de Jesús, y gritaron: ―¿has
venido acá a ATORMENTARNOS ANTES DEL TIEMPO?”
Los demonios tienen
miedo. Tiemblan delante de los siervos ungidos de Dios hoy día. Porque saben que a nosotros ha sido dada
potestad sobre ellos en el Nombre de Jesús, y que tienen que obedecernos. Por
eso, las personas endemoniadas a menudo se muestran violentas y extrañas cuando
están en camino a los ser- vicios de las campañas religiosas. Aunque puede ser
que la persona no sepa nada acerca del lugar a donde están llevándole, los
demonios son inteligentes, y saben que están llevándole a la Presencia de la
Palabra de Dios y del siervo de Dios quien tiene poder y autoridad sobre ellos.
Ahora, probablemente
puede usted comprender mejor por qué hay tantos totalmente sordos que han sido
completamente curados mientras estaban nada más que sentados ó parados en el
auditorio, mientras La Palabra de Dios fue predicada. Aunque la persona sorda no pudo oír el sermón, sin
embargo, el espíritu sordo se dio
cuenta de que su derrota fue cierta, y temiendo parar en la presencia de la
Palabra de Dios y del siervo ungido de Dios, huyó y dejó al cuerpo que había
poseído, y entonces la persona sorda pudo oír. La misma cosa es verídica en
otras clases de enfermedades.
Unas
personas trajeron a una mujer endemoniada a uno de nuestros servicios para que
oráramos por ella, y al entrar en el salón de entrada del auditorio, La Sra.
Osborn por casualidad estaba parada hablando a alguien en la entrada, apretada
de gente. La mujer endemoniada, comenzó a comportarse muy extraño con los que
la trajeron. Los demonios, por supuesto, supieron que alguien con el
conocimiento de la derrota de Satanás estaba cerca.
Esta
mujer echó una mirada rápida alrededor de sí, y luego fijó la vista en la Sra.
Osborn. Ella miró a la Sra. Osborn con una mirada fija y sus ojos se pusieron
bravos y salvajes, y alzando la mano señaló a mi esposa con estas palabras: “Yo la conozco, y no quiero tener nada que
ver con usted.” Entonces echó maldiciones con las palabras más viles
mientras la llevaban dentro del auditorio. Más tarde, aquella noche, La Sra.
Osborn y yo llevamos a la mujer a un cuarto y oramos por ella, donde fue
librada maravillosamente de los demonios.
Los Demonios Se Resisten A Rendirse
El capítulo 8 de San
Mateo, el capítulo 5 de San Marcos, y el capítulo 8 de San Lucas describen la
escena de Jesús echando fuera la legión de demonios de dos lunáticos.
El contenido de
estas Escrituras revelan lo siguiente:
1.
Los demonios hasta fingían
adorar a Cristo (Mar. 5:6), evidentemente buscando un modo de evitar que el Señor fuera demasiado severo con ellos.
2.
Jesús les mandó que saliesen del hombre. (Lucas
8:29, Marcos 5:8).
3.
Los demonios le rogaron que no
les atormentara (Marcos 5:7, Lucas 8:28), pero cuando el mandato no fue
retractado, los demonios se pusieron más temerosos.
4.
Cristo les preguntó: ―¿Cómo se llaman?‖ (Marcos 5:9, Lucas 8:30).
5.
Los demonios respondieron: ―Legión, me llamo; porque somos
muchos‖ (Marcos 5:9).
6.
Cuando Jesús insistió que se saliesen, los demonios
horrorizados por ser echados fuera de su habitación
en el cuerpo
del
hombre, ―le rogaban mucho que no les enviase fuera de aquella provincia‖ (Marcos 5:10).
Es tormento a los demonios
ser echados fuera, estar sin tener
posesión de un cuerpo por el cual pueden hallar expresión. Un día Jesús dijo:
Mateo 12:43
“Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre,
anda por lugares secos, buscando reposo, y
no lo halla”
Pueden estar
satisfechos solamente expresando sus horribles poderes destructivos en la
posesión de algún cuerpo y vida humana.
Entonces, la legión de demonios que había
poseído a los maniáticos, procuraron regatear aun más. Si fueron obligados a
salir de su posesión humana, la
habitación de segunda importancia sería el hato de puercos que estaba paciendo
cerca. “Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los puercos para
que entremos en ellos” (Marcos 5:12).
7.
“Y luego Jesús se lo permitió. Y
saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó
por un despeñadero en la mar; los cuales eran como dos mil; y en la mar se ahogaron‖
(Marcos 5:13).
Así es que se puede ver que si bien los
demonios se RESIENTEN DE RENDIR su lugar de posesión, tienen sin embargo que
rendirse a la autoridad de los siervos de Dios; y a nosotros. Cristo ha dicho: “os
doy potestad sobre toda fuerza del enemigo”, “en Mi Nombre echarán fuera
demonios.”
El Caso De La Locura
Trajeron a una mujer a la línea para la
oración. Estaba loca, poseída de demonios, Yo le hablé con ternura, diciendo: “Incline su cabeza, por favor”.
La mujer respondió duramente, con los ojos
airados: “Nosotros no inclinamos nuestras
cabezas.”
Esto me sorprendió, y supe que estaba cara a
cara con unos demonios que se atrevían a desafiar a la autoridad que Cristo me
había dado. Dije como mandato: “Sí,
inclinarán sus cabezas, y enmudecerán mientras oro.”
Los demonios, otra vez, me hablaban
desafiándome: “No oramos y no inclinamos
nuestras cabezas.”
Esto me alarmó, y el
Espíritu Santo, que nos ha dado potestad para tales ocasiones (Hechos 1:8) se
movía dentro de mí con toda osadía y les dije: “Enmudezcan, y obedézcanme, porque les hablo en el Nombre de Jesús
según la Palabra de Dios.”
Los demonios
entonces, temiendo, porque supieron que se habían encontrado con una potestad
mayor que la suya, se propusieron regatear con estas palabras: “Nos enmudeceremos hoy, pero mañana
hablaremos.”
Entonces les mandé: ―En el Nombre de Jesús, SALGAN DE ELLA AHORA.” Los
demonios me obedecieron. El semblante
de la mujer se cambió, y fue librada gloriosamente.
Los Demonios Pueden Pedir Auxilio
Jesús enseñó una
lección sumamente instructiva acerca de los demonios, en el capítulo 12 de San
Mateo. Sus verdades han sido descartadas casi por completo en nuestros púlpitos
hoy día, así también como otras enseñanzas bíblicas acerca de los demonios.
Mateo
12:43-45
“Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre,
anda por lugares secos, buscando reposo, y
no lo halla. Entonces dice: “Me volveré a mi casa de donde salí: y cuando
viene, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo
otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y son peores las
cosas últimas del tal hombre que las
primeras”.
Aquí tenemos
evidencia clara de que es posible que los demonios que han sido echados fuera,
entren otra vez en la misma persona de quien fueron echados.
En
el caso mencionado arriba, los demonios fueron echados, pero la persona no
había consagrado su vida a Cristo. Por eso, el demonio fue a llamar a otros
espíritus, más malvados que él, y ellos entraron y moraron allí, y la última
condición de aquel hombre era peor que el principio.
Verdaderamente, Jesús habló en tonos de
advertencia al paralítico que había sido curado, diciendo: “No peques más, porque no te
venga alguna cosa peor” (Juan 5:14).
Los Demonios Pueden Entrar A Solas o Juntos
Ya hemos demostrado
claramente que donde un demonio no puede ganar posesión de una persona, puede
llamar a otros para que le ayuden, y aunque uno puede fallar, juntos es posible
que logren su propósito.
Pero que cada cristiano esté plenamente
asegurado de que, aunque Satanás envíe a legiones de demonios para atacarnos,
todos se retirarán en completa derrota y consternación porque a nosotros se nos
ha dado potestad y autoridad sobre TODOS los diablos, y porque está escrito: “Vendrá
el enemigo como río, mas el espíritu de Jehová levantará bandera contra él‖
(Isaías 59:19).
La hija de la mujer
sirofenicia fue poseída por ―un diablo‖. El diablo dejó a la muchacha cuando se
empleó la fe.
María Magdalena fue
poseída por siete demonios, mas todos salieron cuando Jesús les mandó que
salieran.
El loco de las
tumbas fue poseído por una ―legión‖ de demonios, y ellos también, cada uno de
ellos, obedecieron el mandato del Señor y salieron.
Que sea establecido
por eso, que, aunque sea un demonio ó mil demonios, TODOS TIENEN QUE obedecer
al mandato del siervo de Dios, dado en el Nombre de Jesús.
El Caso De Un Anciano
A un anciano le
trajeron a la línea para la oración. Su familia dijo que tenía artritis, y que
estaba mentalmente debilitado. Cuando se acercó a mí, nunca olvidaré cómo me
sentí. Inmediatamente supe que el hombre era endemoniado, ¡Qué personalidad más
extraña tenía! Antes de saber lo que estaba diciendo, puse mi mano sobre su
frente y mandé: ―Espíritus extraños,
salgan de este hombre y déjenle.‖
Al principio, los parientes se sorprendieron de que yo hubiese dicho que los diablos tenían posesión
del anciano. Tan pronto como les mandé a los espíritus extraños que salieran del hombre, una voz contestó: “No saldremos, no saldremos.”
Con esto, me indigné con los demonios que se
atrevían a desobedecerme cuando sabían que tenían
que hacer lo que dije. Les mandé otra vez: “Obedézcanme y salgan ahora, les ordeno en el Nombre de Jesús.”
Inmediatamente, la voz respondió en tonos
temerosos: “Muy bien, saldremos sí,
saldremos.” Entonces el anciano se sonrió, sus ojos se aclararon, y alzó una mano, mirándome directamente, y dijo
en voz baja:
¡Oh! - Gloria al Señor, soy sanado! Sé que soy sanado.‖ Fue completamente transformado en un segundo.
La artritis había desaparecido, y la
familia lloró de gozo.
Los Demonios
Saben Y Reconocen A Los Que Tienen Potestad Sobre Ellos
A menudo, cuando Jesús se encontraba con los
endemoniados, los demonios gritaron: “Ya sabemos quién eres. Tu eres el Hijo de
Dios”, ó algo semejante. Y no han cambiado los demonios. La mujer dijo a la Sra. Osborn: “Sé quién es, y no quiero tener nada que ver
con usted”, y la anciana me dijo: “Le
conozco. Esta mañana me dijeron que me encontraría con un verdadero siervo del
Dios Altísimo.” Casos como éstos acontecen de vez en cuando. Fue así en el ministerio de Pablo.
Hechos
19:14-16
Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de
los sacerdotes, que hacían esto.
Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús
conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros,
¿quiénes sois?
Y el hombre en quien estaba el
espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal
manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.
Esto es prueba de
que los demonios saben quién son los que tienen poder sobre ellos, conocían a
Jesús y sabían quién era Pablo, pero a estos siete hijos de Esceva que tentaron
a echarles fuera por la fama que recibirían, los demonios se burlaron de ellos
y se enseñorearon de ellos por completo.
―Cuanto a Jesús
de Nazaret; cómo le ungió Dios de Espíritu Santo y de potencia‖ (Hechos 13:38), y
fue el Espíritu Santo que dijo: ―Apartadme
a Bernabé y a Saulo para la obra
para la cual los he llamado‖ (Hechos 13:2). Las dos personas a quiénes
los diablos reconocieron fueron ungidos ambos del Espíritu Santo, el poder de
Dios. El diablo reconoce a tales personas
y les obedece.
Pero el relato en
esta ocasión es una advertencia clara que nunca debemos jugar con el diablo. A
todo creyente verdadero se le ha dado potestad y autoridad sobre TODOS los diablos, y nunca deben temer ni vacilar en ejercitar
esta autoridad,
porque Jesús dijo claramente que ―estas señales seguirán
a los
que creyeren.... En Mi
Nombre echarán fuera demonios.‖
Puedo mencionar para
el mayor gozo de todo creyente que: María Magdalena fue poseída de siete demonios. Sin embargo, un hombre ungido de Dios, echó fuera a
todos los siete demonios. En cambio,
en el caso mencionado arriba, había siete
hombres, ninguno de ellos siervos ungidos de Dios, y todos los siete hombres no pudieron echar fuera
siquiera un demonio; pero un demonio se enseñoreó de todos los siete hombres de tal manera que huyeron
desnudos y heridos. ¡Qué contraste! Prueba que toda la fuerza y sabiduría
humanas son inútiles en la lucha contra nuestro adversario, el diablo: sin
embargo, todos los diablos del infierno son inútiles contra un creyente
verdadero ungido de Dios.
Los Demonios Son Las Causas De Las Enfermedades
Esta verdad
claramente demostrada por las Escrituras, cuando se comprende bien, servirá
como una gran ayuda para su fe en Dios para la curación divina.
Un ministro, quién
estaba presente cierta noche cuando prediqué sobre la relación entre los
demonios y las enfermedades, dijo: ―Reverendo Osborn, el mensaje esta noche me ha ayudado
más
que cualquier otro que jamás he oído, para tener fe en
Dios para la curación de todas nuestras enfermedades. Al saber que las enfermedades son ataques de Satanás sobre
nuestros cuerpos, en lugar de bendiciones de Dios, estoy listo
para resistir la
obra de Satanás, para reprenderle, para ejercer mi autoridad sobre él, y
echarle fuera de mí.‖
La vida de este
ministro fue cambiada desde aquella hora así como mi vida y mi ministerio
fueron transformados la noche que mi querida esposa regresó a casa de la
campaña sanadora del Rvdo. Branham y me contó todo su mensaje sobre la obra de
los demonios en las enfermedades.
La Fuente De Las Enfermedades
El evangelista
explicó claramente. ―Cada enfermedad
tiene vida gracias a un microbio que la hace funcionar. Aquella mala vida en el
microbio no vino de Dios, porque el microbio mata y destruye la vida humana.
Viene de satanás. Es aquella mala vida, ó ‗espíritu de enfermedad‘ que da vida
a las enfermedades, o las dolencias, así como nuestro espíritu de vida a
nuestro cuerpo.
―Todos nosotros nos formamos de un pequeño germen. La vida de aquel germen vino de Dios.
Fue el espíritu del hombre, que Dios
envió a vivir dentro del cuerpo, que había de desarrollarse alrededor de ese
germen. El cuerpo, viviendo por el germen ó espíritu de vida que Dios creó,
creció y se desarrolló hasta que llegó a ser un cuerpo humano completo‖.
―Mientras esa vida ó espíritu se queda en el cuerpo,
el cuerpo vive. Pero tan pronto como el espíritu deja el cuerpo, el cuerpo está
muerto; se pudre y vuelve a la tierra‖.
Continuó el predicador
diciendo: ―Así es una enfermedad o dolencia; comienza como microbio,
una vida mala, vida satánica enviada para vivir
y poseer el cuerpo humano y destruirlo, mediante alguna terrible enfermedad.
Mientras hay vida mala ó el espíritu de enfermedad morando en un cuerpo humano,
la dolencia o enfermedad sigue viviendo llevando a cabo su obra destructiva.
Pero tan pronto como el espíritu malo, o vida mala, o sea ‗el espíritu de
enfermedad‘ ha sido echado fuera del cuerpo en el Nombre de Jesús, aquella
enfermedad ó dolencia se ha muerto. Se pudrirá y saldrá del cuerpo. Este es el
proceso de la curación divina. La vida
de las enfermedades o dolencias, es reprendida y echada fuera, entonces los
efectos de las enfermedades o dolencias pasan en poco tiempo. Cuando alguien es
curado por un milagro, por supuesto, la obra completa
se cumple instantáneamente por el poder
de Dios.‖
Cuando
la Sra. Osborn me contó esto que el predicador había predicado, y me dijo cómo
ella había visto a la gente sanada, entonces, todo el asunto principió a
aclararse para mí. Empecé a comprender bien muchas Escrituras y el ministerio
de la liberación fue una realidad desde aquel momento.
Decidimos: ―Entonces las enfermedades provienen del diablo.
Y nosotros tenemos potestad
sobre el
diablo en el Nombre de Jesús.
Entonces llamaremos a los enfermos. Reprenderemos al diablo que los tiene amarrados
Y que posee sus cuerpos
con enfermedades, echaremos fuera al ‗espíritu
de enfermedad‘, las
enfermedades tendrán que morir, y los enfermos se sanarán.‖
―¡Oh, Aleluya!‖
le dije a mi valiente esposa. ―Vamos a
anunciar una gran campaña de curación divina el domingo por la noche en la
iglesia.‖ Esto hicimos, y los enfermos fueron traídos de lejos y de cerca. Les
pusimos las manos sobre ellos como Jesús nos mandó hacerlo en San Marcos 16.
Reprendimos y echamos fuera a los espíritus de las enfermedades en el Nombre de
Jesús. Sabíamos que la obra fue cumplida. Los enfermos se sanaron, enteramente
como Jesús dijo que acontecería. La gente empezó a divulgarlo por todas partes:
“¡Oraron por mí, y ahora; soy sano!” ―¡Tuve un tumor y ahora ha desaparecido!‖ ―¡Mi
cáncer cayó al suelo pocas horas después de la oración!‖ ―¡Las úlceras en mi
estómago están curadas. Se han ido!.‖
Sanando A Los Enfermos Y Echando
Fuera A Los Demonios
Ahora puede usted comprender esta Escritura: ―Trajeron
a él muchos endemoniados (nótense: que ésta
fue la única clase de gente especificada que fueron traídas al Señor); y echó los demonios con la palabra, y sanó a
todos los enfermos‖ (Mateo 8:16). Esto infiere que las
enfermedades que Jesús sanó fueron causadas por demonios. Echó fuera a los
demonios, y sanó a la gente. Eso es lo que dijo Pedro cuando escribió:
Hechos 10:38
“A Jesús
de Nazaret... le ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder; el cual anduvo...
sanando a todos los oprimidos del diablo”
La Mujer Del Cuerpo Doblado
En San Lucas 13,
Jesús aparece en la sinagoga donde había una mujer que tenía el cuerpo doblado
hasta tal punto que no podía enderezarse. La Biblia dice que ella tuvo “un espíritu de enfermedad” (Lucas
13:11). ¿Qué clase de espíritu? ¿Era una bendición enviada de Dios? ¡NO! Jesús
dijo: “Satanás la había ligado.‖
Si hubieran pedido a
los doctores que la examinaran, ningún especialista de la espina dorsal en todo
el mundo hubiera dicho: “es un espíritu de enfermedad que la tiene ligada.” Los doctores lo llamaría artritis de la
espina dorsal, ó que las vértebras están dislocadas, ó darían algún otro nombre
científico, y tendrían razón en cuanto a los nombres médicos. Si usted quiere
llegar al fondo del malestar, tendrá que darse cuenta de que un espíritu de enfermedad
de Satanás la había ligado. Que se
eche fuera el espíritu malo, que se reprenda la opresión satánica, y ella será
sana. Así lo hizo Jesús.
El Hombre Ciego Y Mudo
“Fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo” (Mateo 12:22). Cuando el diablo fue echado fuera, el
ciego podía ver y el mudo podía hablar. Así vemos que un demonio ciego había causado la ceguera.
El Mudo
“Le trajeron un hombre mudo, endemoniado. Y
echado fuera el demonio, el mudo habló” (Mateo 9:32- 33). Aquí, la
mudez fue causada por un demonio mudo.
El Niño Sordo-Mudo
―Reprendió al espíritu
inmundo
diciéndole: Espíritu mudo
y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más
en él‖ (Marcos 9:25).
Aquí la sordera fue causada por un espíritu sordo que había sido enviado a
poseer al niño y matarle porque ―muchas veces
le echa en el fuego y en aguas, para matarle‖ (Marcos 9:22).
El Hombre Inmundo
―Estaba en la sinagoga un
hombre
que tenía
un espíritu
de un demonio inmundo: el cual (la personalidad demoníaca) exclamó
a gran voz... y Jesús le increpó al
espíritu inmundo diciéndole (a la personalidad demoníaca) enmudece
y sal de él” (Marcos 1:25 y Lucas 4:35).
Aquí había un hombre incorregible en la
sinagoga y su condición fue causada por un espíritu
ó demonio inmundo.
La Fiebre
La suegra de Pedro estaba con una fiebre. “E
inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó” (Lucas
4:39). No se Puede reñir a algo que no comprende las palabras. Se puede
reprender Solamente a las personalidades. Jesús reconoció a Satanás trabajando en este cuerpo como la causa de la fiebre. El reprendió a la fiebre Y la
dejó la fiebre.
Términos Médicos Y Términos Bíblicos
Los doctores pueden
llamarla artritis, pero un espíritu tiránico del diablo es la causa verdadera.
El término médico puede ser ―cuerdas
vocales sin desarrollo‖ y ―nervios muertos del oído‖, pero la causa verdadera es un espíritu
sordo y mudo del diablo que debe ser echado fuera en el Nombre de Jesús. El
especialista puede decir que es glaucoma ó cataratas, pero Jesús dijo que era
un demonio ciego.
El Caso En Nueva York
Una mujer endemoniada
fue traída a una de nuestras campañas. Estaba agarrada en las mismas uñas de
Satanás. El se había propuesto quitarle la vida. Su garganta se cerraba de modo
que no podía tragar.
Voces extrañas
salían de su garganta diciendo cosas terribles. Ella estaba enojona, siempre de
mal humor y atormentada a causa de las voces que le decían que alguien la
perseguía ó la vigilaba.
Cuando oramos por
ella y los demonios fueron echados fuera,
se mareaba por unos momentos como una borracha, entonces, de repente, se
puso normal, sus ojos que antes echaban odio, eran bondadosos y suaves; sus
labios que antes estaban estirados sobre los dientes apretados, va se relajaron
en una sonrisa benigna. Las, lágrimas resbalaban por sus mejillas y dijo con
calma: ¡Oh, Estoy libre! ¡Estoy tan contenta!
¡Estoy curada! ¡Soy
sana! ¡Oh! ¡Me siento como que tengo una garganta nueva. Me siento como libre
de cadenas! ¡Oh, gracias a Dios!‖ Ella fue curada cuando el diablo la dejó.
La Ciega
Una mujer totalmente
ciega fue traída para la oración. Los doctores habían dicho que tenía los
nervios ópticos muertos. Por casi 15 años había andado a tientas en la
obscuridad total con un perro hermoso que la guiaba.
Reprendí al demonio ciego que la tenía ligada; la
dejó cuando se lo mandé en el Nombre de Jesús, y la mujer gritó con gozo ―¡Oh, ahora veo…! ¡Estoy curada!‖
La Niña Loca
Una muchacha hermosa
fue traída para la oración. Los doctores dijeron que había perdido la razón por
haber estudiado demasiado y por haberse esforzado mucho. Cuando el demonio de la locura fue echado fuera en
el Nombre de Jesús, creímos que la había dejado, aunque nada aconteció en
seguida para demostrarlo, sin embargo, pasados unos días, fue normal y al poco
tiempo estaba trabajando diariamente en una fábrica..
Un Milagro En Kingston, Jamaica
Veda McKensie fue
traída en una carretilla vieja por tres mujeres a nuestro servicio en Kingston,
Jamaica. Ella había sufrido, según dijeron los doctores, un ataque completo y
fatal de parálisis debido a una hemorragia cerebral. Había quedada tendida sin
vida por 4 días y noches sin tragar ni una gota de agua ni
un bocado de comida.
Tenía los ojos vidriados y, su cuerpo parecía muerto, aunque seguía el pulso de
su corazón.
Reprendí al demonio que la había paralizado y le mandé
que la soltara y que saliera de ella. Entonces llamé en alta voz: “Veda, abra los ojos y sea curada.‖ Ella fue curada instantáneamente. A los pocos minutos,
ella estaba de pié, y fue a su casa fuerte y
sana.
Cientos de personas
en Kingston, Jamaica, tienen conocimiento de esta curación milagrosa de Veda
McKenzie. La causa de su enfermedad era simplemente un demonio enviado de Satanás para matar y destruirla, pero Dios la libró; gloria a Su Nombre!
Podría contarles
cientos de casos semejantes que han acontecido en nuestro propio ministerio,
pero creo que he contado suficientes para considerarlos a la luz de las
Escrituras, dejando demostrado que la enfermedad es de Satanás, causada
por espíritus de enfermedad y cuando estos espíritus son expulsados en el
Nombre de Jesús, los enfermos son curados.
Para nuestra
meditación
Sin duda la
enfermedad es de Satanás. No sólo las escrituras lo enseñan, sino que también
el sentido común y lógico nos lo enseña.
Piense: Si la
enfermedad fuese de Dios, entonces todos los hospitales serían ―casas rebeldes‖ y no ―casas de
misericordia‖ porque combatiendo contra las enfermedades, se estarían revelando
contra Dios.
Si la enfermedad
fuese de Dios, toda enfermera estaría desafiando a Dios cada vez que alivia a
alguien de su sufrimiento.
Sin embargo, como
la enfermedad es de Satanás, entonces los médicos, las medicinas, los
hospitales, la ciencia de la medicina, deben ser ciertamente de Dios.
Entendiendo que la
enfermedad es de Satanás, toda manera de aliviar a los que sufren debe ser
ordenada por Dios.
Los predicadores que
creen que Dios permite que sus hijos sufran, nunca deben llamar un médico, ni
recomendar tratamiento médico para los miembros de sus iglesias, porque si hace
así, sería procurar evitar la voluntad de Dios en sus vidas. Pero he notado que
los que predican esto, están prontos a recomendar un médico que consideren ―el mejor calificado‖ para aliviar el sufrimiento a través de la medicina y esto, ya
sea que Dios quiera o no quiera que Sus hijos sufran.
Los predicadores que
creen que la enfermedad es una bendición, nunca deben aceptar un buen
tratamiento médico para recibir alivio, antes deberían orar pidiendo que todos
los miembros de su familia y de su iglesia reciban ―esa‖ bendición. Pero noto
que los que predican y enseñan que la enfermedad es una bendición de Dios,
están siempre ansiosos porque el médico opere y retire la ―bendición‖,
quiera o no quiera Dios.
Aquellos que creen y
enseñan que la enfermedad es de Dios, deben estar contra todos los medios
existentes que alivian el sufrimiento. No es lógico enseñar que la dolencia es
dada por Dios y estar recomendando tratamiento médico para ser libres de la
dolencia.
Cómo la enfermedad
es de Satanás, todos los medios para destruirla deben ser de Dios. Si Dios
dejara que suframos para Su gloria, entonces nos conviene sufrir antes que
gozar de buena salud.
Si
es la voluntad de Dios que estemos enfermos no deberíamos hacer cosa alguna
para oponernos a la voluntad de Dios y con paciencia, habría que permanecer
enfermo.
Pero como la
enfermedad es de Satanás, entonces todos los medios de adquirir alivio, deben
ser una bendición, ya sea ―la
oración de fe‖ o ya sean los ―dones de sanidad‖ pueden ser recibidos por los que sirven a Dios fielmente, por
los que creen y confían en Sus promesas divinas. Pero para los que no sirven a
Dios, y no tienen fe en las promesas de Dios para sanar, la ciencia de la
medicina es indispensable.
Capítulo 29
Resumen
Cuando
se inició la Turbación
El hombre y la mujer
fueron creados con buena salud y fuertes, felices y en comunión con Dios. Pero
Satanás el archiembustero, llevó a Adán y Eva a desobedecer las órdenes de
Dios, a dudar de la Palabra de Dios. Así es que pecaron contra Dios y se entregaron
a la autoridad de Satanás para ser esclavos por siempre. A causa de esto,
fueron expulsados del Jardín del Edén, quedando separados de la presencia de
Dios debido a su deliberada desobediencia a la Palabra de Dios. Fue entonces
que la dolencia, el dolor y la enfermedad comenzaron su obra funesta de
destruir la salud de la propia creación de Dios, y ha continuado así desde
entonces, hasta la llegada de Cristo, el Hijo de Dios, quien tomó sobre Sí los
pecados y enfermedades y se los llevó. Pagó el castigo de la desobediencia del
hombre siendo crucificados y azotado; soportó la sentencia de muerte en nuestro
lugar. Ahora, que Él ya pagó
NUESTRA deuda y ya
sufrió NUESTRAS penalidades en NUESTRO lugar, Dios NOS declara libertados. Por
Su sangre derramada recibimos NUSTRA remisión de pecados y por Sus heridas
fuimos NOSOTROS curados. Mateo 26:28; 1Pedro 2:24.
Nuestra Liberación
Como se ve
claramente en los capítulos anteriores de este libro, nuestra salvación,
nuestra liberación y nuestra redención de todas las obras de Satanás fueron
consumadas por Cristo en el Calvario. Cuando enunció las palabras: ―Consumado es‖ fue como si se hubiese levantado la bandera del Vencedor sobre la
tierra libertada, donde se libró batalla y el enemigo vencido, fue obligado a
rendirse.
Cristo,
o ―Príncipe de Salvación‖ (Heb 2:10),
el ―Autor y Consumador de
la fe‖ (Heb 12:2) venció
a este mundo, derrotó nuestro enemigo
(Satanás), lo despojó de su autoridad,
llevó nuestros dolores y nuestros fracasos, y resucitó de la tumba,
triunfando sobre el diablo declarando triunfalmente: ―CONSUMADO
ES‖. Nuestra salvación, nuestra sanidad,
y nuestra liberación están consumadas. La bandera
de la victoria fue
desplegada, el mástil de amor y de paz manchado de sangre fue enarbolado y la bandera está flameando como un
símbolo de triunfo y victoria completos sobre todas las obras del diablo, que
Jesús vino a destruir.
Ahora somos libres
del mal del opresor Satanás en cuerpo, alma y mente. Nuestra tierra es
libertada.
Corintios
6:20
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Cristo, el Príncipe de nuestra salvación,
guerreó en nuestro lugar y nos libertó del poder y dominio del enemigo. Ahora
podemos decir: “Estoy salvo por su sangre
y curado por Sus heridas‖ pues la redención
es nuestra para siempre.
Oposición de guerrilleros – Guerra
ilegal
Pero ¿por qué hay
tantas personas todavía enfermas y dolientes siendo que muchas son creyentes?
Porque a pesar de que nuestra propiedad fue libertada legalmente del enemigo, a
pesar de que el régimen de Satanás quedó destruido por Cristo, a pesar de que
Satanás fue privado del poder sobre nosotros, todavía queda una hueste de
demonios que continúan resistiendo nuestro avance y nuestra victoria. No tienen
derecho legal para continuar afligiendo con dolencias y enfermedades a aquellos
que son salvos. Pero ellos saben que muchos millares de personas no saben que
Satanás se entregó y fue derrotado. Millones de personas no saben que las
fuerzas de Satanás no tienen derecho legal alguno sobre nosotros, pero
continúan la oposición ilegal contra la raza humana y operan sus asaltos de
enfermedad y fracaso contra muchas personas por causa de la ignorancia del
pueblo. Mientras el pueblo no sepa de la derrota legal de Satanás, él puede
hacer sin impedimento. Pero nosotros debemos leer y conocer la Palabra de Dios
y descubrir el registro de derrota completa de Satanás. Entonces podemos “resistir al diablo firmes en la fe y él
huirá de nosotros”.
Reconociendo nuestro enemigo
Satanás es nuestro
adversario. Los demonios son nuestros enemigos, que continuamente sufren cuando
les decimos nuestros derechos legales y son envidiosos de nuestra herencia.
Siempre procuran impedir nuestro progreso y tratan de robarnos cada centímetro
cuadrado de nuestra tierra de prometida. Pero como Josué y los hijos de Israel,
debemos entrar y poseer nuestra tierra prometida in miedo.
Nos conviene
reconocer a nuestro enemigo, identificarlo bien, saber de sus métodos de guerra
y prepararnos para expulsarlo con fe y pericia. Eso podemos hacer solamente
leyendo y conociendo la Palabra de Dios.
2Corintios 10:4
Las armas de nuestra milicia no
son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas
Efesios 6:12
Porque
no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Todo lo que es destructivo, maligno,
detestable y esclavizador es de Satanás. Todo lo que es bueno, bendito,
benigno, amable y puro es de Dios. “Toda buena dádiva y todo don perfecto
desciende de lo alto, del Padre de las luces” (Sgo 1:17)
“Como
todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por
su divino poder”
(2Pedro 1:3).
“Porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas
de los hombres, sino para salvarlas”. (Lucas 9:56)
Todo indica que
Satanás es un mal diablo y que Dios es un buen Dios. Las cosas buenas vienen de
Dios y las cosas malas vienen de Satanás.
Satanás, nuestro
adversario, está siempre presente para disputar nuestra fe, nuestra sinceridad,
nuestros derechos de alianza. Satanás permanece en rebelión constante contra
Dios y Su familia. Pero Jesucristo
―Se manifestó para
deshacer las obras del
diablo (1Juan 3:8). Las obras del diablo son y siempre fueron
las de ―matar y destruir” (Juan 10:10) las almas, mentes y cuerpos de la creación de Dios,
ya sea enteramente o parcialmente, pero
Cristo vino para destruir todas estas obras de Satanás y lo venció, dándonos
autoridad sobre todos los demonios.
Cómo sufre Satanás
¡Qué celoso es él!
El se nos opone. Él nos detesta. Pero somos prevenidos a estar siempre alertas.
Nos fue dada una armadura completa con al cual resistirlo. Jesús, antes de
regresar al Padre, otorgó a todo creyente el derecho de usar ―Su Nombre‖
contra el diablo, ―La espada del
Espíritu‖ que es la Palabra de Dios está
en nuestra mano, nuestros pies están calzados con el Evangelio, el yelmo de
nuestra salvación está sobre nuestra cabeza y el escudo de la fe es nuestra
defensa con que apagamos todos los dardos de fuego del maligno. (Efesios
6:13-18)
Oigan a nuestro Capitán diciendo: ―Les doy poder para pisar TODA fuerza del
enemigo” (Lucas 10:19). “Les
doy autoridad y poder sobre todos los demonios‖ (Lucas 91). “En
Mi Nombre expulsarán demonios” (Marcos 16:17).
“Pondrán las manos
sobre los enfermos y sanarán” (Marcos 16:18).
Nunca tenemos que temer, solamente tener buen ánimo, ser fuertes en la fe y con
toda la armadura de Dios resistir a Satanás; en el Nombre de Jesús; expulsar
demonios y con la Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, VENCER TODA
FUERZA QUE SE OPONGA… ¡Amén!
Capítulo 30
La Enfermedad ¿Es Bendición o Maldición?
|
Muchas personas dicen: Tal vez Dios produzca un bien a través de
esta enfermedad sobre mí. Puede ser
Su voluntad que esté sufriendo enfermedad. ¡Tal vez sea Su bendición
disfrazada! Puede ser una de las maneras misteriosas con que Él hace las cosas
para cooperar para mi bien‖
Los siguientes hechos son suficientes para demostrar que estas declaraciones
no son verdad:
1- Dios llama a la
enfermedad CAUTIVERIO
Job 42:10
Y quitó Jehová la aflicción* de Job, cuando él hubo
orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de
Job.
*(La versión de la Biblia portuguesa dice ―cambió Dios el cautiverio de Job‖)
Está escrito:
Job 2:7 Entonces salió Satanás de la presencia de
Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la
coronilla de la cabeza.
Cuando Dios sana a
Job, las Escrituras relatan la cura de este hombre de Dios como liberación del
CAUTIVERIO.
Tal CAUTIVERIO
nunca puede ser la voluntad de Dios para los hombres ahora porque dice acerca
del ministerio de Jesús:
Lucas 4:18
Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón;
A
pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos;
A poner en
libertad a los oprimidos;
Vemos, entonces
que Dios llamó a la enfermedad cautiverio y a todo cautivo de enfermedad ha
sido ahora concedida la LIBERACIÓN entera y completa.
2- Jesús llama a la
enfermedad ATADURA, LIGADURA.
Luc 13:16
Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado
dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?
Recuerda
que cuando Jesús vio a esta mujer encorvada le dijo: ― mujer estás libre de tu
enfermedad‖ (vs.12) Dijo que Satanás
la tenía ATADA.
No dio a entender de forma alguna,
que Su Padre amoroso,
intentando perfeccionar algún defecto en ella la tenía atada. Dios o ATA a los
hombres. Él los suelta. Jesús no dijo que la mujer sufría así para que se haga humilde, no es que era una manera
misterios a de Dios para perfeccionar Su voluntad en ella. Jesús dijo que
SATANÁS LA TENÍA ATADA. Ser atada así no podía ser voluntad
de Dios para los hombres hoy en
día. El ministerio de Jesús era ―PONER EN LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS‖ (Lucas 4:18). Fue profetizado también, acerca de
Su Gran Ministerio del Nuevo Testamento que soltaría “las cargas de opresión” dejaría
ir libres “a los oprimidos” y rompería “todo el yugo” (Isaías 58:6)
3-
El ESPÍRITU SANTO llama a la enfermedad OPRESIÓN
Hechos 10:38
Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a
Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
No dice ―a
todos los bendecidos del Padre‖. Entendemos
que estas son palabras del Espíritu Santo porque cuando Pedro hablaba estas
palabras, todos los que oían fueron llenos del Espíritu Santo. Entonces, el
Espíritu Santo, hablando por intermedio de Pedro, en la casa de Cornelio, dijo
que la enfermedad es OPRESIÓN.
Sabemos con certeza
que Dios no planeó que sufriésemos cualquier forma de opresión de enfermedad, o
cualquier otra forma de opresión, porque el ministerio de Jesús, en el Nuevo
Testamento, fue planeado como lo expresó el profeta: ―Para dejar IR LIBRES ALOS OPRIMIDOS‖ (Isa 58:6)
La libertad, la
independencia, la liberación, los yugos rotos, las cargas sueltas, son las
marcas de grandes misericordias del ministerio del Nuevo Testamento.
Observamos que
tenemos así palabras de cada Persona de la Divinidad, cada una se ha expresado
acerca del mal satánico llamado enfermedad. Dios llama CAUTIVERIO. Jesús las
llama ATADURAS, El Espíritu Santo las llama OPRESIONES.
Si nuestra actitud
difiere de la Divinidad, debe ser porque está ERRADA.
“Conoceréis la VERDAD y la VERDAD os hará libres” (Juan
8:36)
“Estad pues firmes en la LIBERTAD con la que
CRISTO NOS HIZO LIBRES” (Gal 5:1)
Capítulo
31
La Autoridad
del Creyente
Lucas 9:1-2 Habiendo reunido a
sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para
sanar enfermedades.
Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a
los enfermos.
Habiendo reunido a sus doce
discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar
enfermedades.
Lucas 9:2 Y los envió a predicar el reino de Dios, y
a sanar a los enfermos.
Marcos 3:14-15 Y estableció a
doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen
autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios
El Ministerio de Autoridad
Lo que creemos hoy
en día es casi una tontería si nos atrevemos a considerar la REALIDAD de las
Palabras de Jesús. ¡Cuán simple era lo que hablaba y cuán poderosas Sus
palabras!
Lucas 4:32
Y se
admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.
¡Qué gran desafío
aceptar Sus palabras exactamente como Él las habló y comenzar a desempeñar el
ministerio como Él dio mandamiento!
¿Poder dado al que cree?
Pedimos
constantemente a todos que no nos miren. Sólo podemos prometerles un gran
desaliento si esperan recibir algo de nosotros.
Pero Pedro hablaba diferente
a nosotros “No nos miren a nosotros
porque no tenemos cosa alguna”. Pero Pedro dijo: “Míranos, lo que tengo te doy” (Hechos3:4-6).
Observe la diferencia, ¿es posible que eso sea la explicación de la diferencia
en los resultados? Creo que sí.
Pedro explicó que
era el poder de Cristo resucitado el que operaba los milagros (vs 12 y 13),
pero ese poder estaba EN Pedro. Y se prometió el mismo poder a cada persona que
cree (Hechos 2:39)
“Míranos”
El Pueblo hoy piensa
que Pedro hizo bien en decir: ―Míranos‖, pero cuando se trata de nosotros, decimos
que lo mismo sería una blasfemia. Declaro
que todos tenemos el mismo poder y autoridad que Pedro tenía. Todos los que
creen pueden hacer las mismas cosas que los que creían, podían hacer entonces
LLEVANDO A CABO LAS PALABRAS DE COMISIÓN DE JESÚS, igual que ellos las llevaban
a cabo. Si estuviésemos llenos de ese PODER nosotros también podríamos decir: ―Lo que tengo, eso te doy‖ y ver los enfermos y cojos restaurados.
¿Elías resucitó de los muertos?
Herodes oía hablar
de Jesús y las obras de los doce discípulos, y reo de sus pecados, habiendo decapitado a Juan el Bautista, ―estaba perplejo
porque algunos decían que
Juan había resucitado de los muertos,
otros, que Elías había aparecido, otros que algún
profeta de los antiguos había resucitado‖. (Lucas
9:7,8)
No un profeta resucitado, solamente
simples pescadores
―¡No Herodes,
no era Moisés el que hacía estas cosas!, ¡No era Elías reaparecido! ¡No es el
Juan
que degollaste, él no resucitó de la muerte! Era solamente el simple y viejo
pescador Pedro, junto con los otros
discípulos de Nuestro Señor Jesucristo.‖
El pueblo hoy piensa
igual a como pensaba en el tiempo de Herodes. Al recordar a Wigglesworth o
algún otro hombre que se dejaba usar por Dios, piensa: Si uno de esos
resucitara de la muerte, veríamos esas maravillas. ¡Ah hermano! Dios usaba a
Wigglesworth en el tiempo de él; PERO AHORA ES TU TIEMPO.
Ahora
Él quiere hacer de ti un Wigglesworth, un Price, un Pearlman, un Dowie. Sí,
Dios quiere hacer eso de ti mismo.
Eres ―creyente‖
―Estas señales seguirán a los que CREEN‖. Quiero que esto penetre en lo más profundo
de tu corazón. Esos milagros no eran efectuados a mano de un profeta
resucitado. Eran obras como las de los pescadores comunes del tiempo de Herodes
revestidos del mismo poder que Elías tuvo, pero no era Elías.
Si Pablo viviera hoy
La iglesia dice: ―Si solamente Elías estuviera aquí‖ o
―Si Pablo
viviese hoy‖ o ―Si tan sólo tuviésemos a Moisés u otro profeta entre nosotros
hoy; ellos tenían gran poder con Dios, sí, Dios operaba por intermedio de ellos‖ ¡Ah hermano!
Sobrepóngase a sus deseos desalentadores. Eche a un lado sus súplicas inútiles. Mire a su alrededor y
vera la posición que USTED tiene hoy. El creyente hoy posee el mismo poder y
autoridad que el creyente tenía antes – Si hace uso de él.
Debilidad es fortaleza
Pero
dice Ud.: ―Soy tan pequeño y débil‖ Esa es la clase de gente que Dios quiere
usar. Moisés dijo eso (Éxodo 3:11; 4:1, 10).
Isaías dijo eso (Isaías
6:5).
Jeremías dijo eso (Jer 1:6).
Jesús dijo: ―Sin mí,
nada podéis hacer‖ (Juan
15:5). Cuando
eres
débil entonces eres
poderoso (2Cor 12:10). ―Diga el débil, fuerte
soy‖ (Joel
3:10). La potencia
de Dios
―se perfecciona
en la
debilidad‖ (2Cor 12:9);
―sacaron
fuerzas de debilidad‖ los
antiguos profetas (Heb 11::34)
Cuanto más débil usted se sienta, más fuerte ES en Dios
Este hecho,
comprobado por tantas Escrituras, no concuerda con el testimonio de nuestros
cinco sentidos naturales. Pero ―Por FE
andamos, no por VISTA (2Cor 5:7) y “La
fe es la certeza de lo que se espera” (Heb 11:1). Por tanto la fe trata
de las cosas INVISIBLES Y NO DE LOS SENTIDOS. Así es que nos conviene
declararnos FUERTES en Él mismo cuando nos SENTIMOS débiles en nosotros mismos.
El Hombre Natural y la Palabra de
Dios
La mente natural nunca comprenderá esta
realidad. Ni el hombre natural podrá entenderla, porque la “…Los designios de la carne son
enemistad contra Dios porque no se sujetan a Dios, ni tampoco pueden” (Romanos
8:7)
“El
nombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para
él son locura, y no las puede entender porque se han de discernir
espiritualmente” (2Corintios 2:14)
…‖Nadie conoció las cosas de Dios, sino el
Espíritu de Dios” (1Co 2:11)
La fe no es sensación
Nunca sentiremos que
podemos hacer las cosas que Jesús dijo que podemos hacer, tales como sanar
enfermos, echar fuera demonios, limpiar los leprosos y resucitar a los muertos,
porque NOS SENTIREMOS MUY DÉBILES; pero ninguna persona que esté dispuesta a
actuar de acuerdo con sus SENSACIONES, o que juzgue las cosas de acuerdo con la
APARIENCIA EXTERNA, jamás conocerá la bendición de la potencia de Dios
perfeccionándose en la debilidad humana (la debilidad que SENTIMOS).
Cuando nos SENTIMOS
débiles en la carne, testificamos sobre nuestra debilidad y así glorificamos a nuestro adversario que se
deleita socavando nuestra fuerza y haciendo fracasar el gran plan de Dios para
esta época de milagros por la fe.
En cambio, si cuando
nos SENTIMOS débiles, nuestro testimonio fuera de acuerdo a lo que Dios ha
dicho, dispuestos a declarar lo que “Cuando somos débiles, entonces somos
fuertes”; este testimonio de la Palabra daría la victoria sobre la
sensación de debilidad y así nos fortaleceríamos para hacer proezas; todavía
más, glorificaríamos a dios, el único que puede transformar nuestra flaqueza en
fuerza y transformar nuestro fracaso en victoria.
El secreto que traerá Otro Gran Avivamiento
Si la Iglesia puede
ser convencida de que ella puede hacer
lo que Dios dice que puede hacer, y que ella
es lo que Dios dice que es; otro gran día de victoria triunfal, como
aquellos vistos en la iglesia primitiva (y creo que aún mayores) será el
resultado inevitable.
Recordemos la gran
oración de Jesús por nosotros en Juan16:18 “Así como Tu Me enviaste al mundo, también
Yo Os he enviado al mundo”. Ahora somos ordenados a representar a
Cristo EN ESTA vida. Tenemos que hacer las obras de Jesús, tenemos que
manifestar Su fe, tenemos que manifestar Su amor, y tenemos que hablar las
PALABRAS del Padre que Él Cristo nos dio para hablar; Juan 17:7,14. Somos
ordenados a REPRESENTAR a Cristo en toda la faz de este mundo justamente como
Él, nuestro hermano mayor, representó al Padre en el mundo.
Se puede ver en
Jesús, el sueño del Padre hecho un Hijo. Jesús fue el ―Hijo Modelo‖ pero ahora
Pablo dice:
Gálatas 4:6,7
Y por
cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el
cual clama:
¡Abba, Padre!
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero de Dios por medio de Cristo.
Claro que si
declarásemos eso, ciertamente seríamos acusados, como acusaban a Jesús, de
hacernos iguales a Dios.
Cierto hermano que entendió su privilegio en el
Evangelio, y que tuvo el coraje de declararlo, fue acusado de la siguiente
forma: “Este señor, se hace igual a
Cristo” A esto él respondió sabiamente: “No,
no me hago igual a Cristo. Él me hace igual a Sí Mismo – y Él lo permite.”
La Autoridad en el Nombre de Jesús
Filipenses
2:9,10
Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla
de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
Todos los seres,
en todos los tres mundos tienen que arrodillarse delante del NOMBRE todo
victorioso y todo poderoso; y Jesús dijo que en Su Nombre podríamos hacer las obras que Él hacía.
Juan 14:12
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las
obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al
Padre.
¡Cuán grande es el
poder disponible cuando creemos esto y actuamos con esa autoridad!
Pablo dijo: ―Somos embajadores de Cristo‖ (2Cor 5:20). Un embajador no duda de la
fidelidad del país que él representa,
sabe que será respaldado en lo que diga. Él sabe que lo hará. Él propio título
de su oficio da a entender eso. Se espera así que Lo representemos. ―… os
rogamos en Nombre de Cristo” (2Cor 5:20). Así, Dios, el Padre, nunca falla
en cumplir las palabras de Jesucristo.
Hijos – no siervos
Si tengo que
desempeñar el papel de Cristo,
entonces espero que el Padre me trate como Su Hijo primogénito. Según Gálatas,
capítulo 4, él me tomó por hijo y me constituyó hijo – me hizo incluso
coheredero con Jesús.
Coherederos
Sin dos personas
fuesen coherederas de cien mil dólares, no recibirían cada una cincuenta mil
dólares; las dos juntas serían herederas de cien mil dólares. Los mismos cien
mil dólares. Eso es coherencia.
Pablo dice:
Gálatas 4:7
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero de Dios por medio de Cristo.
En Romanos, él
esclarece esto todavía más y de manera aún más penetrante:
Romanos 8:17
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados.
Nos hace coherederos
del mismo poder que Jesús poseía. Recibimos la adopción de Hijos. Somos
herederos de Dios, como Jesús era heredero de Dios. Es por intermedio de Él que
tenemos este privilegio maravilloso. Es por medio de la fe que reclamamos esta
herencia maravillosa. Es NUESTRA PARA QUE LA RECLAMEMOS. Es nuestra por derecho
legal. Cada uno de nosotros debe tomar para sí su lugar como un HIJO de Dios,
como un HEREDERO de Dios, y con ese PODER IGUAL QUE CRISTO, según Juan 14:12.
Debemos avanzar hacia nuestro lugar, actuando representativamente en el lugar
de Jesús, trayendo al mundo las bendiciones prometidas por el padre Celestial y
Eterno.
Enfatizando el fracaso
Se habla
y predica mucho
acerca de aquellas cosas de las cuales la Iglesia
CARECE, de lo que la Iglesia
debería tener; sobre lo que la Iglesia POSEÍA ANTES y sobre lo que ella NO
PUEDE HACER para solucionar sus FRACASOS, DERROTAS Y FALTAS; pero se ha dicho
muy poco acerca de QUÉ
SÍ PUEDE HACER el creyente, del poder que él REALMENTE TIENE, y de los secretos
de la fe que VENCE.
Hay mucho énfasis
dado en el ministerio del predicador en exponer todos los fracasos, flaquezas,
incapacidades y faltas de los creyentes; pero entendamos que es inútil hacer un
diagnóstico sin prescribir el remedio.
Hablando del punto
de vista del ―sentido común‖ me parece que debemos dar mayor importancia
al mensaje que anima al creyente a intentar hacer lo imposible antes de
llevarlo a sentir fracaso.
Reconozco así
también, el hecho de que Pedro comenzó a hundirse cuando retiró los ojos del
Señor. Pero antes de resaltar su fracaso (porque no quiero que se haga eso
contra él), antes quiero enfatizar la proeza de andar sobre las aguas aunque
haya sido por poca distancia e intentar convencerlo a Ud. de que él podía
repetirlo. Tal vez en la segunda vez, el hubiera podido enmendar su fracaso.
El poder del coraje bíblico
Tengo leído mucho sobre la sanidad divina, milagros y
ministerios sobrenaturales mediante el poder de Dios, pero muchas veces terminé
la lectura con la impresión que, en cuanto era posible, solamente algunos
especialmente escogidos serían usados por Dios para desempeñar estas cosas. Mas
cuando un cierto librito, recomendado por un amigo, cayó en mis manos, noté que
el autor del libro se enfocaba continuamente para convencer al lector que PODÍA
hacer cualquier cosa, y toda cosa que Dios le dijo que podía hacer. Ese mensaje tenía el espíritu de un vencedor.
Me hizo sentir que YO ERA UN VENCEDOR.
Acepté el desafío del autor LLEVANDO A CABO LA
PALABRA DE DIOS, como el autor persistía en sugerir. Y con este estímulo
que YO PODÍA HACER PROEZAS, y que YO PODÍA VENCER, todo lo que es espiritual
adquirió un nuevo aspecto. El ministerio de
predicador se volvió una cosa diferente visto desde este punto de vista.
Tu puedes ser vencedor
Creyente,
tú PUEDES HACER
todo lo que Dios, dice que puedes hacer.
Él
dijo: ―Sobre los enfermos pondrán
sus manos y sanarán‖ entonces
eso mismo sucederá
cuando impusieres tus manos sobre los
enfermos, confiando en que Dios cumple Su Palabra.
Si Jesús dijo: ―En Mi Nombre echarán
fuera
demonios‖ y se NOS dio poder y autoridad sobre TODOS
los demonios, como el texto dice que Él hizo, entonces debe significar que
cuando mandamos a un demonio salir de un endemoniado, el demonio TIENE QUE
OBEDECERNOS, si creemos que Dios cumple Su Palabra.
Si Jesús quiso decir una cosa, quiso decir lo que dijo. Si la Palabra
de Diso significa una cosa, significa lo
que dice: Dios HARÁ lo que Él dice que hará y nosotros podemos hacer lo que
Dios dice que PODEMOS HACER.
Di: “Yo puedo” – no digas: “Yo no puedo”
Llegué a notar que
no crezco espiritualmente quejándome que ―no
puedo hacer‖. Después de prestar
atención en hacer de mi testimonio la afirmación: ―PUEDO HACER‖, según lo que
Dios ha dicho en Su Palabra eterna me noto creciendo espiritualmente.
Pablo clama: ―TODO LO PUEDO EN
Cristo
que me fortalece‖
(Filip 4:13).
Pablo
nunca habló de que NO PODÍA HACER, él hablaba de que
PODÍA. Acostúmbrate a creer que PUEDES todo lo que Dios dice que puedes. Cree
que es todo lo que Dios dice que es, ES.
―Somos siempre
CREYENTES TRIUNFADORES cuando creemos en la Palabra de Dios (2Cor
2:14)
Solamente personas simples – como tú
y como yo
Moisés, Daniel,
David, Elías, Pedro y Pablo eran del mismo material que nosotros – así es. Eran
personas simples, iguales que tu y yo. ―Elías
era hombre sujeto a las mismas pasiones que nosotros‖ (Santiago 5:17).
Moody, Finney Price,
Wigglesworth, Dowie, y muchos otros, eran gente común, igual a nosotros. La
única diferencia es que se rendían por entero a Dios, creían en Sus palabras y
LAS LLEVABAN A CABO. Eso tú descuidaste hacer, tal vez – en esto consiste la
diferencia entre ellos y tú.
Vacío de ti mismo – Lleno de Dios
Al
Rev.
Shea
de Rochster, Nueva York,
el Espíritu
Santo
le dijo: ―Sí, puedes tener más de Dios,
cuando Dios pueda tener más de ti” Eso
es el principio de Dios que habla de la
consagración de nuestras vidas a Él. Dios ha usado siempre los hombres que se
sometieran en TODO a Él – sí, y Él TE
USARÁ hasta la altura de tu consagración a Él.
Hoy somos nosotros
Dios quiere
despertarnos para el hecho de que TENEMOS QUE ENFRENTAR AL MUNDO y servir según
a una necesidad HOY, como Pedro lo hizo en su tiempo. HOY es nuestro día de servir.
Arremángate, oh
creyente, tus mangas, sal tu mismo y liberta a los cautivos. Abre TÚ los ojos
de los ciegos, destapa TÚ los oídos delo sordos, rompe TÚ mismo los puños de la
dolencia. El mundo cuenta con TU socorro. TÚ tienes ese poder en TU vaso. TE ES
dado. Desempéñalo hoy. Inicia hoy, ponlo en actividad representativamente en el Nombre de Jesús – en lugar de Él.
Otros partieron – nosotros
permanecemos
En la primavera de
1947, mientras pastoreábamos la Iglesia del Evangelio Completo en McMinnville,
Oregón, oí hablar de la muerte del Dr. Charles Price. Nunca lo había encontrado
en mis idas y venidas, pero al saber de su fallecimiento lloré amargamente.
Dios comenzó a hablarme. El Espíritu trajo a mi mente a Wigglesworth,
McPherson, Pearlman, Smith, Kenyion, Price y otros ninguno de los cuales oí
predicar ni conocí personalmente – y ellos HABÍAN PARTIDO- PARTIDO PARA NUNCA
MÁS VOLVER A SERVIR EN ESTE MUNDO. Nunca los encontraré aquí. El mundo nunca
más volvería a sentir la influencia maravillosa de su ministerio, sólo queda
oír lo que hablan de sus proezas de fe. ¡Oh, como fui quebrantado!
Dije: ―Señor, ELLOS YA FURON. Hay todavía millones
de personas muriendo. Hay multitudes de personas enfermas y sufriendo. ¿QUIÉN
irá a socorrerlas? ¿Quién despertará nuestras grandes ciudades y llenará
nuestros grandes auditorios con poder magnético de Dios, sanando a los enfermos
y expulsando demonios? ¿Qué va a hacer eso en este mundo ahora?
Mi comisión
Dios respondió mis preguntas así: “Mi hijo, como YO era con Moisés, así seré
contigo. Ve TÚ y expulsa los demonios. Sana Tú a los enfermos. Purifica Tú los
leprosos. Resucita TÚ los muertos. He aquí yo TE doy poder sobre todo el poder
del enemigo. No te atemorices. Esfuérzate. Ten buen ánimo. ESTOY CONTIGO COMO
ESTABA CON ÉL. Nadie TE podrá resistir todos los días de TU vida. (Sabía que
por “nadie” Él quería decir ninguna fuerza maligna). Usaba esos hombres
entonces, pero AHORA TE QUIERO USAR A TI”
Milagros y Sanidades
Acepté lo que Dios
dijo, aunque empecé a temblar muchísimo. Nunca entrará en mi mente que Dios
quisiese utilizar un vaso despreciable como yo. Desde entonces, acontecieron
millares de milagros y sanidades a través de muchos países e islas del mar en
cuanto tomábamos nuestro puesto, haciendo lo mismo que Jesús nos guiaba hacer.
Descubrí que Jesús realmente quería decir lo que decía al presenciar ver a los
ciegos, oír a los sordos, los mudos hablando y los cojos andando, nuestros
corazones palpitan al saber que Él realmente está CON NOSOTROS todos los días
hasta la consumación de los siglos (Mateo 28:20)
Sí amigo, Dios TE
quiere usar. Si TÚ realmente obedeces a Su Palabra PONIENDOLA EN
ACTIVIDAD, todo TE
será posible. Fíjate en Lucas 1:37 ―Porque para
Dios
no hay
nada imposible‖; también
fíjate Mateo 17:20 “nada TE será imposible”. Cuando Dios llamó a Moisés, Él
carecía de un hombre obediente a quien pudiese usar. Cuando llamó a Josué,
precisaba de un hombre. Cuando llamó a David, precisaba de un hombre (el mundo
juzgaba a David como apenas un niño, pero Dios lo consideraba un HOMBRE. Cuando
Pedro fue ungido en pentecostés, Dios precisaba de un HOMBRE. Los hombres
siempre se valen de métodos, pero Dios se vale de HOMBRES.
Dios va a usarte
Dios carece de
HOMBRES para hoy. Quiere escogerlos de entre gente tan simple como TÚ y YO.
¿POR QUÉ NO TE OFRECES A TI MISMO PARA SER EL HOMBRE DEL QUE DIOS SE PUEDA
VALER
HOY? ―¿Quién
sabe si para tal tiempo como
ESTE (hoy en
día) TÚ llegaste a este reino?‖ Ester
4:14
Si esto te
conmueve, hará vibrar mi corazón al saberlo. Este mismo mensaje ¿no sería gran
bendición para muchas otras personas si lo leyesen?
Pide un stock de libros y ayúdanos a ayudar a
otros. “No te niegues a hacer lo bueno a quién es preciso, estando en tu mano
el poder para hacerlo‖. (Prov 3:27)
Capítulo 32
POR QUÉ LOS CREYENTES ESTÁN
ENFERMOS Y
NUNCA DEBEN ESTARLO |
Eres Tú una de los
millones de personas que por mucho tiempo han permanecido enfermos y débiles?
Si es así, ¿estás
buscando sinceramente liberación de esa enfermedad? ¿Quieres estar bien de
salud?;
¿Quieres una razón
para ser sanado? La actitud mental que tengas al leer este mensaje, determinará
el beneficio que recibirás de ella.
La actitud de Dios para con la enfermedad
Primeramente quiero
decirte lo siguiente: Dios no estima la enfermedad, ni precisa que sufras para
Su gloria. La enfermedad no glorifica a Dios más que el pecado o cualquier otra
cosa más. Es la LIBERACIÓN que glorifica a Dios.
Paulo dijo a los Corintios que había ―muchos débiles y enfermos‖ entre ellos porque
no discernían el
CUERPO del Señor. 1Cor 11:29,39. En eso se encuentra la respuesta a las
preguntas acerca de tantas enfermedades en la iglesia hoy en día. No es que
Dios esté purificando o glorificando Su Iglesia por medio del así llamado ―horno de aflicción‖. No es que Dios esté probando la fe de sus hijos. La
enfermedad es debida a la falta de instrucción
acerca del CUERPO de Cristo como instruimos acerca de la Sangre de Cristo.
Muchas veces,
dirigiendo los cultos en iglesias, hemos pedido a la asistencia que levanten
las manos para determinar cuáles son las personas enfermas. En casi todos los
casos más del setenta y cinco por ciento, levanta las manos a causa de alguna
enfermedad, dolencia o debilidad. ESO NO DEBE SER ASÍ. ¿Cuál es la razón? ¿Por
qué hay un setenta y cinco por ciento de miembros de nuestras iglesias
sufriendo de enfermedades y dolencias que Jesucristo, nuestro Sustituto, ya se
llevó por nosotros? (Mt 8:17)
Declaro que la
respuesta es simple cuando tenemos la actitud correcta. Tenemos que discernir
correctamente el CUERPO del Señor.
Contraste entre cierta iglesia del
Viejo Testamento, y cierta iglesia del Nuevo Testamento.
Como contraste entre
la iglesia de Corinto donde a pesar de ser pequeña en número, muchos eran
débiles y enfermos, quiero mencionar una iglesia mucho mayor, con cerca de tres
millones de miembros que existía bajo condiciones mucho peores, con todo, esa
iglesia ―no tuvo un sólo enfermo” Salmo105:37.
Era el pueblo de Israel rumbo a Canaán.
He
aquí dos iglesias: Una del Viejo Testamento, la otra del Nuevo Testamento. Una
era controlada por la ley; la otra bendecida por la gracia.
Una fue establecida
por la sangre de animales; la otra por la sangre del Hijo de Dios. Con todo esa
iglesia gobernada por la ley, con sangre de animales, con tres millones de
miembros, no tenía un solo miembro enfermo o débil. Al contrario, esta otra iglesia
del Nuevo Testamento, bajo la gracia y la sangre de Jesús, con solamente unos
pocos miembros, tenía MUCHOS miembros débiles y enfermos. Había, ciertamente,
algo errado ahí.
La Salud provista en la liberación de Israel
Vamos a visitar a
Egipto, donde habitaron los hijos de Israel durante cuatrocientos años. Los
malos gobernantes hicieron esclavos a los hijos de Dios. Pasaron largos años
los hijos de Israel lidiando como esclavos en una nación pagana. En la
esclavitud, pasaban largas horas clamando al Señor por liberación.
Pero está escrito,
que cierto día
Éxo 2:24,25 Y oyó Dios el gemido de ellos, y se
acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.
Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció
Dios.
Y Dios escogió a
cierto hombre llamado Moisés, a quién dijo:
Éxodo 3:7-10
Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi
pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues
he conocido sus angustias,
y he
descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra
a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del
cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido
delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.
Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para
que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
Dios aún oye las
oraciones de Su pueblo e esclavitud y habla las mismas palabras a los que necesitan
liberación.
Moisés atendió este
llamado para libertar al pueblo de Dios. Luego de mostrar muchas señales y
maravillas en Egipto, vino el tiempo de dar el último paso. Y Dios le dijo:
Éxo 12:3 Hablad a toda
la congregación de Israel,
diciendo: En el diez de este mes tómese cada
uno un cordero según las familias de los padres,
un cordero por familia.
Éxo 12:6 Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la
congregación
del
pueblo de Israel entre las dos tardes.
Éxo 12:7 Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los
dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.
Éxo 12:8 Y aquella noche comerán la carne asada al
fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.
Éxo 12:11 Y lo comeréis así:
ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en
vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.
Quiero que noten
bien que había dos cosas que debían hacer: APLICR LA SANGRE del cordero y COMER
LA CARNE del cordero. Muchas personas hacen a un lado este acto de COMER EL
CUERPO DEL CORDERO que es tan significativo como beber Su sangre.
Note los dos
pasos:
Primero: El ángel de
la muerte, que iba a pasar sobre Egipto, matando los primogénitos de cada familia,
era tipo de la muerte eterna del alma del hombre causada por la naturaleza
perversa y pecaminosa por la cual la sangre de Jesucristo, nuestro cordero,
hizo la expiación así como la sangre del cordero pascual hizo expiación por
Israel. Todo esto trataba el problema del pecado, trataba la necesidad del
alma- no el problema de enfermedad, no la necesidad del cuerpo.
Segundo: El comer la carne del cordero, trataba las necesidades físicas del
hombre. Nos conviene recordar siempre que COMER EL CUERPO DEL CORDERO no tenía
relación alguna con el pasaje del ángel de la muerte, porque la sangre de
Cristo, nuestro Cordero, es la única expiación por nuestros pecados,
redimiéndonos y libertándonos de penalidad del pecado, que es la muerte.
Israel iniciaba un viaje,
que era tipo de nuestro viaje como creyente por la vida, rumbo al Canaán
Celestial. Dios planeó que Su pueblo fuese de buena salud y fuerte para esta
salida y ese es aún Su plan.
¿Qué
sucedió cuando Israel comió el cordero? Nada importante que los hombres
pudieran percibir; pero el comer la carne del cordero era tan significativo
como la aplicación de la sangre en los umbrales de las puertas.
Las dos acciones se
hacían por fe, vislumbrando en el porvenir el mismo sacrificio de Jesucristo en
el Calvario que nosotros veneramos como un acto del pasado cuando en fe tomamos
de los DOS EMBLEMAS, el pan y vino,
en memoria de la muerte de Nuestro Cordero.
Dios ha instalado
en el cuerpo humano una fábrica pequeña que se llama el estómago. Los alimentos
que comemos se digieren ahí y salen a entrar en el sistema circulatorio. Y
llega a ser carne de nuestra carne, hueso de nuestro hueso, piel de nuestra
piel, cuerpo de nuestro cuerpo. Llega a ser parte de nosotros.
La carne, ó sea el CUERPO del cordero inmolado en Egipto,
al ser comido, llegó a ser parte de los Israelitas. Llegó a ser carne de su
carne, hueso de su hueso, piel de su piel, cuerpo de su cuerpo, y era símbolo
del CUERPO de Jesucristo, el Hijo de
Dios, quién más tarde iba a ser inmolado por todo el mundo. (Véase Juan 6:35).
Cuya vida, dijo Pablo, sería ―manifestada
en nuestra
carne mortal” (II Cor.
4:11), declarando que nosotros por fe, habíamos llegado a ser “miembros
de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” (Efes. 5:30). Participamos
simbólicamente del mismo CUERPO de
Cristo cada vez que participamos del pan en la Santa Cena (Véase I Corintios
10:16). La fe reconoce esta verdad y reclama los beneficios prometidos por el CUERPO que fue herido por nosotros, el
cuerpo que recibió los azotes tan crueles por los cuales somos sanados (I Pedro
2:24).
Los Israelitas
comieron el CUERPO del cordero y
empezaron su viaje al día siguiente. En el camino encontraron que todas sus
enfermedades habían desvanecido y todas sus aflicciones habían desaparecido. Y;
¡he aquí! “no hubo en sus tribus enfermo” (Salmo 105:37). Nadie estaba enfermo; nadie debilitado, nadie
delicado de salud; al contrario, cada uno de ellos era fuerte, sano y robusto. Ellos habían comido del cuerpo del cordero que
había llegado a ser parte de su propio cuerpo.; ¡Maravilloso! ¡Admirable! ¡Casi
increíble! Piense Ud., en casi 3 millones de personas, ¡ni una persona débil entre ellos!
Cuando obedecieron los mandatos de Moisés,
aceptando su mensaje acerca del cordero Dios
hizo un pacto un CONTRATO con ellos,
diciendo. “Yo soy Jehová tu Sanador” (Ex. 15:26). ESA ES SU PROMESA TODAVÍA, a pesar de que muchos en la Iglesia de
Corinto murieron antes de su tiempo. TODAS
las promesas de Dios esperan nuestro reclamo por fe, entonces llegan
a ser nuestras.
Acuérdese Ud. de que
Israel no tan sólo puso la sangre en los postes, que era un símbolo de la
salvación del pecado, sino que ellos también comieron del CUERPO del cordero, que era símbolo de la curación de las
enfermedades. ¿Por qué digo esto? Fíjese un poquito más y va a comprender por
qué hago esta declaración.
El PECADO y las
ENFERMEDADES son los gemelos de maldad de Satanás, designados para derrumbar,
matar y destruir la raza humana que es la creación de Dios.
La SALVACIÓN del
pecado y la SANIDAD para las enfermedades son las gemelas de misericordia que
Dios ha provisto para suplir cada necesidad física y espiritual del hombre.
Cuando Jesucristo se
hizo el Substituto del hombre, llevando en sí el pecado, y las enfermedades del
hombre, lo hizo para que el hombre fuera librado de ellos y de su poder. Así El
expió los pecados del hombre, llevándolos por él (I Pedro 2:24); El proveyó la
manera de quitar las enfermedades del hombre, llevándolas por el hombre (Mateo
8:17). El hombre que cree estas verdades y que acepta los sacrificios del
Calvario como la substitución para sí mismo, está libre de sus pecados y de sus
enfermedades, no importa si ―siente‖
ó no un cambio inmediatamente. Si lo cree y si se porta como si lo creyera en
verdad, siempre se producen los resultados prometidos.
La Liberación del pecado y de la enfermedad
Dios no tan sólo fue
el Libertador del ángel de la muerte para los Israelitas, sino también, el
sanador de sus enfermedades y El dijo, ―Yo
Jehová, no me mudo‖ (Malaquías 3:6).
CADA Israelita que
puso la sangre en los postes de su casa fue protegido del golpe del ángel de la
muerte, y cada Israelita que comió
carne del cuerpo del cordero fue librado de las enfermedades y se hizo fuerte, sano y robusto. Ese ha sido el plan de Dios
para sus hijos obedientes en todas Las Sagradas Escrituras.
En su alabanza a Dios, David dijo, ―Bendice,
alma mía,
a Jehová, Y no olvides NINGUNO
de sus beneficios. El es quién perdona
todas tus iniquidades (allí tenemos el asunto del pecado), El que SANA todas tus dolencias (allí
tenernos el asunto de las enfermedades)” (Sal.
103:9, 3); así demostró que tanto la liberación del pecado como la de las
enfermedades ha sido provista.
Isaías dijo de este glorioso Cristo que había
de venir: ―él herido fue por nuestras rebeliones, molido
por nuestros pecados (allí está el
asunto del pecado): y por su llaga fuimos
nosotros curados (allí está el asunto de las enfermedades)” (Isaías 53:5); así demostró otra vez
que se ha hecho una provisión para nuestra liberación tanto del pecado como de
las enfermedades.
Entonces, cuando
vino Jesús y empezó a predicar el evangelio del reino de Dios, fue probado que
El es no sólo el Sanador de enfermedades sino también el que perdona pecados.
Era el mismo Cristo quien dijo,
―Levántate,
y toma tu lecho, y vete a tu casa‖ (allí tenemos el asunto de
la enfermedad), quién dijo también, ―Hijo,
tus pecados te son perdonados‖ (allí tenemos el asunto del pecado) (Marcos
2:5, 11). Jesús así proveyó el perdón para los pecados y la curación para la
enfermedad del hombre paralítico.
Jesús El Sanador Y Salvador
Tres años de la vida
de Jesús fueron utilizados en sanar a los enfermos y en predicar a los
pecadores. Entonces llegó la época crítica durante la cual iba a hacerse el
substituto del hombre. Iba a hacerse pecador con nuestros pecados (II Cor.
5:21) é iba a hacerse enfermo con nuestras enfermedades (Isaías 53:10). Tanto
el pecado como las enfermedades había que quitarlos, pero antes de que pudieran
ser quitados justamente, la pena para ambos tenía que ser pagada. Jesucristo,
el sin-pecado y sin-enfermedad, era el único que podía hacer esto; El lo hizo
por causa de Su gran AMOR hacia
nosotros y lo hizo por nosotros (Isaías
53).
Pero antes de que
Jesús fuera a la cruz del Calvario, El trató de mostrarles a Sus discípulos lo
que debían esperar y lo que serían
los efectos del sufrimiento que El iba a padecer. Así Pablo lo relata todo:
―Que el Señor Jesús,
la noche que fue entregado, tomó PAN; Y habiendo dado
gracias, lo partió,
y dijo: Tomad, comed: esto es MI CUERPO que por vosotros es partido:
haced esto en memoria de mí.
Asimismo tomó
también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto
en Mi sangre: haced esto todas las veces que bebiereis, en memoria de mí‖ (I
Cor. 11:23-25).
Es posible que los
discípulos que se sentaron a la mesa y le oyeron hablar estas palabras no
comprendieran mucho de lo que les decía. No tenían idea de lo que iba a
pasar... pero pasó. Cruel, impío, brutal y malo como fue, sin embargo, todo fue
por la liberación mía y la suya.
Por las manos de hombres crueles, Jesús, Nuestro CORDERO, fue azotado. Le escupieron, Fue herido. Fue atormentado. En Su cuerpo los terribles azotes de
los romanos dejaron hondas huellas al arrancar materialmente pedazos de carne
de Su espalda. ESTOS FUERON LAS LLAGAS por
las cuales según Isaías y Pedro, FUIMOS SANADOS. Y estas llagas fueron puestas
en Su CUERPO. Su cuerpo fue
azotado brutalmente por nosotros. Esto no fue la expiación hecha por nuestros pecados. Sino que Jesús estaba cargando
en sí nuestras enfermedades y así proveyó la curación de nuestros cuerpos. Y
quiero decirlo otra vez: aquellos azotes,
llagas y heridas por los cuales fuimos sanados fueron puestos sobre Su CUERPO. Mateo
dice: ―El mismo tomó
NUESTRAS enfermedades, y llevó
NUESTRAS dolencias‖ (Mateo 8:17).
Después de que
habían azotado y herido Su CUERPO, por
cuyas llagas fuimos nosotros curados, entonces le clavaron en la cruz y le
traspasaron el costado. Su sangre se derramó al suelo, pero la sangre fue
―derramada
por muchos para remisión de los pecados” (Mateo 26:28), y no
para la curación de las enfer- medades.
Jesús, Nuestro
Cordero, sufrió de dos maneras. Derramó Su sangre en la cruz para nuestra salvación del pecado, y llevó en Su CUERPO las llagas para nuestra curación de las enfermedades. En la intensa agonía espiritual y la agonía física del Calvario, que
Jesús sufrió mayormente en Su espíritu, dado que durante aquel tiempo, aún Su
Padre Celestial le desamparó, Jesús llevó nuestros pecados, siendo hecho pecado por nosotros (II Cor. 5:21). Pero en
la agudísima agonía física del Pretorio, donde Jesús sufrió en Su CUERPO los terribles azotes de los
romanos, llevó nuestras enfermedades; pues
allí por Sus llagas recibió la enfermedad como expiación por nosotros (Isaías
5.3:10), y por Sus llagas somos sanados.
Cuando todo había
terminado y Jesús había vuelto a la diestra del Padre Celestial, y había
sentado, ya que todo era ―consumado‖, ya que había librado completamente al
hombre, espiritual y físicamente de toda esclavitud satánica, el Espíritu Santo
reveló a Pablo el significado de todo esto. Se puede hallar interpretado en las
cartas de Pablo.
Así es que Pablo nos habla en la Primera
Epístola a los Corintios, capítulo once, del sacramento de la Santa Cena, que
cada iglesia cristiana observa. Nos habla acerca de los DOS EMBLEMAS que tomamos en memoria de los
sufrimientos de Jesucristo, Nuestro Cordero: el pan y el vino; símbolos
vivos del CUERPO herido y lastimado por nuestra curación física, y la sangre derramada por
nuestra curación espiritual. Después nos
dice: ―Porque todas las
veces que comiereis este
pan, y bebiereis esta copa, la muerte del
Señor anunciáis hasta que venga‖ I Cor. 11:26).
En capítulo 10 de Primera Corintios,
versículo dieciséis, Pablo interpreta estos DOS EMBLEMAS: ―La copa de bendición que bendijimos, ¿ no es
la comunión de la sangre de Cristo? El PAN que partimos,
¿no es
la comunión del CUERPO de Cristo?”
La SANGRE de Jesús fue derramada cuando El
llevó nuestros pecados para que nosotros no tuviéramos que llevarlos, y para
que pudiéramos escapar de ellos y librarnos del poder del pecado en nuestras
vidas. El CUERPO de Jesús fue azotado cuando El llevó nuestras
enfermedades para que nosotros no tuviéramos que llevarlas y para que
fuéramos sanados y librados del poder de las enfermedades en nuestras vidas.
Cuando se les enseñe
a los cristianos cómo discernir su liberación de todas las enfermedades y del
poder de estas enfermedades en sus vidas por las llagas en el CUERPO de Cristo, así como se les ha
enseñado discernir su liberación de todo pecado y del poder de ese pecado en
sus vidas por la SANGRE de Cristo,
entonces estarán tan libres de las enfermedades corno del pecado. Entonces, las
enfermedades tendrán tan poco poder sobre ellos como los pecados. Entonces no vivirán
sufriendo enfermedades así como no cometerán pecados. Considerarán que las
enfermedades son tan perjudiciales para sus cuerpos corno el pecado para sus
almas. No tolerarán ni las enfermedades ni los pecados. Ni las enfermedades ni
el pecado encontrarán lugar en sus vidas. Creerán que Dios tendría tan poca
razón en hacerles enfermarse corno tendría en hacerles pecar. Verán que las
enfermedades son de tan poco valor para la gloria de Dios como el pecado. No admitirán
en sus vidas ni las enfermedades ni los pecados. Verán
que los pecados y las enfermedades han sido quitados, ya que han sido llevados
por Nuestro Maravilloso Substituto: Jesús, el Cordero de Dios, traspasado y
herido por nosotros.
Participando De La Comunión (La
Santa Cena)
Cuando se nos sirven
los emblemas de la Santa Cena en memoria de la muerte de Nuestro Señor, tomamos
la copa del jugo de la vid, y muy
reverentemente, lo tomamos. Después de beberlo, generalmente, expresamos
nuestra gratitud a Nuestro Padre Celestial por Su Cristo tan precioso, y por el
poder milagroso que hay en la sangre de Cristo para lavar y quitar todos
nuestros pecados. Nos regocijamos porque el poderío del pecado que había en
nuestras vidas ya ha sido vencido; que el pecado ya no tiene dominio sobre
nosotros. Pero, ¿Cómo sabemos estas cosas? ¿Por qué somos tan confiados?
¿Quién nos dijo
estas cosas? ¿Quién nos dijo que hemos sido redimidos de nuestros pecados; que
hemos sido librados por completo del poderío del pecado? ¿No han exagerado al
decirnos que la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo
pecado? Contestamos que ¡NO!
Esta es la verdad.
La verdad siempre libra. Estamos libres del PECADO.
Una sola vez para todas, Cristo fue sacrificado. Hemos sido salvados de una
vida de pecado, y creemos que el pecado no tendrá más dominio sobre nosotros,
porque somos SALVOS. Se nos ha
enseñado la verdad acerca de esta parte de los beneficios de la expiación de
Cristo. Si nos hubieran enseñado lo mismo acerca del CUERPO de Cristo, hubiéramos sido librados de las enfermedades de
la misma manera que hemos sido librados del pecado.
Pero al servirnos el
PAN, lo tomarnos con ternura, y COMEMOS EL PAN (es decir, un recuerdo del
cuerpo de Jesús, Nuestro Cordero), así como los Israelitas comieron del cuerpo
del cordero inmolado en Egipto. Entonces, otra vez damos gracias por el
maravilloso sacrificio de Jesús. Le damos gracias que el CUERPO de Cristo fue
herido por nosotros; y no nos han enseñado más. No nos han dicho de los
beneficios que podríamos recibir porque Su CUERPO fue AZOTADO Y HERIDO por
nosotros.
Generalmente,
durante la Santa Cena los ministros han pasado Por alto ―El que sana todas tus
dolencias‖ (Salmo 103:3). Y porque la iglesia no ha discernido correctamente
el CUERPO del Señor, muchos están enfermos y debilitados hoy en día.
La Copa Y El Pan
En la Santa Cena, la
copa (jugo de uva) representa la sangre de
Cristo derramada en beneficio de muchos para la remisión de los pecados. Y cuando yo lo tomo, me
regocijo porque mi naturaleza pecaminosa ha sido cambiada; porque he vuelto a
nacer y soy hecho una nueva criatura; porque SOY SALVO. Con esta actitud, he discernido debidamente la sangre del Señor. Esto lo han hecho
debidamente los Corintios y, miles de los cristianos de hoy día.
En la misma Santa
Cena, el pedazo del pan partido representa el cuerpo de Cristo, herido con azotes crueles, por cuyas llagas se me
curó y se me quitó mi enfermedad. Cuando
lo tomo, me regocijo porque mi cuerpo debilitado y enfermo ha sido cambiado;
Porque ha llegado a ser hueso de Su
hueso, carne de Su carne, y cuerpo
de Su
cuerpo
(Efesios 5:30). y que ―la vida de Jesús es manifestada en mi carne mortal (que era débil y enfermo)‖
(II Cor. 4:11); que las enfermedades ya no
tienen más poder sobre mí; que SOY SANADO.
Con esta actitud, he discernido
debidamente el CUERPO del Señor. Esto, multitudes hoy día NO LO HAN HECHO.
Sirviendo Los Emblemas, Rehusando Los Beneficios
Muchas veces me he
preguntado por qué aquellos pastores que no predican la curación divina para el
cuerpo, sirven el PAN a su congregación, aquel pan que representa el CUERPO de Cristo, sobre el cual fueron
puestas las llagas y heridas, por las cuales nosotros ( todos los creyentes)
fuimos curados ( Isaías 53:5; 1 Pedro 2:24. Sería consecuente que sigan
sirviendo la ―copa‖, que representa la sangre derramada por la
remisión del pecado, a sus congregaciones porque la han discernido debidamente
y son bendecidos por la SANGRE de
Cristo; pero, parece inútil y una pérdida de tiempo que sirvan a sus
congregaciones el
―pan‖ que
representa el CUERPO del Señor, azotado y herido en beneficio de nuestra salud
física, NI luego sigan diciéndoles que la curación divina va no es para la
iglesia de hoy día. Si no lo es, entonces, yo sugeriría que sean consecuentes y
que dejen de servir el EMBLEMA del
sacrificio de Jesús, Nuestro Cordero, que provee tal curación a la iglesia. Muchos
de sus miembros están enfermos ó debilitados porque. aunque participan del
Cuerpo del Señor no comprenden (disciernen) el CUERPO del Señor como deben.
Cuando Jesús dijo: ―Este pan que por vosotros es partido
representa mi cuerpo‖. El esperaba que
comprendiésemos que fue su cuerpo que recibió las llagas crueles por las cuales
somos curados. El discernir debidamente a Su cuerpo traerá la liberación de
nuestras enfermedades, lo mismo que el discernir Su sangre derramada quitará
nuestros pecados. Algunos toman La Santa Cena indignamente y por lo tanto no son capaces de discernir ni
aprovechar con fe el cuerpo del Señor para su salud, aun después de haber
recibido instrucciones. Si un hombre que necesita salud, primero ―se examina‖,
se pone en armonía con Dios, para que pueda ―comer
el pan y beber la copa dignamente‖,
como Pablo les enseñaba. Entonces será capaz de discernir el cuerpo del Señor
con fe para su salud.
Los beneficios de la
curación en el CUERPO herido de
Nuestro Cordero, son enseñados tan claramente por todas Las Escrituras como los
beneficios de la salvación en la SANGRE derramada
de Nuestro Cordero.
Discierna Ud. el CUERPO como haber sido azotado y herido,
por cuyas heridas sus enfermedades fueron sufridas y Ud. fue curado y la salud será suya tan seguramente como
cuando discierne la SANGRE como haber
sido derramada por usted; y en ese sacrificio sus pecados fueron llevados por
otro y ahora Ud. es salvo.
La enfermedad
perderá su poderío sobre su cuerpo así como el pecado perdió su poderío sobre
su alma. Usted estará tan libre de las enfermedades como del pecado. Cristo, su
Substituto, llevó ambas cosas POR USTED, por
lo tanto, no es necesario que usted los lleve. Creyendo esta porción de la
Palabra de Dios y portándose conforme a tal creencia, usted está libre... sí,
libre de las enfermedades así como
del pecado.
Es necesario que el
pecado y las enfermedades sean llevados una sola vez. Y dado que está escrito
que Jesucristo ya los ha llevado, entonces el hecho de que Cristo ya los llevó
resulta completamente EN VANO en
vista de que usted no ha sido beneficiado.
Pero yo le declaro
que como Cristo ya los llevó, usted y yo NUNCA
NECESITAREMOS LLEVARLOS y así ―por Sus
llagas somos sanados” y por
Su sangre tenemos la ―remisión del
pecado‖. Ahora ya no creemos en el
derecho de las enfermedades para reinar en nuestro cuerpo así como negamos el
derecho del pecado para reinar en nuestro espíritu.
Reclame por la FE a ambas de estas provisiones
maravillosas. Acéptelas como las suyas. Acepte Ud. a Jesús como su Salvador y
estará libre de las enfermedades lo mismo como está libre del pecado.
Nadie jamás clamó
socorro en vano a Cristo en el sufrimiento, pero cuando multitud tras multitud
Lo apretaba queriendo sanidad lo que está escrito siempre es lo mismo “Curó
a todos” Mat 4:24; 8:16; 12:15,35; 14:14; Lucas 4:40; 6:19 etc. ―Y poniendo sobre ellos las manos, los sanaba‖ Lucas 4:40. Crsot vino a hacer la voluntad
de Su Padre, por lo tanto, predicaba el evangelio y ―curó a todos los que estaban enfermos‖. ―Anduvo… sanando a todos los
oprimidos por el diablo” (Hechos 10:38). Su
razón para curar a TODOS se encuentra en la expiación. Él tomó sobre sí
(substitutivamente) NUESTRAS enfermedades y llevó NUESTRAS dolencias (Mat
8:17). Se fueron NUESTRAS dolencias que el Señor llevó, Él las llevó todas.
Cuando Jesús curó a la mujer con hemorragia, no lo hizo sólo por esa mujer, lo
que hizo en su muerte fue por todo el mundo. Desde que la expiación fue la
razón por la cual Cristo curaba a TODOS; Él quiere continuar curando a TODOS
los que cumplieren las condiciones, porque lo que la expiación hacía por los
que vivían en aquel tiempo, fue también por nosotros en nuestro tiempo. “Él
probó la muerte por todos”. Su propósito en ordenar predicar esto a
toda criatura (Mar 16:15-18) es que toda criatura reciba los beneficios.
Capítulo 33
Algunos Enemigos
de la Fe
1-
2- El deseo de leer acerca de la Palabra en lugar de leer la propia
Palabra
―La fe es por el oír
y el oír por la Palabra de Dios‖ (Rom
10:17)
Leer acerca de la
fe, acerca de los hombres de fe, produce apenas un anhelo profundo por la fe.
Es solamente leyendo u oyendo la lectura de la PALABRA de Dios que produce fe.
3- Ignorar lo que es creer
Hay
gran diferencia entre un sustantivo y un verbo. Un sustantivo es el nombre de
una persona, lugar u
objeto. Un
sustantivo puede indicar una cosa absolutamente muerta, por ejemplo: ―cadáver‖
es un sustantivo. ―Cajón‖ es un sustantivo. Pero un verbo,
generalmente, significa ACCIÓN.
Un maniquí o un
cadáver no pueden ACTUAR. ACTUAR es VIDA que produce acción. FE es un
sustantivo, CREER es un verbo. Conozco personas que dicen tener gran fe.
Algunas decían que tenían
―toda la fe del mundo‖. Eso puede ser, pero ―toda
la fe del mundo‖, si no fuera
acompañada por la acción correspondiente, es FE MUERTA. “La fe sin las obras es muerta” (Santiago
2:20). Es posible tener fe y con todo no adquirir cosa alguna de Dios. Pero
CREER es diferente, porque la palabra ―creer‖ es un verbo y un verbo generalmente indica
acción. Cuando crees estás concretando la promesa. Es cuando juntas la acción
con tu fe, eso es CREER. Es el acto de desempeñar la promesa, siempre lleva a
Dios a actuar para cumplir la promesa. Creer en la Palabra es concretar, llevar
a cabo la Palabra. Creer y actuar. La
fe es la causa de la acción.
4- La confesión errada
No debes hacer una
cosa y confesar otra. Pablo dice: ―Con
la boca se confiesa para salvación‖
(Rom 10:10). No es correcto confesar a Jesús como tu Señor y luego comportarse
como pecador. Si lo hicieses, tu confesión
no significaría cosa alguna. Serían
solamente palabras vanas. Si confesaras ―Por
sus heridas fui curado‖ no estarías en cama por causa de la fiebre. Ésta no
tendría importancia y todo se haría según tu confesión. Ningún síntoma podría
interferir si retienes firme la confesión de tu fe, porque ―fiel es Aquel que prometió‖ (Heb. 10:23).
Jesús es el Sumo
Sacerdote de NUESTRA CONFESIÓN (Heb. 3:1). Él cumplirá Sus responsabilidades
como Sacerdote, teniendo cuidado de que recibamos el cumplimiento de todas las
promesas de Dios, aquellas que confesamos con nuestra boca y creemos en el
corazón.
La Palabra de Dios
en nuestra boca y en nuestro corazón es equivalente a SU VOZ, y excluye toda
razón para la duda. Es entonces que la ―simiente‖ (que es la Palabra de Dios) está en ―buena Tierra‖, donde SIEMPRE produce fruto. No hay posibilidad de fracaso
cuando actuamos así, según la Palaba de Dios. Es de esta manera que probamos
que las Palabras de Cristo son ―espíritu
y vida‖, como Él dice que son. ―Yo soy el Señor que te sana‖… ―en
tu boca y en tu corazón‖ (Rom. 10:9)
hará desaparecer ―toda enfermedad‖.
Cuando María dijo
al ángel Gabriel: ―Hágase conmigo
conforme a tu palabra‖, eso fue ―una palabra de fe‖ en su boca y en su
corazón, y convirtió las palabras del ángel en poder creativo y dio así el Salvador al mundo. Todas nuestras bendiciones
han sido el resultado de la ―palabra de
fe‖ en el corazón de ella.
La Palabra de
Dios en nuestro corazón y en nuestros labios es tan eficaz como cuando Dios
dijo:
―Hágase la luz‖,
ya que ―el universo fue constituido por
la Palabra de Dios‖. María dice: ―Hágase en mi según Tu PALABRA‖ con fe lo que
era imposible según los hombres. Eso es llamar “las cosas que no son como si
fuesen” como lo hizo Abraham (Rom 4:17)
Todas las promesas
son Dios hablándonos. Así entonces, en lugar de dejarlas pasar desapercibidas,
digamos como María ―Hágase en mí, según
Tu PALABRA‖ a cada promesa. De esta
forma comprobaremos que no hay Palabra de
Dios que esté vacía de poder.
5- La
Esperanza
La
Esperanza nunca es fe
La esperanza es
expectación. La fe transforma la esperanza en realidad.
Mucha gente confunde
ESPERANZA con FE. Pero la esperanza es siempre futura así como la fe siempre es ahora.
La esperanza es
vigorosa; está siempre llena de entusiasmo pero nunca posee cosa alguna. El
propio hecho de ESPERAR una cosa es prueba de
que no la tenemos; pero la fe es poseedora. ¡Cuán grande es la diferencia!
Tanto la esperanza
como la fe, son bíblicas, a pesar de no ser la misma cosa. Hay tiempo de
espera, y hay tiempo de poner la fe en actividad. Esperamos las bendiciones que
Dios preparó para nuestro futuro (o sea una corona de justicia, una mansión,
felicidad eterna etc.) pero debemos concretizar nuestra fe por las bendiciones
que Dios suplió para nosotros AHORA. La sanidad, como el perdón es una
provisión para todos, y es ofrecida gratuitamente a todos AHORA, y por la cual
nunca debemos ESPERAR, pero sí reclamar por
la FE, ahora.
Hay promesas en la
Biblia, y hay también, declaraciones de
hechos en ella. Una promesa es para el futuro, pero una declaración de un
hecho es para el PRESENTE. La vida de Cristo es una esperanza. Las mansiones
que vamos a ver, son una esperanza. Es futura. ―La esperanza no avergüenza‖, dice la Palabra. La esperanza pertenece a
cosas futuras. No esperamos lo que ya tenemos. Romanos 8:24. La fe recnoce las
cosas que las Escrituras declaran sr nuestras y las reclama a pesar de los síntomas
mentirosos. Por ejemplo: “Por Sus llagas fuimos sanados”. Eso
no es una promesa. Eso es una declaración de un hecho. Eso no ESPERAMOS. La fe
reclama eso ahora y si creemos en eso, PONEMOS ESA DECLARACIÓN DE HECHO EN
ACTIVIDAD. Nos levantamos de la cama. Lanzamos a un lado todos los auxilios.
Concretizamos toda nuestra liberación como haríamos si un abogado nos informase
que mil dólares nos fueron dejados como herencia en el banco. NO ESPERARÍAMOS
cobrarlo en algún tiempo futuro sino que iríamos a cobrar el dinero. Nunca
digamos: ―Espero ser curado algún día‖. Ya FUIMOS CURADOS. Creamos en eso y
comportémonos según nuestra fe; la salud será nuestra.
6- Orar pidiendo fe
Algunos oran de esta forma: ―Señor,
ayúdame a tener fe”. ―Ayúdame a creer en Tu
Palabra‖. Se olvidan que la Biblia dice que ―la fe es por el oír… la
Palabra de Dios‖ (Rom 10:17), no
por la oración
que pide fe. Pedir fe sería como si dijese: ―Padre, ayúdame a estar convencido de que querías decir lo que
dijiste cuando diste esta promesa‖. Aquellos que pidan fe a Dios no
reconocen que Jesús dijo que somos CREYENTES (los que creen). Aquel que es
creyente no puede dudar. Jesús dijo: ―Aquel
que cree será SALVO‖. Si eres salvo,
eres creyente. Nunca pidas al Padre que te ayude a creer. Eres creyente. Ahora
ACTÚA EN SU PALABRA.
7- Concordar con la Palabra
Muchos que dicen
que tienen toda la fe del mundo prueban luego, muchas veces lo contrario, de lo
que dicen. Por ejemplo dicen: ―¡Sí,
realmente tengo toda la fe del mundo! ¡Siempre creí en el precioso libro de
Dios, la Biblia! Pero por alguna razón no consigo curarme. Nunca tuve salud. Me
esfuerzo constantemente par creer, pero
parece que no alcanzo cosa alguna. ―Tal
persona no reconoce el hecho que Dios dice que FUE CURADO en el Calvario por
las heridas de Jesús.
Rehúsa creer que le
fue dada buena salud cuando Cristo sufrió las heridas por las cuales fue
sanado. Concuerda con su cabeza que la Palabra es verdadera, pero no lo cree de
corazón y nunca TRAJO A MANIFESTACIÓN LAS PALABRAS
DE DIOS. Toda la fe que algunas personas tienen es solamente ACERCA DE LO QUE HABLAN. Aunque parezca extraño, el
hecho es que siempre se muestra la fe más por las
acciones que por las palabras. Cuando los cuatro hombres de la historia
relatada en Marcos 2 llegaran con el paralítico y lo bajaran por el techo Jesús
“viendo
la fe de ellos”- no los oyó hablar de la gran fe que tenían, más VIENDO
su fe, sanó al hombre. Vio su fe en
sus ACCIONES. Nunca hables ni alardees de tu fe. Si tienes fe, ¡muy bien! “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb
11:6), pero no hables constantemente de tu fe. CONCRETA TU FE. Eso es creer.
Si Dios dijo: ―Yo soy el Señor tu Sanador‖ y ―que
cura TODAS tus enfermedades‖, entonces
PON ESO EN ACTIVIDAD. Y así va Dios a actuar para cumplir Su promesa. No te
quedes en tu cama hablando de tu fe, mientras te quejas del dolor que sufres;
levántate confiando en la Palabra de Dios, CONCRETANDO TU FE, y Dios cumplirá Su
Palabra.
8- Confiar en la fe de otro
Ten tu propia fe.
Toda persona debe edificar su propia fe. Noto que la mayor parte de las
personas vive en la mayor indiferencia hasta que enfrenta un gran peligro.
Caen enfermos, o un
ser querido sufre o surge un problema financiero u otro problema que amenaza
toda su vida futura. Entonces procura desesperadamente encontrar alguien para
poder llorar y suspirar, citar Escrituras y hacer lo que llaman ―oración‖
– pero todo es inútil porque no está
basado en la fe. Si hubiese fe, no habría lloros y suspiros. Habría regocijo
porque sabrían que cualquier cosa que pidiesen al Padre en el Nombre de Jesús,
Él lo haría.
NO se aumenta la fe
compadeciéndose. Se aumenta CONCRETANDO LA PALABRA y dejando a la Palabra
habitar en nosotros como habitaba en Jesús.
Capítulo 34
Estas son Algunas cosas que No Debes Hacer |
1-
No te esfuerces para creer. PON EN MARCHA LA PALABRA. Eso es creer.
2-
No confieses algo que contradiga la Palabra de Dios.
Cuida de tener un testimonio y una confesión que concuerden con la Palabra de
Dios a pesar de cualquier síntoma mentiroso.
Reconoce Su Palabra.
3-
No te fíes en la fe de otro. Ten tu propia fe. Tu
ERES un creyente. TIENES fe. Mira Romanos
12:3.
4-
No hables con duda
e incredulidad.
Cita las Escrituras firmemente y ellas serán tuyas.
―Ellas vencerán (al adversario) por la sangre del Cordero
y por la Palabra de Su testimonio‖ (Apoc 12:11)
5-
No sea tu hablar de enfermedad y dolor. Habla acerca
de tu sanidad. Cuando hablas sobre enfermedad glorificas al diablo y por tus
palabras eres capaz de enfermarte. Haz que tu adversario tenga que oírte alabar
a Dios y contar las cosas de la Palabra viva
y de Sus promesas, y así no permanecerá mucho tiempo contigo. Jesús,
tentado por Satanás, venció diciendo: ―Escrito está‖ – y entonces repitió
las Palabras de Su Padre. Puedes vencer a Satanás de la
misma manera.
6-
No digas: “Soy
un Tomás incrédulo”. No hagas entristecer el corazón de Jesús más que
cuando Tomás dudó de Su resurrección o cuando Pedro lo negó. Dudar de la muerte sacrificial
expiatoria de Jesús
es el pecado más condenador de los pecados. Esta actitud para con las heridas
de Jesús no puede ser menos pecaminosa.
7-
NO
hables de fracaso, incapacidad, de lo que
no puedes hacer. Di ―Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece‖ , ―Mas en
todas estas cosas,
somos más que vencedores‖. Estas son
palabras de una persona que es vencedora en todo,
que tomó a su cargo el ministerio de este
Evangelio bendito: ―YO PUEDO‖, nunca que no puedes. No puedes acrecentar fe sino pones en
práctica la Palabra. No
puedes conformar una vida sólo de oración. Pon la Palabra en acción y déjala habitar,
permanecer y ocupar
su lugar justo
en ti.
―Sed
HACEDORES de la Palabra y no
solamente oidores engañándoos a vosotros mismos‖ (Santiago 1:22-25)
Capítulo 35
El Poder de la Palabra de Dios |
“En el principio CREÓ Dios los cielos y la
tierra” Gen 1:1. Observe COMO Dios creó los cielos y la tierra.
“El DIJO: Hágase la luz (Observe que Dios
solamente habló LA PALABRA: Hágase la luz – y vemos el resultado) y LA
LUZ SE HIZO”
“Y DIJO Dios: Haya expansión…Y FUE
ASÍ” Gen 1:6,7
“Y
DIJO también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un
lugar,y descúbrase los seco. Y FUE ASÍ. Gen 1:9
“Y DIJO Dios: produzca la tierra… y ASÍ FUE” (Gen 1:11)
“Y DIJO Dios: Haya luminares… y ASÍ FUE” (Gen 1:14,15)
Como Dios creó lo que es
Acabamos de ver por
la Palabra de Dios, como comenzaron a existir todas las cosas.
Heb 11:3 Por la fe entendemos haber sido constituido
el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo
que no se veía.
Cuando nosotros como
hijos del Dios vivo, comenzamos a reconocer que hay PODER, sí, PODER CREADOR,
en lo que Dios DICE, entonces comprenderemos una verdad que torna posible todas
las imposibilidades, que vuelve fácil lo que antes parecía difícil.
Antes de que
conociéramos el PODER DE LA PALABRA DE Dios, ESA PALABRA, todavía no era algo
vivo para nosotros. Ella todavía no adquirió vitalidad, es apenas una bella
doctrina, un credo, un dogma.
Ella permanece muerta e inútil; un producto
de imprenta, una combinación de papel y tinta. Pero oigamos lo que Jesús dice: “Las
PALABRAS que os HE HABLADO son ESPÍRITU Y SON VIDA” (Juan 6:63)
Cuando Dios habla
Cuando Dios HABLA
(noten bien) el mismo PODER CREADOR opera como opera cuando Él HABLÓ Y EL MUNDO
PASÓ A EXISTIR. Su PALABRA ACTUAL es tan eficiente, tan poderosa, sí,
generadora como cuando ―el universo fue
constituido por su PALABRA‖.
Eze 12:25 Porque yo Jehová
hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable… Dan 9:12 Y él ha cumplido la
palabra que habló…
Mat 24:35 El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán… 1Pe 1:25 Mas la palabra del Señor
permanece para siempre…
Rom 4:16 Por tanto, es por fe, para que sea por
gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia…
Rom 4:21 plenamente convencido de que era también
poderoso para hacer todo lo que había prometido;
Luc 1:37 porque nada hay
imposible para Dios. (la versión brasilera dice “Porque ninguna Palabra venida
de Dios, será imposible”)
Aplicar la Palabra
Cree en la Palabra
de Dios. Confía en Su Palabra. Conoce el poder, el PODER CREADOR de Su Palabra,
entonces podréis ejecutar Su Palabra.
Si Dios dice: ―Yo soy el Señor que TE SANA‖ (Ex 15:26) y si creyeras en el PODER de
esas maravillosas palabras EJECÚTALAS. Entonces el enfermo que está en cama se
levantará por la fe y quedará sano; el cojo saltará como un siervo, la lengua
del mudo comenzará a cantar, los oídos de los sordos se abrirán, los dolores
huirán, las tinieblas serán disipadas y comenzarás a hacer aquellas cosas que
NO PODÍAS HACER antes de que confiaras EN LA PALABRA DE DIOS, antes de
concretar esa Palabra y quedaras sano.
EL PODER CREATIVO DE
LA PALABRA DE DIOS creará en tu cuerpo aquello mismo que necesitas para tener
salud y hacerte fuerte. La flaqueza se cambiará en fortaleza; la muerte se
cambiara en vida; la enfermedad se cambiará en salud y las imposibilidades se
cambiarán en posibilidades.
Créanme amigos,
ustedes que necesitan socorro pueden levantarse AHORA por la fe, CREYENDO
OSADAMENTE EN LA PALABRA DE Dios y recibirán fuerza nueva para sus cuerpos
tomados de dolores. Pueden probar personalmente el PODER MARAVILLOSO Y CREATIVO
DE LA PALABRA DE DIOS simplemente creyendo en ella hasta el punto de PONERLA EN
ACCIÓN.
La fe probada por las acciones
―Pon la Palabra de Dios en
acción‖ porque ―la fe sin OBRAS es muerta‖ Sgo 2:20. Esta Escritura quiere decir que
tenemos solamente tanta fe como la hacemos concreta. Este hecho pequeño es
grande: la fe nunca se vanagloria; ella
siempre actúa.
Sería un disparate
decir que creemos en cierta cosa y rehusar actuar según el caso lo exija. Sería
vano declarar que tenemos gran fe en el puente sobre cierto abismo y al mismo
tiempo rehusarnos a atravesarlo con nuestro auto. Santiago dice
Santiago 2:22. ¿No ves que la fe actuó juntamente
con sus obras, (las de Abraham) y que la fe se perfeccionó por las obras?
Nuestras ACCIONES
justificarán nuestra fe.
La fe en acción siempre vence
Durante una de
nuestras campañas de Sanidad en Kingston, Jamaica, la multitud cercó los
contornos del auditorio esperando desde las 3:30hs de la tarde hasta las
6:30hs, horario en que se abrían las puertas.
Una pobre mujer que venía de las afueras de la ciudad, cargaba a su
marido que sufría un ataque de apoplejía,
en su espalda. Al hallar la puerta ya cerrada y viendo centenas de personas
saltando el muro, puso a su marido por encima del muro y en seguida pasó
también por encima. Entonces levantando su marido del suelo, lo llevo dentro
del predio y se paró en la fila de oración. Ella hizo manifiesta su fe. No es
necesario decir que él hombre volvió caminando, sanado pro el poder de Dios. La fe en acción siempre vence.
Una mujer, víctima de cáncer y paralítica fue llevada a uno
de nuestros cultos y dejada en un cuarto. Esperaban que ella muriera antes de
finalizar el culto. Hacía seis meses que no podía estar sentada. Sus pies y
piernas estaban enteramente paralizados. Después de ministrar la Palabra,
entramos y le pusimos las manos reprendiendo el cáncer. Pregunté: ―Irma ¿Cuándo
quiere estar bien de salud?”
Ella dijo:
―Ahora‖. Yo dije: “Entonces
levántese en el Nombre de Jesús y séalo ya”. Ella arrastró despacio
sus pies de la cama y se sentó; se puso de pie levantó sus brazos y salió
caminando en frente de la asistencia alabando a Dios en alta voz. Ella
manifestó su fe.
En el minuto preciso
en que la Fe comienza a manifestarse en acción, dependiendo enteramente de lo
que Dios HA DICHO EN SU PALABRA, o poder creativo comienza su obra, y la
enfermedad tiene que desaparecer. Nunca te resistas a creer en Dios y HACER
SEGÚN SU PALABRA. Recuerda lo que Jesús dijo al padre de la niña de quien los
escépticos dijeron que había muerto: “No temas, CREE
SOLAMENTE” Marcos 5:36
MI corazón palpitó
al notar que la palabra ―creer‖ es un VERBO. Porque un verbo generalmente
indica ACCIÓN. Santiago sabía eso cuando escribió también:
Stg 2:14
Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene
obras?
¿Podrá la
fe salvarle?
Él agregó:
Santiago 2:18… Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo
te mostraré mi fe por mis obras.
Si Dios podía crear un mundo con
Sus
palabras ―HÁGASE LA LUZ‖ entonces Él puede curar ciertamente tu
cuerpo enfermo con
Sus
Palabras. ―envió SU PALABRA y los sanó‖ Salmo 107:20
Juan
1:1-3 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada
de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Dios se une a sí
mismo con Su Palabra. Él no solamente está en Su Palabra, sino que apoya Su
Palabra. No se puede separar Dios de Su Palabra. No solamente llamó a existir
cosas que no existían, haciéndolas
existir en un
momento, sino que conforme a Jeremías 1:12, Él vela sobre Su Palabra para que
ninguna de Sus Palabras falle – antes que se terminen de cumplir.
Dios dice: “Yo soy el Señor tu Sanador” (Ex
15:26). Esta palabra de promesa ―permanecerá para
siempre” (1Pedro 1:25). La Palabra es como Su Autor, eterna, invariable
y viva.
La Palabra de un
hombre es lo que el hombre es. La Palabra de Dios es lo que Dios es. Descreer
en esa Palabra es descreer de Dios que es el Autor. Nuestra actitud para con la
Palabra de Dios determina todo.
Cuando fue dicho a
María que iba a concebir por la virtud del Espíritu Santo y daría a luz a Aquel
que iba a salvar al pueblo de sus pecados, ella no comprendía cómo podría
suceder tal cosa. Al ojo natural era imposible. La razón ocupa el lugar de la
Palabra si lo permitimos. Actuar según la Palabra sobrenatural de Dios o
concuerda con nuestros sentidos. Parece ser ―fanatismo‖. Pero maría nos dio el secreto del favor
con Dios cuando dijo: ―HÁGASE EN MÍ
SEGÚN TU PALABRA‖ (Lucas 1:38). Eso
agradó al Padre y FU HECHO.
Cuando la Iglesia
aprenda a dejar a un lado sus argumentos y abandone sus conocimientos teóricos,
reconociendo que “los designios de la carne son enemistad contra Dios” (Rom
8:7), será cuando nuevamente diga: ―Hágase en
mí
TU PALABRA‖, y actúe según
esta declaración; entonces ella barrerá al mundo nuevamente con victoria y poder
triunfal. La iglesia se identificará
a sí misma correctamente y será identificada por los demás como ―los trastornan
al
mundo entero‖ (Hechos 17:6)
Admirados con la Palabra de Jesús
Después de haber
sido bautizado por Juan en el Río Jordán, Jesús fue llevado por el Espíritu
Santo al desierto donde fue tentado durante cuarenta días. ―Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a
Galilea‖ (Luc 4:14) para iniciar Su
Ministerio terrenal.
La primera cosa que hizo
admirar al pueblo y que cautivó la atención de
ellos fue que JESÚS HABLABA CON PODER
Y AUTORIDAD.
―Se admiraban
de Su doctrina‖- ¿Por qué? Porque Su PALABRA ERA VERDADERA
CON AUTORIDAD‖
(poder)
(Lucas 4:32). Exclamaban:
―Qué PALABRA
ES ESTA!
Que hasta a los
espíritus inmundos manda con AUTORIDAD Y PODER y ellos salen (vs 36).
Este
hombre JESÚS en pie sobre un barco de pescador, DIJO a la tempestad que sobre
un cielo ennegrecido rugía y sacudía al barco de un lado a otro: ―Calla, enmudece‖ (Mar 4:39) ¡y así fue! Hubo grande bonanza. Entonces los discípulos
exclamaron: ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?
Cuando Jesús
apareció en la sinagoga, leyó el libro de Isaías:
Lucas 4:18 Espíritu del Señor está sobre mí, Por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar
a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a
los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos;
En el versículo 22 del mismo capítulo, Lucas
declara que ―todos se maravillaban de las PALABRAS de gracia que salían de Su boca.‖
Muchas fueron las
veces en que el pueblo se admiraba y maravillaba al oír HABLAR a Jesús con
AUTORIDAD y PODER. A donde fuese o cuando fuese, creían en Sus Palabras. Lo
imposible se tornó posible; lo difícil, fácil, cosas nunca habladas comenzaron
a acontecer y milagros gloriosos se vovlieroncomunes.
La llave para la
victoria
Al padre del joven lunático, Je´sus dijo: “SI
TU PUEDES CREER, al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23). Oh
amigos lectores, ¡CREE EN LAS PALABRAS DE CRISTO! ¡Cree que ACONTECERÁ lo que
Él dice! No dudes nada, antes CREE SOLAMENTE. “Todo es posible al que cree”. Si
CREYERAS SOLAMENTE, PODRÁS ser libre y sanado ahora mismo, donde estés.
Materializa
la Palabra de Dios ahora mismo y supera todas las dudas y recelos. Deja fluir tu fe
que te hace libre poniéndola en ACTIVIDAD.
Desata fe EN TI
AHORA MISMO, nunca dejes de actuar en ella para traer liberación. La conservaste presa. La conservaste amarrada. Ella fue obligada
a permanecer durmiendo dentro tuyo –
Porque rehusaste actuar según la Palabra
de Dios. Sabes que la Palabra de Dios es verdadera pero no dejaste a tu fe
ACTUAR, y así, no alcanzaste sanidad para ti.
MATERIALIZA TU FE en
y la Palabra de Dios te transmitirá PODER CREATIVO y VIDA DIVINA a tu cuerpo. ―¿Crees tú esto?‖ Juan 11:26 ―Todo
es posible
al que cree‖. Actúa según
las palabras de Dios. Materializa: ―El
llevó sobre Sí nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores‖.
Si crees solamente,
SERÁ HECHO AHORA MISMO- mismo donde estuvieres, y seréis libertados. Vuestros
dolores e inflamaciones comenzaron a desaparecer. Esos oídos sordos comenzaron
a oír sonido. Vida comenzará a entrar en esa pierna paralizado. Ah hermano,
créelo, y ESTÁ HECHO – AHORA MISMO! LEVÁNTANTE Y ADNA EN EL NOMBRE DE Jesús.
Hazlo ahora. Haz aquello que creías que no era posible hacer y serás sanado.
Hazlo en el Nombre de Jesús mandando que esa enfermedad, esa dolencia, ese
cojear se aparte de ti. Verás la gloria de Dios. Aleluya! SU PALBRA SIGE
TENIENDO PODER HOY EN DÍA.
El que abrió mis ojos
Cuando vi el PODER
de Dios demostrado en ese tan simple método, y observé a un creyente mandar que
espíritus sordos y mudos saliesen de muchas personas, vi que oían y hablaban,
quedé plenamente convencido de que era la manera bíblica. El poder del Nombre de
Jesús me fue revelado, pues comprobé con mis propio ojos que es posible hacer
las mismas cosas ahora que fueron hechas por los apóstoles y mismo Jesús. Vi
que PODEMOS hacer TODO lo que Jesús dijo que podemos, haciéndolo en Su Nombre.
Volví al East Side
Tebernacle de Portland, Oregon, donde pastoreaba en ese tiempo y anuncié un
culto de sanidad divina pidiendo a todo el mundo que llevase sus enfermos,
asegurándoles que serían curados.
Hubo muchas
sanidades maravillosas en esa misma noche, y las noticias se esparcieron muy
lejos. Desde entonces hemos visto muchos millares de milagros y sanidades en
campañas a través de todo nuestro continente, en otros países en islas,
probando millones de veces que “Jesucristo es el mismo hoy, ayer y por los
siglos” (Hebreos 13:8). Es Él mismo, SU PALABRA, es la misma. Todavía
transmite poder cuando es enunciada.
Intérnate en alta mar y echa tu red
Recuerda cómo los
discípulos pasaron la noche entera tirando las redes para pescar algunos peces,
para ganar honestamente el pan de cada día, pero NADA pescaron. Jesús pareció y
DIJO:
Lucas 5:4,5 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón:
Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le
dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y NADA hemos pescado; mas
EN TU PALABRA echaré la red.
Pedro
no vaciló, discutiendo la insensatez de las palabras de Su Maestro: No vaciló
explicando cuan sin esperanza era la situación; no explicó que él conocía bien
esas aguas y que sabía que no habría peces en ese lugar (pues era hábil para
pescarlos si los había).
Cuántas veces,
cuando ministramos las multitudes, el pueblo quiere vacilar contando cuánto
tiempo hace que están enfermos; contando cuántos médicos y especialistas los
declararon incurables; o cuántas veces oraron por ellos y nada mejoró. ¡Hermano
anímate! Aprende el secreto como Pedro el pescador: La obediencia siempre trae
victoria cuando obedecemos las PALABRAS DEL MAESTRO.
Ah amigos, nunca
te resistas a ir al límite en obedecer las PALABRAS de Dios. Entrégate en plena
obediencia a TODAS SUS PALABRAS ―porque
ninguna de PALABRA venida de Dios será
imposible‖ (sin PODER) (Lucas 1:37). Él
puede llenar TODAS LAS REDES, entonces lánzalas TODAS.
Tal vez pasaste
muchos años enfermo. Muchas personas, tal vez oraron por ti. Muchos médicos ya
se habrán agarrado la cabeza de desesperación por no saber qué más hacer
contigo. Dijeron que solamente un poder sobrenatural te puede sanar. Intentaste
varias veces alcanzar la sanidad sin resultados. Amigos, la Palabra continúa
declarando: ―Por Sus llagas fuimos sanados” (Isa 53:5).
Anímate nuevamente.
Esta vez di: ―Más EN TU PALABRA‖ vuelvo nuevamente a Ti; ―SOBRE TU PALABRA quedaré completamente
sanado.‖. LA PALABRA de Dios no puede fallar. Cree eso de todo corazón y SOBRE
TU PALABRA, materializa tu fe. ―Lanza
tus redes‖ y espera que se complete la
sanidad. Fíate en la Palabra eterna e invariable de Dios. La fe siempre trae la
respuesta completa; propiamente “más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos” (Ef 3:20), como fue la experiencia de Pedro, cuando lanzó
sus redes sobre la palabra de Cristo.
Capítulo 36
Tres preguntas sobre el aguijón en la carne
de Pablo |
2Co 12:7-9 Y para que la grandeza de las
revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne,
un mensajero de Satanás que me abofetee,
para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he
rogado al Señor, que lo quite de mí.
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la
Una de las oposiciones más comunes contra el ministerio
de la sanidad es ―el aguijón
en la carne de Pablo‖. Una idea tradicional, a llevado a otra idea tradicional. Sin duda la doctrina promulgada en todas apartes de que Dios es el Autor de la
dolencia y que Él desea que algunos de sus hijos más devotos permanezcan
enfermos para glorificarlo exhibiendo coraje y paciencia, ha sido fortalecido
por la idea de que Pablo padecía de una enfermedad que Dios rehusó curar. NO
creemos que alguien tome el tiempo para leer todo lo que Dios dice sobre la
sanidad, pueda llegar a tal conclusión.
Admito, luego, que
hombres igualmente devotos, pueden tener opiniones contrarias, no solamente en
este punto, sino sobre todo el tema de la sanidad divina; pero es meramente
cuestión de investigación. Muchos buenos hombres que enseñan que la época del
los milagros ya pasó etc. al leer la Biblia pasan por alto las enseñanzas sobre
la sanidad no creyendo que tiene aplicación para hoy. Es con el deseo de ayudar
a todo
corazón honesto que
presentamos el siguiente estudio acerca de ―el
aguijón‖ en la carne de Pablo. Muchos
millares de Personas amadas han padecida innecesariamente años de agonía por la
enfermedad, creyendo que agradaban a Dios quien llevó a Pablo (según ellos), a
sufrir alguna forma de enfermedad. Para comprender bien este caso, consideremos
lo que la Biblia dice acerca del ―aguijón
en la carne‖.
1)
¿Qué fue esa espina?
2)
¿Qué le hacía?
3)
¿Por qué le fue dado a Pablo?
PRIMERO: La expresión
―espina en
la
carne‖ no
se
encuentra en
el
Viejo Testamento
ni en el Nuevo, a no ser como ilustración. La figura de ―Espina en
la
carne‖ no
se
impregna n i siquiera una vez en la Biblia
como una figura de enfermedad. Todas
las veces que es usada esa expresión, la Biblia declara exactamente de qué se trataba el ―aguijón en
la
carne‖. En Números 33:55 llama “aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros
costados,” a los habitantes de Canaán. En
Josué23:13, se refiere a naciones paganas de Canaá, a los cananeos. En estos
dos casos la
Biblia afirma clara y exactamente lo que eran ―aguijones en la carne‖, eran personas. Pablo
declara con la misma certeza
es el ―aguijón‖, era ―un mensajero de Satanás‖. Esa palabra
―mensajero‖ es traducida de la palabra griega ―angelos‖ que se encuentra 188 veces en la Biblia y es traducida ―ángel‖ 181 veces, 7 veces ―mensajero‖. En todas las 188 veces en la
Biblia entera, se refiere a una persona y no a una cosa,
sin haber siquiera una excepción. El infierno fue preparado para el diablo
y sus ángeles (Mat 25:41) (o mensajeros); y ―la
espina en la carne‖ de Pablo era uno de
esos ―mensajeros‖ del diablo; Pablo mismo lo dice.
Predicadores y
maestros han imaginado en ―la espina en
la carne de Pablo‖, desde una dolencia
oriental – oftalmia- hasta una esposa no convertida!
Parece
tan improbable que tales ideas, tan generales y diversas pasasen de una persona
a otra, cuando Pablo declara tan clara y definitivamente que su ―espina en la carne‖ era “un mensajero de
Satanás”.
SEGUNDO: Pablo no sólo dijo lo que era su ―aguijón‖ (―un mensajero de Satanás‖), sino que
también nos dijo lo que ese ―mensajero‖ o ―ángel de satanás‖ vino a hacerle: “para que me abofetee” La Palabra ―abofetear‖ significa ―dar bofetada tras bofetada‖, como
cuando las olas abofetean un barco, y como cuando
abofetearon a Cristo. Vean como se usa la misma palabra en Mateo 26:67; Mar
14:65; 1Cor 4:11; 1Ped 2:20. La mimsa palabra usada en 2Cor, describiendo el suplicio de Pablo;
por esta causa, este ―mensajero de Satanás‖, debe concordar con el mismo sentido de la palabra en
todas las otras escrituras. No se refiere a enfermedad i a dolencia en ninguno
de esos casos.
Este ―mensajero‖
o ―ángel‖ de Satanás fue enviado para ―ABOFETEAR‖ a Pablo continuamente, para dar ―bofetada tras bofetada‖ a este fiel hombre de Dios. La enfermedad
no abofetea a
una persona; pero la obra de un ―ángel
del diablo‖ fustigando, ciertamente
cabe en esta descripción. El siguiente catálogo de sufrimientos de Pablo
(bofetadas del mensajero de Satanás, siempre presente) durante su ministerio,
será suficiente para dar cuenta de las bofetadas dadas a Pablo durante su vida…
sin mencionar enfermedad en la lista. Una cosa que ni pablo y ni las Escrituras
mencionan.
Inmediatamente
después de la conversación de Pablo, Dios le envió a Ananías, para informarle
cuánto debía padecer por Su Nombre (Hechos 9:16). Eso se cumplió en los
siguientes acontecimientos:
1) Los judíos, después de su conversión,
tomaron consejo entre sí para matarlo (Hechos 9:23)
2) Impedido de juntarse con los
discípulos. (Hechos 9:26-29)
3) Resistido por Satanás (Hechos 13:6-13)
4) Resistido por los judíos amotinados
(Hechos 13:44-49)
5) Expulsado de Antioquía de Prisidia (Hechos 13:14,50-52).
6) Atacado por la
multitud de Iconio (Hechos14:1-5)
7) Fue
Listra
y Derbe, apedreado y dejado como muerto (Hechos 14:6:19)
8) Disputaba
continuamente con hermanos falsos (Hechos 19:8)
9) Azotado y lanzado en
prisión en Filipos (Hechos 16:12-40)
10) Atacado por las
multitudes y expulsado de Tesalónica (Hechos
17:1-10)
11) Atacado por las
multitudes y expulsado de Berea (Hechos 17:10-14)
12) Atacado por la
multitud en Corinto (Hechos 18:1-3)
13) Atacado por la
multitud en Éfeso (Hechos 19:23-41)
14) Conspiración de los
judíos, para matarlo (Hechos 20:3)
15) Preso
por los judíos, atacado por las multitudes, juzgado cinco veces y muchos otros padecimientos.
Además del oprobio,
necesidades, persecuciones, aflicciones mencionadas en 2 Corintios 12, en el capítulo
6 de la misma epístola él menciona azotes, prisiones tumultos, deshonra,
infamia, ―como muriendo, y estamos
vivos‖, ―derribados, pero no destruidos‖.
En el capítulo 11, él menciona
―azotes, más que ellos; en prisiones mucho más; en
peligro de muerte muchas veces. De
los judíos he recibido cuarenta azotes menos uno, tres veces he sido
azotado con varas; una vez apedreado; tres veces padecido naufragio; una noche
y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en
peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros
de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros ene l
mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos,
en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez‖ ―injuriado… perseguido…
blasfemado… llegando a ser como basura de este mundo… como la escoria de todos‖
etc. etc.
¿Quién,
a no ser el ángel de Satanás puede ser responsable por todos esos sufrimientos?
Véase
que Pablo los enumera; menciona todo lo que se puede pensar, menos una ―enfermedad de los ojos‖ o ―enfermedad‖. Ninguna de estas dos cosas Pablo menciona
entre las bofetadas.
Ciertamente el ―aguijón‖
de Pablo no podía ser una vista deficiente, porque sus ojos fueron CURADOS DE
CEGUERA (Hechos9:18)
Notamos ahora, dos
puntos claros, sin desviarnos en cosa alguna de que Pablo realmente dijo acerca
de esa ―espina‖; esto es:
1)
¿QUÉ ERA EL AGUIJÓN EN LA CARNE
DE PABLO? RESPUESTA: “Un mensajero
(ángel) de
Satanás”
2) ¿QUÉ LE HACÍA ESE MENSAJERO? Respuesta: ―para
que me abofetee (dar
bofetada tras bofetada)‖
He oído predicador tras predicador y maestro tras
maestro dar su idea o dar su opinión de lo que le parece, o lo
que el dr. Fulano
dijo acerca del ―aguijón en la carne‖ de Pablo. Invariablemente
confortan los enfermos con el mensaje que pablo estaba enfermo y oró tres veces
para ser sanado, pero Dios no consideraba bueno curarlo sino que antes le dijo
a Pablo que su gracia le bastaba; por tanto,
como
Pablo, debemos soportar nuestra ―espina de enfermedad‖, fiel y pacientemente para la gloria de Dios. La Biblia no dice cosa alguna acerca de que
Pablo estuviera enfermo, ni de que él orara para ser sanado; ni que Dios lo obligó a permanecer enfermo.
En lugar de estas
cosas
que la Biblia NO dice, veamos lo que SÍ dice: ―Y
para que no me exaltase por las excelencias de las revelaciones, me fue dado un
aguijón en la carne (no una enfermedad más), a saber, un mensajero de Satanás para que me abofetee, a fin de que no me
exalte. Acerca de lo cual (el mensajero de Satanás) tres veces oré al Señor
para que se quite de mí (Pablo no dice
que oró tres
veces para ser curado). Y (Dios) me dijo: Bástate mi gracia porque mi poder se
perfecciona en la debilidad‖ (Dios no dijo a Pablo quiero que sigas enfermo‖)
TERCERO: Ahora
queremos considerar la tercera pregunta cuya respuesta es tan clara como las
dos primeras: ¿POR QUÉ EL MENSAJERO DE SATANÁS FUE ENVIADO PARA ABOFETERAR A
PABLO? Respuesta: ―Para que se
exaltase por la excelencia (abundancia) de las revelaciones” ¿Es por causa de la excelencia (o abundancia)
de las revelaciones que los enfermos hoy en día deben a ser enseñados a
considerar su enfermedad como un aguijón que debe permanecer para que no se
engrandezcan más de la cuenta? Creo que
la razón del ―aguijón‖ de Pablo ciertamente excluye casi todas
las demás personas. Al menos no tenemos el derecho bíblico para declarar que
nuestra enfermedad sea un
―aguijón‖
como el de Pablo, si no recibimos también, como él, tan grande abundancia de
revelación que necesitamos algo para no ensoberbecernos. Si decimos que tenemos
―un aguijón‖, entonces tenemos que concordar con el resto de las Escrituras
acerca de la ―espina‖ de Pablo; Pablo se gloriaba en todas las
bofetadas que sufrió de manos del mensajero de Satanás. Pero si las bofetadas
eran ―enfermedades‖ y si
sufrimos enfermedades como dicen que sufrió ¿por qué no nos gloriamos mejor en
la enfermedad, en lugar de intentar librarnos de ella?
Si nos gloriamos en
nuestra ―espina‖, no debemos ir al mejor cirujano
para remover la ―espina‖.
Consideremos las Escrituras que se citan para
probar que la espina de Pablo era una especie de enfermedad, usando Dr. James Strong‟s Exhaustive Concordance como
guía.
De buena
gana pues, me gloriaré en mis debilidades
(2Cor 12:9) Me gozo en las debilidades
(2Cor 12:10)
Pues vosotros sabéis
que primero os anuncié el evangelio estando en debilidad de la carne. (Gal 4:13) (Vers. Portuguesa)
―Y estuve entre vosotros con debilidad‖ (1Cor 2:3)
―La presencia del cuerpo es débil” (2Cor 10:10)
―Bástate me gracia, porque
mi poder se perfecciona en la debilidad‖ (2Cor 12:9)
Esa Palabra ―debilidad‖
es traducida de la misma palabra griega ―ASDENEIA‖ que Pablo usa en Romanos 8:26 cuando dice:
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”
Y también
la misma palabra usada en Hebreos 11:34 cuando habla de los profetas que “sacaron fuerzas de debilidad”
Se encuentra también en 2Cor 13:4 para explicar la manera en
que fue crucificado Cristo: ―Porque
aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios”.
La Palabra débil, o
debilidad, usada en esas escrituras es la misma palabra usada en 2Cor 12:10
cuando Pablo dijo: “Porque cuando estoy débil
entonces soy fuerte”. Si la palabra ―débil‖ quisiera decir enfermo, entonces la palabra
―fuerte‖ quería decir lógicamente, ―con
buena salud‖.
Estas palabras
traducidas ―debilidad‖ o ―débil‖ acerca de la vida de Pablo nunca fueron usadas para dar idea de enfermedad o de alguna dolencia de los ojos. Observemos el uso
de la Palabra enfermedad o dolencia, y
veremos que no es cierto: Rom 4:19; 8:3; 14:2,21; 1Cor 8:9; 9:22; 15:43; 2Cor
13:4; Heb 5:2; 7:8. En varias de esas Escrituras, la palabra ―debilidad‖
se contrasta con ―poder‖ o ―fuerza‖ sin cualquier idea de debilidad resultante
de dolencia.
Cuando Pablo habla
de su debilidad delante de la Iglesia, explica su significado: habla de su propio
poder, pero él confiaba enteramente en el Espíritu y en el Poder de Dios para
que la fe de los corintos no se apoyase en sabiduría de los hombres sino en el
poder de Dios. (2Cor 2:5)
d)
Gál 4:15 ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que
experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os
hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos.
Muchos creyentes
creen que esta Escritura es una prueba más que los ojos de Pablo eran tan
enfermos, tal vez, como la dolencia de oriente ―oftalmia‖, tanto es así
que el pueblo estaba dispuesto
a darle sus propios ojos para substituir sus ojos enfermos. Me
parece solamente presunción basar la SUPOSICION de que Pablo tenía una dolencia
en los ojos, sobre tal Escritura. No hay duda alguna que la expresión de los
gálatas era simplemente una expresión de cariño y amor para con el ministerio
fiel de Pablo.
Una reunión de despedida, cuando encerramos
las trece semanas gloriosas de campaña en Kingston, Jamaica, durante la cual
mas de cien sordos-mudos y más de noventa personas enteramente ciegas fueron
sanadas, uno de los dos pastores jamaicanos, en sus palabras de despedida nos
dijo: “Hermano Osborn, nuestro pueblo lo
ama. Están alabando a Dios por su venida aquí y quieren que sepa que cortarían
su brazo derecho y se lo darían a Ud. si fuese posible.” Esa expresión de
devoción, ciertamente no era prueba de que yo tuviese un cáncer en mi brazo
derecho.
Después de examinar
las Escrituras principales, que muchas personas consideran como prueba de que
Pablo era enfermo o que sufría de una enfermedad de los ojos, vemos que
precisamos solamente algunos minutos de estudio para descubrir que esas
Escrituras no prueban lo que se enseña tradicionalmente acerca de ellas.
La
enfermedad achacada a Pablo es una contradice gran parte de la verdad bíblica.
Consideremos el capítulo siguiente: Hechos
para meditar sobre la espina en la carne de Pablo
Capítulo 37
Hechos para Meditar Sobre la Espina en la Carne de Pablo |
1-
Desde que la sanidad es una parte integrante del
EVANGELIO, ¿cómo podía Pablo gozar de la
―plenitud de la bendición del Evangelio‖ (Rom 15:29), permaneciendo enfermo? ¿No es
acaso una parte de la bendición del evangelio?
2-
Si Pablo era enfermo, ¿cómo podía el pueblo al quién
predicó en Éfeso recibir fe para tales
―maravillas extraordinarias‖ de sanidad? (Hehos 19:11,12)
3-
Si Pablo era enfermo, ¿cómo podía él predicar el
primer sermón con tal fe al corazón de un pagano? ¿creería en el primer sermón
que Pablo predicó y recibiría suficiente fe para ser sanado cuando hoy muchos
de los educados rehúsan creer a pesar de los muchos sermones que predicamos con cuerpos sanos y fuertes? Los críticos me preguntan repetidamente: ―Si el Señor estuviese enfermo, ¿entonces que
sucedería a su mensaje?‖ Con todo, creen que Pablo, enfermo, débil y casi
ciego, podría crear fe suficiente en un pagano por medio de un sermón para producir un ilagro de sanidad.
4-
Si Pablo era enfermo
¿cómo
fue que consiguió ver
la
―obediencia de los gentiles, a través de la
palabra y de las obras, por el poder de las señales y prodigios, en la virtud
del Espíritu de Dios‖ (Rom
15:18,19), si cuando
el
predicador actual enfermo
que
declara que ―tiene un
aguijón en la carne‖ como Pablo, generalmente está incapacitado, en cama, y
raramente (o nunca) opera señales, prodigios y
milagros?
5-
Si Pablo era ―enfermo‖ ¿cómo fue
que cuando predicaba en
la
Isla de Malta, el padre de Púbilo y ―los demás en la Isla que tenían enfermedades venían y eran sanados‖(Hechos 28:8,9)
6-
Si el ―aguijón‖ de Pablo no impedía la fe del pueblo para ser sanado
de dolencias físicas, en Éfeso, Malta, Listra, y en casi todos
los demás lugares donde Pablo predicaba, por qué actualmente ese ejemplo impide
la fe para que se reciba la sanidad del cuerpo
físico?
7-
En el tiempo de la Bilbia ―la fe vino
por oír la PALABRA DE Dios‖ pero actualmente, ―la fe
desaparece por el oír la palabra del
predicador, pues el predicador declara que Pablo era enfermo y Dios no lo
quería oír a pesar de que él oró tres veces, por tanto es posible que no sea
voluntad de Dios sanarnos. Tales argumentos nos llevan a abandonar todas las promesas
definidas de Dios para curara TODOS los que piden; promesas que son basadas en
PALABRA DE Dios y nos fueron dadas para producir fe. Tales argumentos nos
obligan cada vez, a procurar más
revelaciones especiales del Espíritu de Dios para determinar si es, o no la voluntad de Dios curarnos. Si fuese
así, esa fe no crecería tan sólo por OIR la
Palabra de Dios como Pablo enseñó, sino que viviría por la oración, rogando
hasta que recibamos una revelación especial de que es la voluntad de Dios. ¡Qué
ilógico que es eso! ¿No es extraño que aquellos que predican que Pablo era
enfermo, en lugar de orar y pedir a Dios que los curen (como afirman que Pablo
hizo) recurren al médico (que ellos creen que son los más indicados para libertarlos del ―aguijón‖ de enfermedad,
más
allá de que Dios quiera o
no que sea
retirado)? ¿No es
extraño que predicadores que predican que el aguijón de Pablo era una
enfermedad recomienden que su pueblo se someta a operaciones y tratamientos
médicos para ser restaurados, en vez de orar a Dios pidiendo que ―revele‖
si es Su voluntad o no , como ellos enseñan que Dios le reveló a Pablo?; Para
ser consistentes, deben recomendar que su pueblo
―se gloríe‖ en sus enfermedades, como enseñan que Pablo hizo, en
lugar
de esforzarse para
librarse del ―aguijón‖.
8-
Es claro que Pablo no estuvo incapacitado
por su ―aguijón
en la carne‖ de desempeñar su
ministerio, porque
podía testificar: ―Trabajé mucho más que todos ellos‖ (1Cor 15:10): No
es razonable decir que un
hombre enfermo
podía trabajar ―mucho
más
que todos‖ los demás predicadores de buena salud. Esto no es ciertamente la verdad
hoy. El predicador que dice que su enfermedad es un aguijón en la carne de Pablo, generalmente está incapacitado, su asistente desempeña una gran parte de su ministerio, en tanto que el mismo pasa
una gran parte de tiempo en reposo para recuperar la salud. Pablo, que por
cierto cumplía lo que predicaba, nos enseñó a estar preparados para toda buena obra (2Timoteo
2:21) ―plenamente preparados para toda buena obra‖ 3:17)
―celosos de buenas obras‖ (Tito 2:14); ―dispuestos para toda buena
obra‖ (Tito
3:1); ―Aptos para toda buena obra para que hagáis Su voluntad‖ (Heb 13:21); que
abundéis para toda buena obra‖ (2 Corintios 9:8). Es claro que una persona enferma
no puede hacer todas esas cosas.
9-
Se ha declarado – ―Bástate mi gracia‖- queriendo decir
que
Dios estaba informando a Pablo que debía permanecer enfermo, como muchos enseñan
actualmente, sería el único caso en toda la Biblia donde Dios quisiera una persona enferma, para darle ―gracia‖ por la enfermedad.
En ninguna parte de las Escrituras se enseña que Dios da ―gracia‖ al cuerpo
físico. La propia
palabra ―gracia‖ muestra que es el ―hombre interior‖ el que precisa de auxilio,
pues
la gracia de Dios es transmitida solamente al ―hombre interior‖ el cual, Pablo dice en este caso, ―se renueva de día en día‖. La GRACIA de Dios es para el ―hombre espiritual‖, pero la ―la VIDA de Jesús se manifiesta en nuestra carne
mortal‖ (2Cor 4:11)
10-
El ―aguijón‖ de Pablo no impidió que él acabase su cerrera, pero
muchos,
enseñando
que esa
―espina‖ era una enfermedad y creyendo
que sus enfermedades son
como ese ―aguijón‖ de Pablo, permanecen ―retirados‖ del medio de su
vida y de su
ministerio.
11- El ministerio de Pablo abundaba constantemente en
milagros, sanidades, señales y maravillas en todo lugar donde ministraba. Qué
extraño que tantos predicadores nos enseñen
que el ―aguijón‖ de Pablo
era
luego, lo que Pablo no dice que era,
y entonces impregnan
es argumento,
o suposición, CONTRA EL PROPIO
MINISTERIO EN QUE PABLO ABUNDABA.
12- La predicación de Pablo
siempre produjo FE entre los oyentes
PARA SER CURADOS y milagros de sanidades era comunes en todo su ministerio.
Pero los predicadores que predican que Pablo sufría de una enfermedad que Dios
no quería sanar, casi nunca producen fe para la cura de los enfermos, como se ve por elhecho que LOS MILAGROS ESTÁN CASI, SINO ENTERAMENTE, AUSENTES DE SUS
IGLESIAS. Y hay muchos nos dicen, que ya pasaron
los tiempos de los milagros.
13- Pablo dijo: ―y cómo nada que fuese útil he rehuido de
anunciaros y enseñaros‖ (Hechos 20:20). Aquellos que dejan de predicar los beneficios y las
provisiones de la sanidad, ciertamente retienen una bendición que es muy útil
al os enfermos.
14-
Pablo dijo:
Rom 1:18,19 Porque no osaría hablar sino de lo que
Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la
palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del
Espíritu de Dios;
Desde que la sanidad
es definitivamente una parte del Evangelio, aquellos que no lo predican, no
predican todo el Evangelio como Pablo lo hizo. Y aquellos que no predican la
parte del Evangelio, que trata de la sanidad, no predican para obediencia por
el poder de las señales y prodigios. Asimismo los que predican también la parte
que trata de la sanidad, llevan a muchos millares para la obediencia, por medio
de señales y prodigios, TAL COMO PABLO HIZO.
15- ¿No es extraño que
muchos predicadores, cuando quieren predicar sobre la sanidad, escogen el texto
sobre ―el aguijón
de Pablo‖;
en vez de enseñar que ―el aguijón‖ era un
―mensajero
de Satanás‖, enseñan que era una ―enfermedad,
ojos enfermos‖ etc.? ¿Y a pesar de que Pablo dice
que ―fue para abofetearlo‖,
dicen
que
fue para mantenerlo enfermo?
A pesar de Pablo
orar hasta que Dios le informó acerca del ―aguijón‖ y le esclareció la razón, ellos recurren
al hospital para retirar ―su aguijón‖. A pesar de que Pablo dijo que le fue dado
a causa de la excelencia de las revelaciones, estos predicadores, sin una
revelación, no muestran ningún deseo de saber por qué tienen ―su aguijón‖
si el médico lo puede retirar con éxito. A pesar de Pablo predicar con señales,
milagros y maravillas, ganando multitudes para Cristo, ellos no tienen señales,
maravillas ni milagros y ganan pocos para Cristo.
No obstante Pablo
predicar todo el Evangelio de Cristo, probando que la fe viene por el oír LA
PALABRA DE Dios, estos predicadores predican solamente una parte del Evangelio,
evitando la parte de la PALABRA DE DIOS, escrita para producir fe para la
sanidad. Desde que la fe es creer que Dios va hacer lo que prometió hacer, o
desde que la fe es esperar que Dios va a cumplir Su promesa ¿cómo podemos los
enfermos recibir fe para ser sanados, si el predicador evita la parte de la
Palabra de Dios que trata de las promesas de Dios para sanar? Si el pueblo
nunca oye hablar de las promesas de Dios para sanar, nunca puede recibir fe
para cumplir Su promesa y ser sanado.
Qué extraño,
repito, como un predicador puede poner de lado toda la Biblia, cuando se trata
del asunto de la sanidad depreciando: a) El nombre redentor de la alianza de
Dios: ―Jehová-Rafá‖ (El Señor que te sana).
b) La
alianza
de Dios sobre la sanidad.
c) La
enseñanza
de las promesas de la sanidad del Viejo Testamento
d) El ejemplo de la sanidad a través de toda la historia
del Viejo Testamento
e)
Las palabras, o enseñanzas,
mandamientos, promesas y sanidad del ministerio de Cristo por los cuales Él reveló la voluntad de Dios acerca de
nuestros cuerpos.
f) Los
dones
de sanidad, fe, milagros colocados en la Iglesia por el Espíritu.
g) La ordenanza de la Iglesia de ungir con
óleo a ―alguien‖ que esté enfermo.
h) El hecho de Cristo llevar por nosotros, tanto
NUESTRAS enfermedades como nuestros pecados.
i)
El hecho de que Cristo,
cuando estuvo aquí
en la tierra,
―curó a todos los que lo tocaban‖ junto con
el
hecho de que ―Jesucristo es el mismo
hoy,
ayer y por los siglos‖
j) El hecho de que
muchos millares de personas han sido curadas por el Poder de Dios desde los días
de los apóstoles y que muchos millares más están siendo sanados de toda suerte
de dolencias incurables en casi
todos los países del mundo, aún en esta época que vivimos.
Repito, ¿no es extraño que algunos predicadores
pongan de lado todo esto y cuando predican sobre la sanidad, escojan como texto la escritura acerca del ―aguijón‖ de Pablo
que los eruditos confiesan no poder probar cualquier
referencia ni a enfermedad ni a cura?
Capítulo 38
Siete
Nombres Redentores
El Dr. Scofield
dice, en Scofield Bible, en una nota al pie de las páginas 6 y 7, que el nombr ―Jehová es claramente el nombre redentor de
la DIVINIDAD‖ y que dice ―Aquel que existe por Sí y se revela a Sí mismo‖.
Él dice: ―Estos siete nombres
redentores indican la revelación conintua y creciente de Sí mismo‖. Entonces agrega: ―En Su relación redentora para con los hombres, Jehová tiene siete
nombres compuestos que Lo revelan, cubriendo todas las necesidades del os
hombres desde su estado pardido hasta el fin.‖
Esos nombres revelan
la relación redentora de Dios para con nosotros. Ellos apuntan al Calvario
donde fuimos redimidos; y la bendición que cada nombre revela debe ser suplida
por la expiación. Eso enseñan las Escrituras claramente.
Los Nombres redentores
son los siguientes:
Jehová-Sama: ―El Señor está allá‖, esto es, Él está presente (Ez 48:35), nos revela el privilegio redentor
de gozar
la
presencia de Aquel que dice ―Yo
estoy con vosotros todos los días‖. Esta bendición
suplida
por la expiación, por
el
hecho que ―por la sangre de Cristo, te acercaste‖
Jehová-Shaloom: ―El Señor nuestra Paz‖, nos revela el privilegio
redentor
de tener
Su paz. Así Jesús dice:
―Mi paz os doy‖. Esta bendición está en la expiación
porque “el castigo de nuestra paz fue sobre Él”
cuando Él ―hizo la paz por
la
sangre de Su cruz‖.
Jehová-Ra-ah: ―El Señor es mi pastor‖ Sal 23:1. Jesús se volvió nuestro pastor dando ―Su vida por las ovejas‖ por tanto este
privilegio es un privilegio redentor, suplido en la expiación.
Jehová-Jireh:‖El Señor proveerá‖ una oferta (Gen 22:14), y Cristo era la Oferta provista por nuestra redención completa.
Jehová-Nissi: ―El Señor es nuestro
Estandarte‖ o ―Vencedor‖ o ―Capitán‖ (Ex 17:15). Fue cuando
Cristo,
por la cruz, triunfó sobre los principados y poderes que nos proveen por la
expiación o privilegio redentor que diremos: ―Más gracias a Dios que nos da la victoria por
nuestro Señor Jesucristo‖
Jehová-Tsidkenu: ―El Señor nuestra Justicia‖
(Jer 23:6).
Jesús se
volvió
nuestra justicia
llevando
nuestros pecados
en la cruz;
portando nuestro
privilegio redentor de recibir ―el don
de justicia‖ es
una bendición de
la expiación.
Jehová-Rafa: ―Yo soy el Señor tu médico‖ o ―Yo soy el Señor que te
sana‖ (Ex 15:26). Este nombre es dado
para revelar nuestro privilegio redentor de ser sanado. Ese privilegio es
suplido por la expiación, pues Isaías, en el capítulo de la redención declara: ―Verdaderamente el tomó sobre Sí nuestras
enfermedades, y llevó nuestros dolores‖.
Reservé este nombre, Jehová-Rafa para lo último.
La primera alianza que Dios hizo, después de cruzar
el Mar Rojo, distintivamente típica de nuestra redención, fue la alianza de
sanidad; y fue en esa ocasión que se reveló a Sí
mismo como nuestro Médico,
pero el primer nombre redentor de la alianza, Jehová-Rafa, “Yo soy el Señor que te sana”. Eso
no es solamente una promesa,
es
un ―estatuto‖,
es una ordenanza‖. Y
así como en esa ordenanza antigua, tenemos, en el mandamiento de Santiago
5:14, una ordenanza de sanidad en el Nombre de Cristo, tan sagrada y
obligatoria para toda la iglesia de hoy,
como la ordenanza de la Cena del Señor y del bautismo de los creyentes. Desde
que Jehová-Rafa es uno de los nombres
redentores de Dios, sellando la alianza de sanidad, Cristo, en Su exaltación no
pudo abandonar tampoco Su privilegio de SANAR como así tampoco Sus otros
privilegios revelados en Sus otros seis nombres redentores.
¿Cuál
es la bendición revelada en Sus nombres
redentores que fue retirada de esta ―mejor‖
dispensación? Isaías inicia el capítulo de la REDENCIÓN con una pregunta:
Isa 53:1 ¿Quién
ha creído a nuestro anuncio? ¿y
sobre quién se ha manifestado el brazo de
Jehová?
La respuesta
a la pregunta es: Solamente los
que oyen la predicación pueden creer, porque ―la
fe es por el oír‖… Es la continua predicación acerca de que Él llevó nuestros
pecados y nuestras enfermedades.
Desde que Jesús
murió para libertar a los hombres, vale la pena declararlo. En los versículos 4
y 5 del capítulo de la
REDENCIÓN, se
ve a Jesús sufriendo por ―NUESTRAS
iniquidades‖, ―NUESTRA paz‖
y
―NUESTRA sanidad‖ pues ―por Sus llagas fuimos nosotros curados‖.
Tendríamos que hacer
citas erradas para EXCLUIRNOS a nosotros msmos de cualquiera de esos
beneficios.
Entonces, al leer la
interpretación que Mateo da de Isaías 53 y oírlo decir que Jesús ―curó TODOS los que estaban enfermos‖ para
cumplir la profecía de Isaías: Isa 53:4 Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores (Mateo 8;17) tendríamos que haber
sitado errada la Escritura una y otra vez para EXCLUIRNOS de la bendición
redentora de la SANIDAD para nuestros cuerpos.
Si
Cristo, como algunas personas piensan, no quiere curar tan universalmente
durante Su exaltación como en su humillación, entonces Él tendría que ser infiel a Su
promesa en Juan
14:12,13 y no sería ―Jesucristo
el mismo ayer y hoy y por los siglos‖(Heb 13:8)
Así como la
promesa de sanidad fue hecha a ―ALGUIEN‖ enfermo (Santiago 5:14) es tan abarcativa
en esfera de acción, como ―TODO AQUEL‖
en Juan 3:16; y desde que Jesucristo, en Su muerte sacrificial, llevó nuestros
pecados (1Pedro 2:24), entonces, está decidido por las Escrituras que los
enfermos tienen el mismo derecho a la sanidad del cuerpo como a la sanidad del
alma.
Si el cuerpo no
estuviera incluido en la redención, ¿cómo podría haber resurrección? ¿Cómo
puede lo
―corruptible vestirse de incorruptibilidad‖ o ―lo
mortal vestirse de inmortalidad?‖ si no
estuviéramos redimidos de la enfermedad, ¿No estaríamos sujetos a enfermedad en
cielo si fuese posible resurgir sin redención? Si el destino futuro de los
hombres ha de ser físico y espiritual, podemos esperar también una redención de
cuerpo y espíritu.
Como dijo el Dr R.A.
Torrey en su libro sobre la ―Sanidad
Divina‖: ―Justamente como adquirimos las primicias de nuestra salvación
espiritual en la vida actual, así adquirimos las primicias de nuestra salvación
física en la vida actual. El Evangelio de Cristo tiene salvación tanto para el
cuerpo como para el alma… La muerte expiatoria de Jesucristo adquirió para
nosotros no solamente la cura del físico, sino también la resurrección,
perfeccionamiento y la glorificación de nuestros cuerpos‖
Capítulo 39
Mi Mensaje más Importante sobre la Sanidad |
El error más
prevaleciente, tal vez, entre el pueblo que procura sanidad (incluso de
aquellos que están plenamente seguros de esta verdad) es confundir la esperanza
con la fe. Los enfermos, cuando oramos por ellos, naturalmente tienen la
esperanza de mejorar, pero la esperanza
no es de forma alguna la fe. La esperanza es solamente pasiva, muy
diferente a la fe que es activa, creativa. La esperanza lleva en sí algo de
incertidumbre; analiza hacia adelante las posibilidades, pero la fe examina
hacia atrás, hacia una obra consumada. La fe se basa con firmeza y confiada
seguridad en la Palabra de Dios y no recibe apoyo alguno de lo que el ojo
percibe.
El hombre natural
es una creación de los sentidos; él todavía ve y siente los síntomas de la
aflicción, isnsite en creer en lo que los sentidos le dicen en lugar de creer
en lo que la Palabra de Dios dice. La fe, por el contrario, no se deja
influenciar por lo que el ojo ve, y de hecho, no lo toma en cuenta. La fe no
honra los sentidos, pero recibe su fuerza de la Palabra invariable del Libro de
Dios. Si esa no fuese la naturaleza de la fe, no habría necesidad de una cosa
como la fe. ¿Por qué habría necesidad de la fe para adquirir lo que el ojo ya
percibe o para aquello que la mano palpa?
El paralelo entre la salvación y la sanidad
Es esta
interpetación errónea de la fe que la torna tan difícil de comprender para
reclamar la sanidad de lo físico. Con todo, no hay razón para esta falta de
comprensión. La enseñanza de la Biblia acerca de la cura es tan simple como la
de la salvación. La verdad es que la sanidad del cuerpo y la salvación del alma
envuelven una obra semejante del Espíritu y son gobernadas por leyes casi
idénticas, por no decir idénticas. La llave para el entendimiento del asunto
entero de la sanidad divina está en reconocer el paralelo casi idéntico entre
reclamar la fe para la sanidad y reclamarla para la salvación. Si, por tanto,
tenemos conocimiento de la fe por la cual vemos la salvación, entonces por
medio de una comparación simple, podemos comprender el mismo principio de la fe
por medio del cual viene la sanidad.
Notemos la semejanza
entre adquirir la liberación del alma de su pecaminosidad, y de adquirir la
liberación del cuerpo de la enfermedad. La mayoría de los pecadores, salvo los
tontos más apresurados, alimentan vaga esperanza de salvarse por fin. Pero el
pecador, a pesar de reconocer el valor del cielo y que pueda comprender que la
probabilidad de perderse eternamente es infinitamente más trágica que meramente
estar enfermo, con todo, ese incentivo intenso para el arrepentimiento no es
suficiente en muchos casos para resultar en la conversión del pecador. Con
todo, aún cuando el pecador tiene una idea de horror acerca de la dolencia del
pecado y expresa la voluntad de abanandonarlo, todavía no se salvará sin antes
creer que Cristo murió por él.
La obra consumada de la salvación
Es solamente cuando
el pecador acepta la obra consumada del Calvario, que se puede salvar. Si el
pecador no cree hasta sentirse salvo – nunca se salvará. ¿No conocemos personas
que se engañan en este punto?
Es
solamente un acto de creer en la obra consumada del Calvario que se realiza la
conversión del pecador.
Una nueva reforma de la fe
Esa creencia en la
obra consumada de Cristo, no se volvió la herencia de la Iglesia de Cristo sin
un conflicto, que de hecho, hizo temblar a la Iglesia desde sus cimientos. Esta
verdad vino como fruto de la gran reforma: Lutero y otros descubrieron que las
oraciones, las penitencias, los ayunos, las lágrimas y las grandes luchas del
alma no los llevaban al punto de gozar paz con Dios. Fue solamente cuando ellos
aceptaron abiertamente al promesa de obra
consumada de Cristo que vino la paz del cielo. No era fácil en ese tiempo
confiar en eso. Todas las tradiciones de los hombres, los dogmas, todos los
instintos del hombre natural, se chocaron y se revolucionaron contra tal
verdad. No obstante, hombres intrépidos, llenos de coraje lucharon hasta
vencer. La verdad que ―el justo viviera
por la fe‖, tiempo atrás no era
aceptada por nadie; finalmente se tornó la piedra fundamental de innumerables
millones de personas.
Esta verdad bien
exitosa que la gran reforma dio a luz, es conocida por todos los ganadores de
almas, y ellos la usaron sabiamente para instruir al pecador en cuanto a lo que
se debe hacer para ser salvo. Ellos saben que es un error intentar llevar al pecador
a decidirse antes de el Espíritu profundizar sus convicciones y antes de él
tener conocimiento de la promesa de Dios acerca de la salvación. El ganador de
almas reconoce que si la mente del hombre está confusa, o si no acepta
plenamente la promesa, él caerá con la primera tentación que tendrá que
enfrentar. Por esta razón un predicador sabio no exige que el pecador actúe al
momento que se comienza a hablar con él. Hay una obra preliminar del Espíritu
que debe ser hecha en su corazón. Hay instrucciones que él debe recibir. El
Espíritu debe hacer Su obra de convicción antes de hacer Su obra del nuevo
nacimiento.
La obra preliminar del Espíritu necesaria para la sanidad
La
tragedia de que muchos creyentes que conocen bien estas cosas desprecian esa
sabiduría en la obra de la sanidad
divina.
Muchas veces están preocupados por ver al enfermo, tienen mucho interés en
atenderlo inmediatamente; pero, si todo no se
realiza de la manera que esperaban,
quedan irritados.
Enfermos viajan
miles de kilómetros a las clínicas;
gastan fortunas para obtener la mayor ciencia médica y aceptan sin cuestionar,
los fracasos de los médicos, filosóficamente. Pero cuando procuran la sanidad
divina, ellos quieren establecer
los reglamentos.
Para ellos,
tales Escrituras como ―la fe es por el oír la Palabra
de Dios‖ tienen poca importancia. Algunos, no conociendo la Palabra de Dios, hacen
que alguien con los dones de sanidad, debe andar de hospital en
hospital sanando a todos los enfermos. Ignoran parece, el relato bíblico de
Jesús en el tanque de Betesda donde sanó apenas uno y dejó otros cojos y
enfermos sentados allá. Jesús, en Nazaret, no pudo (no que no quería) hacer
obras maravillosas por causa de la incredulidad
del pueblo. Pasan por alto de hecho, que la enseñanza de Cristo acerca de la sanidad se anticipa al deseo, por
parte del individuo, de someter su vida enteramente a Dios; o que cuando el Señor
respondió al
ruego
de la mujer gentil para sanar a su hija, Él
declaró
que la sanidad era ―el
pan de los hijos‖.
Si comprendemos la
sanidad divina, debemos reconocer que el mismo poder que sana al alma, también
sana al cuerpo (Santiago 5:14-16)
La obra consumada de la sanidad
No
es necesario mucho tiempo para que el pecador se salve una vez que tiene su
corazón preparado para recibir a Cristo. Aunque algunas veces, pueden ser
necesarios muchos años para que el pecador resuelva someterse a Dios. Pero
cuando llega aquel momento, la salvación viene casi instantáneamente. Eso es
posible por causa de
la obra consumada- la salvación
completada una vez y para siempre en el Calvario. Mientras el pecador no crea,
o mientras deje para otro día la salvación, no se salvará. Al llegar la fe que
Dios salva ahora, la obra está hecha.
Los creyentes
siempre animan al penitente a creer inmediatamente. No hay forma de que el
pecador se salve antes de creer que la obra de perdón ya fue hecha.
Ninguno
acusa un obrero de ejercer falsedad si insiste en que el alma penitente debe
confiar en la Palabra de Dios y debe creer que la salvación es un hecho ya consumado. Así y todo, en la obra de sanidad divina, es esa misma acusación
la que hacen creyentes, sinceros por cierto, pero no instruidos en esta verdad.
Dos engaños funestos
A
esta altura, queremos tratar dos errores deplorables que la Iglesia cometa
acerca de la sanidad divina.
Primero: A pesar de
ser generalmente aceptado que la enseñanza de la Palabra ungida por Dios es
necesaria para una obra verdadera de conversión, muchas veces las mismas
personas se muestran incoherentes hablando contra aquellas que actúan de la
misma manera en la obra de la sanidad. Muchas veces animan a los enfermos a
pedir oración sin primero la instrucción, y se resienten si el predicador
aconseja a los enfermos a preparar el corazón.
Segundo: Algunos
creyentes, a pesar de animar al pecador penitente a creer en la OBRA CONSUMADA
de salvación, se muestran inconscientes, hablando contra los que tratan de la
misma manera de obtener la sanidad de los enfermos. Algunos hacen mal en llamar
la atención sobre los enfermos que dijeron estar curados pero están enfermos.
Eso es pecado grave. Es igual a desanimar a un pecador que desea salvarse,
llamando su atención sobre un desviado que una vez se proclamó salvo.
¡Antes bien, sea
Dios veraz, y todo hombre mentiroso! Según la Palabra de
Dios, está salvo si realmente creyó. Igualmente el enfermo está curado si
realmente cree. Tanto la sanidad como la salvación son obras consumadas, completadas en el Calvario. Reclamemos las dos
por la fe, que la obra ahora está
concluida
La apropiación de la fe
La sanidad es la
obra acabada de parte de Dios, pero tenemos que hacerla nuestra por la fe, sabiendo que la obra ya está terminada, a
pesar de cualquier síntoma que sintamos o veamos. FE es creer, confesar y
actuar creyendo en la obra de Cristo ya hecha, según lo que está escrito en la
Palabra de Dios. Pedro declara: ―Por
Sus llagas fuisteis sanados‖. Lee
también, Isaías 53 y Mateo 8:14-17. No
recibimos la sanidad del cielo, orando,
ni persuadimos a Dios a hacer lo que ya fue efectuado en el Calvario. Oramos
para que el enfermo se apropie de la sanidad, de la misma manera en que el
pecador se apropia de la salvación.
Los que reciben con alegría y se desvían
Jesús habló de
algunos que oyen
el Evangelio y lo ―reciben con alegría,
pero sólo creen
por algún tiempo,
porque en el tiempo de tentación se desvían‖; otros,
dijo
Él, ―están
afanados por
las riquezas y deleites de la vida y no dan fruto‖ (Lucas 8:13,14)
No había defecto
alguno en la Palabra sembrada en sus corazones. No había falta alguna en el
estímulo que ella daba al pueblo para creer, ni en la alegría que sentirían
como resultado de creer. La dificultad fue que dejaron que algo que les impida
creer, dejaron que algo los distraiga de la obra del Espíritu. Lo mismo sucede
en el creer para la sanidad. En el momento en que el hombre cree para la
liberación de su físico, él recibe aquello que corresponde a Dios conceder. “Todo
lo que pidieres orando, creed que lo
recibiréis y os vendrá” Marcos 11:24. O como
dice una Edición Revisada y Actualizada: “Todo
cuanto en oración pidiereis, creed que lo recibisteis y será así con vosotros‖.
Por tanto, si estamos tentados a someternos a los síntomas y cedemos a ellos,
hacemos justamente lo que el diablo quiere. Hacemos como un recién convertido,
que bajo tentación, se somete a la sugestión del enemigo y declara que nunca
fue salvo. Y eso es lo que hace el hombre que cree en la sanidad, luego duda y
después declara que nunca recibió sanidad.
La verdad es que la
mayoría de las personas que vienen para ser sanadas, quedan sanas por cuanto es
la parte que pertenece a Dios. El problema realmente es evitar que esas
personas se sometan a la influencia de la incredulidad, del escepticismo – El
problema es que permanecen esclavos del conocimiento adquirido por medio de sus
sentidos. En esas ocasiones, más que en cualquier otra, es importante conservar
a esas personas bajo la Palabra de Dios y apartada de los incrédulos. Es el
mismo problema al que u pastor se tiene que enfrentar cuando un buen número de
convertidos acepta a Cristo. ¡Cómo él tiene que esforzarse cuidando de esas
personas con todo amor y alimentándolas con la genuina dirección espiritual de
la Palabra! Si él no lo hace, ¿cuántos de esos recién convertidos no caerán?
Satanás tentó a Cristo diciendo: “Si Tu
eres Hijo de Dios…” Él tienta a todas las personas verdaderamente salvas.
Él tienta a todas las personas verdaderamente sanadas.
Pero distinto es
cuando el recién convertido resiste la tentación del diablo, y pone sus ojos en
Cristo. El recién sanado, muchas veces es influenciado por los amigos y
enemigos, por los débiles y por los fuertes, por los predicadores y por los
laicos, a no estar demasiado convencido de su sanidad y quedar así listos para
la vuelta de la enfermedad.
Aquellos que han aceptado
la sanidad de Cristo por la fe, y
los que alcanzaron la salvación de Cristo por la fe, deben ser alimentados,
enseñados y edificados con las promesas de que ellos se están apropiando de estas cosas por
la
fe. Solamente aquellos que ―permanecen
en Su
Palabra‖ y que continúan en
una
actitud correcta de fe hacia las bendiciones adquiridas de Dios,
pueden retener todos los beneficios.
El pecado de la incredulidad
Es
mejor enfrentar la verdad. La incredulidad es pecado. Es condenada por el Señor
y es peor que la bajeza o el libertinaje. La incredulidad es guerra contra la
propia ley de la existencia. Es una lealtad tiránica al conocimiento adquirido
por medio de los sentidos y una deslealtad a la Palabra de Dios.
El verdadero pastor
anima a los recién convertidos a confiar en la fe, aún teniendo que pasar por
el fuego de las pruebas y tentaciones. Nos amonesta a permanecer firmes y no
ceder a las astutas emboscadas del enemigo. De esa manera debemos enseñar al
recién sanado que el plan de Dios es
quitar las enfermedades de en medio de Su pueblo (Ex 23:25), y la voluntad de
Dios para con él es que “sea prosperado en todas las cosas,
y que tenga salud así como prospera
su alma‖ (3Juan2).
Esta es la promesa y será cumplida
en las vidas de todos los que
se muestren osados en creer.
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